Novela: Dorei no Shinsekai; Capitulos: 1 y 2



DOREI NO SHINSEKAI

El libro del esclavo


Capítulo 1: Una mañana cualquiera


Parte 1


Corrían las vacaciones de verano.

Digo vacaciones de verano, pero en realidad nunca voy al colegio: para mí, todos los días son vacaciones y todos los días son días de estudio.

Estudiar de manera irracional, vivir de manera irracional, trabajar de manera irracional; para decir poco, todas las características que poseo me permiten pensar en el estudio genérico como algo insignificante. Después de todo, soy un genio.

Primero que todo, dejen que este genio se presente: Mi nombre es Kimizu Ouki[1]; son un chico de trece años de edad, mi padre es japonés-inglés y mi madre es latina; del clásico japonés solo logré heredar el apellido.

Tengo una piel pálida, pero no el clásico blanco japonés, sino un poco más acanelado, cabello castaño-rojizo ondulado bastante largo por la falta de cuidado, ojos café oscuros que son casi indistinguibles del negro puro, metro cincuenta de altura, delgado en la expresión más clara que se pueda usar, bajo tono muscular.
En otras palabras, un otaku extranjero para cualquier japonés; excepto claro porque nací y me crié en Shinjuku.

Desde que nací, tuve un amor profundo a los libros: ellos me otorgaban conocimientos en áreas que se podrían considerar increíblemente inútiles, pero eso nunca me importó en lo más mínimo.

Desde armar réplicas de edificios con paletitas de madera, realizar disfraces para los cosplay, aprender a tocar el piano, realizar alfarería, conocimientos de eléctrica, de física, de biología, de economía, de cocina, de jardinería, de pintura, de construcción,  de literatura, de historia, entre otros.

Yo era considerado como una enciclopedia viviente.
En los primeros años de estudio, descubrí que no aprendía nada nuevo; todos los temas que enseñaban ya los conocía, todas las preguntas que realizaban las podía contestar con precisión; fue por eso que mis padres decidieron retirarme del colegio. Además de eso, mis padres siempre fueron bastante más condescendientes con mis peticiones; consciente de esto, me abstuve de ser demasiado exigente con mis padres.

Durante mi infancia media, mi familia me utilizaba de tutor particular con otros niños de las cercanías; este fue mi primer acercamiento al trabajo.
Y fue cuando tenía nueve años, un chico de doce años que vivía cerca y al cual le estaba enseñando los procesos celulares, se quedó pasmado viendo un modelo de Kinkakuji hecho de tablillas de helado. El templo a escala fue vendido a la madre de ese chico en mil yenes.
Claro, yo se lo hubiese dado de manera gratuita, sin embargo ella dijo:

—No, ¡Cómo voy a hacer eso!, por lo menos, debo pagar por los gastos en los palillos y en el pegamento.

Después de un tira y afloja inverso (yo bajando el precio y la mujer subiéndolo), llegamos a la conclusión de 1000 yenes y la reposición en materiales del templo.
A la semana siguiente, me llegó un paquete: una caja de 50 cm en todas las dimensiones lleno de palitos de helado y un tarro de medio litro de pegamento de madera, además de tarros de vinilo. ¿Qué puedo decir?, esa mujer se excedió.

Ese era solo un <<hobbie>>, no podía considerar el ganar dinero por algo que hacía por pleno deseo. Pero eso encendió la chispa. Entregándoles las ganancias de la venta del templo y todos mis ahorros a mis padres (el 30% del dinero recaudado de las tutorías), junté poco más de 130.000 Yenes; los enfrenté en la mesa de la cocina con un: —Quiero hacer una petición egoísta.— ¿Acaso acababa de oír esas palabras?

En la antesala de lo que prometía ser una discusión acalorada en nuestra familia de cinco integrantes (mi madre, mi padre, mi hermana mayor mi abuelo paterno y yo), me instruí en las técnicas del manejo de ideas, realicé simulaciones mentales acerca de las posibles respuestas y diseñé contramedidas para obtener la ventaja.

