Una melodía llegó en crescendo hasta mis oídos.
Abrí los ojos lentamente y me encontré envuelto en una lúgubre oscuridad, aquella melodía sonaba sin cesar y poco a poco yo recuperaba el control sobre mi cuerpo.
[Buenos días Aizen, son las cinco y media de la mañana, hoy es lunes 24 de enero…]
Una voz monótona de mujer se escuchó, diciendo una frase programada al mismo tiempo que la oscuridad se desvanecía. Era mi alarma y asistente personal, anunciando qué día era hoy, el pronóstico del clima, la lista de llamadas sin atender, los mensajes no leídos y los eventos en la agenda.
Bastaría con un leve gesto de mi mano para apagarla, pero prefiero levantarme y pulsar el botón de apagado del aparato semiesférico ubicado en una mesa de aluminio a tres metros de mi cama.
“Si que te gusta hacer las cosas a la antigua…”
Esas fueron las palabras de un compañero del trabajo. ¿A qué se refería con “a la antigua”? ¿Cómo podía estar tan seguro del modo de vida del siglo pasado? Si toda esa información se ha perdido con el paso de los años.
¿Cómo eran los humanos en el pasado?
Luego de hacerme esa pregunta sin respuesta, estiré los brazos y di inicio a mi rutina matutina. Después de bañarme y servirme el desayuno (a diferencia de la mayoría, yo no usaba el Efoode1 ya que las comidas que preparaba me parecían insípidas), ordené que «Iry» (la IA2 que usaba como asistente) me leyera las principales noticias, la verdad no me importaban las noticias, pero prefería estar escuchando la voz de un ser artificial antes que el inquietante silencio que reinaba en mi apartamento.
Mientras comía, dirigí la mirada hacia una tarjeta multimedia3 que yacía en el suelo. Hace dos noches que me la encontré durante una borrachera que tuve… no recuerdo mucho al respecto, pero me ha dado mala espina reproducir su contenido, ya que justamente hace dos noches un alto ejecutivo de la empresa donde yo trabajo fue asesinado.
2. Inteligencia Artificial.
3. Tarjeta semitransparente de 6x12 cm la cual es capaz de reproducir videos.
En ese momento Iry narró un artículo periodístico que hablaba acerca de este hecho.
Esa tarjeta bien podría tener información importante acerca del caso… o tal vez no, me he pasado de descuidado en dejar una tarjeta así tirada por ahí.
No, no… no fue descuido, fue miedo.
Me levanté y recogí la tarjeta multimedia con la mano izquierda. Luego de estar meditando por un momento, decidí esconder la tarjeta en mi apartamento, había algo en mis recuerdos que me decía que esto podría ser algo grande, no me sería ningún problema encontrar ese “recuerdo”, solo debía ejecutar un comando de voz para enviar la petición a los servidores del país, la «Sinapsis», pero una vez más, no me debía confiar.
Desde que encontré esa tarjeta, me he sentido algo paranoico.
—Iry, activa la limpieza automática en bajo nivel —dije antes de salir—, programa el apagado dentro de una hora.
[Entendido].
Inmediatamente, varios robots de limpieza salieron de una pared y empezaron su trabajo silenciosamente.
[Que tenga un buen día].
Asentí con la cabeza.
—Iry, desconexión.
Las luces del apartamento se apagaron paulatinamente.
* * *
Mientras viajaba en taxi hacia mi trabajo, inconscientemente me apoyé en una mano para ver a través de la ventana los edificios que pasaba de largo, uno tras otro, todos me parecían iguales, lo mismo ocurría con la gente que se dirigía a sus trabajos, con expresiones neutras y sin desviar la mirada, una mirada apagada, igual que la mía, esa es la mirada que yo veía siempre en el espejo digital cada mañana.
Vivo en el distrito 12 del país de Ataraxia, cuya extensión geográfica abarca los 10, 007,053 km2 y su población es de 1, 030, 484,412, ni uno más ni uno menos, la exactitud sobre la cantidad de personas que vive en Ataraxia se debe a que cada ciudadano tiene la obligación de portar el microchip Synale y haberse registrado como residente, la información básica de una persona es almacenada en la Sinapsis (los servidores) del país, si una persona indocumentada es encontrada por la policía, será expulsada fuera de los muros externos de Ataraxia, aquel lugar donde se dice que es considerado todo un infierno.
[Estimado usuario, faltan veinte metros para llegar a su destino, el monto del viaje es de quince Bytecoins, por favor coloque su mano derecha en el tablero para hacer efectivo el pago].
Otra voz monótona me habló sacándome de mis pensamientos. Puse mi mano en el tablero que tenía enfrente y un cuadro de dialogo apareció en mi campo visual, acepté el cobro y la puerta del taxi se desbloqueó.
[Gracias por usar nuestros servicios, que tenga un buen día].
—Esta amabilidad artificial a veces es molesta —susurré y salí del taxi, una vez que éste se detuvo.
Delante de mí se alzaba el edificio de Xenial Microsystems, la empresa informática para la cual yo trabajaba desde hace seis años. Una vez dentro del edificio, Alice, una mujer de sesenta y tres años, cabello largo castaño y de tez blanca que trabaja de recepcionista me saludó mostrando su cálida sonrisa.
—Buenos días, Aizen, ¿Qué tal ha estado tu fin de semana? —preguntó ella clavando sus ojos castaños en los míos.
—Bueno… no me quejo.
La verdad es que no lo recordaba bien.
—Vaya, siempre dando vagas respuestas, parece que nunca cambiarás.
Sonreí amargamente, ella siempre está tratando de sonsacarme alguna información sobre mí ya que me mira como si fuera una persona fría y misteriosa, aunque no la culpo de la imagen que tiene sobre mi personalidad ya que no me gusta estar hablando de mi vida.
—Solo tienes tres años de conocerme —respondí—, no siempre me verás callado, es solo que no nos solemos ver a menudo.
—Oh… —Alice entrecerró los ojos—, con que quieres tener una cita conmigo…
—Piensa lo que quieras —le dije y continué mi camino—. Como sea, siempre es un gusto hablar contigo.
—Lo mismo digo —fue lo que escuché de la animada recepcionista.
Pasé mi mano derecha sobre otro tablero, esta vez para registrar mi entrada al trabajo. Una notificación se desplegó en la esquina superior izquierda de mi campo visual: “Se ha conectado a la red de trabajo: XS-WG”. Esto quería decir que ahora estaba conectado al internet y la intranet4 bajo varias restricciones que impuso la empresa, apartando las de Ataraxia.
4. Red local
—Ah, hola, Aizen —dijo alguien conocido, quien se acercaba a mí con una cara de preocupación.
—Hola, Enrico —respondí mientras me sentaba en mi escritorio, automáticamente mi PC que estaba conectada al Synale se encendió.
—Uh… ¿ya sabes lo que pasó el viernes, verdad? —preguntó el sujeto de apariencia genérica.
—Si, la muerte del viejo Ikezawa.
Kenetsu Ikezawa, así se llamaba uno de los altos ejecutivos de Xenial Microsystems, aunque la verdad tampoco era muy viejo, tan solo recién cumplía 94 años.
Enrico asintió y continuó hablando:
—Hace ya mucho tiempo que no se han cometido crímenes en este distrito, eso me parece muy raro…
—No creo, Ikezawa tenía algunos enemigos de las compañías de robótica en el distrito ocho, tarde o temprano algo así ocurriría.
— ¿Cómo podría ser posible? —preguntó mi compañero de trabajo—, si tu estabilidad psicológica se altera, el departamento de seguridad pública no tardará en reaccionar, ellos en cuestión de minutos estarán detrás de ti, además tenemos las cámaras de seguridad y los drones de patrulla, cometer incluso un pequeño robo en los distritos de triple numero5 ya es algo complicado.
5. Distritos que se encuentran fuera de los muros internos de Ataraxia
—El sistema puede ser vulnerado —dije mientras me acomodaba los lentes y miraba a mi compañero—, la estabilidad psicológica puede ser alterada mediante daños físicos y ejercicios mentales aunque la mayoría de la población no es capaz de hacerlo, sin embargo siempre hay una posibilidad, además no debemos olvidar que los puntos de control que analizan la E.P se encuentran a cincuenta metros entre sí, las cámaras de seguridad siempre tendrán puntos ciegos y los drones de patrulla salen en períodos de tiempo determinados, solo bastaría medio día de estar observando el cielo para saber cuándo patrullará un dron.
