La última bruja
CAPITULO 1: CUMPLIENDO
LA ÚLTIMA ORDEN DEL REY
El joven Jalil luego de recostar con cuidado boca arriba al rey sobre el suelo y sacarse la túnica para cubrirlo, salió por la puerta de aquel refugio para dirigirse a las escaleras.
Hasta la mitad de la
ascensión, Jalil tenía la cabeza gacha por todo lo sucedido y fue
entonces cuándo vio que en los escalones de piedra se reflejaba una
blanca luz, así que levantó la mirada y logró ver en la pared a su
izquierda una elevada y reducida abertura con forma de semicírculo
que dejaba entrar la luz de la luna. Bien, ya es de noche; pensó
Jalil.
—Oye, Xio, ¿estás
despierta? — preguntó Jalil aparentemente a la nada.
—Lamento mucho tu
pérdida, Amo, ahora ¿qué es lo que quieres?—. Luego de un par
de minutos una elegante, maliciosa y femenina voz se escuchaba dentro
de su cabeza.
—Quiero que salgas
por esa abertura —. Jalil apuntó con su dedo a la abertura que
estaba por encima de él — y examines el terreno—.
La voz que respondía
al nombre de Xio suspiró y siguió hablando sin perder la elegancia
de su voz — Está bien, pero, Jalil ¿te encuentras bien? —
— Sí, sí, solo
apresúrate, no tenemos mucho tiempo —. Jalil mintió sobre su
estado—.
Al segundo, de algún
lugar, un pequeño animal con aspecto gatuno de color de gris oscuro,
salió de la nada y escaló velozmente por la pared hasta alcanzar la
reducida abertura y se asentó en el borde de esta.
—Xio, dime que logras
ver —. Jalil le habló al gato que arriba de él.
—Cállate idiota,
¿acaso no ves que acabo de llegar? mejor adelántate arriba y vuelve
a llenar tu bolsa con esos artículos y artefactos mágicos —.
Sorpresivamente el gato habló con la misma voz que venía de la
cabeza de Jalil pero esta sonaba más grosera, ruda y algo aguda como
la de una niña.
Jalil asintió con la
cabeza y subió con mayor rapidez los escalones. Cuando llegó al
gran hueco por el que había descendido podía ver a medias el gran
vestíbulo del consejo gracias a unas ventanas que dejaban entrar la
luz de la noche. Y al cabo de unos minutos de rellenar su bolsa, el
pequeño gato también salió del hueco en la pared y con gran finura
se sentó en el sombrío suelo frente a Jalil, elevando su cabeza
mirando a sus ojos.
—Estás de suerte,
Amo, parece que gran mayoría de esos repugnantes seres se están
retirando —. Fue lo que dijo el extraño gato volviendo a su
refinado tono.— Pero... ¿qué quiso decir ese viejo de abajo con
“la última bruja” e “invocación suprema”?
—No lo entiendo muy
bien, pero, por lo que el rey me ha dicho y las cortas conversaciones
que escuché sobre este tema en el consejo, puedo suponer que el
pergamino que me entregó mi rey servirá de mucha ayuda para
contraatacar a aquellas bestias que se atrevieron a destruir la paz
en Rakeza.
—Hmmm —. El extraño
gato lo miraba con desconfianza.
—Pero ahora de todas
formas, mi misión es escoltar a la princesa Neylian ante el rey de
Mazera y mientras esté frente al rey le preguntaré si él tiene
alguna información más de lo que ha sucedido.
Jalil se dio la vuelta
y empezó a caminar hacia la puerta. De repente el sintió como si
alguien lo abrazase fuertemente por la espalda.
—Amo, ¿Crees que no
se que estás deprimido por la muerte de tu mentor?—. Una pequeña
y hermosa mujer con la altura de una niña de once años con una
melena negra muy reluciente y muy lisa, llevaba puesto un corto pero
elegante vestido abierto gris oscuro, con muchos detalles en negro
que le llegaba a sus muslos, su sien reposa en la espalda de Jalil
cuándo ella lo abrazó por detrás.
—Ya lo sé, es solo
que... en serio lo admiraba y respetaba mucho, ahora que él no está
siento como si una parte de mi hubiese muerto.
—Jalil, ya habrá
tiempo para lamentarse por los muertos, ahora tu rey te envió a
proteger y escoltar a esa...— Intentó decir como si le asquease
decir aquel nombre—... Neylian.
Jalil permaneció
estático de pie un momento en silencio hasta que reaccionó.
—Creo que tienes
razón, Xio, cuando esto termine me aseguraré de darle a mi maestro
y todos los hechiceros y brujas que perecieron un digno funeral.
El nuevo Jalil motivado
salió con gran precaución por la gran puerta, dejando atrás a la
niña vestida de forma elegante, y se ocultó nuevamente en uno de
los pilares mientras veía y esperaba que un grupo de esas aladas
bestias lo sobrevolasen sin verlo para escabullirse a la ruta más
corta que daba con el castillo del rey.
…............................
La ruta de tierra por
donde corría Jalil era en su mayoría recta, a sus lados había
kilómetros de grandes y profundos bosques. Esa noche la luna estaba
en su punto máximo, como si estuviera alineada con la ruta; la luz
que despedía permitía ver notablemente bien el camino en la
oscuridad.
—Apresúrate, imbécil
—. La voz fina y aguda de Xio en su cabeza le ordenaba que
acelerase el paso.
Jadeando y corriendo al
mismo tiempo Jalil le contestó:
—Corro...lo
más...rápido... que puedo...ah.
En ese momento él se
sorprendió al ver una gran estructura hecha de piedra.
En efecto, ese era
el castillo del difunto rey de Rakeza solo que este no estaba en tan
buenas condiciones en la superficie, había torretas completamente
destruidas, partes calcinadas y mientras más se acercaba podía
contemplar extremidades arrancadas y mutiladas de los guardias que
defendían el castillo.
Jalil tragaba el vómito
cuando se aproximaba a la entrada.
El portón de dos
hojas se encontraba abierto así que se coló adentro, en el interior
de la gran estructura lo primero que vio, gracias a las velas que
había, fueron las cabezas de diferentes razas que colgaban en las
paredes y arriba de ellas habían pequeños nombres tallados en
chapas doradas. Los pisos que fueron de madera reluciente ahora
estaban manchados de sangre, huellas de zapatos y marcas de garras.
No podía acceder a los pisos de arriba por las escaleras ya que
estaban destruidas, las blancas paredes estaban casi en su totalidad
desgarradas y muy descuidadas. Así fue en todas las salas por las
que caminaba hasta que giró a una esquina de los pasillos.
—¡N-no te muevas,
p-por favor!— Una vieja y asustada criada tartamudeaba con los ojos
llorosos, rogó a Jalil mientras esta le apuntaba con sus manos
temblorosas un cuchillo de cocina afilado muy cerca de su cuello.
—¡Baje el cuchillo
mujer, no le haré daño, soy aprendiz del consejo de Rakeza!—
Jalil levantó los brazos en señal de rendición.
Al escuchar eso a la
pobre criada se le resbaló el cuchillo de los dedos y cayó de
rodillas al suelo y cubrió su sucia cara con sus manos.
—¡Fue horrible,
señor aprendiz!— Gritaba la indefensa vieja entre sollozos.
—¡Todos han muerto frente a mis ojos!
—¿Cómo que todos?—
Fue lo primero que dijo el señor aprendiz al tragar saliva, al
instante se inclinó junto a ella y puso una mano en su espalda.
—¡Qué hay de la princesa Neylian! ¿Acaso también está muerta?
—Solo quedamos su
alteza real y yo, así que decidí hacer guardia aquí hasta que los
hombres de Mazera nos trasladen a su país—. Ahora sollozando en
voz baja la criada logró calmarse.
—Señora, nuestro rey
ha muerto, pero antes de perecer me ordenó personalmente que yo
escolte a su alteza ante el rey de Mazera —.Jalil se
mostraba enérgico y convencido en sus palabras.
La inocente criada sonó
su nariz en su vestido.
—Si es por orden de
nuestro señor está bien, sígame por aquí —. Tambaleándose al
ponerse de pie ella dirigió a Jalil a una puerta que él había
pasado por alto, esta parecía estar hecha con una madera más fuerte
que la común y para reforzarla, delgados barrotes alineados delante
de la madera.
La criada abrió la
imponente puerta y dentro de esa ridículamente pequeña habitación
con solo dos minúsculas ventanas en las cuatro paredes para que
entre el aire. Apenas había una pequeña cama, un insignificante
lavabo bien decorado una mesa muy baja que tenía una gran vela en
medio y en uno de los rincones una delicada damisela sentada en el
suelo de piedra hecha un ovillo con las manos metidas bajo sus
rodillas.
—¡Princesa! —
gritó Jalil al verla y esta al escuchar levantó la cabeza.
—¿Huh?— Pudo decir
Neylian con su débil y delicada voz pero también un “Ugh…”
sonó en la cabeza de Jalil por parte de Xio.
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