Novela ligera Nox Cap.2




Hola a todos, aquí  David A- Gato subiendo el segundo capítulo de la Novela Nox. Espero les guste.




Capítulo II

Laberinto, huesos y un minotauro

El siguiente periodo era libre, Jean decidió descansar así que salió al patio y encontró un gran árbol cercano al límite de los terrenos de la Academia, se recostó bajo su sombra y se durmió.

-Jean despierta, despierta- Saliendo de su sueño abrió los ojos y encontró a Laur quien estaba enfrente de él.- No falta mucho para que inicie la siguiente clase así que levántate dormilón. Toma este paño y límpiate la cara-.

A su lado se encontraban Liz y Lili las cuales por alguna razón intentaban contenerse la risa.

-Es que alguien te dibujó en todo tu rostro- Respondió Lili con ojos llorosos por la risa, al ver la cara de pregunta que el joven puso.-

-Observa- dijo al mismo tiempo que le pasaba un pequeño espejo. Viendo su rostro lleno de garabatos aceptó el pañuelo y se limpió la cara.

-¡¿Quién rayos me hizo esto?!- Jean se encontraba bastante enojado.

-Creo que esa personitas de ahí- Informó Liz señalando con el dedo atrás del árbol, donde tres figuras pequeñitas se asomaban, tenían el aspecto de niños muy pequeñitos de rostro tierno y orejas largas vestidos con una túnica simple de color amarillo, azul y verde respectivamente, en sus manos llevaban un pincel rústico y un pedazo de corteza de árbol que tenía encima sustancias de diversos colores que funcionaba como su paleta de pintor.

Ante la mirada amenazante de su víctima, salieron corriendo hacia el bosque mientras se reían. Jean intentó perseguirlas pero Liz lo agarró del hombro.

-Vamos no te enojes solo estaban jugando, además si quitamos la pintura de tu rostro esas trenzas en tu cabello se ven bien.- 
Dijo la señorita de cabello verde claro amistosamente, intercediendo por los pequeños niños.

-¿Trenzas? ¿Cuáles trenzas?- El joven nuevamente se miró al espejo el cual colocó en todos ángulos pudiendo comprobar que no sólo le habían pintado el rostro, sino que también habían hecho un montón de trenzas irregulares y de patrones difíciles con todo su cabello. Enojado intentó perseguirlos nuevamente pero Lili se puso enfrente de él.

-Sí, Liz tiene razón, solo estaban jugando- Lili se unió a su amiga- ¿Qué eran esos niños?- Preguntó inocentemente.

- Son duendes, espíritus elementales de la naturaleza del más bajo nivel, son inofensivos- Respondió Laur.

-Debemos ir a nuestra siguiente clase, Jean no creo que puedas deshacer esas trenzas, por el momento deberías esperar a que terminen las clases- Diciendo esto todos fueron a sus respectivos salones.

Desde luego que el joven no tenía la intención de ir de esa manera a sus clases, así que intentó desatarlas, pero eso resultó ser inútil, si quería arreglar su cabello necesitaría ayuda y mucho tiempo, a menos que quisiera arrancarse el cuero cabelludo.

En todo el currículo básico de primer año, solo le faltaban dos materias por conocer, una de ellas era Artes Marciales y la otra Alquimia.

El profesor encargado de Artes Marciales era un hombre de baja estatura y cuerpo delgado, a simple vista parecía una persona promedio.

Ante la mirada curiosa de todos, Jean aguantando la vergüenza acudió a su clase. Después de que el profesor titular se presentara, empezó a mostrarles las posiciones básicas del combate cuerpo a cuerpo.

El maestro Viler, dejó que sus asistentes continuaran la clase y se acercó a Jean.

-Me han contado de ti... ¿Qué rayos le pasó a tu cabello?- Preguntó el hombre de baja estatura ligeramente interesado.

-Por favor, no pregunté Señor.- Contestó el joven con ojos llorosos.

-Bueno dicen que los genios son excéntricos...- Después de eso el profesor le pidió que fuera su oponente de práctica y no se contuviera, no volvió a preguntar sobre el tema, algo que Jean agradeció desde lo profundo de su corazón.

Intentando no pensar en lo embarazoso de su situación y evitar las miradas de burla de sus compañeros siguió la sugerencia de su Profesor y se enfrentó a él exhibiendo sus habilidades de combate mano a mano. Lo que resultó ser en prejuicio de su situación pues atrajo a otros estudiantes y maestros.

La escena fue interesante y bizarra para todos los presentes los cuales no sabían si reír, llorar, o estar impresionados, ante lo intenso del sparring, el hecho de encontrar a uno de los dos contendientes con trencitas de todas formas, con la cara roja de la pena y al borde de las lágrimas les hacía dudar de que elegir.

La siguiente clase fue Alquimia la única que les faltaba conocer, aparentemente la misma anciana que les dio su primera clase también impartía esta materia, se apellidaba Gray.

La anciana Profesora entró acompañada de dos jóvenes cada uno de los cuales cargaba una pila de libros, después de que colocaron los libros sobre su escritorio, se despidieron con una reverencia.

La Profesora Gray pasó lista de asistencia, después tomó tres libros y se los entregó a una de sus compañeras de clase, repitió el proceso con dos personas más, regresando a su escritorio la anciana tomó la torre de libros que quedaban y se dirigió hacia el asiento de Jean quien estaba recostado inerte sobre su escritorio con la mirada perdida.

-Joven Nox, tenga estos libros estúdielos todos por favor- Al mismo tiempo de decir eso la maestra de alquimia asentó los libros sobre el escritorio del joven.

Jean por reflejo movió su cuerpo para no ser aplastado por esa torre de libros.

-Pero ¿por qué? Son demasiados- se defendió Jean, su humor estaba en el espectro más bajo de emociones en ese momento, así que se quejó sin querer.

-Así que se atreve a contestarle a una profesora- La anciana lo miraba severamente.

-No Madame, los leeré apropiadamente, gracias por tomarse la molestia de prestármelos.- Rápidamente se disculpó en el tono más respetuoso que pudo, su instinto de peligro inminente se activó.

La anciana Gray no hizo ningún comentario sobre el cabello del Joven, en su larga vida había visto muchas cosas excéntricas, extravagantes y/o raras, algo como lo de él seguía entrando en su rango de normalidad por un margen muy amplio.

El tema de esta clase fue de los principios básicos de la Alquimia.

-Los alquimistas obtienen su poder de la tierra, cuando digo tierra no me refiero al elemento natural sino al mismo planeta, la teoría de Gaia sostiene que el mundo está vivo y como tal tiene un cuerpo y un alma, así como existen las líneas de Ley que son muy útiles para la magia y los ojos espirituales, también existen corrientes de otro poder llamadas las serpientes de la vida que se extienden en todo el mundo, son estas de las cuales los alquimistas tomamos nuestro poder- La profesora dio una sencilla explicación de la teoría después se dirigió hacia los estudiantes.

-Señorita Lay, dígame como se llama la energía que usa la alquimia-.

-...Esa sería drana- contestó la estudiante con confianza.

-Bien, y cuál es la diferencia entre la alquimia y la magia.- La anciana continuó presionando.

-La alquimia funciona de acuerdo a las reglas físicas naturales del mundo, en cambio la magia no está atada a las reglas naturales-.

- ¿Podría dar un ejemplo?- Continuó la profesora, pero en esta ocasión la señorita Lay no pudo contestar.

La maestra Gray le hizo la misma pregunta a las otras personas a las que les había entregado libros personalmente para que estudiaran, haciéndolos pasar al frente de la clase, aunque lo intentaron no pudieron dar un ejemplo conciso, finalmente le tocó su turno a Jean.

-Bueno...un ejemplo.- Después de pensar unos segundos el joven respondió- Observen esto- levantó ligeramente la palma de su mano derecha a la altura de su pecho de la cual salió una flama que se mantuvo encendida

-Como mi compañera dijo la magia no está atada por las leyes físicas, ese es el caso de esta flama, la cantidad de oxigeno o el combustible no alteran la existencia de esta llama, solo el maná suministrado importa. -

-En cambio con la alquimia y el uso del drana, para crear fuego se necesitaría para empezar combustible- tomó una hoja de papel de sus bolsillos con su mano izquierda y la hizo una bola.

-Haciendo uso del drana se haría vibrar las partículas del combustible para crear calor después se necesitaría aumentar la concentración de oxigeno cerca del objetivo si se está en un nivel bajo, para producir el fenómeno de combustión- Diciendo esto la bola de papel se empezó a quemar.

-Una vez que el combustible se acabe o no haya más oxigeno suficiente, el fuego desaparecerá.-

El papel se consumió totalmente.

- Pero si eso es así no significa que la magia es mejor- La señorita Lay preguntó con interés.

-Oh, ya veo, así que cree que la magia es superior a la alquimia señorita.- El tono de la profesora Gray era glacial.

Viendo esto Jean decidió intervenir, sentía pena por la pobre Señorita.

-Nada que ver, a cambio de restricciones, la alquimia tiene el poder bélico más poderoso de todas las artes, los alquimistas más poderosos sobre todo los que tienen un nombre alquímico, pueden replicar desastres naturales como huracanes, maremotos, terremotos o tornados, también podrían alterar las corrientes marinas o de aire del mundo-.

El joven Vizconde quiso alegar al lado bueno de la profesora Gray con su respuesta y afortunadamente funcionó, ella parecía complacida y decidió ignorar a la joven estudiante.

La señorita Lay se quedó en silencio durante el resto de la clase, evitando situaciones como la anterior.

Todo terminó tranquilamente. Al sonar la campana Jean decidió esperar a que la mayoría saliera, cuando estaba a punto de salir cargando los libros prestados alguien lo detuvo desde atrás tomándolo de su camisa, cuando volteó vio a su compañera Lay.

-Gracias por ayudarme con la profesora y....y te ves bien con ese peinado- después de decir eso la joven salió corriendo.

-Síp, definitivamente tengo que hacer algo con este cabello.- El joven dio una réplica vacía.

Jean había planeado tomar el resto del día para arreglar la broma de esos pequeños duendes, iría a su habitación y no saldría hasta que todo se hubiera solucionado, caminando por los pasillos a toda velocidad ignoraba las miradas curiosas y comentarios de los demás estudiantes, de vez en cuando escuchaba decir a algunas señoritas que se veía lindo.

Dejó los libros que la profesora Gray le había dado en su casillero, luego regresaría por ellos.

Cuando estuvo a punto de salir del edificio central para dirigirse a los dormitorios se encontró con la profesora Seyd, intentó pasar a su lado ignorándola a pesar de lo irrespetuoso que pudiera ser esto, pues no quería pasar más tiempo en ese lugar.

-Cof, cof, cof ¿Por qué? Cof- Al intentar pasar a su lado la Profesora Seyd lo jaló del cuello de su túnica, deteniéndolo en seco, desencadenando la reacción fisiológica de toser.

-Tu cabello, ¿te lo hicieron duendes?- Preguntó la Mujer elfo, sin soltarlo.

-Cof, si...¿Podría soltarme, por favor?- Pidió débilmente el Joven, pues le faltaba el oxígeno.

-Déjame ayudarte, si no, no podrás desatarlo adecuadamente. Sígueme.- Le indicó la profesora soltándolo.

La mujer elfo lo llevó a la sala de reunión de profesores donde no había nadie, le hizo tomar asiento y después de extender su cabello empezó a desenredarlo, ante este acto el cuerpo del Joven empezó a temblar levemente, por lo general no le daría la espalda a alguien; sin embargo no sentía malas intenciones y desde que necesitaba ayuda tendría que aguantarse, definitivamente, pero definitivamente no tenía nada que ver con que se sintieran bien las manos de la mujer al pasar por su cabello.

-Dime ¿tú llamaste a los duendes que te hicieron esto?- La Profesora inició la conversación.

- No, yo estaba durmiendo a la sombra de un árbol cerca de los límites de los terrenos de la Academia, cuando desperté, tres pequeños duendes me habían pintado el rostro y jugado con mi cabello. Cuando los atrape les enseñaré cariñosamente a no hacerle eso a las personas- El tono del joven no era para nada cariñoso.

- Toda la isla está en un ojo espiritual, debido a eso hay muchos espíritus de bajo nivel que deciden establecerse aquí en vez del Reino espiritual.- Las manos de la profesora con destreza deshacían las trenzas de complicados patrones.

-Sin embargo los espíritus desconfían de los seres de este mundo, solo confían en los de su misma clase así que es muy raro que se acerquen a alguien. Los que viven aquí por lo general se quedan dentro del bosque.-

La joven elfo ya había deshecho todas las trenzas, pero sacó un peine de su pequeño bulto y empezó a peinar el cabello del joven, el cual era particularmente largo para un varón casi a la par con el de una doncella, se lo había dejado crecer por su significado espiritual y ritual según las enseñanzas de sus maestros, por lo general lo ocultaba dentro de su túnica, ante este intimo acto el cuerpo de Jean se estremeció.

-Los espíritus tiene una regla no escrita, los de más alto nivel protegen y enseñan a los de más bajo nivel, pero desde que rara vez espíritus de alto nivel aparecen en este mundo, es difícil para ellos encontrar guía-.

-Sabe mucho acerca sobre el tema profesora- Dijo Jean con admiración.

-Gracias. Tomando en cuenta todo esto, por qué tres duendecillos se acercarían a alguien que no los llamó, aunque es casi imposible mi intuición me dice que podría ser debido a que encontraron algo o alguien que les llamo la atención, es sentido común que los espíritus son atraídos por otros...-

La profesora con actitud risueña finalizó su frase susurrándola al oído del Joven, al mismo tiempo que olfateaba su cuello, la temperatura del joven aumento drásticamente, él sabía que la conversación se estaba dirigiendo a un punto peligroso, había cosas que se podrían justificar con la palabra genio pero había otras que no, después de todo cualquiera que haya pasado tantos años en "ese" lugar no encajaría en los estándares del mundo exterior, su mente le decía que huyera de ahí rápidamente, pero los instintos biológicos de un joven saludable de dieciséis años sacaron lo mejor de él manteniéndolo pegado a su asiento, había caído en una de las emboscadas más viejas de la historia una "trampa de miel".

Sin notar la pelea interna del Joven, la profesora añadió:

-¿De casualidad tienes un nombre espiritual...?.

Al final el instinto de peligro ganó, rápidamente levantándose de su asiento se volteó para encarar a la profesora pero tropezó, las dos personas cayeron al suelo, el rostro de Jean para bien o para mal, no, definitivamente para bien, se hundió en el abundante pecho de la profesora, el largo cabello de la profesora y el suyo se mezclaron, formando una escena de negro y dorado, por unos segundos no se movió, todo hubiera sido perfecto para el joven si no fuera por lo que pasó a continuación.

La puerta se abrió y la peor persona que él pudiera pedir, hizo acto de presencia. La capitana Maeru se encontraba en medio del portal observando la escena completamente en shock.

-...Esto no es lo que parece Capitana, puedo explicarlo.- Jean Intentó defenderse, dando la excusa más vieja e inútil de la historia.

- Por favor, dígale profesora Seyd.- Pidió ayuda a la única persona además de él que sabía lo que había pasado.

-Yo...nunca me.... tocado...hombre- El rostro de la Mujer Elfo se sonrojó, se veía totalmente apenada.

-(¡¿Qué diablos pasa contigo?! ¡Hace unos momentos actuabas toda seductora y ahora esto! ¡Ahora si estoy bien muerto!)- Este era el monólogo interno del desafortunado joven.

Ante esa desenlace el shock de la capitana Maeru se elevó a la décima potencia, toda la sangre abandonó su rostro quedando totalmente pálida e inmóvil, parecía un estatúa de mármol.

Viendo la oportunidad de escapar Jean salió corriendo de la zona de peligro, lágrimas se le escapaban de sus ojos, mientras decía:

-"¡No es lo que parece!"-.

Llegando a su habitación el joven se encerró poniendo varios encantamientos y conjuros, para que nadie pudiera entrar. Se acostó en su cama y empezó a murmurar.

-¡¿Qué pasa con este lugar?! Sólo llevo dos días y ya estoy hecho polvo. La capitana me va a matar... únicamente espero que sea piadosa-.

Estuvo en vela toda la noche esperando su final.

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La mañana siguiente prosiguió tranquilamente, ningún rumor raro fue esparcido como Jean temía, en el mejor de los casos solo había quedado entre tres personas, la profesora elfo, la capitana y él mismo.

Los profesores de Artes Marciales y Pelea con Armas, siguieron tomándolo como compañero de entrenamiento, la Profesora de Alquimia seguía añadiendo libros a su lista.

Durante la clase de la profesora Seyd, ella lo evitaba y se sonrojaba cada vez que lo miraba.

Durante la clase de Técnicas Espirituales, el profesor les entregó una caja a cada estudiante dentro de la cual se encontraba un títere simple de madera, el objetivo era hacer que el muñeco se mueva usando ectoplasma, lograr que la muñeca se pusiera de pie era lo ideal, sin embargo la caja que le tocó a Jean no contenía una muñeca, cuando la abrió encontró un esqueleto entero, que el dudaba que fuera artificial y con fines educativos, cunado volteó a ver a su taciturno Profesor comunicándole con la mirada si hablaba en serio, él solo le asintió levemente.

Moviendo su cabeza de un lado a otro Jean intentó negarse, pero el hombre seguía insistiendo en silencio. Así que hizo lo que se le indicó pero inmediatamente se arrepintió. Todos los huesos se reacomodaron en su lugar y empezaron a moverse, antes que pudiera salir de la caja el joven volvió a taparla y colocó la parte superior de su cuerpo conteniendo al esqueleto animado que amenazaba con salir, afortunadamente nadie vio los contenidos de su caja.

Durante los descansos intentaba salir del edificio central por temor de encontrarse a la capitana Maeru. Así que decidió almorzar en el mismo árbol de ayer, con la intención de atrapar a eso pequeños espíritus que habían causado este desastre.

En el camino se encontró a Laur, Lili y Liz, que decidieron acompañarlo. Todos decidieron comer en el mismo lugar.

-Te veías mejor ayer, ese estilo te quedaba mejor.- Comentó despreocupadamente Laur.

-Por favor no me lo recuerdes, tuve muchos problemas por culpa de esos pequeños, si los veo...- Dijo Jean mientras retorcía un pañuelo violentamente que funcionaba como servilleta.

-No les hagas nada, pobrecitos- Pidió Lili con ojos suplicantes.

-Ellos no tenían malas intenciones- añadió Liz.

- Sé que no tenían malas intenciones, si las hubieran tenido me habría dado cuenta, pero aun así no deben hacer esas cosas- 
Contestó el Joven agraviado, su enojo se había controlado un poco al ver la actitud de sus compañeras.

Continuaron comiendo y platicando de cómo les había ido en las clases de la mañana, aparentemente todas habían podido hacer mover a sus muñecas de madera.

Mientras estaban en eso, tres pequeñas figuras se asomaron, se trataba de los tres duendecitos, que los observaban con miradas tiernas.

-Miren, ahí están los duendecitos- Señaló Liz.
Jean pensó en darles una lección pero al verlos, desistió de su empresa, tomando una manzana la corto en varios pedazos.

-Vengan no les haré nada, olvidemos el pequeño incidente de ayer- El joven extendió su mano invitándolos a comer, los duendecitos se acercaron corriendo, tomaron los pedazos de la fruta y se sentaron a comer junto con ellos.

-¡Kya! ¡Que lindos!- Dijeron al unísono las tres señoritas.
Lili la más cercana a ellos se acercó con la intención de abrazarlos, al ver esto, los tres pequeñines se escondieron detrás de Jean.

-¡Kya!-Las tres señoritas volvieron a gritar al unísono al ver sus reacciones.

-Parecen niños que se esconden detrás de su madre.- Señaló Laur.

-Pero ¿por qué nos tienen miedo?, yo quiero abrazarlos.- Preguntó Lili con el deseo en sus ojos.

-Los espíritus son desconfiados ante los demás, ya es bastante bueno que podamos verlos tan de cerca- Intervino Liz.

-Pero, pero, parece que no le tienen miedo a Jean, ¡eso es injusto!, yo también quiero estar cerca de ellos.- Se quejó Lili.

-Probablemente es porque Jean se ve bastante inofensivo o tal vez porque les recuerda a su madre, o quizá porque tienen la misma edad mental o algo así.- Dijo alegremente Laur, mientras tenía su mano izquierda en su barbilla en actitud pensante.

- Ahh, en realidad no sé qué decir a tu comentario- Jean tuvo problemas al responder pensando si Laur se estaba burlando de él o lo estaba alabando sinceramente, ese sentimiento se volvió más confuso cuando Lili y Liz estuvieron de acuerdo con las palabras de la señorita rubia.

Las tres señoritas desistieron en querer abrazar a los duendecillos, y solo veían con ojos de envidia como los pequeñines se subían encima de las piernas, hombros o cabeza de Jean mientras jugaban y le pedían más comida con señas al joven.

Regresando a clases todo procedió sin problema, Jean no se encontró a la profesora Maeru, como temía.

Decidió ir nuevamente al centro de la ciudad, cuando estaba dejando la escuela se topó a las tres L, Laur, Lili y Liz. Las cuales después de interrogarlo terminaron acompañándolo.

Fueron a la misma cafetería a la que había ido por primera vez, después de elegir una mesa y tomar asiento, pidieron té frío y galletas.

-Saben escuché de una fuente confiable que un estudiante atacó a la profesora Seyd pero la profesora Maeru llegó a tiempo antes de que algo más pasara- Inició la conversación Laur con el tópico que menos quería escuchar Jean.

-Pfttt, cof, cof- El joven había empezado a tomar su té frío cuando escuchó el comentario de su compañera, el cual hizo que se atragantara con su bebida.

Viendo su reacción las tres señoritas voltearon a verlo. 
Presionado por esas miradas, Jean pensó que la intuición de las mujeres podía ser en ocasiones peligrosa así que rápidamente pensó en algo que decir.

-Eso... es terrible, como puede alguien hacer...algo así.- Su comentario iba dirigido a intentar justificar su sospechosa reacción.

-Si tienes razón eso es terrible, es cierto que la profesora Seyd es hermosa, pero no es justificable hacer algo así.- Liz se veía indignada.

-Mi abuela siempre me dijo que todos los hombres son lobos vestidos con piel de oveja y que siempre hay que tener cuidado con ellos- Lili aportó sabiamente su grano de arena a la conversación.