Mi compañero de trabajo se quedó callado por un momento.
—Bueno si lo pones de ese modo —dijo Enrico—, entonces algunos inmigrantes ilegales pueden estar detrás de todo esto.
— ¿Inmigrantes? —pregunté inconscientemente.
Mi compañero asintió nuevamente.
—Aunque es solo un rumor, ya sabes lo del último inmigrante ilegal que entró a Ataraxia, eso sucedió hace veinte años y en ese entonces fue toda una hazaña realizar algo así, pero seguro que no duras más de dos días sin ser encontrado.
Dejé de hablar y accedí a internet, busqué información sobre el último inmigrante que logró entrar al país del que se tenía registro.
John S. Braun, edad: 48 años, destino: pena de muerte, crimen: asesinato a dos oficiales de policía…
En este país, si matas, eres condenado a muerte.
Con que inmigrantes ilegales ¿eh? Incluso si logras burlar la seguridad en los muros exteriores de Ataraxia, ¿Qué motivo tendrías de ir más lejos, hasta llegar a distritos como éste? Tal como dijo Enrico, no tardas mucho tiempo sin ser encontrado, sin el Synale no puedes comprar nada, ni usar los servicios de transporte. Si hay inmigrantes involucrados con la muerte de Ikezawa, debe haber un motivo que no se ve a simple vista.
Los inmigrantes siempre me han parecido personas interesantes, ellos saben cómo es el mundo fuera de los muros exteriores de Ataraxia. ¿De verdad afuera es un lugar árido y carente de vida? Hay muchas preguntas que rondan mi cabeza, pero no logro dar con una respuesta, aquí la información puede ser fácilmente manipulada. Un inmigrante podría dar las respuestas que necesito; pero una vez que ellos son encontrados, su destino puede ser la muerte o el exilio.
—Oye, Enrico, ¿todavía no llega Samuel? —pregunté al notar que había un escritorio vacío.
—Ahora que lo dices, es la primera vez que no llega temprano al trabajo —dijo él mientras enfocaba la vista en el mismo escritorio vacío—. ¿No se ha recuperado de lo del viernes?
— ¿Eh? ¿Lo del viernes? ¿Lo de Ikezawa?
Enrico levantó una ceja en señal de leve confusión.
—Eso es cosa aparte, no me digas que no recuerdas —declaró—. Al salir del trabajo el viernes pasado, acordaste con Samuel que te irías por unos tragos para salir de la rutina. Supongo que no fueron solo “algunos tragos”.
—Eh… así parece —dije y luego desvié la mirada.
— ¿Seguro que no te diste una dosis de e-soma6? Poco a poco se ha vuelto muy popular entre los jóvenes.
6. Una especie de ciber-droga
—Claro que no, espero que esa pregunta haya sido una broma, aunque la verdad no estoy del todo claro lo que pasó ese día. Tal vez sea porque no estoy acostumbrado al alcohol.
—Tienes razón —asintió mi compañero—, Samuel fue el que te estuvo hostigando para que fueras a un bar con él.
—Supongo entonces que tú no fuiste a beber.
—Supones bien, hace unos cinco días desde que nació mi primer hijo, ahora tengo una familia y por nada del mundo me gustaría perder estos preciados momentos. Sabes, se tiene planeado que antes de que cumpla el año lo registremos a Sinapsis y le inserten el Synale.
—Oh, entiendo, una familia… ¿estás seguro sobre el Synale? …
Mis palabras se fueron apagando al mismo tiempo que veía el rostro de felicidad de Enrico.
— ¿Eh? ¿Dijiste algo? como sea, hace poco llegaron unos policías, seguramente nos harán preguntas —me advirtió Enrico y se fue a sentar a su escritorio—. Hoy será un largo día.
* * *
Después de dos horas de estar revisando y depurando el código que se ha escrito para un nuevo sistema de realidad virtual, recibí una llamada.
«Señor Aizen, se solicita su presencia en el salón E7».
Esa era la voz de la recepcionista Alice.
«Entiendo» contesté «Voy enseguida».
