HOLA A TODOS DISCULPEN LA TARDANZA, AHORA MISMO YA ESTOY LIBRE DE MIS DEBERES Y PODRÉ RECUPERAR EL RITMO DE ESCRITURA Y SUBSIGUIENTE SUBIDA DE LOS CAPÍTULOS A LA PÁGINA.
SIN MAS LES DEJO EL SIGUIENTE CAPÍTULO.
Un poco antes de desembarcar en el puerto de Faux, Jean hizo
desaparecer a los jinetes espectrales para no asustar a los habitantes.
La capitana Nelu rápidamente encontró un carruaje, y con
ayuda del anciano capitán del destartalado barco y los adolescentes,
transportaron sus pertenencias dentro de su siguiente transporte.
Al despedirse, la tripulación del barco parecía feliz de
deshacerse de sus pasajeros.
Dentro del carruaje, ya puesto en marcha hacia el Puente
Azul, la joven mujer le explicaba a Jean otros detalles de su misión.
-Por esta ocasión ya que estaremos en una ciudad militar,
voy a permitir que me llames “capitana” de forma abierta. También te pido que
no hagas nada impulsivo y que no te metas en problemas-.
-Entendido, Capitana-.
Jean respondió inmediatamente.
-Por tu bien, espero que sea cierto, solo venimos para ver
si el Imperio está relacionado con los ataques a poblaciones cercanas, no a causar nuevos problemas-.
La capitana hizo silencio por unos momentos.
-Nos quedaremos en mi casa… mientras realizamos nuestra
misión, si puedes pasar lo más desapercibido posible, te lo agradeceré.
-Si soy una molestia puedo quedarme en otro lugar, no quiero
importunarle-.
-No es nada de eso, creo que puede ser todo lo contrario...-
-¿?-
Jean parecía un poco confundido, no entendiendo lo que la
joven mujer quería decir. Así que la quedó viendo en busca de una aclaración.
Ante esa mirada la capitana añadió.
-No te preocupes, ya lo veras cuando lleguemos-.
Después de responder apartó la mirada de Jean.
En algún punto el carruaje se detuvo.
-Lo siento pasajeros, ¡Esto es terrible, han derribado el
puente!-.
Un asustado conductor les comunicó la mala noticia.
-¡Qué! ¡Eso no es posible!-.
La joven mujer de cabello y ojos grises casi blancos, salió
inmediatamente del carruaje. Ante ella se encontraba restos de un majestuoso
puente, humo salía de los restos.
-Lo siento Capitana, pero han habido demasiados ataques de bestias y monstruos,
pero nunca imaginamos que se atreverían a hacer esto, ¡Ah! ¡Esto es muy malo
para el negocio!-.
El conductor cayó arrodillado lamentando la situación.
-¿Hay alguna otra forma de cruzar, para ir a la Ciudad
Acorazada?-.
Jean apareció detrás de la mujer, quién interrumpió sus
pensamientos.
-¿Ah?.. Si hay una, pero de ser posible quisiera evitar
pasar por ahí-.
-¿Hay alguna razón en especial?-.
-Hay otro puente pero es propiedad de… una tribu de trolls-
-Ya veo-.
Jean entendió inmediatamente el dilema en el que estaban.
-Tal vez si abandonamos nuestro equipaje podríamos llegar al
otro lado-.
-No creo que sea buena idea Capitana-.
Jean se asomó a la brecha que en la que antes estaba el puente
y solo pudo ver oscuridad.
-(Si caemos desde esta altura va a doler mucho)-.
-Anda habla, dime por qué crees eso-.
La mujer le apuró para que diera su opinión.
-Hasta este punto del camino no encontramos nada fuera de
lugar, y aún hay señales de que la destrucción fue recientemente… lo que
quiero decir es que probablemente el enemigo se encuentre del otro lado,
ciertamente podemos cruzar, pero el riesgo de ser emboscados es alto, lo que
solo deja una opción-.
-Tienes razón pero… pero no quiero tratar con esa raza tan
incivilizada-.
-Los trolls son muy
posesivos con sus puentes y los mantienen protegidos todo el tiempo, su ruta
debe ser más segura, además los trolls de puente no son tan incivilizados como
sus parientes de las cavernas-.