- Lo siento Nox, no es nada personal.- Añadió volteando a ver al joven.

-No te preocupes Sanctus, la cautela nunca esta demás en una doncella.- Jean intentó responder lo más neutralmente posible.

-Laur ¿dónde escuchaste eso?- El Joven quería saber más sobre el asunto pues podía terminar en un asunto de vida o mucho, mucho dolor.

-¡Oh! eso se lo escuché decir a la profesora Maeru, bueno más bien la escuché mascullar y maldecir, decía algo como "ese sujeto, a pesar de ser un estudiante, poner sus manos en la profesora Seyd, si no hubiera llegado..." y otras cosas que no quiero decir.- Laur parecía muy animada con ese tipo de conversación.

-¿Y qué más? ¿Lograste saber quién era ese estudiante?- Lili y Liz urgían a la señorita rubia para que contara más cosas sobre ese asunto completamente interesadas.

-Bueno, cuando le intenté preguntar a la profesora Seyd- Laur intentó continuar su conversación pero fue interrumpida.

-Pftt, cof, cof- Por segunda ocasión Jean se atragantó con su té.
Las tres volvieron a verlo sus miradas eran más penetrantes que antes.

-Este té está muy frío, creo que debí pedir otra cosa- Su argumento de defensa era muy débil, pero las señoritas lo ignoraron y continuaron su conversación.

-(Una vez más que pase algo así, sospecharan, debo tener cuidado.)-

Esos eran los pensamientos del Joven.

- Como dije cuando le pregunté a la profesora Seyd ella sólo se apenó y no me quiso contestar, probablemente...- Laur se puso en actitud pensante- no, no creo a menos que la profesora Maeru no haya llegado a tiempo...- Añadió suavemente mientras murmuraba sus pensamientos.

-¿Te refieres a que el estudiante la, la....tomó?- Lili también vociferó sus pensamientos con su rostro totalmente rojo.

-Pftt, cof, cof- Jean por tercera vez se atragantó con su bebida.

Las tres señoritas voltearon a verlo con brillo asesino en sus ojos.

-...La Profesora Seyd es una invocadora de primer nivel, un estudiante no tendría oportunidad de obligarla a hacer algo así, probablemente como es un tema muy delicado ella no quiere hablar de eso- La voz de Jean era muy débil y totalmente a la defensiva.

-No deberíamos ahondar en esto más, además, además, si alguien escucha este rumor sin saber que realmente pasó hay personas que podrían dudar del honor de la profesora Seyd, y nadie quiere eso-. Intentó convencerlas de desistir en este tema.

Después de unos momentos.

-Si concuerdo contigo, lo siento mucho me dejé llevar- Laur se disculpó- estoy segura que la Academia se encargará de esto, así que cambiemos de tema.- añadió la joven.

Las otras dos señoritas también estuvieron de acuerdo.

Liz alzó su mano y empezó a hablar para cambiar la conversación.

-Hoy vi algo raro en el Salón de Profesores, cuando estaba pasando por ahí vi como un esqueleto salió corriendo de él, mientras el profesor Nirven lo perseguía, después lo atrapó y lo volvió a meter en el salón.

-Que susto- comentó Lili.

-Sí, me quedé petrificada un buen rato.- aceptó Liz.

-Vaya, esta ciudad está fundada en un lugar con gran poder espiritual, además debajo de la misma hay ruinas antiguas, no sería raro que algún esqueleto haya cobrado vida y salido de ahí.- Comentó Laur, intentando asustar a Lili.

-¡No digas eso me da mied!o- Se quejó la señorita antes mencionada.

Por su parte Jean evitó hacer comentarios, estaba casi seguro que el esqueleto de la historia de Liz era el mismo que le había entregado el profesor Nirven en la mañana.

Antes de que se pusiera el sol regresaron a la academia, al llegar los cuatro se despidieron y fueron a sus respectivos dormitorios.

Cuando Jean llegó a su habitación se dio un baño y se cambió de ropa, después empezó a leer los libros que la profesora de alquimia le había dado, el profesor de Magia también hizo lo mismo así que el joven tenía una torre de cerca de treinta libros para leer.

Pasadas unas horas sacó una navaja del cajón de su escritorio y seis pequeños trozos de madera los cuales talló hasta que tres tomaron la forma de mariposas y los otros tres de aves, abrió la ventana de su habitación, mordió su dedo índice para hacerlo sangrar y colocó una gota de su sangre en cada ave de madera, las cuales se volvieron totalmente oscuras y empezaron a mover sus alas.

-Vayan, sean sigilosas y luego informen lo que vean- Después de que las aves salieron por la ventana, el joven se acostó a dormir.
A la mañana siguiente las imágenes que las tres aves mostraron fue algo que Jean ya había leído en los periódicos, el robo de piedras mágicas, en la noche anterior fueron robadas dos tiendas más.

El joven decidió investigar eso recordando lo que la Duquesa le había comentado, que había algo pasando en la ciudad que posiblemente estaba relacionado con el Imperio.

El resto de la semana pasó rápidamente sin muchos cambios en su rutina, salvo por que él se escondía de la capitana Maeru, y la profesora Seyd lo ignoraba durante sus clases.

Sabía que tenía que arreglar eso en algún momento.

En el día de Venus cuando las clases terminaron y se dirigía a su dormitorio, la profesora Seyd le habló.

-Joven Nox, espere por favor. Quisiera informarle que referente a la situación anterior relacionado con usted, la profesora Maeru y yo, ya ha sido esclarecido. También quisiera disculparme por no haberlo solucionado antes y haber estado ignorándolo durante las clases, esa actitud podría haber hecho que se retrase con respecto a sus compañeros, aunque no creo que ese sea el caso.- La profesora Elfo ya había recuperado su actitud risueña.

-Así que me gustaría que asistiera a una clase especial el día de mañana a las ocho horas, nos veríamos enfrente de la Academia si es que lo desea-.Añadió.

Para Jean las palabras que la profesora dijo eran mágicas, le habían quitado un gran peso de encima, estaba rebosante de felicidad, rápidamente se acercó a la elfo y con ojos llorosos la tomó de las manos.

-Muchas gracias Profesora, temía lo que la capitana Maeru me pudiera hacer, pero ahora puedo estar tranquilo. Puede contar conmigo para esa clase especial.-

Después de decir eso salió del salón mientras se limpiaba las lágrimas de felicidad.

A la mañana siguiente Jean asistió puntualmente al lugar indicado, cinco personas ya se encontraban ahí, cuatro eran estudiantes, uno de los cuales era Liz, la otra persona era la profesora de ojos y cabello gris, la cual se le acercó con cara de pocos amigos.

-Buenos días Ca..profesora Maeru- saludo el joven nerviosamente.

- Sobre lo de la vez pasada...- Intentó verificar si la capitana ya estaba tranquila pero fue detenido a media frase.

-No digas nada, la profesora Seyd ya me explicó que fue un accidente, de todos modos no es como si me importara.- Dijo con el tono más frío que le era posible usar.

Jean solo se pudo reír nerviosamente.

También se acercó a saludar a Liz la cual le preguntó en voz baja si había hecho algo para molestar a la profesora, a lo que él contesto que no estaba seguro.

Diez minutos después llegó la profesora Seyd, la cual los dirigió fuera de los terrenos de la escuela hasta un pequeño claro rodeado de árboles dentro del bosque.

Después de que todos se sentaron como la profesora indicó la sesión de recuperación dio inicio.

-Como todos saben en esta isla fluye un gran poder espiritual, por lo cual es hogar de muchos de esos seres. La sesión de hoy será llamar a un espíritu, pueden usar el método que quieran siempre y cuando no causen daño-.

Dos señoritas dibujaron cada una un círculo mágico e iniciaron sus invocaciones.

-Oh soplo divino, cuyo hogar está en los grandes vientos, acude a mi llamado y libera un vendaval- Un remolino de viento se manifestó y en medio del círculo mágico apareció una pequeña hada de color verde, pequeña como de quince centímetros, y alas transparentes como de libélula.

-Muy Bien Señorita Rais, invocó a una sílfide de manera exitosa- La profesora Seyd le felicitó con amabilidad.

-Antiguos habitantes de mares y ríos, escuchen mi humilde llamado, y viertan sobre mi sus bendiciones- La segunda señorita colocó un cuenco con agua dentro del círculo del cual se formó una figura femenina.

La estudiante que se apellidaba Als también recibió elogios por parte de la mujer elfo.

El tercer estudiante era un joven corpulento que se apellidaba Rarte, el cual también dibujó un círculo mágico.

- Gran guardián ancestral, que habitas en la tierra, atiende a mi súplica y sé mi escudo.- Aunque menos vistoso en medio del tercer circulo apareció una figura de forma humanoide totalmente formada de tierra.

Cuando le tocó el turno a Jean ya tenía a tres pequeños encima de su cabeza.

Viendo a Liz muy nerviosa el joven vizconde habló con ella, y descubrió que la señorita quería realizar un baile y ofrecérselo a los espíritus, una práctica que era común de donde venía, el problema es que se le había olvidado el asunto de la música y por eso no sabía qué hacer.

-Profesora Seyd ¿Podríamos realizar un ofrecimiento entre mi compañera y yo?- A Jean se le había ocurrido una idea.

-No tengo nada en contra, de hecho sería algo interesante.- Contestó la profesora.

Jean y Liz se pusieron de acuerdo, él cantaría y ella bailaría al ritmo de su canción.

Después de poner todo en su lugar, el joven comenzó a cantar y la joven comenzó a bailar.


♪♫-Las hojas se marchitan-.♪♫

♪♫-El viento las lleva-. ♪♫

♪♫-La lluvia su ser lava.- ♪♫

♪♫-El fuego su existencia borrará -♪♫

♪♫-Y la tierra su recuerdo sepultará-♪♫

♪♫- Y te entristeces porque te recuerda tu propia realidad-♪♫

♪♫- Y te entristeces porque te recuerda tu propia realidad.- ♪♫

♪♫-No llores y deja de ver-♪♫

♪♫- No llores y cierra tus ojos-.♪♫

♪♫-La muerte solo es aparente-♪♫

♪♫-Siente la vida alrededor de ti-.♪♫

♪♫-El sol sale siempre-.♪♫

♪♫-Las estaciones se repiten sin cesar-.♪♫

♪♫-Tu propio ser es eterno.- ♪♫

♪♫- Dime entonces ¿dónde la muerte está?- ♪♫

♪♫-Tu ser es eterno, solo la vida es real.- ♪♫

♪♫-Tu alma es eterna esa es la verdad-.♪♫

♪♫-Entonces ignora lo aparente de tu realidad-.♪♫

♪♫- Entonces dime ¿dónde la muerte está?- ♪♫

♪♫- Medita en la oscuridad para calmar tu adolorido ser-♪♫

♪♫-Después vuélvete y observa la salida del Sol-♪♫

♪♫- Y entonces-♪♫

♪♫-Solo entonces-♪♫

♫- Sonríe una vez más-♪♫

♪♫-Luego respóndeme-♪♫

♪♫- ¿Dónde la muerte está? -♪♫

Mientras Jean cantaba la triste y melancólica melodía, Liz realizaba movimientos suaves, ligeros y humildes. 

Contorsionaba ligeramente el cuerpo, mientras tomaba una posición en actitud de súplica al mismo tiempo que lágrimas se caían desde sus ojos, estiraba su cuello, brazos y manos haciendo giros amplios y aun así llenos de paz sobre su propio eje como un hermoso vals.

Cuando la melodía terminó ella había completado una vuelta entera alrededor de donde estaban sus ofrendas, que era una pequeña y humilde mesa improvisada de piedras y madera adornada con flores silvestres y muchas frutas.

Varias esferas de Luz blanca habían aparecido alrededor de donde estaban, y varios duendes vestidos con túnicas de distintos colores y algunas hadas rodeaban el claro donde se encontraban los ejecutantes y los espectadores.

Nadie se atrevía a romper la sublime atmosfera del lugar.


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Al día siguiente Jean decidió investigar cierto asunto que lo estaba incomodando, siendo un día libre quería aprovecharlo al máximo así que desde muy temprano fue al centro de la ciudad.

Su intención era visitar las tiendas donde se vendían piedras mágicas.

Se puso ropas que no delataran su identidad como estudiante de la prestigiosa Academia del Sol, aunque su atuendo era simple, no se le olvidó cubrir parcialmente su rostro.

-Vamos, ¿no tendrá algunas piedras de fuego que le queden?- Preguntó el joven con insistencia al vendedor.

-No hay, debido a los robos existe un gran desabasto y no sé cuándo vaya a haber- Respondió el hombre de negocios.
-Mejor intenta en otro lugar, aunque va a ser difícil.-Añadió el hombre.
-Gracias entonces- Se despidió Jean.

La verdadera meta del joven era buscar un lugar donde aún tuvieran piedras mágicas, pensó que había una alta posibilidad de que las personas que habían estado robando aparecieran en ese lugar, ya había visitado ocho tiendas y ninguna parecía tener nada.

-(Si lo que pienso es correcto, algún grupo está reuniendo esas piedras para usarlas como combustible a fin de mantener un ritual que consume demasiada energía, los robos han estado ocurriendo desde hace tres meses, así que ya deben haber reunido una gran cantidad y aun así no se han detenido, sea lo que sea que se esté llevando a cabo en esta ciudad, no creo que sea nada bueno)-Esta era la línea de pensamiento del joven.

Cuando se encontraba cerca de la novena tienda pudo observar algo fuera de lugar, el aparador de cristal donde se exhibían sus productos, fue roto en pedazos desde dentro por el cuerpo de un hombre, vestido con una simple armadura de cuero y con una espada corta en la mano, que salió volando, después de chocar contra el suelo no se movió.

Acto seguido tres sujetos salieron del lugar y corrieron hacia distintas dirección, todos tenían cubierto el rostro y llevaban una bolsa en sus manos, probablemente se trataba del botín.
Viendo esta escena Jean decidió perseguirlos, eligiendo a la persona más próxima.

-Pequeñas mariposas, persigan a la distancia a esas personas- Sacó dos mariposas de madera y colocó una gota de sangre en cada una, después de esto empezaron a moverse y tomaron un color azul claro.

Siguió persiguiendo al ladrón que había elegido, el cual al percatarse de la situación aumentó su velocidad y se subió al techo de las construcciones brincando de una a otra, buscando perder a su perseguidor.

Cuando el bandido se dio cuenta que sería difícil escapar de esa manera, se detuvo y atacó a Jean con una bola de hielo que conjuró, el joven la esquivó.

-(Esto no terminará bien, será mejor dejarlo escapar y seguirlo para encontrar su escondite, si lo atrapo los demás estarán alertas y será más difícil descubrir que planean).-Teniendo eso en mente, el joven creó un arco de fuego y soltó una flecha con dirección a la bolsa que sostenía el ladrón.

Al impactar la flecha de fuego incendió la bolsa, la cual dejó escapar su contenido, las piedras mágicas se esparcieron por todo el lugar.

-¡Maldito! ¡¿Cómo te atreves?!- El hombre se enfureció pero viendo el resultado decidió que no tenía caso pelear con su perseguidor, así que le dio prioridad a escapar.

Por su parte Jean lo dejó huir, cuando ya estaba a suficiente distancia el ladrón, el joven usó una tercera mariposa para perseguirlo, lo único que le preocupaba es que cuando esquivó el ataque de su enemigo, su capucha se deslizó dejando al descubierto parte de su rostro.

Recogiendo las gemas mágicas, regresó a la tienda.
Se había reunido una muchedumbre, varias personas estaban hablando sobre lo ocurrido.

El hombre que al parecer era el guardia de la tienda, estaba siendo atendido por dos sanadores que le aplicaban magia curativa.

Mientras un caballero con una armadura plateada interrogaba a otra persona (probablemente un trabajador de la tienda), acerca del suceso.

Después de que la muchedumbre se dispersó y el investigador se retiró, Jean entró a la tienda y pidió hablar con el gerente, insistiendo que era importante.

Después de un rato, un hombre que se presentó solo como Robert lo recibió en un pequeño cuarto, detrás de la tienda.

-Buenos días, extraño, ¿dime por que deseas hablar conmigo?, el tiempo es oro así que se rápido y breve.- El dueño de la tienda era un hombre aproximadamente en la segunda mitad de sus treinta, cabello café obscuro, ojos del mismo color, de complexión delgada y facciones simples. Dos hombres armados se encontraban detrás de él.

La razón por la cual fue llamado extraño fue debido a su vestimenta, que le cubría parcialmente el rostro.

-Bueno, creo que esto es de usted- Jean sacó de las bolsas de su ropa todas las gemas que había recuperado de uno de los ladrones.

Al verlas los dos hombres que se encontraban detrás del dueño de la tienda, hicieron ademan de desenvainar sus espadas.

-Tranquilícense- Robert dio esa simple orden y los hombres se detuvieron.

-¿Podrías explicarme esto?-El dueño preguntó a Jean al mismo tiempo que señalaba las gemas.

-Da la casualidad que pasaba por aquí y vi a tres ladrones, así que decidí seguirlos, pero cada uno se fue por su lado, aparentemente sabían lo que hacían- El joven sonaba como si se estuviera burlando de la situación.

-Así que únicamente pude seguir a uno y le quité las gemas que llevaba.-Añadió en el mismo tono el Joven.

-¡Oh! eso es algo... desde que los tres eran magos...debió ser difícil, aunque solo trataras con uno-El tono de Robert era de ligera sorpresa.

-Un poco, pero en realidad no hice mucho, al final lo dejé escapar-Jean no comentó los detalles de ese encuentro.

- Sea como sea, me imagino que querrás una recompensa por tus acciones ¿me equivoco?, pero dado que no atrapaste a ningún ladrón, la recompensa que te podríamos dar sería mínima- Declaró el comerciante.

-Entiendo, como dije "lo dejé escapar", pero si hubiese tenido una razón para atraparlo lo hubiese hecho, ¿sabe a qué me refiero señor mercader?-El joven también respondió con una pregunta.

-Jaja, ya veo eres un mercenario buscando trabajo, pero ¿por qué crees que contrataría a alguien como tú?- El tono del comerciante se volvió menos tenso.

-Bueno tiene razón, después de todo, los mercenarios no son vistos con buenos ojos por la mayoría de las personas. Además esta ciudad tiene sus propios caballeros con su gran sentido del honor, valor y dedicación para proteger a los demás, por eso son queridos por todos.- A pesar de sus serias palabras Jean seguía hablando con ligera burla.

-Pero usted y yo sabemos cómo funcionan realmente las cosas... el oro mueve al mundo-.

-Si los caballeros se sienten traicionados decidirán proteger su honor e irán en contra de sus órdenes, pero los mercenarios como yo, siempre y cuando se nos pague el precio adecuado no dejaremos que cosas como el honor nos interrumpan en lo que hallamos convenido con nuestros clientes, en pocas palabras somos más confiables que cualquier otra persona, al fin y al cabo cumplir con nuestros contratos al pie de la letra es nuestro código, si no lo hiciéramos así no conseguiríamos empleo.-El tono del joven se volvió serio.

-Además no es como si los caballeros de Ciudad Lux hubieran avanzado en su investigación, al paso que va el gremio de comerciantes solo tendrá más pérdidas.

-Tiene un buen punto ahí "señor mercenario", por lo que entiendo no quiere ser contratado por mí, sino por nuestro gremio de comerciantes.- Robert se quedó pensando por un momento antes de continuar.

-Bueno, se los comentaré, aunque te oyes confiado sólo contéstame una cosa ¿tienes las habilidades necesarias para realizar este trabajo?, los que nos han estado atacando son usuarios de artes místicas no simples ladrones.-El comerciante preguntó seriamente.

-Desde luego que sí.-La voz de Jean era de total confianza.

La conversación terminó ahí y los dos hombres se despidieron.

El joven recibió una carta de presentación del mercader, la cual cambiaría de color en caso de que este quisiera hablar con "el mercenario".

Antes de salir de la tienda, un trabajador se le acercó y le entregó una pequeña bolsa con algunas monedas de oro, plata y cobre, aproximadamente el 10% del valor de lo que había rescatado (según la ley de los comerciantes), aunque esto no podría saberlo Jean.

Decidió regresar a la Academia y esperar en su habitación por nueva información.

Al anochecer tres pequeñas mariposas de color azul entraron por la ventana a su habitación, después se posaron en su mano izquierda.

-Ya veo, dos de los ladrones se dirigieron a un lugar cerca del bosque y el que perseguí....ah esto es interesante, así que es estudiante de este lugar-
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Al día siguiente, después de arreglarse Jean tomó su desayuno y se dirigió a su primera clase, estaba adelantado por varios minutos, mientras caminaba por el pasillo de pronto una flecha se acercó a su cabeza, aun estando medio dormido la atrapó con su mano izquierda, después la soltó y siguió caminando como si nada hubiera sucedido, apenas dio unos cuántos pasos más (mientras bostezaba cubriéndose la boca con la misma mano), una esfera de viento mágico se acercó desde el otro lado, con la misma intención que la flecha, alzó la mano derecha y un pequeño círculo mágico apareció bloqueando la esfera de viento la cual se disipó después de impactar.

Siguió caminando indiferentemente mientras se frotaba los ojos.

La profesora Maeru de casualidad se dirigía hacia el mismo pasillo (en dirección contraria al joven), el cual no se había percatado de ella.

Ella vio lo que pasó y sorprendida dejó caer los libros que cargaba en ese momento, se acercó a él a paso veloz.

-¡Hey! ¡Despierta! ¿No ves que te están atacando?-Preguntó la mujer, al mismo tiempo que observaba con precaución su entorno en espera de un nuevo ataque.

-Buenos días, Capitana- Como siempre después de darse cuenta de quien le estaba hablando, Jean le dio un saludo militar, se veía visiblemente nervioso.

-¡Ya te dije que no me digas así en esta academia! dime, ¿sabes por qué te están atacando?- La profesora seguía viendo de un lado a otro.

-¿Atacando? No entiendo que quiere decir ca...respetable profesora Maeru.- Exitosamente Jean evitó llamarla por su rango militar.

-¡¿Te estas burlando de mí, no es así?!¡¿Verdad, que te estás burlando de mí?!- La Capitana dejó de estar vigilante de su entorno y veía amenazadoramente al joven, mientras le señalaba con su dedo índice.

-Desde luego que no, Profesora, yo sería incapaz de hacer algo así- Jean siempre se ponía nervioso cada vez que se encontraba con esta persona.

-La verdad no estoy muy segura de tu respuesta, pero ¡te acaban de atacar y ni siquiera te diste cuenta!- La joven mujer parecía contrariada y enojada.

-Ah, eso... no fue nada sólo una pequeña broma, creo... es normal- El joven respondió dudosamente al darse cuenta a que se refería la Capitana, con "atacar".

-¿Broma? ¿Normal? ¿Dices que fue una pequeña broma?- La profesora bajó su cabeza levemente impidiendo que se pudiera ver su reacción, pero su cuerpo temblaba levemente.

-Ya veo en ese caso no hay ningún problema- La capitana alzó su rostro, se podía ver una gran sonrisa forzada.

-Qué bueno que lo entienda profesora- A pesar de la respuesta que recibió, Jean no podía evitar sentir que algo no andaba muy bien.

-¡Como demonios crees que puedo aceptar esa respuesta!, ¡deja de burlarte de mí!- La Capitana levantó su brazo derecho, su mano estaba cerrada fuertemente, dejaba en claro que pasaría a continuación.

Ante esto el joven se postró rápidamente en el suelo.
-
Lo siento mucho, de verdad que no me estoy burlando de usted...si no me golpea, le puedo explicar bien-.

Viendo al pobre joven postrado, la profesora controló su ira.

-Tienes treinta segundos para explicarme "¿por qué en esta Academia atacar a las personas es considerado normal?", así que piensa bien lo que vas a decir.- La joven mujer se dirigió al joven sarcásticamente, seguía enojada y difícilmente se controlaba.

Por unos segundos se hizo silencio mientras Jean pensaba que iba a decir cuidadosamente.

-Veinticinco-
Apurado por la capitana Maeru, el joven empezó a hablar.

-Bueno no puedo decir que no tiene razón, después de todo este lugar no es una escuela pública, pero hay cosas que no se pueden evitar, desde que llegué aquí he llamado mucho la atención, así que algunos alumnos de primer año celosos de mí han intentado intimidarme, aunque algunos estudiantes de cursos superiores también, pero en su caso creo que es más una novatada. Además todos salimos ganando, así mis sentidos no se oxidan y ellos mejoran sus habilidades- Jean respondió tenso y sin hacer pausas.

Después de inhalar y exhalar profundamente tres veces, para tranquilizarse la capitana habló.
-
Así que esa es tu respuesta. Entiendo más o menos el contexto de la situación, pero como profesora no puede decir que está bien, le diré a los demás profesores para hacer algo al respecto-.

-Pero dime ¿Por qué no te defiendes en contra de ellos?-
-No lo creo necesario, además la Duquesa me dijo que no llame la atención innecesariamente- Jean seguía postrado en el piso.

-Entiendo, tiene sentido, ahora por favor levántate, - Diciendo esto la Capitana le extendió una mano al joven para ayudarlo a levantarse, el cual temerosamente la tomó.

-Gracias por entender ca...profesora.-

Aparentemente todo había acabado bien.

"! Yo lo vi se le estaba declarando a la profesora ¡" "!Kya que atrevido¡"

"Le estaba rogando de rodillas que salieran juntos, ¡qué romántico!"

"¡Parece que ella aceptó, ahhh un amor prohibido!"

Las señoritas estudiantes que se habían reunido habían malinterpretado la situación.

"¡Ese bastardo!"

"¡Que celos!"

"¡Maldición se me adelantó!"

Los estudiantes hombres también tenían sus propias opiniones.

Los dos personajes principales de este enredo al escuchar a los demás quedaron petrificados en la misma pose, Jean ligeramente hincado al intentar levantarse y la profesora Maeru de pie, ambos tomándose de las manos, de la mano derecha para ser más exactos, una pose que calzaba con una declaración, parecía que sus almas habían escapado de sus cuerpos, pues el color se había ido de sus rostros.

-Tengo clases profesora, me tengo que ir, tenga buen día.

El primero en recuperarse fue Jean, el cual con timidez dio una reverencia a la joven capitana y se despidió.
Dio unos pasos normalmente y después salió corriendo a toda velocidad hacia su salón.

La profesora Maeru se recuperó casi inmediatamente, regresó para recoger sus libros pero una señorita ya los había recogido por ella y se los dio.

-Le deseo suerte Profesora, ¡Kyaa!-. Con timidez la señorita le dio sus buenos deseos.

La joven mujer recibió un golpe crítico, tuvo una veloz y dramática visión de estar en el campo de batalla y ser herida de gravedad en el pecho mientras la sangre se escapaba de sus pulmones saliendo por su boca a chorros.

La capitana Maeru tomó sus libros y escondiendo su rostro lo más que pudo, huyó rápidamente del lugar antes que recibiera otra herida mortal.

Jean soportó las miradas de odio de sus compañeros hombres y los murmullos de sus compañeras durante las primeras dos clases. Fue algo realmente duro, hubiese preferido pelear con una Quimera que estar en esa situación.

Durante la hora del almuerzo decidió ir al mismo lugar de siempre, al gran árbol, cuando llegó ya se encontraban Lili, Liz y Laur, que lo saludaron alegremente.

-Nox, te ves muy abatido, ¿te pasó algo?-Preguntó preocupada Lili.

-No, no es nada, no te preocupes.-Jean le contestó con una ligera sonrisa para despejar la preocupación de la señorita, tomo asiento junto a ellas, los tres duendecitos de siempre se les unieron.

-Gracias por ayudarme durante la clase del sábado Nox- Liz le agradeció al joven al mismo tiempo que le daba una reverencia.

-No fue nada, de hecho fue agradable, además ya me agradeciste varias veces. Si te puedo ayudar en algo solo dime.-El joven también respondió con una ligera reverencia.

- Vaya, vaya, como dicen los rumores eres todo un casanova Jean.-Con su misma actitud alegre de siempre Laur hizo su "oportuno" comentario.

-Pfttt- El pobre joven atrapado con la guardia baja escupió todo el té que Liz le había dado. Empezó a sentir una sensación de Deja vú.

-Escuché que te le confesaste a la Profesora Maeru.-Laur continuó como su conversación como si nada.

-¡¿Ehhhhhhhh?!-Lili y Liz exclamaron al mismo tiempo, aparentemente esa noticia fue bastante sorprendente para unas señoritas tan inocentes.

- ¡Estas totalmente equivocada!-Jean se defendió rápidamente antes de que la conversación se fuera por un rumbo raro.

-¿En serio? Hmmm, porque cuando le pregunté a la profesora Maeru...-

-¡¿Le preguntaste a ella?! ¡¿No crees que eres "un poco" demasiado directa?!-El aterrado joven interrumpió a Laur alarmado

- ...se puso toda roja y no quiso contestar nada al respecto. La señorita rubia ignoró completamente la interrupción del Joven.

-¿No creen que eso es muy raro, Liz, Lili?- La joven pidió apoyo a sus compañeras.

Ellas asintieron moviendo sus cabezas fuertemente. Las tres estaban penetrando con su mirada a Jean.

-¡No es eso!, simplemente pasó que la Profesora se enojó conmigo y se puso a sermonearme.- El joven empezó a explicar la situación.

-Entonces ¿por qué los testigos dicen que te vieron hincado tomando la mano de la Profesora?- Laur inició con su interrogatorio.

-¡Impúdico!- Lili espetó sus pensamientos.

-¡Inmoral!-Liz también expresó su opinión.

-¡Me postré ante ella para pedirle disculpas por mi comportamiento, después de escucharme ella me ayudó a levantarme, por eso estaba hincado y sujetando su mano! ¡Sólo fue un malentendido! ¡Lo juro!- Jean estaba al borde de las lágrimas ante la terrible mirada de sus compañeras.

-Tch, pensé que había encontrado algo interesante.- Laur chasqueó su lengua por alguna razón parecía decepcionada.
Liz y Lili por su parte parecían aliviadas.

-Por favor, si me creen ayúdenme a que no se esparzan más rumores-Jean pidió en actitud suplicante a sus compañeras.

Finalmente las clases terminaron, después de lo que el joven consideró una eternidad.

Regresó a su habitación totalmente aplastado emocionalmente hablando.

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En la sala de profesores

Al finalizar las clases como era costumbre todos los profesores se reunieron para hablar sobre los eventos ocurridos durante ese día.

-Les digo hoy en la mañana el joven Nox fue atacado dos veces antes de iniciar las clases.-

La profesora Maeru empezó a informar a los demás como había prometido.

-Oh, eso es raro, no vi que estuviera herido- comentó la profesora Elfo Seyd, distraídamente.

-Bueno en realidad no le pasó nada, pero...- Se defendió la Capitana.

-Yo tampoco vi nada anormal en él- Interrumpió con su voz grave el profesor Nirven.

La profesora Mearu decidió contar paso por paso lo que ella vio en la mañana para ilustrar su punto de vista a los demás, se guardó los últimos detalles donde los alumnos pensaron que hubo una declaración romántica.

-Ya veo, si a él no le importa no creo que debamos hacer algo- 
El profesor de espada dio su opinión, mientras sostenía su barbilla en actitud pensante.

-Ahh, que nostalgia me recuerda los mejores tiempos de esta escuela, todos los estudiantes eran rudos y valientes, pero ahora con toda esa sobreprotección y cuidados de parte de sus padres, casi todos se volvieron niños mimados.- La profesora de Alquimia expresó sus sentimientos mientras hacía ademán de limpiarse una lágrima que escapó de sus ojos.

-Pero, pero...- La joven maestra de ojos grises no estaba de acuerdo con el punto de vista de los demás profesores-

-(¡Que rayos pasa con su reacción, alguien normal hubiera dicho que eso era algo grave y habría que darle solución!)-.Eso es lo que pensaba en esos momentos.

-Entiendo a lo que se refiere Profesora, eso no debe pasar, pero si lo vemos desde otro punto de vista, si los demás estudiantes tienen celos eso los motivará a mejorar sus habilidades.-El profesor Viler de combate cuerpo a cuerpo también se introdujo en la conversación.

-Además cuando los estudiantes de primer año vean que no pueden hacerle nada quizá se rindan, el joven Nox no solo es un genio sino que también se esfuerza mucho en sus entrenamientos y estudios, así que estará bien, de todos modos creo que la mejor solución a esto es:

La Capitana escuchando esa última frase, esperanzada pensó que alguien por fin iba a tomar cartas en el asunto.

-Entrenarlo más, ¿no lo creen ustedes?- El hombre pidió la opinión de los demás.

-Estamos de acuerdo.- Todos los profesores de primer año respondieron positivamente.

Aparentemente los demás maestros querían usar al Vizconde Nox para motivar a los demás estudiantes a mejorar sus habilidades, por medio de los celos.

Viendo esta evolución de los eventos, la profesora Maeru decidió rendirse totalmente.

-(¿Para qué me esfuerzo?, siempre que me quedo envuelta en algo que tenga que ver con él, termino sin fuerzas, así que ¿por qué me esfuerzo?, además estará bien, después de todo este lugar debe ser como el paraíso para él si lo comparamos con "ese" lugar.)- La Capitana se decía a si misma estas palabras mentalmente para convencerse de dejar el asunto en paz.

Después de tomar un baño Jean se acostó en su cama, mientras estaba pensando en los eventos que le habían pasado en ese día, la carta de presentación que el comerciante le dio empezó a brillar en color rojo tenue.

Se vistió como la última vez y se dirigió hacia el establecimiento de Robert.

Al llegar a su destino fue recibido por un empleado, quien lo hizo pasar a la misma habitación que la ocasión anterior.
-Buenas noches "señor mercenario"- El joven fue recibido por Robert y dos personas más, un hombre de baja estatura, y una enorme circunferencia, la otra persona era una mujer joven de cabello castaño.

-Como todos sabemos, debido a que nos han estado robando estamos escasos de piedras mágicas, dado que en esta isla hay muchos colegios que requieren este producto la demanda se ha intensificado debido a la escasez, así que los miembros del gremio hemos decidido contratar a varios mercenarios para proteger el siguiente cargamento en conjunto con los caballeros de esta ciudad.- El mercader explicó consistentemente la situación.

-Nos gustaría contratarte, te pagaríamos suficiente oro, además como un bonus te daríamos esto- Entre sus dedos índice y medió de su mano derecha el comerciante sostenía una tarjeta de color azul.

-Con esta tarjeta podrías comprar o vender con tarifas especiales en toda esta isla, pero como dije solo es un extra en caso de que sea un éxito la operación.

-Desde que no tengo trabajo acepto.- Jean respondió tranquilamente.

Después de decidir la paga en oro, y recibir la mitad por adelantado, Robert le dijo los detalles.

-Dentro de una semana atracarán cuatro barcos, uno en cada puerto, el cargamento estará dividido para disminuir las posibilidades de perdidas, prevemos que seremos atacados cuando eso pase. Junto con otros mercenarios y caballeros estarás vigilando el puerto norte. Tu misión será impedir el robo del cargamento, dejaremos que los caballeros los atrapen. Te presentaras ahí el próximo día de la Luna antes del anochecer ¿entendiste?- El comerciante dio sus instrucciones.

-Entendido.-Jean notó que durante toda la conversación las otras dos personas se quedaron en silencio observándolo.

Después de terminar su negociación regresó a la Academia.

El resto de la semana pasó tranquilamente, como siempre algunos profesores le pedían realizar actividades como ser su compañero de entrenamiento fuera de horas de clase, acompañar a la profesora de alquimia a la biblioteca para buscar materiales de estudio, limpiar los esqueletos y artefactos que poseía el oscuro profesor Nirven o cuidar las plantas de la profesora elfo Seyd en el jardín botánico de la academia, algunas de las cuales lo habían intentado comer en varias ocasiones, el joven estaba seguro que poseer algunas de esas plantas era ilegal, pero decidió no pensar en ello.

Lo más importante fue que gracias a la ayuda de Laur, Lili y Liz los rumores extraños que empezaron a circular rápidamente disminuyeron significativamente, Jean solo esperaba con ansías a que llegara el día de la Luna.

En el día de Saturno, el joven se levantó temprano y no teniendo nada que hacer decidió preparar el equipo que necesitaría para su misión, terminada sus labores pensó en ir al centro de la ciudad a pasar el tiempo libre.
Toc, toc, toc.

Jean abrió la puerta con toda la precaución del mundo. Se encontró con el taciturno profesor Nirven el cual le extendió un rollo de pergamino sin mediar una palabra.
El joven lo tomó y desenrollándolo lo leyó.

Por medio de la presente se le concede permiso al estudiante Jean Nox Crow, para acceder a los primeros niveles de las catacumbas y laberintos subterráneos de la Ciudad, con el fin de prestar sus servicios para el beneficio de la ciudad Lux y de la Academia del Sol, en el programa de actividades extracurriculares.

En la última parte del pergamino había varias firmas de diversas autoridades (principalmente de sus profesores), el sello de la Ciudad y el de la Academia.

Un repentino dolor de cabeza le invadió, Jean estaba informado de la existencia de los niveles subterráneos, , la ciudad Lux fue fundada en las ruinas de una antigua civilización.

Él también sabía que los niveles subterráneos eran hogar de muchos seres, a veces eran enviados agentes para erradicar la proliferación de ciertas creaturas como arañas gigantes, gusanos carnívoros, en algunas ocasiones esqueletos que salían de las catacumbas y todo tipo de cosas bizarras para proteger a la población.

Las escuelas, institutos y academias que había en la ciudad, enviaban a algunos estudiantes como parte de su entrenamiento.

A pesar de conocer todo eso, el joven no podía entender unas cuantas cosas:

Primero el sólo era un alumno de primer año, este tipo de actividades eran para estudiantes de años superiores.

Segundo, era necesario pasar un examen.

Tercero, el permiso para estas peligrosas actividades debía ser solicitado personalmente y evaluado por un comité.

Cuarto, el solicitante debía firmar varios documentos en caso de que algo "malo" pasara durante estas incursiones.

Jean no cumplía ninguno de los puntos arriba mencionados.

Sin embargo el documento que estaba en sus manos, el cual él leyó una y otra vez era genuino, lo que más le sorprendió era que en un rincón del documento se encontraba un garabato el cual si uno se esforzaba para leerlo decía "Juan Nol Crox".

Alguien había falsificado su firma y ni siquiera se había molestado en hacerlo correctamente, por alguna razón pudo distinguir quien lo había hecho, esa letra era idéntica a la de su profesor de espada Ter Weiss.

-(¡Esto no puede ser! ¡¿por qué a mí?!)- Es lo que pensaba el sorprendido joven.

A pesar de que su cerebro trabajaba a toda velocidad para procesar la información, su cuerpo estaba paralizado y su rostro mostraba una expresión estúpida.

El profesor Nirven sin esperar una respuesta del joven lo agarró del cuello de su camisa y lo arrastró fuera de su habitación.

De alguna forma, Jean terminó en el bosque junto con varios compañeros.

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-Jean, despierta, ¡Hey!.- Una señorita intentaba hacer reaccionar al joven, viendo que no funcionaba abrió lo más que pudo la palma de su mano y le dio un bofetada.

-Auch... ¡duele!- Jean tardó unos 3 segundos en reaccionar, mientras se frotaba su mejilla, volteó a ver la causa de tal dolor y encontró a Laur.

Ella le explicó que todos habían sido reunidos para entrar a los primeros niveles, para realizar una limpieza pues hubo un aumento inusual en la población de las alimañas que vivían ahí.

El profesor de artes marciales se dirigió a ellos y les dio instrucciones para que entraran solo a los dos primeros niveles, algunos profesores estarían monitorizando la situación por si había algún problema.

Después pidió que formaran grupos de tres personas, y le entregó a cada uno un talismán que serviría como comunicador así como un mapa.

Jean hizo equipo con Laur, y con otro joven de piel oscura de complexión musculosa, recordaba haberlo visto en la clase de la profesora Seyd, adicionalmente Laur y el joven se encontraban en la misma clase, ellos tres eran los únicos de primer año que habían sido llamados para esta actividad, así que no hubo mayores problemas para unirse al mismo grupo.

Ya formados los equipos, fueron conducidos hacía una construcción con una gran puerta de madera.

Un profesor que Jean no había visto se acercó a la puerta, murmuró un conjuro y la abrió de par en par.

Acto seguido los cinco equipos se adentraron en las ruinas.

El mismo profesor invocó varias esferas de fuego que flotaron hacia el interior sin perder tiempo.

Adentro iluminado por varias antorchas se pudo observar que el lugar estaba construido de piedra sólida y las paredes tenían murales representando a diversas creaturas.

Al final de esa gran habitación había siete escaleras que se dirigían hacia el verdadero interior de las catacumbas y laberintos.

El joven vizconde y compañía tomaron la tercera escalera.

-No debemos separarnos así que nadie se vaya por su cuenta- 
Laur tomó asertivamente el liderazgo del grupo, Jean y el otro Joven asintieron.

-A pesar que las creaturas de los primeros niveles no son muy peligrosas, aparentemente son demasiadas, la profesora Seyd me dijo que estas misiones de erradicación por lo general se hacen a mediados del año, pero por alguna razón sus números han aumentado rápidamente - La joven dio una explicación adicional.

-Necesito saber cuáles son sus estilos de pelea y especialidad, para poder tomar una adecuada formación-.

- Combate cercano, invocaciones y magia tipo tierra son mis especialidades.-Contestó el joven moreno con orgullo en sus palabras.

- En cuanto a mí, cualquier tipo de combate, mi especialidad y afinidad sería el fuego.- Jean respondió con tranquilidad.
Laur se puso a pensar por un momento, después del cual dio sus indicaciones.

-Muy bien, en ese caso Jean actuará en primera línea de atacante, Rarte tomará la posición de defensor.

-Yo soy buena en ataques de larga distancia, así que les brindaré soporte.- Diciendo eso la Joven sacó un rifle de color azul bastante llamativo.

-¿Qué es eso?- Preguntó el joven musculoso.

-Un rifle para mejorar el uso de magia de hielo.- Laur levantó su arma y disparó entre los dos jóvenes.

A unos metros había aparecido un escorpión gigante de color blanco, el cuál al recibir el impacto de una esfera de hielo empezó a congelarse completamente, después cayó desde la roca en que se encontraba y se hizo pedazos.

Habían llegado al primer piso, además de antorchas, las paredes también tenían runas y otros símbolos que resplandecían con luz blanca iluminando perfectamente el lugar.

-Es bastante impresionante- Jean dio su sincera opinión.

-Es tecnología de mi país- Ella parecía muy feliz de haber podido dar una demostración.

- ¿Cuál es su alcance?- preguntó el delgado joven.

-Este modelo llega hasta quinientos metros sin sacrificar fuerza, en manos de expertos su rango y efectividad mejoran de forma considerable.- La joven respondía animadamente.

-Hey, disculpen por interrumpir su conversación, pero tenemos trabajo que hacer.- Rarte les llamó la atención.
Enfrente de ellos había no solo escorpiones sino también tarántulas en gran número que se acercaban lentamente hacia ellos.

-Poderosos espíritus que habitan en la tierra, escuchen mi llamado y préstenme su poder y fortaleza.- El joven moreno realizó su conjuro.

La tierra alrededor de él subió por todo su cuerpo, volviéndose sólida y formando una armadura completa de piedra.

Al mismo tiempo en cada mano de Jean aparecía una espada de fuego.

El joven musculoso embistió con todas sus fuerzas a la tarántula que tenía más cerca, después de aturdirla con el impacto usó sus puños para terminar con ella.

Jean corrió hacia el frente, esquivando los ataques, decidió darle prioridad a cortar los aguijones de los escorpiones para que sus compañeros no sean envenenados, después se lanzó en contra de las tarántulas, creó una barrera de fuego que dejó cegados momentáneamente a los arácnidos.

Aprovechando esa apertura saltó encima de las tarántulas una por una y clavó las dos espadas en cabeza y abdomen respectivamente, quemándolas por dentro mientras se retorcían. Mientras Laur se encargaba de los escorpiones desarmados.

El delgado joven logró destruir a tres tarántulas antes que los sensibles ojos de sus enemigos pudieran recuperarse.

Por su parte su francotiradora derribó a los que intentaban atacar desde el techo, permitiendo que la pelea se mantuviera en el suelo.

Aquellas creaturas que escapaban de las espadas de fuego, encontraban su destino en los puños de Rarte.

Las tarántulas y escorpiones gigantes viendo que la situación era desfavorable intentaron huir, pero Jean con un movimiento de su espada conjuró una barrera de fuego no con el fin de cegarlas nuevamente sino para cortarles el camino de retirada.

Aumentando el tamaño de sus espadas y envolviéndose en fuego, corrió hacia sus acorralados enemigos, realizando un salto y un veloz giro de 360 grados cortó, desgarró y cubrió en un mar de fuego a los arácnidos.

Después de que se aseguró que no se acercaba nada más, Laur se reunió con ellos.

-Rarte, ¿tienes alguna herida?- La joven empezó a checar el estado de salud de sus compañeros.

-No, no fui herido, gracias por preocuparte. El joven moreno respondió ligeramente apenado por alguna extraña razón.

-Muy bien, vigila la zona por favor, ¿Y tú qué me dices Jean?- Laur se dirigió a su otro compañero con la misma intención de verificar su estado de salud.

-Estoy bien no me pasó...- Antes de que el joven pudiera terminar de hablar, la joven le interrumpió.

-Jean, ¿Ya te diste cuenta de que tienes en el hombro derecho?
- La expresión y el tono de voz de Laur eran tensos.

-Oh- el joven miró hacia donde la joven le indicaba, pudo ver un aguijón y parte de la cola de un escorpión, rápidamente desapareció las espadas que utilizaba y se sacó el aguijón del hombro.

-Quédate allí, aquí tengo el antídoto- La líder de equipó manteniendo la calma, sacó de su mochila un pequeño frasco con un líquido de color verde y caminó hacia Jean.

-No será necesario Laur el veneno de los escorpiones de cueva no es un peligro para mí- El joven dijo esta frase con absoluta confianza.

-No sé si creer eso, probablemente ya estés empezando a delirar-. Laur tomo de los hombros a Jean y lo hizo sentar en una piedra cercana.

-Por favor quítate la camisa para que pueda aplicar el antídoto.- La joven ordenó tranquilamente.

-No es necesario nada de eso, mi cuerpo es resistente al veneno, además el fuego que utilice probablemente destruyó la estructura química del veneno, así que no tienes que preocuparte-.

-Pero si una bella dama como tú quiere desvestirme y cuidarme no me negaré- Jean añadió pícaramente al ver que Laur no cambiaría de idea.

-Vaya, vaya eres bastante coqueto Jean Nox Crow, haré de cuenta como si fuera el veneno lo que te hace hablar así.- A pesar de sus palabras ella sonreía, se veía aliviada.
Descubriendo el hombro de su compañero, Laur intentó buscar el orificio de entrada del aguijón, pero no lo pudo hallar, solo encontró cicatrices viejas.

-Ves te lo dije, mi curación interna es excelente. El veneno de escorpión causa, delirios, fiebre, necrosis del sitio de inoculación al instante, y yo no tengo ningún síntoma. Pero si sigues preocupada puedo tomarme el antídoto aunque de esa forma será un poco menos efectivo el tratamiento.- Jean intentó dar una solución para no preocupar a su compañera.

-Está bien, pero si te sientes mal, dímelo para que descansemos.- La joven rubia aceptó pero no sin condiciones.

Después de un rato continuaron cazando alimañas, entre las cuales se añadieron cien pies gigantes de color rojo.

Pasadas aproximadamente dos horas llegaron al centro del segundo nivel, en el habían muchos cráneos en nichos en las paredes y huesos sueltos en el piso, una vista un tanto macabra.

Al parecer eran los primeros en llegar ahí, el lugar estaba desierto y no había datos que indicaran que algún otro grupo hubiera arribado antes.

-Bienvenidos- Una voz masculina los saludó apareciendo del otro lado.

-Vizconde Jean Nox Crow, tal vez usted no sepa quién soy, pero yo si se quién es usted ya que nos hemos visto antes-.

Todos los presentes se pusieron a la defensiva, además de no llevar el uniforme de la Academia, el sujeto vestía una túnica totalmente negra con una capucha que le cubría el rostro.

-La situación es esta pequeño Vizconde, gracias a usted fracasé en mi misión de obtener las piedras mágicas que honestamente había robado-. La persona en cuestión aparentemente tenía sus valores morales un poco retorcidos.

-Así que he venido a agradecerle haberme hecho pasar el ridículo.-La última frase de esta persona estuvo cargada con odio.

-Así que eres ese ladrón de tercera, aparecer solo delante de mi puede ser suicida, la vez pasada te deje escapar- Jean se burló de la situación.

-¡Soy más que eso, estúpido pequeño noble!- El enojo del ladrón aumentaba rápidamente.

- Y además no estoy solo- De entre sus ropas sacó una esfera que contenía en su interior una especie de gas azul- grisáceo, y la arrojó al suelo.

-Ahora me despido, tengo otras cosas más importantes que hacer que tratar con basuras humanas como ustedes.- El ladrón declaró arrogantemente antes de irse.

-¡Espera!- Jean quiso perseguir al hombre pero al dar el primer paso, algo le detuvo, una mano esquelética le había agarrado la pierna.

-¡Laur, Rarte, tengan cuidado ese sujeto animó los esqueletos de este lugar con ectoplasma!- El joven se volteó para avisarle a sus compañeros, atrás de él saliendo de la tierra los esqueletos empezaron a moverse, en sus cuencas vacías se podía ver un fuego grisáceo que también salía por la abertura entre sus mandíbulas.

Los esqueletos que se encontraban en las paredes también intentaban liberarse de sus pequeños nichos.

-¡Jean, exijo saber qué es lo que está pasando aquí!- Laur quería entender como terminaron las cosas así.

- Ahora no es el momento, primero deshagámonos de estas cosas, luego te cuento con calma.- El joven creó nuevamente sus espadas de fuego y cortó al esqueleto que le detenía.

Todos se reagruparon, espalda contra espalda encima de una gran roca plana.

Una gran multitud de fantasmagóricos esqueletos les rodeaban, sostenían armas oxidadas como espadas, hachas y porras.

-¿Cuál es el plan? Líder- Jean aún en esta situación decidió molestar un poco a Laur.

- Primero quiero que crees un círculo de fuego para evitar que se nos acerquen-.

El joven sin perder tiempo creó el anillo de fuego.

-Segundo necesito que tú Rarte les arrojes rocas desde aquí-.

-Entendido- Rarte comenzó a realizar lo que se le había indicado.

-Jean ¿Eres inmune a tu propio fuego?-.

-Si lo soy-.

-En ese caso pelea con ellos desde afuera del círculo. Por mi parte usaré estas preciosidades, ya que los no muertos son resistentes al frio.- Laur cambió su rifle por dos pistolas de mano.

Saltando desde la roca en que se encontraba Jean atravesó su barrera de fuego y empezó a enfrentar a los esqueletos. Después de ser alcanzados por sus espadas de fuego y ser cortados a la mitad, sus enemigos se quemaban hasta las cenizas.

El mismo destino sufrían al querer atravesar el anillo de fuego, Laur de vez en cuando protegía la espalda del delgado joven cuando algún no-muerto se le acercaba por detrás.

Mientras Rarte destrozaba a aquellos que intentaban inteligentemente brincar la barrera para evitar el fuego, que afortunadamente eran muy pocos.

Cuando el círculo de fuego desapareció solo quedaban restos óseos en la escarbada tierra. Jean y Rarte terminaron con los esqueletos que se habían quedado atorados en sus nichos.

Cuando pensaron que todo había terminado los restos empezaron a juntarse en una sola gran masa, formando un gran esqueleto que sostenía una cimitarra de hueso.

El cual atacó a Jean quien detuvo la primera embestida, pero fue enviado hacia la pared, Rarte golpeó la pierna del esqueleto intentando derribarlo, pero este le dio una patada y lo mandó a volar varios metros, después corrió hacia donde estaba el vizconde.

Jean con su espada izquierda detuvo la cimitarra del gran muerto viviente mientras se apoyaba en la pared y con la derecha le dio una estocada en el pecho que lo atravesó, el esqueleto dejó salir un alarido mientras el fuego se expandía en su cuerpo, reuniendo fuerzas con su cadavérico brazo izquierdo en llamas, golpeó al joven nuevamente.

Bajo todo ese peso, el cuerpo de Jean fue aplastado contra la pared la cual cedió, haciendo que cayera por la abertura creada.

El gran esqueleto quedó arrodillado, y se despedazó en varios fragmentos ardientes.

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Jean cayó a través de una especie de túnel que funcionó como tobogán, afortunadamente no era una trampa, terminó varios pisos abajo, según sus cálculos en una especie de callejón sin salida.

-(Este "atajo" no figura en el mapa que nos entregaron, probablemente fue excavado por alguna de las creaturas que habitan este lugar), eso fue lo que pensó el joven.
Viendo la apertura del túnel estrecho que se encontraba bastante arriba de él, determinó que regresar por el mismo camino era posible pero llevaría algo de tiempo aun así era preferible que seguir el camino enfrente de él y atravesar nivel por nivel llenos de peligro para llegar al primer piso.

Sacó de una de sus bolsas tres aves de diez centímetros de color negro talladas en madera, las cuales empezaron a sacudirse y mover sus alas.

-"Laur estoy bien, me deslicé por un túnel, tardaré un poco en regresar, si no hay ningún peligro ahí arriba, espérenme por favor, no intenten bajar. Posdata si de alguna forma estás preocupada por mí, significa que soy un hombre bastante afortunado. Posdata de posdata si no estás preocupada por mí, eres una mujer fría e insensible. Con cariño Jean."-

Acercando su rostro a las aves les confió su mensaje, después de recibirlo volaron a través del túnel.

Mientras se preparaba para subir escuchó que algo se acercaba, con pasos pesados que resonaban por todo el lugar, se pegó a la pared instintivamente intentando esconderse.

Unos pasos más se escucharon antes que el Joven pudiera ver al causante de ese ruido.

Era una enorme bestia bípeda con pelaje blanco y gris, con grandes cuernos, y hocico prominente el cual exhalaba vapor, en su mano izquierda llevaba una gran hacha plateada. Se trataba de un minotauro vestido únicamente con un taparrabos.

-¿Dónde estás ladrón? Sal para que pueda matarte.- Mientras decía esto la enorme bestia olisqueaba el aire en busca del intruso.

Jean inicialmente se sorprendió al ver a semejante ser, pero al notar la conducta extraña del Minotauro el cual movía la cabeza de lado a lado buscándolo a pesar de que él estaba casi a simple vista pues no había lugar donde esconderse, se dio cuenta que ese ser estaba ciego, tenía cataratas en sus ojos, que le impedían ver, por lo que se valía de su olfato y oído.
Pero eso no era todo, a pesar de su gran tamaño, su complexión era delgada con poca masa muscular, tampoco podía cargar su gran hacha la cual arrastraba, y si se tomaba en cuenta el color gris de su pelaje, quedaba claro que era un anciano.

Tranquilizándose reunió todo el conocimiento que sabía de estos seres, los minotauros eran territoriales y peleaban a muerte por su área, solo podía haber uno en un espacio dado, su fuerza física y velocidad eran increíbles así como su resistencia a la magia, al contrario de lo que algunas personas pensaban tampoco eran estúpidos, su inteligencia era considerable, en resumen eran enemigos que uno debería evitar si era posible.

Se decía también que cada uno de ellos poseía un tesoro personal, lo que causaba que algunos codiciosos los buscaran e intentaran matarlos, algo de lo que se arrepentían inmediatamente cuando empezaban a ser masacrados unilateralmente por estas bestias.

Jean decidió rodear lentamente al minotauro, ya que se encontraba acorralado, atrás de él no había camino, si esa cosa empezaba a blandir su hacha sería muy peligroso, independientemente si recibía el impacto o lo esquivaba había la posibilidad que al golpear a la pared hiciera colapsar su vía de regreso, así que tenía que moverse hacia un lugar con más espacio y alejar al gran toro.

-¡Hey, grandote ven por aquí!-.

El minotauro se volteó siguiendo su voz.

-¡Te eliminare miserable! ¡No dejaré que tomes mi tesoro!- En realidad la bestia solo emitía una serie de bufidos, gruñidos y sonidos grotescos.

-No me interesa tu tesoro, pero estoy seguro de que no me creerás. ¡Ven sígueme!- El joven intentaba alejarlo cada vez más de su salida.

-¡Por aquí!, ¡ahora de este lado!-.

Siguiendo este proceso Jean terminó en una gran cámara rocosa, en medio de la cual había un tosco trono de piedra y del otro extremo una gran puerta negra, la cual decidió dejar cerrada para que no entrara ningún enemigo más que pudiera complicar la situación.

En este punto el minotauro empezó a blandir su hacha a ciegas creando un cráter después de cada impacto.

-Deberías pensar en retirarte, ya estás muy viejo - El joven se burló de su enemigo cuando este en uno de sus ataques alzó demasiado su arma escuchándose un gran "crack", quedándose el minotauro en esa posición empezó a sobarse la espalda.

El joven iba saltando de roca en roca para subirse en la parte más alta del trono, intentando ponerse fuera de su alcance.

-¡Metete en tus propios asuntos!- Con gran cólera la bestia hizo algo que Jean no esperó, lanzó su hacha hacia su dirección, en el aire el joven esquivó el arma que quedó atorada en el trono, pero al cambiar de posición forzadamente perdió el equilibrio y cayó en medio del trono.

-Eso dolió- El joven había recibido un buen golpe al caer, antes que pudiera seguirse quejando, escuchó bufar fuertemente a su enemigo, al voltear a verlo pudo observar que el Minotauro estaba en posición de embestida y rasgaba el suelo con sus patas traseras.

-¡No lo hagas!, ¡Es mala idea anciano, créeme!, ¡Detente!- Jean mientras tenía sus brazos y manos extendidos hacia adelante intentó razonar con su oponente pero fue inútil.

-¡Muere!- El anciano minotauro arremetió con toda su fuerza siguiendo la voz del joven, Jean se aventó hacia un lado, el monstruo chocó contra su trono, con los cuernos atorados intentó zafarse pero el trono sucumbió y sus restos lo aplastaron.

Cuando ya no hubo movimiento Jean se acercó con precaución para cerciorarse del estado de su enemigo y pudo darse cuenta que el anciano estaba muerto, no fue debido a que terminó aplastado por las rocas de su trono, sino por su propia arma que cayó en medio de su cráneo incrustándose profundamente.

-Maldición, esto es anticlimático, me siento como el peor criminal, entrar en la casa de un pobre anciano y causar su muerte- El joven se cubría el rostro con ambas manos exasperado.

-Bueno no hay nada que hacer, veamos que tienes guardado, en tu estado actual no creo que te sirva de mucho tu tesoro - 
Afortunadamente su sensación de culpa pasó rápidamente.

Revisando el lugar, encontró un cofre lleno de armas, escudos y algunas pieles curtidas con las cuales envolvió su botín improvisando una bolsa, después sacó el arma homicida de la cabeza del anciano la cual disminuyó su tamaño adaptándose a su nuevo portador pero aun así pesaba mucho, acto seguido cubrió el cuerpo totalmente con rocas.

Regresó al callejón sin salida y empezó a escalar hacia la entrada del túnel que se encontraba en el techo para regresar al segundo nivel.


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Laur acudió a auxiliar a Rarte que había sido golpeado fuertemente por el gran esqueleto, el cual se lanzó nuevamente tras Jean, ella observó como el joven destruía al esqueleto al mismo tiempo que recibía un gran golpe en represalia y era empujado a través de la pared.

Después de vendar a Rarte, los dos se acercaron al enorme agujero por el que el delgado joven cayó.

-Hay que ir a ayudar a Jean, lo más seguro es que este herido.- Laur estaba preocupada.

- Es mejor avisarle a los profesores, no sabemos en dónde lleva este agujero.- Rarte intentaba convencer a la señorita, para pedir ayuda.

- De aquí a que lleguen puede pasarle algo, yo iré buscarlo entonces-La joven se acercó al hueco con intención de entrar.

-¡Detente es peligroso!, no creo que Nox Crow quiera que te arriesgues- El joven musculoso se interpuso en su camino.

-Además si cayó en un nivel muy bajo los monstruos que habrá ahí no serán como los de aquí, no podrás hacer nada.- Rarte añadió con voz firme.

Antes que Laur debatiera su argumento, tres pequeñas aves de color negro salieron del agujero y empezaron a volar alrededor de la joven, la cual se puso a la defensiva, pero dándose cuenta que no la atacaban bajo su guardia y estiró su mano en la cual acto seguido las aves se posaron.

Después de que los dos las observaban atentamente, las aves de madera entregaron su mensaje con la misma voz de su propietario:

-"Laur estoy bien, me deslicé por un túnel, tardaré un poco en regresar, si no hay ningún peligro ahí arriba, espérenme por favor, no intenten bajar. Posdata si de alguna forma estás preocupada por mí, significa que soy un hombre bastante afortunado. Posdata de posdata: si no estás preocupada por mí, eres una mujer fría e insensible. Con cariño Jean."

-Ese hijo de... ¡Vámonos Rarte! si todavía puede bromear significa que está muy bien, así que no tiene caso esperarlo- El rostro de Laur se había enrojecido por el enojo.

-Vamos, no hay que molestarse, es un alivio que esté vivo, esperémosle aquí hasta que salga.- El otro joven intentó abogar por su compañero.

- Puede ser que tenga algún hueso roto, él fue golpeado muy duro, así que necesitará tratamiento-.Los papeles se habían invertido, ahora era Rarte el que quería ayudar.

- Esta bien, le daré treinta minutos, si no regresa en ese tiempo nos iremos de aquí, además si no tiene ninguna herida yo misma le haré algunas por hacernos preocupar-. La joven exudaba un aura malévola que contrastaba con su linda apariencia.

Cinco minutos antes que el plazo venciera, Jean salió del tobogán, lo que sorprendió ligeramente a sus dos compañeros, pues no hizo ningún ruido y aparentemente tampoco iluminó su camino de regreso.

-¡Hey!, la próxima vez avisa antes de salir de la nada, al menos hubieras usado tu fuego para iluminar tu camino, así nos hubiéramos dado cuenta.- La señorita estaba levemente asustada.

-...Bueno, eso no es una buena idea, hubiera llamado demasiado la atención y probablemente algún monstruo me hubiera seguido y atacado. ...Además usar los ojos no es tan indispensable.- Jean respondió cohibido ante la mirada de reproche de su compañera.

De hecho, uno de sus maestros le había enseñado que existían espectros o frecuencias de Luz que el ojo no podía ver de manera natural, según él existía luz incluso en lugares que eran considerados oscuros, así que le enseñó a Jean técnicas para acceder a estas frecuencias.

Sólo por si las dudas su insano maestro el Coronel Gerald, obligó al pobre Jean a no usar sus ojos en un infernal entrenamiento que bautizó ridículamente con el nombre de " El Topo Vidente", que consistía en abandonarlo en una cueva con sus ojos sellados, si intentaba hacer trampa su violento entrenador le rompería algunos huesos, algo que pasó varias veces al inicio , pues era difícil buscar alimentos sin poder ver, de esa sencilla forma el joven refinó sus sentidos en la oscuridad, recuerdo que había sellado en un rincón de su mente junto con muchos otros por el bien de su salud psicológica.

-¿Qué es eso que traes ahí Nox?- Rarte parecía interesado en la improvisada mochila hecha de pieles que Jean sostenía.

-Esto es un pequeño tesoro que encontré ahí abajo- dejando caer la bolsa la abrió y sacó el hacha del minotauro.- Toma, ya que somos equipo el botín se debe dividir.- Le pasó el arma a su compañero, que tuvo que sostenerla con ambas manos.

-Tomando en cuenta tu estilo de pelea supongo que te quedaría bien, no tienes que preocuparte por romperla, está hecha de Mitril-.

-Gracias-. Rarte se sorprendió un poco al recibir el arma, empezó a revisarla detalladamente.

-Así que todavía te diste el lujo de buscar un tesoro, creo que mereces un castigo-. La señorita no parecía muy contenta ante esta revelación.

- ¡Vamos! ignóralo por esta ocasión, también traje algo para ti.- Jean le pasó un arco de madera blanca con recubrimiento de plata.

-Por las runas inscritas en él, es un arco élfico-.Añadió.

La joven lo tomó y al igual que su otro compañero empezó a revisarlo de punta a punta.

-Bien, ahora dime Jean por qué nos atacaron- Laur demandó una respuesta, pero su humor había mejorado.

-¿Están enterados de los robos que ha habido?-. El joven le preguntó a sus dos compañeros.

-Si- Rarte respondió y la joven solo asintió.

-Bueno, cuando fui al centro atestigüé uno de esos robos, terminé persiguiendo a uno de los ladrones y le arrebaté las piedras mágicas que había robado, algo que no le gustó, durante la confrontación pudo ver mi rostro-.

-Las piedras las devolví a su legítimo dueño pero...- Jean titubeó al pensar si debía continuar hablando, pero ya que los había involucrado decidió no guardar información importante.

-Necesito que guarden en secreto lo que les voy a decir. Dejé escapar al ladrón para que pudiera perseguirlo, el problema es que el lugar al que regresó es esta Academia.- Declaró seriamente el Joven.

-Con lo que pasó hoy se vuelve más sólido lo que pienso, el ladrón es un estudiante de esta escuela y ya que los vio conmigo, sería buena idea que se cuiden, discúlpenme por involucrarlos-. Jean hizo una reverencia disculpándose.

-Levanta tu rostro, no tienes que disculparte, no hiciste nada malo-. La señorita rubia respondió comprensivamente.

-No te preocupes, me se cuidar solo.- Rarte también animó al joven.

-Muchas gracias, también le informaré a la capitana Maeru sobre todo esto. Laur ¿podría pedirte que informaras y acompañaras a Lili y a Liz? Temo que intenten hacerles algo como represalia por mis acciones-.

-Yo me encargaré de que este asunto termine cuanto antes, ahora salgamos de aquí, creo que ya cubrimos nuestra cuota de exterminio de plagas-.

-Sí, puedes contar conmigo.- La señorita respondió con una confiada sonrisa en su rostro.

Los tres dejaron el laberinto no sin antes bloquear el túnel por el que Jean había caído para que nadie intente acortar camino y se ponga en peligro innecesariamente, Jean derritió la piedra y Laur usó su magia de hielo para solidificarla nuevamente, por su parte Rarte movió varias rocas para bloquear la vista.

Al llegar a la salida, la luz los deslumbró por un momento, aunque habían pasado varias horas dentro, todavía eran las primeras horas de la tarde.

Entregaron su reporte a los profesores, aparentemente eran el primer equipo en terminar su ruta. Los tres se despidieron y Jean se dirigió a su habitación.
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Acerca de David-A Gato

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