Estaba listo para casi cualquier posible respuesta, tenía las palabras que tenía que decir para responder a sus dudas, tenía además tablas estadísticas que apoyaban mi idea. Estaba mentalmente preparado para el fracaso. Pero no estaba mentalizado para su respuesta.
Directa, precisa, sin atisbo de duda:

—Sí, claro.
—¿Eh?
—¿Qué ocurre?
—No, espera… ¿Qué acabas de decir?
—¿Qué ocurre?
—¡No, eso no!
—Que está bien.
—¿Qué está bien? ¿Estás seguro de eso?
—Claro, ¿por qué no? —Aun me seguía sonando un poco extraño.
—¿Con <<claro>> te refieres a que aceptas mi idea?
—Así es.

Aparentemente había sobrevalorado mi petición o infravalorado la ductilidad de mi padre. Al final de esta veloz contienda que acabó gastando todas mis energías debido a la baja carga mental que me ofreció, se llegó a la conclusión. Una semana después, el frente de la casa se lució con un letrero: <<Panadería Ouki>>.

En retrospectiva me impresiona lo fácil que fue. Con los conocimientos que ya había adquirido, el montar una panadería bien surtida no fue tan difícil, además de que este se estaba convirtiendo en una gran fuente de ingresos.

Gracias a eso y a algunas cosas más, como la venta de arreglos florales o la preparación a pedido de alimentos para fiestas de cumpleaños, mi estatus en la familia y en la cuadra se elevó unos cuantos niveles.

Parte 2


Sin embargo, una mañana de verano cualquiera mientras me dirigía de la tienda de conveniencia a una librería cercana mientras bajaba por un ascensor plateado bastante genérico el piso debajo de mí empezó a quebrarse. Digo empezó, pero aun cuando vi que empezaba a hacerlo, no respondí a aferrarme del sujetador ubicado en las paredes. Estaba congelado y empecé a caer.

Por la posición en la que me encontraba, logré vislumbrar el piso al cual apuntaba la vieja y oxidada flecha del ascensor.

—Catorce pisos…  ah… parece que es imposible hacer algo.— Mientras más caía en la oscuridad, más ligero me sentía, como si al final de la vida solo pudiera sentir felicidad.
—Me pregunto, si golpearé primero con el cráneo, odiaría seguir consciente cuando mis huesos se quiebren.
Entonces, cada pequeño rastro de luz desapareció de mi campo de visión hasta dejarme a oscuras.
— Que extraño, nunca creí que esto pasaría ¿es normal que no pueda ver nada?
Entonces, como una computadora antigua que se desconecta de la fuente de poder, todo se apagó.

Parte 3


Desperté.

No era lo que esperaba de un mundo distinto.
Mayormente las historias de gente en mundos distintos ocurren en reinos religiosos y al invocado se le ofrece el título de héroe de la nación. Contrastando, yo fui despertado con una patada en el abdomen de parte de un hombre con un rosto aborrecible.

En vez de ser alimentado por doncellas o recibir un banquete con el rey, la patada viajó por todo mi abdomen induciéndome a vomitar una mezcla de alimentos a medio digerir, ácidos estomacales y sangre.

En vez de sentir dulce hidromiel haciendo cosquillas en el paladar, sentí que mi esófago garganta y boca ardieran debido al vómito.

En vez de ser tratado como un héroe y ser alabado por todo el país, fui escupido en la cara y tratado como basura siendo aplastada por una pesada bota de piel.

En vez de ser conducido a una recámara de grandes camas doradas, fui lanzado bruscamente a una jaula de metal junto con otros humanos.

En vez de ser un héroe alabado, fui llamado esclavo.

En vez de un <<eres nuestro salvador>>, escuché un <<bienvenido a lo más profundo que puedes llegar, asqueroso humano>>.

Incapaz de entenderlo solo con mi perspectiva, pues no fui guiado por las palabras de un soberano acerca de mi situación, solo pude entablar conversación con algunos de los que sufrían el mismo martirio.