-Supongo que no queda de otra, en ese caso al mal paso darle
prisa-.
En esta ocasión Jean convenció al conductor de que los
llevará hacia la otra ruta, el conductor fue reticente al principio, pero al
prometerle una cantidad de oro más grande que la acordada cedió.
De todos modos la capitán Nelu y Jean le prometieron que lo
protegerían si algo pasaba, y si su carruaje era destruido lo remunerarían
adecuadamente.
Se dirigieron ahí inmediatamente.
Cuando estaban a medio camino el joven se dirigió a la
mujer.
-Capitana, como usted sabe los trolls pedirán un pago por
cruzar su puente, así que para evitar que le hagan algo a usted…-
Jean con esas palabras empezó a quitarse su saco y luego su
camisa.
-Espera,..¡¿Por qué te quitas la ropa?!-.
Ante esa visión el rostro de la joven mujer enrojeció
completamente, por instinto desenvaino sus espadas y amenazó con ellas a Jean.
-¡Así que por fin muestras tus colmillos, Jean Nox Crow!-.
Con el filo de las dos armas en su cuello, el joven Vizconde
comenzó a intentar explicar la situación.
-¡No es lo que cree capitana! ¡Necesitamos cambiar de ropas
para confundir a los trolls!-.
-¡No te creo nada, solo quieres hacerme…-. La capitana
terminó su frase titubeando -... algo!.
-¡No es así! ¡Si solo viajáramos hombres no habría
problemas, los trolls solo nos pedirían oro para poder usar su ruta! ¡Pero si
hay una mujer hermosa con nosotros, toda la situación cambia, no quiero que
ellos se quieran pasar de inteligentes, sinceramente deseo evitar un
derramamiento de sangre innecesario!-.
-¿Mujer Hermosa? ¡No! ¡Sigues sin convencerme! Si lo que
buscas es engañarlos ¿Por qué tenemos que cambiar de ropa? ¡Un conjuro de
ilusión debería de ser suficiente!-.
La presión de sus espadas alrededor del cuello de Jean
aumentó.
-Eso no sería suficiente,.. Su dulce aroma femenino la
delataría-.
-¿Mi… dulce… aroma femenino?-.
Ahora no solo el rostro de la mujer estaba al rojo vivo,
también todo su cuerpo, su cabeza echaba vapor.
El Joven se tranquilizó lo más que pudo y respondió
-Así es, el olfato de ellos es excelente-.
-Entien..do-.
La mujer cayó derribada en su asiento, perdiendo
temporalmente la conciencia.
Unos minutos después…
-Jean Nox Crow, si volteas te mato-.
La fría voz de la joven mujer le dio una advertencia
innecesaria al Vizconde.
-Si, entiendo, no voltearé-.
Se detuvieron en un pequeño paraje y empezaron a cambiarse
de ropas, la capitana de mala gana aceptó ese plan.
Al final ella vestía las ropas escolares de él.
-Me queda un poco apretada tu ropa Nox-.
-Lo siento Capitana mi cuerpo es muy pequeño para mi edad… y eso no cambiará en el futuro-.
Jean respondió con una pequeña sonrisa forzada.
-¿ A qué te refieres?-.
-No es nada, no se preocupe, listo ya terminé-.
Jean ahora vestía un uniforme militar.
-“Ferus Ignis”-.
Al pronunciar su nombre mágico, todo su cuerpo se envolvió
en fuego, sus ojos, cabello, uñas e incluso su recién puesto uniforme se
tornaron rojos.
-Vaya, como siempre es impresionante que alguien de tu edad
pueda hacer eso-.
-Con voluntad todo se puede, capitana-.
Después de unos momentos Jean regresó a su anterior
apariencia.
-(Con eso deber ser suficiente para eliminar el aroma
residual en la ropa)-.
Con todos los preparativos listos subieron nuevamente al
carruaje y continuaron su camino.
-Y si este plan no funciona, ¿Que haremos? He escuchado
cosas malas de esa raza-.
La capitana seguía preocupada.
-No se preocupe capitana, no dejaré que le pongan ningún
dedo encima-.
La mujer guardo silencio ligeramente sonrojada. Jean decidió salir y acompañar al
conductor para alejarse de esa silenciosa e incómoda atmosfera.
No tardaron en divisar un inmenso puente de color blanco
hecho con materiales diversos, huesos gigantes, madera y metal.
Al pie de este había un asentamiento, el cual atravesaron
lentamente, casas construidas de piedra y madera con arquitectura extraña
llenaban el lugar.
Los pobladores de aquel lugar los veían sin quitar la
atención de ellos ni por un momento.
De facciones humanas pero toscas, de piel morena intensa
casi del color de la madera, robustos y altos de cerca de dos metros, vestidos
con ropas de cuero, colmillos largos sobresaliendo de sus bocas, manos con
largas y gruesas uñas como si fueran garras, algunos tenían un pequeño cuerno
en la frente.
Se trataba de puros trolls machos, armados con lanzas,
espadas y arcos, dentro del asentamiento también se podía ver armas de asedio.
Varios tenían vendas
en todo su cuerpo y rostros llenos de pesar, prueba de que estaban teniendo
tiempos difíciles.
Jean sabía que los trolls tenían una forma de gobierno de
Matriarcado sin embargo no pudo divisar a ninguna hembra en ese asentamiento.
Cuando llegaron a la entrada del puente un imponente troll
se puso enfrente del carruaje y los detuvo.
-¡Oh! ¡Alto ahí! ¡Díganme cual ser razón para venir aquí!-.
Jean se encontraba sentado a lado del conductor, lo que sirivió como medida para que el chofer no se asustara y saliera huyendo además para evitar alguna ofensa innecesaria.
-Les presento mis respetos, mi nombre es Jean, mi hermano y
yo, quien está dentro del carruaje nos dirigimos hacia la Ciudad Acorazada,
pasamos inicialmente por el Puente Azul, pero cuando llegamos había sido
completamente destruido, esa es la razón por la que venimos a este lugar-.
-¿Destruido? ¿Es verdad lo que hablas?-.
El jefe troll y los compañeros que le rodeaban se alarmaron
ante esta revelación.
-Sí así es, fue quemado hasta que no quedó nada-.
- Que triste, era puente bonito, aunque hecho por humanos,…
no importa más si querer pasar por aquí tener que dar algo-.
Los demás trolls rodearon el carruaje, uno joven y más
pequeño que los demás se acercó y miro a través de la ventana, después regresó y
le susurró al oído a su jefe, el cual también se asomó a la ventana.
La capitana no mostro ninguna reacción al ser observada detenidamente.
El jefe troll olisqueó el aire una y otra vez, pero con un
rostro de derrota se detuvo, se volvió hacia el subordinado que se le había
acercado antes y le propinó un golpe en la cabeza.
-¡Troll tonto! ¡Es macho, no hembra!-.
-¿Entonces que tendremos que pagar para cruzar?-.
Jean aprovecho la situación y lo distrajo oportunamente conteniéndose la risa.
-Ah… tener que pagar 50 monedas de oro cada uno-.
-¡Eso es un robo!-.
El conductor que hasta ahora estaba encogido de miedo, se
quejó ante el elevado costo del peaje.
El joven Vizconde golpeo el cuello del conductor levemente
con lo cual este se desmayó.
-No se preocupe con mucho gusto pagaremos, creo que es justo
ese precio dado los tiempos difíciles en los que nos encontramos-.
-Entonces firma aquí-.
El jefe troll le paso un trozo de papel y una pluma,
sorprendemente tenían alma de burócratas.
Después de firmar, les pagó lo acordado.
Sin más problemas cruzaron el puente, a lo lejos Jean pudo
ver y oir cómo, el jefe compartía su sabiduría con su subordinado.
-¡No con ojos, con nariz, troll tonto o caerás en una trampa!
¡ A mí pasarme en juventud!-.
una trampa!!!! jkajakjkajkajkajkaj
ResponderEliminarsabio Troll que no se deja engañar por trapitos
ResponderEliminarNo recuerdo que la magia de los traps fuese tan conocida en 2016
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