Pasó tal como había dicho Enrico; sin embargo, me alarmó el hecho de que fuera a mí el primero que llamaran.
Al llegar al salón E7 el cual se usa para discutir nuevos proyectos, un oficial me estaba esperando. Inmediatamente él se levantó y estrechamos las manos, nuestras tarjetas de presentación fueron intercambiadas automáticamente a través del Synale.
Gerald Taylor
Detective, equipo 9 de seguridad pública.
Contacto: gdtaylor@publicsecurity.at
En mi campo visual apareció una ventana emergente con la información básica de la persona que tenía enfrente, era alguien de la misma estatura que yo, barbilla cerrada, ojos negros y serios, cara de pocos amigos; lo que se esperaría de un detective veterano.
—Así que, señor Aizen —dijo—, es un gusto conocerlo.
—Igualmente.
Con un gesto me invitó a sentarme; él continuó de pie.
—Ha de saber lo sucedido —continuó hablando el detective—, con una persona importante dentro de esta empresa.
—Si, la muerte de Kenetsu Ikezawa, tampoco es que sepa mucho al respecto, solo lo que he visto en las noticias.
—Correcto —afirmó Gerald—, su cuerpo fue encontrado en un callejón del distrito ocho, el viernes a las diez con veinte minutos de la noche. Hasta ahora hemos detenido a quince sospechosos, aunque no podemos estar seguros que uno de ellos sea el culpable.
—Detective, la verdad no sé nada sobre la muerte de Ikezawa —declaré esperando terminar con esto—, a lo sumo he hablado con él un par de ocasiones, pero solo en el ámbito laboral.
—La mano —interrumpió él—, su mano derecha fue cortada.
— ¿Eh? —me sobresalté al escuchar eso—. ¿Su mano derecha fue cortada? ¡Eso no lo dijeron en las noticias! —exclamé.
—Si, además que en la espalda del cadáver se encontró una hoja de papel que decía: “We don’t forget7”. Esta información no fue difundida a los medios para no causar pánico entre los ciudadanos.
7. Nosotros no olvidamos
— ¿Sabe lo que significa que se haya cortado la mano derecha? —preguntó el detective.
—Que quien fuera el asesino, quería el Synale.
Gerald Taylor asintió ante mi respuesta.
—Aun así —dije—, ¿para qué decirme eso?
—Hoy a las seis y media —contestó él—, se encontró otro cuerpo de la misma manera, en un callejón con la mano derecha cortada y una hoja de papel en la espalda. El nombre de la víctima corresponde a Samuel Johnson.
— ¿¡Samuel!? ¿Es en serio? ¿¡Están seguros!?
— Por su reacción, se confirma entonces que se trataba de algún conocido suyo.
—Si… era un compañero de trabajo, ya me estaba preguntando por qué él no había venido hoy.
—Debido a que no tenemos acceso a los Synale de las víctimas no sabemos cómo fueron sus últimos momentos. Según los médicos forenses, el señor Johnson murió el sábado, a causa de una droga que entró en su torrente sanguíneo, fue una muerte muy lenta… sin embargo según lo que he investigado, usted fue al bar “Silentroad” el viernes con el ahora fallecido Samuel Johnson, ¿cierto?
—Así es, él me estuvo insistiendo que lo acompañara a beber después del trabajo. Aunque la cabeza me da vueltas con tratar de recordar, ya que no estoy acostumbrado al alcohol.
El detective sonrió ligeramente y dijo:
— ¿Usted no es de los que beben mucho, no? Debió ser dura la resaca, bueno, si fuera tan amable, me gustaría que dibujara el camino que hubiera tomado su compañero al salir del bar.
Luego el detective me pasó una tablet con el mapa alrededor del bar. Cogí la tablet y tracé la ruta que hubiera escogido Samuel para llegar a su casa, después regresé el dispositivo.
—Muchas gracias —dijo Gerald—, eso es todo por ahora, y de verdad siento mucho la pérdida de su compañero.
Asentí en silencio y el detective fue el primero en salir del salón no sin antes decirme:
—Ah, le ruego que no divulgue lo que le he comentado.
* * *
Eran las cinco y media de la tarde, después de salir del trabajo me dirigí a mi casa, tomando la mitad del camino a pie para despejarme las ideas un poco.
