Su Nombre es Tusk y el de su Novela es La Última Bruja
No es mi novela por lo que no puedo extenderme mucho en este tipo de introducciones, así que solo les digo "Que la Disfruten" y den sus opiniones sobre ella en los comentarios, que nunca vienen mal para la mejora de los autores
Prólogo
Gran templo del
consejo de brujas y hechiceros y en los alrededores pequeñas casas de piedra y
madera destruidas.
—¿Nos queda algo
para repelerlos?
Apoyado de
espaldas en una de las pocas columnas que sostenían al semiderruido templo, un
hombre de mediana edad que en su rostro se mostraban signos del envejecimiento,
su pelo grisáceo; descuidado, con pequeños escombros; algo chamuscado le rozaba
sus hombros. Lucía una gris barba poblada y vestía una abierta y quemada en
numerosas partes túnica marrón que le llegaba a sus talones.
Le exigió saber
a su estudiante, también con la espalda en la columna a su izquierda.
—¡Nada maestro,
solo nos quedan diez conjuros de invocación!
El estudiante
que sobre su cabeza llevaba puesta la capucha, incorporada en la vestimenta,
que dejaba ver algo de su oscuro y desarreglado cabello en su frente, la
quemada túnica dejaba ver en la parte superior de su cuerpo una simple y sucia
camisa. Exclamó con miedo a su maestro.
—¡Entonces
conjura tres bestias guardianes con ellos! —gritó el maestro.
—Enseguida,
maestro
El estudiante sacó de su bolsa tres pequeños
pergaminos enrollados, se alejó de la columna y se dirigió velozmente hacia el
campo delante del templo, se plantó erguido con las piernas separadas
defendiéndolo, extendió a lo ancho los tres pergaminos en el césped. Se
incorporó, separó sus brazos mirando el cielo del atardecer infestado por
criaturas monstruosas de gran tamaño que iban a por el en picada, y rugió a los
cielos:
—¡Salid,
guardianes!
Al instante,
tres altos seres totalmente blancos sin rostro con forma humanoide, cuerpo
delgado muy bien trabajado, descendieron del cielo anaranjado a la tierra en caída
libre con un gran destello dorado que hizo retroceder a las bestias.
Aterrizaron de pie delante del estudiante, portando armaduras doradas, pequeños
escudos y espadas de gran filo hicieron frente a las bestias invasoras.
—No serán
suficientes tendré que recurrir a esa otra cosa —murmuró el maestro examinando
el campo de batalla, desde su pilar.
—Creo que con
ellos bastarán —dijo el joven estudiante en el suelo mientras se recomponía de
los efectos del conjuro y corría de nuevo a su posición en la columna junto a
su viejo maestro.
—Con ellos ahí,
al menos ganaremos unos cinco minutos de descanso —dijo el viejo observando la
lucha entre los guardianes y los monstruosos seres. —Escúchame, niño, —Ahora mira a su estudiante con total
seriedad mientras este recuperaba el aliento. —Necesito que me des seis de esos
pergaminos de invocación —.
—Sí... maestro
—. El joven afirmó, mientras le entregaba los pergaminos y preguntó en voz
baja.
—¿Cómo pueden
esos demonios ser tan fuertes?
El viejo
respondió negando con la cabeza mientras recibía los pergaminos.
—No lo sé. Esas
cosas aparecieron de la nada justo en la visita anual al templo del rey. Pero
lo bueno es que pudimos transportar a todos los residentes del pueblo al país
vecino.
—Maestro,
nuestro rey también fue transportado y está a salvo, ¿verdad?
—Eso creíamos
mis compañero y yo, pero gracias a uno de nuestros ya muertos subordinados me
enteré que nuestro queridísimo rey huyó a nuestro refugio con todo el barullo
cuándo preparábamos la teletransportación —. Suspiró cerrando sus ojos con
decepción con la cabeza levemente hacia abajo —. Ciertamente es un idiota y
cobarde.
—¿Y qué pasó con
la princesa, maestro?—
—No tengo idea,
ojalá esté bien. Ahora con estos pergaminos intentaré destruir a la mayor
cantidad de esas cosas —. El viejo de espaldas, señaló con su pulgar al terreno
deshecho detrás de él dominado por las bestias. —Mientras tú vas al refugio y
te quedas con él hasta que yo regrese.
Al terminar de
explicarle al joven su tarea, el viejo salió de la columna al campo destruido,
recogió una espada de uno de los guardianes caídos y la empuñó con dirección a
un grupo de aquellas bestias aladas que le doblaban el tamaño.
El joven
estudiante corrió hacia el interior del templo, a cada minuto giraba la cabeza
para ver a su maestro que corría a una colina mientras luchaba y esquivaba a
las feroces bestias.
Ya dentro del templo, fue hacia una
estantería con muchos libros y la corrió hacia un lado, el lugar en donde solía
estar el estante revelaba un gran agujero con escaleras de piedra marmolada con
dirección abajo y se adentró en ellas. Luego de bajar las largas escaleras, se
encontró una puerta de dos hojas hecha con una elegante madera que tenía
tallados dos pequeños dragones enfrentados en cada lado, al querer empujarla
esta cedió con facilidad. El interior del espacio era muy reducido ya que las
paredes las separaban unos seis metros.
En una de las esquinas un hombre de edad
avanzada se encontraba tirado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared y
las piernas estiradas, tenía una de sus manos en su estómago cubierto de sangre
y la otra en el suelo, llevaba una gran capa detrás de él, un elegante traje
dorado ligeramente oscuro cubierto de sangre y desaseadas botas negras que
alguna vez estuvieron relucientes.
Al verlo en su terrible condición el joven
corrió hacia él, se arrodilló delante y tomó su mano libre.
—¿Mi señor, que
le sucedió?—dijo el estudiante completamente preocupado.
— Una de esas
cosas me atacó,—Intentaba decir el anciano moribundo. —Cuando venía aquí, era
pequeña y dé-débil así que pude encargarme de ella, pero aún así me dejó en
este vergonzoso estado —. Señaló con sus ojos la gran herida en su estómago
tapada por el fino y elegante traje repleto de sangre húmeda.
—Señor, si
tuviera un hechizo de sanación y transportación... ah señor, ¿la princesa donde
está, se encuentra bien?
—¿Neylian? No te
preocupes, conociéndola se debió haber escondido en la habitación especial del
castillo, ahora dime, ¿sobrevivió alguien del consejo?
—Todos han
muerto. El señor Lub, la señora Lónna. Todos, además mi maestro anteriormente
me dijo que perdió la comunicación con Mazera, el país vecino —dijo el joven
con tono triste y melancólico.
Luego de
terminar de contarle al rey lo sucedido con todo el consejo, un gran temblor
hizo retumbar por completo la pequeña habitación. El joven estudiante unos
minutos después de analizar en su mente
qué había provocado el temblor se dio cuenta de qué lo originó. Sus grandes
ojos se humedecieron y las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas.
—¿Qué fue ese
ruido? —preguntó el moribundo rey.
Secándose las
lágrimas con la manga de su sucia túnica el joven pensó ¿Para eso eran los
pergaminos, maestro?; y respondió.
—Fue mi maestro,
invocó a Rakeza, a la Hydra prohibida con uno de los conjuros oscuros.
El viejo
soberano abrió sus débiles ojos con asombro al escuchar al joven y luego
comenzó a golpear la parte trasera de su cabeza repetidamente con la dura
pared, cerró los ojos y dijo con tono fuerte:
—¡Maldición,
cómo hemos llegado a esto!
—Mí señor
mantenga la calma su estado es muy crítico.
—Está bien... ya
me calmé —. Jadeando el anciano contestaba—. Oye...Jalil.
—¿Cómo sabe mi
nom… —
—Como rey, debo
recordar el nombre y el rostro de todos mis súbditos. Ahora escúchame, cuándo
las cosas estén más tranquilas ahí arriba…— Trató de apuntar con la barbilla
hacia arriba, Jalil entendió a qué se refería. —Yo no aguantaré mucho tiempo
esa cosa me dio en un punto vital así que tú escoltarás a mi hija a Mazera, el
rey del país ya debe estar al tanto de nuestra situación.
—Señor, no hable
así, debe haber alguna forma de…
—No. Yo moriré
en cualquier momento, pero Rakeza todavía no. Toma —. El rey decidido saca un
viejo y enrollado pergamino de uno de los bolsillos de su traje.
—¿Qué es esto,
señor?— Jalil recibe el regalo del rey y se lo mete dentro de la túnica.
—E—este ataque
al templo y al país no fue al azar. Un gran mal que creíamos sellado para
siempre ha regresado. Mis antepasados y los del consejo temían que despertase,
así que todos los antiguos hechiceros y brujas crearon el pergamino de la
invocación suprema, la última esperanza de Rakeza. Uno de nuestros mejores
videntes logró ver que en un futuro la última bruja se levantará y traerá la
paz a Rakeza, Mazera y a...
Jalil se quedó
mirando estupefacto al débil rey mientras sostenía su débil mano.
La voz del rey
al igual que sus ojos se apagaron al querer terminar sus últimas palabras y los
débiles dedos comenzaron a resbalarse de la palma de la mano de Jalil hasta que
todo su brazo cayó secamente al frío piso de piedra.
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