7 feb 2016

La Última Bruja - Prologo

Filias reportándose por tercera vez, descuiden esta vez no es una de mis novelas, esta vez es una novela de uno de los nuevos integrantes, últimamente han llegado muchos nuevos postulantes de lo cual estamos agradecidos, pero concentrémonos en el tema.

Su Nombre es Tusk y el de su Novela es La Última Bruja

No es mi novela por lo que no puedo extenderme mucho en este tipo de introducciones, así que solo les digo "Que la Disfruten" y den sus opiniones sobre ella en los comentarios, que nunca vienen mal para la mejora de los autores

Prólogo


Gran templo del consejo de brujas y hechiceros y en los alrededores pequeñas casas de piedra y madera destruidas.

—¿Nos queda algo para repelerlos?

Apoyado de espaldas en una de las pocas columnas que sostenían al semiderruido templo, un hombre de mediana edad que en su rostro se mostraban signos del envejecimiento, su pelo grisáceo; descuidado, con pequeños escombros; algo chamuscado le rozaba sus hombros. Lucía una gris barba poblada y vestía una abierta y quemada en numerosas partes túnica marrón que le llegaba a sus talones.

Le exigió saber a su estudiante, también con la espalda en la columna a su izquierda.

—¡Nada maestro, solo nos quedan diez conjuros de invocación!

El estudiante que sobre su cabeza llevaba puesta la capucha, incorporada en la vestimenta, que dejaba ver algo de su oscuro y desarreglado cabello en su frente, la quemada túnica dejaba ver en la parte superior de su cuerpo una simple y sucia camisa. Exclamó con miedo a su maestro.


—¡Entonces conjura tres bestias guardianes con ellos! —gritó el maestro.

—Enseguida, maestro

 El estudiante sacó de su bolsa tres pequeños pergaminos enrollados, se alejó de la columna y se dirigió velozmente hacia el campo delante del templo, se plantó erguido con las piernas separadas defendiéndolo, extendió a lo ancho los tres pergaminos en el césped. Se incorporó, separó sus brazos mirando el cielo del atardecer infestado por criaturas monstruosas de gran tamaño que iban a por el en picada, y rugió a los cielos:

—¡Salid, guardianes!

Al instante, tres altos seres totalmente blancos sin rostro con forma humanoide, cuerpo delgado muy bien trabajado, descendieron del cielo anaranjado a la tierra en caída libre con un gran destello dorado que hizo retroceder a las bestias. Aterrizaron de pie delante del estudiante, portando armaduras doradas, pequeños escudos y espadas de gran filo hicieron frente a las bestias invasoras.

—No serán suficientes tendré que recurrir a esa otra cosa —murmuró el maestro examinando el campo de batalla, desde su pilar.

—Creo que con ellos bastarán —dijo el joven estudiante en el suelo mientras se recomponía de los efectos del conjuro y corría de nuevo a su posición en la columna junto a su viejo maestro.

—Con ellos ahí, al menos ganaremos unos cinco minutos de descanso —dijo el viejo observando la lucha entre los guardianes y los monstruosos seres. Escúchame, niño, —Ahora mira a su estudiante con total seriedad mientras este recuperaba el aliento. —Necesito que me des seis de esos pergaminos de invocación —. 

—Sí... maestro —. El joven afirmó, mientras le entregaba los pergaminos y preguntó en voz baja.

—¿Cómo pueden esos demonios ser tan fuertes?

El viejo respondió negando con la cabeza mientras recibía los pergaminos.

—No lo sé. Esas cosas aparecieron de la nada justo en la visita anual al templo del rey. Pero lo bueno es que pudimos transportar a todos los residentes del pueblo al país vecino.

—Maestro, nuestro rey también fue transportado y está a salvo, ¿verdad?

—Eso creíamos mis compañero y yo, pero gracias a uno de nuestros ya muertos subordinados me enteré que nuestro queridísimo rey huyó a nuestro refugio con todo el barullo cuándo preparábamos la teletransportación —. Suspiró cerrando sus ojos con decepción con la cabeza levemente hacia abajo —. Ciertamente es un idiota y cobarde.

—¿Y qué pasó con la princesa, maestro?—

—No tengo idea, ojalá esté bien. Ahora con estos pergaminos intentaré destruir a la mayor cantidad de esas cosas —. El viejo de espaldas, señaló con su pulgar al terreno deshecho detrás de él dominado por las bestias. —Mientras tú vas al refugio y te quedas con él hasta que yo regrese.

Al terminar de explicarle al joven su tarea, el viejo salió de la columna al campo destruido, recogió una espada de uno de los guardianes caídos y la empuñó con dirección a un grupo de aquellas bestias aladas que le doblaban el tamaño.