La muerte de Samuel me ha afectado un poco, no soy una persona que se relacione mucho con la gente; sin embargo con él hablaba más que con otros, incluso fuera del trabajo. ¿Por qué él tuvo que morir de esa manera? ¿Qué rayos estaba pasando?
— ¡EH! ¡Miren eso! —gritó alguien.
Tanto yo como otras personas que estaban cerca, dirigimos la mirada hacia lo que la persona que gritó estaba apuntando; todas las pantallas gigantes de los edificios emitieron la misma imagen, la de alguien que portaba una máscara muy rara y llevaba una camisa blanca que decía: “We don’t forget”.
[Saludos, ciudadanos de Ataraxia, ¡que pseudo-hermosa tarde dominada por el sistema tenemos aquí! Llena de máquinas automatizadas, órganos humanos artificiales, y personas sometidas a una falsa felicidad, viviendo su día a día trabajando como engranajes, no se distinguen en nada de los robots que ustedes construyen. Tanto les gusta escapar de la realidad… pobres criaturas, todo lo tienen al alcance de un toque ¿no es así? ¡Qué fácil lo tienen! ¡Oh! Ustedes viven bajo una predestinada ignorancia. ¡Ignoran el pasado e ignoran al mundo! ¡Me compadezco de ustedes! Pero no se preocupen, yo les haré saber lo que es ser realmente un humano, les mostraré el mundo que se oculta detrás de los límites impuestos por el país. Yo soy “Forastero” y yo nunca olvido].
10, 9…
Una cuenta regresiva apareció en una esquina de las pantallas.
8, 7…
— ¿Quién rayos fue ese?
—Da mucho miedo…
— ¿Qué está pasando?
La confusión se hizo presente en la gente.
6, 5, 4…
Esa cuenta regresiva…
— ¡Corran! —grité.
El pánico surgió y las personas empezaron a correr sin una dirección específica aun sin saber por qué lo hacían.
3, 2, 1…
Mientras corría, fui envuelto por un ruido ensordecedor al terminar la cuenta regresiva, uno de los edificios había explotado.
* * *
[Repito, a las personas que están ilesas, por favor vayan a sus casas y no salgan hasta nuevo aviso, repito…]
Escuché sirenas de ambulancias y policías por todos lados… el sonido aumentaba de volumen.
A mi alrededor, una capa de polvo inundaba el ambiente… los escombros se encontraban por doquier.
Escuchaba el llanto de varios heridos… mi visión estaba algo borrosa.
Traté de levantarme y casi me caigo, me sentía mareado. Uno de los paramédicos se me acercó.
—No, yo estoy bien —dije negándole la ayuda.
El paramédico ladeó la cabeza un poco y luego me examinó superficialmente. Después él se dirigió hacia otra persona que realmente necesitaba ayuda, aquella persona constantemente se quejaba del dolor en una de sus piernas.
Caminé casi a ciegas en medio de la nube de polvo, con una mano me tapaba la nariz tratando de respirar lo menos posible. Pasaron varios minutos hasta que me recuperé. Había logrado salir del lugar de la explosión, todavía se lograba escuchar los llantos de los heridos; a mi lado pasaron varios autos de policía. En el cielo logré ver varios drones de canales de televisión.
Esto es una locura. Mi cabeza daba vueltas y cuando logré llegar a mi apartamento, me tiré al suelo cuando entré y respiré profundamente.
—Pude haber muerto…
Repentinamente recordé la tarjeta multimedia que encontré. Me levanté y busqué la tarjeta que había escondido en una esquina alejada de la cocina.
La sostuve nerviosamente y tragué saliva antes de continuar. Encendí la tarjeta y un video empezó a reproducirse.
[Gracias por ayudarme].
La piel se me erizó y solté la tarjeta de la impresión que me dio. Era el mismo sujeto enmascarado que hace poco hizo explotar un edificio.
[Esto solo será el inicio del fin, nosotros no olvidamos y estoy seguro que usted tampoco. ¡Vamos! Haremos que las personas descubran la falsedad de su utopía].
¿¡Que mierda pasa!? ¿¡Me está agradeciendo por ayudarlo!? ¿¡Que he hecho yo!?
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