Era una jaula de dos metros de ancho, cuatro de largo y dos de alto, barrotes de metal se unían a bordes hechos de madera, y en la parte trasera de la jaula había una puerta asegurada por pasadores de metal pesados y un candado, además, esta jaula estaba ubicada sobre una base de madera y unas ruedas, las cuales estaban unidas a la parte trasera de un carruaje también de madera.

Por los relinchidos, parece que este transporte era tirado por un par de caballos.
En la jaula además se encontraban otras siete personas; cuatro de ellas eran mujeres, una era una niña de unos ocho años de edad; los otros tres eran hombres, uno de ellos de unos diecisiete años, los otros parecían demasiado viejos para ser siquiera útiles.

¡MADRE…. MAMÁ… VEN POR FAVOR!
Por sobre los gritos de dolor de la niña, entablé una conversación con el joven.
—¿Sabes para donde nos llevan?
—Si tuviera que adivinar, sería al coliseo de Garua en el país de Lotos; de ahí probablemente nos enviarán por la ruta hacia el norte; sería mejor que nos moviesen inmediatamente antes del sábado.
—¿Qué? ¿Qué ocurre el sábado?
—¿No estás enterado? ¿Dónde has estado viviendo tu vida?, todo el mundo sabe que los sábados se realizan las batallas en los coliseos.
¿Batallas? ¿Coliseos?
—¿A qué te refi…?— El movimiento repentino del carruaje no me permitió terminar de hablar.

Recuperando la compostura continué:
—¿A que te refieres con batallas?
La única respuesta que obtuve fue una mirada extrañada de ese chico, claro, si se supone que es algo que todo el mundo sabe qué es, que alguien repentinamente lo pregunte es extraño.

Guardé silencio el resto del viaje.
En un momento determinado de este, noté como la carretera en la que nos movíamos parecía unirse de manera adyacente a otra más grande. La magnitud de lo que vi destrozó mi juicio.

Nos unimos al medio de una caravana de unos sesenta carruajes más, todos llevando entre cuatro y quince personas en el interior de jaulas similares a las nuestras. Mis ojos absortos trataban de ver la magnitud del suceso; justo cuando trataba de asimilarlo todo, algo más me llamó la atención. En el frente de cada carromato, había un conductor.

Con cara de halcón, con uñas de ave de rapiña, con escamas en la parte donde no lo cubría piel, con orejas de gato, de perro y de lobo, con rostro de cocodrilo… etc. La única palabra que cruzó por mi mente fue “Demi-Humano”. Sea un manga, una novela o un anime; esas características se le atribuían generalmente a los seres conocidos como Demi-humanos. Al no poder procesar la información, caí inconsciente sobre el regazó del joven con el que había hablado horas antes.

Parte 4

Desperté durante la noche.

Mirando hacia el cielo a través de las barras de metal, ahí estaba, un cielo único; un cielo solo existente debido a la falta de contaminación lumínica.

Un cielo hecho a base de estrellas; un cielo brillante; un cielo vivo.
Cada uno de los astros unas cincuenta veces más brillante que las que alguna vez vi y unas veinte veces más poblado.
De inmediato mi cerebro se estaba saturando de errores mientras mis ojos trataban de reconocer cada constelación: ninguna constelación conocida.

Debido a mis conocimientos en la psicología del secuestro, sé muy bien que este proceso de búsqueda de tareas inútiles siempre ayuda para pasar el tiempo; ya sea contar las hebras de tatami, ordenar y reordenar piezas de ajedrez o tararear canciones; cada actuación aparentemente sin sentido, ha servido para que las personas pudieran seguir con vida un poco más de tiempo.

Por mi parte, mi actuación inútil había sido el crear y nombrar nuevas constelaciones. Lanzando una mirada al infinito, tratando de unir los puntos de manera mental. Desde una estrella ridículamente brillante se estiraba lo que parecía ser un pie; con algo de imaginación, se podía dibujar una bota alrededor de las estrellas. Del mismo modo, un par de brillantes estrellas y unas un poco más opacas alrededor me dejaron dibujar una lanza. Al final de la lanza, avanzando por unas cuantas estrellas, estaba lo que podía ser interpretado como las manecillas de un reloj marcando las 13:30. También pude dilucidar una manzana, un sombrero, un conejo, una araña, un gusano (falto de imaginación), un jarrón, un templo, una montaña, un río…

Y cuando me di cuenta, el cielo estrellado estaba desapareciendo en tanto aparecía el sol desde el oriente.

Parte 5


Bajo el cielo despejado, el dolor que provocaba el calor del astro se intensificó considerablemente.

En una palabra: calor, en otra: martirio.
Este forzaba a las personas a respirar el aire caliente, de manera que mientras más se respiraba, el calor que se disparaba por el sistema respiratorio más parecía cocinar a las personas desde adentro.

Según me había enterado, esta es la zona desértica de Zedal; lo que en algún momento fue un hermoso bosque ahora estaba reducido a un terreno estéril y caluroso.
No tengan malentendidos del lugar, aunque es verdad que es una zona desértica, supongo que es mejor denominarla como una estepa de zona caliente. El lugar no era especialmente grande; aun así el atravesarlo nos tomó cerca de tres horas.

Al final de este infernal recorrido, se podía ver con facilidad desde el punto en el cual se reunían una gran cantidad de árboles, una pequeña ciudad; para describirlo de otra manera, la ciudad construida enteramente por madera poseía en su exterior, una zona altamente densa de follaje de unos cuatro kilómetros de extensión desde los bordes de la ciudad.

En este lugar, los árboles funcionaban como una fuerte barricada contra el viento cálido que provenía del desierto.

Solo para aclarar; si tomamos en cuenta el este como la dirección desde la cual salió el sol, entonces, desde que comenzó el viaje, hasta la zona donde se conectó con la carretera principal, el viaje fue en sentido noroeste, hasta que salimos de la zona montañosa y nos enfrentamos a la zona desértica el viaje fue directamente hacia el oeste; el viaje en la zona del desierto empezó en dirección de Cauro y luego se niveló con una ruta más larga hacia el suroeste, en este punto, y a mitad del camino lineal hasta la ciudad de Zedal, la ruta volvió a ser considerablemente directa hacia el oeste.

La razón del desvío fue porque aparentemente se rodeaba una zona de acantilados negros de unos seiscientos metros de profundidad.

Y finamente, la ciudad de Zedal; una ciudad enorme con una disposición de canales por todos los lugare: canales hechos en piedra y ubicados al ras del suelo que poseían un metro de profundidad y tres metros de ancho, se disparaban en todas direcciones formando ángulos casi rectos en las zonas de inferencia.

Por esta razón, la enorme ciudad de unos 40 kilómetros de diámetro en su zona más larga, mantenía una enorme cantidad de puentes de varios tipos por sobre los pasos de agua. Los había de piedra de estilo románico y de madera casi pareciendo más una plataforma que un puente; entre estos había gran selección; desde algunos que se elevaban un par de metros mientras se adentraba en la ciudad, hasta algunos que solo podían permitir el paso de peatones.





[1] Kimizu Ouki: (木水 王木)  con Ki de espitritu y Mizu de agua, Ou de rey y otro Ki de alma (no es tan malo)



Capítulo 2: cadenas


Resumen del capítulo anterior:
El viajar a un nuevo mundo me sentó como una patada en el estómago.


Parte 1


Puente de piedra, puente de piedra, puente de madera, puente de piedra, puente de madera, puente de madera, puente de piedra, puente de madera… Mientras más nos movíamos en dirección a Cauro, más nos dirigíamos a la zona norte de la ciudad. Era mediodía, quizás. Pasando a través de un popurrí de edificios, pasando por sobre puentes y más puentes, todos nosotros los cientos de humanos, fuimos encaminados lentamente hacia una ubicación en específico, el Coliseo de Garua.

La ciudad de Zedal está atravesada por canales y dividida en siete secciones fáciles de identificar:
Al oeste, la puerta y la carretera que conduce al desierto homólogo, la zona de seguridad, las tiendas y los hoteles y más allá los campos.
Al sur, la zona de educación de la ciudad y edificaciones mayormente destinadas a la vivencia diaria, los suburbios.
Al norte, el centro de cuidado médico y el Coliseo de Garua.
En el centro, la zona alta de la ciudad, los edificios de los terratenientes y el ayuntamiento.
En el exterior, la zona boscosa.
Al suroeste, después de atravesar parte de la zona boscosa, la zona de minas.

Así que nuestra ruta como invitados de honor no podría ser otra más que al refinado norte de la ciudad.

Según nuestros choferes nos movían y presentaban una agradable conversación entre ellos con frases inspiradoras como <<Rápido, que ya me estoy fastidiando de mover a estas pestes por todo el trayecto.>> o <<Maldición, esta vez espero que los podamos vender por bastante dinero para poder emborracharme.>>, los cómodos asientos de madera vieja nos habían empezado a molestar un poco debido a la gran duración del viaje y los espaldares de hierro de alta calidad ya nos habían hecho golpear las cabezas de manera constante mientras el traqueteo por los pisos de la ciudad nos otorgaban una extraña sensación que no permitían que nos durmiésemos; por supuesto, gracias a ello pudimos disfrutar las enormes panorámicas de la ciudad, por no mencionar además a nuestra acompañante de ocho años, que cada que recuperaba la consciencia de la situación nos deleitaba con un hermoso cántico que nos provocaba ganas de llorar (aunque ella era la que lloraba más).

Entonces, llegamos a nuestro destino.
El Coliseo de Garua, un hotel en el cual los humanos pueden entrar sin reservaciones y pasar una larga estadía sin gastar un solo yen, las habitaciones de carácter comunitario poseen seguridad de alta calidad; tan solo entrar te dará la confianza de que los ladrones no intentaran robar nada de lo que posees, quizás ese sea el resultado de las enormes y pesadas puertas y paredes hechas de barrotes de hierro o quizá sea el candado que parece imposible de burlar.

En cuanto llegas al Coliseo de Garua, empiezan los tratos de rey, para empezar, eres conducido desde el frente con la hospitalidad que solo podría ofrecer un oso enojado a un lugar donde te desprenden de todo tu equipaje, los recepcionistas se encargarán de todo lo que posees de modo que nunca más te tengas que preocupar de nuevo por estas nimiedades, incluso tu pesada ropa es cambiada por un ligero atuendo de lino beige con el objetivo de minimizar el peso que tengas que soportar sobre tu cuerpo; pero el atuendo por si solo además posee ciertos accesorios de gran calibre, como unas hermosas cadenas de hierro enrojecido debido a la acción que el oxígeno logró sobre el mismo, si fuesen antigüedades, esta zona enrojecida recibiría el nombre de pátina. Y no es solo una pequeña cadena para el cuello; a modo de juego te ofrecen unas cadenas extra para la zona de la cadera y las extremidades superiores e inferiores, de modo que todas las cadenas terminan unidas entre sí.

El servicio deja algo que desear; se ofrecen dos comidas al día, un desayuno ligero pensado para empezar bien la jornada; generalmente es un pan, agua y una mezcla heterogénea de los alimentos de la noche anterior; el gusto es refinado, pues la maduración de los alimentos le otorga un ligero sabor agrio a los vegetales. Es un alimento que se sirve frio en consideración con las personas que tienen lengua de gato. [1]

Por la noche, la comida consta invariablemente de una bebida que parece tener mezclada concentrado para animales de engorde, antibióticos de alto espectro y alguna que otra planta de propiedad somnífera para agregarle un sabor más fresco.

Si no tomas la bebida, es probable que la incomodidad y el frío no te dejen dormir en lo más mínimo; lamentablemente, quizás con tal de reducir al mínimo la producción de gas carbónico, nadie enciende siquiera una pequeña flama, por lo cual es pasar una noche en vela pensando en cuando morirías de hipotermia o beber esa masa de color marrón; obviamente, a la segunda noche, la gran mayoría de las personas parecen esperar con ansias el mágico brebaje.