El joven estudiante corrió hacia el interior del templo, a cada minuto giraba la cabeza para ver a su maestro que corría a una colina mientras luchaba y esquivaba a las feroces bestias.
   Ya dentro del templo, fue hacia una estantería con muchos libros y la corrió hacia un lado, el lugar en donde solía estar el estante revelaba un gran agujero con escaleras de piedra marmolada con dirección abajo y se adentró en ellas. Luego de bajar las largas escaleras, se encontró una puerta de dos hojas hecha con una elegante madera que tenía tallados dos pequeños dragones enfrentados en cada lado, al querer empujarla esta cedió con facilidad. El interior del espacio era muy reducido ya que las paredes las separaban unos seis metros.
   En una de las esquinas un hombre de edad avanzada se encontraba tirado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared y las piernas estiradas, tenía una de sus manos en su estómago cubierto de sangre y la otra en el suelo, llevaba una gran capa detrás de él, un elegante traje dorado ligeramente oscuro cubierto de sangre y desaseadas botas negras que alguna vez estuvieron relucientes.
   Al verlo en su terrible condición el joven corrió hacia él, se arrodilló delante y tomó su mano libre.

—¿Mi señor, que le sucedió?—dijo el estudiante completamente preocupado.

— Una de esas cosas me atacó,—Intentaba decir el anciano moribundo. —Cuando venía aquí, era pequeña y dé-débil así que pude encargarme de ella, pero aún así me dejó en este vergonzoso estado —. Señaló con sus ojos la gran herida en su estómago tapada por el fino y elegante traje repleto de sangre húmeda.

—Señor, si tuviera un hechizo de sanación y transportación... ah señor, ¿la princesa donde está, se encuentra bien?

—¿Neylian? No te preocupes, conociéndola se debió haber escondido en la habitación especial del castillo, ahora dime, ¿sobrevivió alguien del consejo?

—Todos han muerto. El señor Lub, la señora Lónna. Todos, además mi maestro anteriormente me dijo que perdió la comunicación con Mazera, el país vecino —dijo el joven con tono triste y melancólico.


Luego de terminar de contarle al rey lo sucedido con todo el consejo, un gran temblor hizo retumbar por completo la pequeña habitación. El joven estudiante unos minutos después de analizar  en su mente qué había provocado el temblor se dio cuenta de qué lo originó. Sus grandes ojos se humedecieron y las lágrimas empezaron a caer por sus mejillas.

—¿Qué fue ese ruido? —preguntó el moribundo rey.

Secándose las lágrimas con la manga de su sucia túnica el joven pensó ¿Para eso eran los pergaminos, maestro?; y respondió.

—Fue mi maestro, invocó a Rakeza, a la Hydra prohibida con uno de los conjuros oscuros.

El viejo soberano abrió sus débiles ojos con asombro al escuchar al joven y luego comenzó a golpear la parte trasera de su cabeza repetidamente con la dura pared, cerró los ojos y dijo con tono fuerte:

—¡Maldición, cómo hemos llegado a esto!

—Mí señor mantenga la calma su estado es muy crítico.

—Está bien... ya me calmé —. Jadeando el anciano contestaba—. Oye...Jalil.

—¿Cómo sabe mi nom… —

—Como rey, debo recordar el nombre y el rostro de todos mis súbditos. Ahora escúchame, cuándo las cosas estén más tranquilas ahí arriba…— Trató de apuntar con la barbilla hacia arriba, Jalil entendió a qué se refería. —Yo no aguantaré mucho tiempo esa cosa me dio en un punto vital así que tú escoltarás a mi hija a Mazera, el rey del país ya debe estar al tanto de nuestra situación.

—Señor, no hable así, debe haber alguna forma de…

—No. Yo moriré en cualquier momento, pero Rakeza todavía no. Toma —. El rey decidido saca un viejo y enrollado pergamino de uno de los bolsillos de su traje.

—¿Qué es esto, señor?— Jalil recibe el regalo del rey y se lo mete dentro de la túnica.

—E—este ataque al templo y al país no fue al azar. Un gran mal que creíamos sellado para siempre ha regresado. Mis antepasados y los del consejo temían que despertase, así que todos los antiguos hechiceros y brujas crearon el pergamino de la invocación suprema, la última esperanza de Rakeza. Uno de nuestros mejores videntes logró ver que en un futuro la última bruja se levantará y traerá la paz a Rakeza, Mazera y a...

Jalil se quedó mirando estupefacto al débil rey mientras sostenía su débil mano.


La voz del rey al igual que sus ojos se apagaron al querer terminar sus últimas palabras y los débiles dedos comenzaron a resbalarse de la palma de la mano de Jalil hasta que todo su brazo cayó secamente al frío piso de piedra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario