NOX VOLUMEN 3 CAPITULO 13



HOLA A TODOS AMIGOS LECTORES.AQUÍ LES TRAIGO EL SIGUIENTE CAPITULO DE NOX. APROVECHO TAMBIÉN PARA COMUNICARLES NUEVAS NOTICIAS. NYM ZERO HA DECIDIDO APOYAR EL TALENTO HISPANOHABLANTE DE DIVERSAS MANERAS POSIBLES, ES POR ESO QUE A PARTIR DE AHORA EN ALGUNOS CAPITULOS DE NUESTRAS NOVELAS SE PONDRÁ UN FANDUB DE ALGÚN OPENING O ENDING ANIME, PARA PROMOCIONAR EL TRABAJO DE ALGUNOS FANDUBBERS. DE ESA FORMA AL MISMO TIEMPO QUE LEEN PODRÁN DISFRUTAR DE AGRADABLE MUSICA. POSTDATA NO DUDEN EN APOYARLOS CON UN LIKE O VISITANDO SUS PÁGINAS. EL FANDUBBER DE ESTA OCASIÓN ES ENMANUEL P.PERALTA.


















CAPITULO 13





Jean se encontraba en su habitación esperando información de sus creaciones, pronto las efigies de madera que había creado aparecieron desde de todas partes. El joven las tomó entre sus manos y lo que estas criaturas habían visto fue transferido hacia él.



-Ya veo-.



Es todo lo que dijo mientras una sonrisa sádica se formaba en su rostro. Ahora mismo estaba vestido totalmente de negro, cubriendo su rostro, él decidió que era tiempo de salir a cazar.



El primer lugar al que acudió era un sucio bar, apenas entró todos los comensales clavaron su mirada en él, ignorándolos Jean comenzó su búsqueda, inmediatamente en un rincón encontró su objetivo.




Un hombre de mediana edad se encontraba bebiendo una jarra de cerveza a su lado se encontraba su espada. Jean caminó hacia su mesa y se sentó enfrente de él.



-¡Esta mesa está ocupada!-.



El hombre estaba de mal humor, su olor era terrible y su rostro estaba demacrado.



-Guarda silencio por favor. Si no lo haces te cortaré la cabeza-.



Jean le respondió con un tono educado pero también carente de vida. El hombre instintivamente alcanzó su espada y la dibujo enfrente del joven. Jean atrapó  la punta de la espada con su mano derecha, el hombre mostró preocupación y sorpresa en su rostro.



-Si vuelves a hacer eso, tendrás un destino peor que la muerte, te lo puedo garantizar-.



El hombre regresó a sus sentidos, lentamente abrió la boca y preguntó.



-¿Qué necesitas de mí?-.



-No mucho, el grupo al cual perteneces háblame de él-.



-¿Cuál es tu intención? ¿Pretendes unírtenos o eres un enemigo?-.



-Eso depende de tu respuesta-.



-Mmm, Nosotros nos hacemos llamar la Manticora de la Destrucción, y como muchos grupos del bajo mundo nos dedicamos a trabajos sucios-.



-¿Cuál es su organización de jerarquías?-.



-Si te refieres a nuestros Jefes, hay tres de ellos-.



-¿Dónde puedo encontrar a alguno de ellos?-.




-No te molestes, solo los de alto rango pueden hablar con los jefes-.




-Te pregunte ¿Dónde puedo encontrarlos? Solo respóndeme eso-.



-Lo siento pero no puedo decir más información-.



-Ya veo es una pena-.



Jean tocó la frente del hombre con su dedo índice, el criminal no pudo reaccionar a esa velocidad. Con retardó aventó su cuerpo hacia atrás. Jean lo ignoró y lentamente comenzó a retirarse.



-¿¡Espera que me hiciste!?-.



-¡Tú miserable!, apestas a sangre así que debo deducir que tu trabajo es el peor de todos, eres un asesino. Lo único que  hice fue hacer que valgas algo. ¡Basura!-.




Cuando Jean terminó de pronunciar esas palabras el hombre comenzó a tornarse de color metálico comenzando por su rostro, la maldición de plata devoró lentamente su cuerpo, incluso sus ropas, mientras el criminal soltaba gritos de dolor y se contorsionaba en el suelo.




Lo que quedó al final fue una terrible estatua de  plata de un hombre en completa agonía y desesperación. Las personas que se encontraban en el lugar contenían su respiración. No querían llamar la atención del terrible demonio que había aparecido.




Jean retomó su paso, pero algo que vió le llamó la atención en la puerta de entrada un hombre joven se encontraba, con los ojos llenos de miedo que alternaban entre la estatua y Jean.



Jean pudo reconocerle, también era un miembro del grupo llamado “Mantícora de  la Destrucción”. Sin pensarlo dos veces se dirigió hacia él.



El hombre joven quiso huir, pero acortando la distancia de varios metros en un parpadeo Jean apareció delante de él y lo tomó del cuello.



-Escucha bien, te mataré si no me llevas con uno de tus jefes. Terminaras igual que ese miserable-.



Viendo que el hombre no hablaba, Jean le apuró con una voz llena de autoridad.



-Respóndeme ahora-.



-¡Haré lo que quiera, pero por favor no me mates!-.



-Bien, bien. Ahora indícame el camino. Si me mientes…-



-¡No le mentiré, soy nuevo y no le tengo fidelidad al grupo!-.



-Entonces adelante-.



El hombre joven no perdió tiempo y le mostró el camino.



Casí una hora después, el joven y Jean se encontraban de pie frente a una construcción de roca y madera similar a una mansión.



-No tengo permitido entrar, lo único que sé es que aquí vive uno de nuestros Jefes-. Con miedo el hombre añadió- ¿Puedo irme?-.



Con un movimiento lento Jean llevó su mano a su cintura. El hombre viendo este gesto pensó que Jean sacaría algún arma y terminaría con su vida.




-¡Dijiste que no me matarías! ¡Por favor, tengo familia, mi hija está enferma! ¡Esta es la única razón por la cual me uní a ellos!-.



Ignorando al joven, Jean dejó caer una bolsa enfrente de él. Cuando esta tocó el suelo su contenido se esparció revelándose. Se trataba de varias monedas de oro, una cantidad que el joven hombre nunca había en toda su vida.




-Escucha bien, Aún estas a tiempo de rectificar tú camino. La razón por la cual no te mataré, es porque puedo ver que eres un buen hombre. Tú no hueles a sangre y malicia como el otro sujeto. El olor de tu hija te acompaña así que puedo saber que está enferma. Toma este oro y aléjate del mal-.




El joven hombre tardó unos segundos en razonar. Jean no gastó más tiempo con él y enseguida caminó hacia la base enemiga donde  había dos guardias protegiendo la entrada.



El joven hombre no sabía que había pasado, pero el mensaje que ese “Demonio” no…” Ángel de Negro” le había dejado se adentró en su mente, agradeciéndole en el fondo de su corazón tomó el oro y regresó con su familia decidido a ser una buena persona por el resto de su vida.




En ciudad Lux con el tiempo una leyenda surgió entre los barrios pobres, las madres les decían a sus hijos antes de dormir: “Has el bien y el “Ángel de Negro” te cuidará, has el mal y te castigará.”

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Leil Rewn tras terminar su turno fue a darle una visita a la profesora Sena Seyd, Jean Nox Crow no había querido la Corona Dorada, incluso le había dicho que ella la usará ya que sería de más utilidad. Pero por alguna razón estaba reacia a usarla. Por eso decidió que se la daría a la mujer elfo.




Apenas tuvo que esperar unos treinta minutos, cuando la profesora Seyd terminó de dar clases.




-Profesora Seyd, buenas tardes ¿Podría hablar con usted en privado?-.




-Oh, Leil  Rewn, buenas tardes, ¿Necesitas algo de mí?-.




-Si, es por el asunto del laberinto-.



-Entiendo ven conmigo, iremos a mis habitaciones a comer algo y a hablar-.




Siguiendo a la mujer elfo, Leil llegó a un lugar con abundante vegetación, se trataba de un invernadero, al final del cual había una modesta casa de dos pisos.



Sentadas frente a frente por fin Leil fue directo al punto.




-La razón por la que vine es porque después de derrotar a las “Aves de Estínfalo” obtuvimos una corona dorada. Pensé que la persona que se la merecía sería Jean Nox Crow ya que él hizo la mayor contribución. Hablé con él, pero no la quiso, por esa razón he venido a entregártela-.




-Ya veo,  yo tampoco la quiero-.



Sin perder tiempo Sena respondió.



-¿Ah? ¿Tú también? ¿Por qué?-.



-No quiero nada que tenga que ver con Jean-.



Extrañada por tal respuesta Leil no pudo contener la curiosidad.



-¿Él hizo algo malo?-.




-No… Se podría decir que no-.



La segunda respuesta la dejó más perturbada. Antes de que pudiera hacer otra pregunta, Sena continuó hablando.




-…Todos los hombres son así, supongo que es parte de la naturaleza, así que Jean no hizo nada malo desde el punto de vista natural. ¡Pero! Desde el punto de vista moral, él es un mujeriego que no duda en conquistar a cualquier chica que acaba de conocer-.




Leil se quedó sin palabras al parecer la molestia de Sena Seyd era un asunto de un lío de faldas. Sena se levantó y de una alacena tomó una botella de un licor rojo, hasta ese momento habían estado bebiendo té. Sin perder tiempo la mujer elfo le sirvió a su compañera de plática una copa del licor y después también llenó una para ella.




Sin poder resistirse a la insistencia de Sena, Leil se vio forzada a beber con ella. El resto de la tarde se la pasaron discutiendo sobre el comportamiento egoísta y lujurioso de los hombres. En algún punto de la conversación, después de cuatro botellas, la profesora Nelu Marshall se les unió, aunque solo apareció ahí para llevar unos documentos.




-¡Ese infeliz! ¡Solo le gusta jugar con mis sentimientos! ¡Persigue  a cualquiera que sea una mujer! ¡Incluso besó a mi hermana menor enfrente de mí!-.




Nelu después de unas cuantas copas perdió la cordura y comenzó a quejarse.



-¡La comprendo Capitana Marshall, me lo encontré en los oscuros laberintos con una bella señorita! ¡Estoy segura que estaban haciendo cosas indebidas!-.




Leil también comenzó a echar fuego a la conversación.




-¡De seguro te refieres a su novia, Sila Voc! ¡Esa pequeña ladrona! ¡¿Que tiene ella que no tenga yo?! -.



Sena también se sentía ofendida.




De esa forma el resto de la tarde pasó.



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Jean pudo constatar que los guardias también poseían el tatuaje de una Manticora, sin perder  tiempo los atacó, y se abrió paso en la mansión. Mientras más avanzaba más enemigos aparecían. Cubriendo su cuerpo con Chi, un aura le envolvió con lo cual su velocidad y fuerza aumentaron considerablemente.




-¡Estamos bajo ataque! ¡Formen grupos y capturen al invasor!-.




Órdenes y gritos se escuchaban por doquier. Jean decidió no usar su guadaña, en su lugar uso combate cuerpo a cuerpo, La mayoría de sus enemigos eran guerreros pero de vez en cuando un mago se asomaba. A pesar de los esfuerzos de sus enemigos, Jean se abrió paso fácilmente hasta la habitación principal, donde un hombre lleno de cicatrices en el rostro le esperaba.




Al estar frente a frente, el posible líder no mostró miedo. Con un tono lleno de autoridad se dirigió a Jean.




-¿Quién eres? ¿Cómo te atreves a hacer esto? ¿Quién te contrató?-.




-Esas son muchas preguntas. Dime ¿Tú eres uno de los tres líderes de esta organización?-.




-¿Por qué debería responderte?-.



-Si quieres vivir habla-.



-¿Y si no quiero hablar que vas a hacer?-.




Apenas terminar de hablar, Jean perdió la paciencia, en su mano izquierda apareció una lanza de fuego, y de un movimiento súbito, colocándose delante de él, clavo la punta de la lanza en un costado, inmediatamente alzó al hombre.




-¡Aggghh! ¡Detente!- ¡Detente!-.




Jean dejó caer al hombre, su anterior ataque no daño ningún punto vital, la herida fue cauterizada inmediatamente por el fuego abrazador, solo unas cuantas gotas de sangre fueron derramadas. Jadeando en el suelo en el hombre por fin decidió hablar.



-Yo soy uno de los tres líderes de la organización “Manticora de Destrucción”. Si me perdonas la vida te pagaré una gran cantidad de oro-.




-Lo que quiero no es oro, sino información. Tú organización ha estado metiendo a estudiantes de forma ilegal en las ruinas, háblame sobre eso. Si de tus labios sale algo que no tenga nada que ver con lo que necesito, te mataré y buscaré a los otros líderes-.




-Yo no tengo ese tipo de negocios, de lo que sé solo mis hermanos Groll y Frep están llevando a cabo ese tipo de operación. Esos infelices me dejaron fuera porque no querían compartir los beneficios. Un gran pez les está pagando por cada Corona de habilidad que le entregan, y antes de que preguntes quién es esta persona debo decir que no conozco su identidad, solo que es un nigromante y noble de algún lugar o algo así-.




-¿Un nigromante? Eso es interesante.  Por la información que me diste te dejaré vivir un poco más, pero por tú bien te diré esto, si tus negocios fastidian la paz de este lugar, te mataré.-.




Jean se acercó a la ventana con intención de retirarse, varios hombres enemigos se acercaban hacia la habitación del jefe.




-¡No te irás de aquí maldito! ¡Yo mando en esta isla!-.



El líder tomó una ballesta cercana y descargó la saeta en Jean, él la detuvo con su mano derecha a tan solo unos centímetros de su pecho. Sin perder tiempo creando un arco de fuego le devolvió la flecha, la cual se incendió y se introdujo en el pecho del líder.




El hombre escupió grandes cantidades de sangre, al parecer uno de sus pulmones había sido perforado, Sin mostrar piedad Jean se agachó extendiendo su mano hacia el hombre, al ver este gesto el líder comenzó a pedir piedad por su vida.




-¡Por favor no…! ¡No me mates!-.



Sus palabras se mezclaban con gárgaras de sangre.




-Te dí una oportunidad, y la desaprovechaste-.




-¡No…! ¡Te daré..guaugh, todo lo que tengo!-.




-Te usaré para darle una lección a los demás-.




Jean tocó la cabeza del hombre y este lentamente se convirtió en una estatua de plata. 


Cuando los refuerzos llegaron solo encontraron un grotesco recuerdo de su Líder.





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Acerca de David-A Gato

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