En las tardes, por las horas del mediodía, es el momento del baño; debido al deseo de aprovechar al máximo el agua, solo un balde de agua por persona. Por causa de la acción del sol, el momento del baño es el momento más deseado del día, superando apenas al momento de la llegada de la bebida.

¡¡¡¡Es increíble que todo esto no cueste ni un yen!!!!.

Como compensación, solo debemos actuar como candidatos deseables para la compra, es bien sabido que si eres comprado por alguien probablemente podrás empezar a comer tres veces al día.

En una nota al margen, la primera persona de nuestro grupo en ser vendida fue la niña de ocho años; el comprador era un hombre-tortuga que aparentaba estar por sobre sus cuarenta, su sonrisa de felicidad era un poco desagradable a la vista y al parecer por los gritos de la niña, ella ya había aprendido a amar el coliseo; tanto así que los recepcionistas (que además son los guardias, chefs, vendedores y personal de limpieza) no tuvieron más remedio que dejarla inconsciente con un golpe seco en la parte posterior de la cabeza.

En el momento del golpe me encontraba relativamente cerca, así que unas pequeñas gotas de sangre terminaron en mi cara.[2]

Parte 2


Pasaron cuatro días de cautiverio y no fui comprado por nadie. En otras palabras estoy a cuatro días más cerca de la muerte.

Aun cuando pocas personas están conscientes acerca de que es lo que ocurre los viernes, una cosa es segura “quienes se van nunca regresan”.
Si puedo definirme de alguna manera, sería con dos palabras: adaptable y consecuente. No es que sea una persona que pueda ser considerada como dedicada; para ser justos, mis victorias en cualquier tipo de ámbito, fueron generalmente simples de ejecución y no me pareció que ofreciesen resistencia. En otras palabras, se me daban las cosas más fáciles que al resto.

Como tal y consciente de mi posición afortunada en el mundo, debido a mi gran cantidad de conocimiento acerca de casi cualquier cosa, sin importar que tan molesto fuera en un principio siempre pude sobreponerme a las circunstancias que me ofrecía la realidad.
Me adaptaba y actuaba según la situación lo ameritaba. Además de que mi actitud silenciosa y opaca, no me traía muchos problemas.

Mi punto fuerte: ser consciente de la situación.
Mi punto característico: ser directo al llegar al punto de quiebre.
Mi punto malo: querer instruir a las personas.
Mi punto débil: mis relaciones interpersonales.

Como tal, siendo consciente de mi situación, mi meta era ser un esclavo exitoso de esta sociedad.

Parte 3


¡Seré un esclavo con todas mis fuerzas!
Ya, dejando el sarcasmo de lado; lo mejor que podría sobrevenirme sería el ser contratado como esclavo para labores domésticas.

De entre los valores y funciones que desarrollan los esclavos, suponiendo que mi información sacada de mangas y novelas ligeras posea algo de realidad, se podría realizar de manera escalar de la siguiente forma:

1.    Esclavo particular: un esclavo que ofrece los servicios de un sirviente pero sin obtener remuneración económica; el ejemplo más claro que podría dar sería el del anime “La virgen María”, en el cual el personaje de María posee un íncubo y un súcubo.[3]

2.    Esclavo domestico: un esclavo usable para labores diarias, con funciones varias y valor significativo sobre el resto.

3.    Esclavo militar: nada más que decir, ya sea a la fuerza o por cohesión, los dueños de este tipo de esclavos generalmente poseen de tipo guardaespaldas o milicia, para dar un ejemplo, de tipo guardaespaldas sería Morgiana como esclava del Sherif en el manga de Magi[4], mientras de modo milicia sería Raphtalia y compañía como esclavos de Iwatani Naofumi en la novela de Tate o Yuusha no Narigiari.[5]

4.    Esclavo Sexual: ¿tengo que explicarlo?... aunque el ejemplo más claro vienen del manga Ero… y odio decirlo, pero los dos ejemplos más claros son: Enzai[6] y Shounen Maid Kuro-Kun[7]… así es, nuestras amigas fujoshis se llevan el título.

5.    Esclavo laboral: es el ejemplo más conocido, generalmente poseen trabajos duros en minas o campos.

¿Por qué esclavo laboral está por debajo de esclavo sexual?... pues porque en el esclavo sexual se pueden medir desde concubinas reales hasta prostitutas de pueblo… por no decir que generalmente tienen mejores tratos que los esclavos de tipo laboral.
Bajo mis condiciones, tengo que apuntar a estar entre las dos primeras opciones y por supuesto, esperar a que mi esclavista no sea especialmente cruel.
Y así, espere pacientemente por mi esclavista[8].

—Y bien, ¿Cuál me vas a comprar?, padre.
—Es tu regalo, así que escoge tú.
—Bien, entonces ese.

Un dedo índice apuntó hacia mí.

—¿Estás seguro? ¿No quieres alguno más fuerte? —Maldición, él ya se había decidido ¡No interfiera anciano!
—No… de hecho, quiero a alguien débil. —¿A quién le llamas débil, pequeño mocoso?
—Pues dudo que llegue a ser problemático, bueno, después de todo es tu decisión. —¡Waaaa!
—Es tu culpa por no dejarme escoger a una chica. —Espera... ¿qué?
—No se podía hacer nada, tu madre probablemente enloquezca si trato de ponerle las manos encima. —¿Qué clase de basura eres?... No, más importante. ¿Qué pretendía hacer ese mocoso con una esclava femenina en particular?
—¡Quééé!— dice el niño demi-humano mientas se lleva la mano derecha hacia el cabello —Se suponía que yo le iba a poner las… —Guarda silencio.
—…
—…
—…  —Silencioso, aunque es muy obvio tomando en cuenta la situación, señor, su hijo es una basura igual que usted.
—Como sea… solo co… —El niño baja la cabeza y tartamudea un poco en voz baja. Maldición, no se olviden de mí
—¿Qué dijiste? —Al parecer el padre no le escuchó nada… pues de por si no ha dicho nada. Solo esclavícenme por favor.
—… No es… solo...—¡Nada de <<Solo>>! En serio, ¿son tan inútiles hasta para esclavizar a una persona?
—¿Te duele en algún lugar?
—No, no es eso…—En serio, ¡Hasta cuándo van a seguir con esta escena de comedia!
—¡MALDICIÓN, SOLO ESCLAVÍCENME DE UNA VEZ POR TODAS!
—¿Ah?... —El padre.
—¿Ah?... —El hijo.
¡Hasta contestaron al unísono!
No, yo no soy el que estoy mal, este es un respetable negocio de comercio de esclavos, si no piensan comprar alguno, entonces deberían haberse largado de una vez por todas.
—Bien, ya decidí, este será mi esclavo. —dice el niño mientras suena bastante feliz. ¡Yahooo!... Doy saltos de alegría en mi interior
—¿Estás seguro? —No otra vez anciano.
—Sí, si no fuera insolente no podría darle de latigazos.

¿Cómo puedes tener una carita tan linda mientras dices cosas como esas? Maldición, ahora si voy a terminar muerto. De toda la gente posible… un sádico.

Parte 4


—Oye tú, ¿Cuál es tu nombre? —El niño se dirige hacia mí con una sonrisa en el rostro.
—Kimizu Ouki.
—¿Kimizuki?... Vaya nombre raro.
—Ki-mi-zu Ou-ki.
—Kimizu ¿eh?... Mi nombre es Dan-Quiel Von Henrius Tabul Kirkien; Dan-Quiel Von Henrius Tabul Kirkien-sama para ti. —Maldición, nombres así existen en la vida real.
—Dan-Quiel von…
—¡Von Henrius Tabul Kirkien! —dice con un leve tono de enojo. ¿Enserio esperaba que pudiera aprendérmelo a la primera?
—Quiel… ¿puedo llamarte Quiel-Sama?
—Bueno, está bien, supongo que no se le puede exigir mucho a un humano analfabeta como tú. —¿ANALFABETA?... ese maldito mocoso acaba de pisar una mina… Maldición tengo que aguantar, ya me vengaré después de esto.


Como resumen de lo que pasó después, ocurrió un martirio en el proceso de grabado del nombre y fui conducido inconsciente. Listo, ya se pueden saltar hasta el próximo capítulo. ¿Aun así o quieren leer?... ¿Qué clase de sádicos son?


Me sacaron de la habitación del “hotel” y me condujeron junto al niño y su padre a una zona más escondida del recinto.  Del tamaño de un baño genérico, dos metros de ancho y tres de largo, era incluso más pequeño que la jaula de transporte. Parados en la puerta se encontraban el padre y el hijo.  Me hicieron entrar a la habitación y me quitaron todo menos las cadenas… es decir solo me quitaron el trapo con forma de ropa.  Es la segunda vez que me hacen exponer completo en tan solo una semana. Ahí, sin poner resistencia, me ordenaron que me arrodillara, a lo cual obviamente lo hice. El hombre con orejas de conejo que trabajaba en el negocio de esclavos acercó una navaja ceremonial al niño.

—Necesito que cortes y extraigas un poco de tu sangre con esa cuchilla. —El niño asintió y se apuñaló su propia mano.

Sin embargo la sangre no se derramó, en vez de eso, la parte plateada de la navaja se volvió de color carmesí. De alguna manera la navaja está absorbiendo la sangre. Una vez la navaja se tiñó de rojo por completo, el hombre de orejas de conejo agitó la navaja con fuerza; el color entonces fue transmitido al mango.

Y luego, como si fuera la pertenencia de cierto gato azul[9]… el hombre desenroscó el mango del filo.

No solo eso, una vez retirado el filo de la navaja, la forma del mango era la de una pluma G, no solo eso, parece que esa pluma estuvo escondida bajo el mango todo este tiempo.
Entregándole la pluma al chico con un <<muestra tu talento>>. Sabía que algo malo sobrevenía. La parte central de la pluma G tenía una punta que salía y entraba como una máquina de tatuajes profesional.

Así es, mi virginal piel fue marcada por el tatuaje de un mocoso demi-humano.

Con una habilidad increíble en causar dolor que solo era superada por poco por la habilidad del dibujo, el niño recorrió mi piel por cerca de seis horas mientras tatuaba en un rojo monótono una enredadera con flores. Una de las ramas pasaba por la parte izquierda de mi rostro y bajaba por el cuello, se extendía por los brazos, el pecho, la espalda y las piernas.
La habilidad de un mangaka[10], aunque solo sea un árbol de cerezos.

Seis horas duró su concentración en la obra, y en varias ocasiones necesitó recargar la tinta en la pluma; dio sangre, sudor y lágrimas para completar su obra… bueno, las lágrimas las puse yo.

Cuando al fin dio su trabajo por concluido, un sonido de agua hirviendo se pudo oír del tatuaje mientras se volvía imperceptible a la vista. Aparentemente, el tatuaje puede desaparecer para así pasar imprevisto. 
Por el dolor y el cansancio, tanto ese niño como yo nos terminamos desmayando.







[1] Lengua de gato: personas que no soportan alimentos calientes.
[2] Maldición, no puedo con tanto sarcasmo.
[3] Junketsu no Maria: recomendado n_n
[4] Magi: The Kingdom of Magic… recomendado x 2
[5] Tate no Yuusha no Narigiari: recomendado x 3
[6] No lo recomiendo; solo tenía que agregar un ejemplo.
[7] Definitivamente NO lo recomiendo.
[8] A lo más oscuro, ponle más humor… Sinceramente, si no le coloco humor a la tragedia, voy a terminar enfermo de muchas maneras.
[9] Doraemon :3
[10] Googleen malditos vagos :v
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