Hola de nuevo lectores, últimamente la pagina esta un poco tranquila con lo que respecta a publicaciones, pero no quiere decir que dejare de traerles mi novela. Este episodio aclarara algunas dudas que se han construido a lo largo de la historia. Sin más que decir me despido hasta el próximo capitulo.
PD. No olviden comentar, me gustaría conocer que les parece el rumbo que esta tomando la parte final de la novela.
Capitulo
XIII
“Secretos”
Cielo.
Año
Cero.
Fuego, sangre, gritos de
auxilio, todo aquello que una vez destellaba como rayos de sol ahora está en
ruinas. El cielo se convirtió en segundos en un campo de batalla donde no hay
bando ganador, las bajas estaban igualadas; el paraíso creado por Dios se
esfumo.
Todo estaba acabado, la
rebelión había logrado llegar a la habitación del trono, ahí se encontraba Dios;
sentado sin preocupación alguna guiando sus ejércitos desde una distancia
segura. Los siete ángeles que velaban por la seguridad del Todopoderoso estaban
reunidos en la misma habitación preparados para lo peor.
Las puertas gigantes se
abrieron de par en par, aquellos ángeles guiados por Lucifer han salido
vencedores; sus atuendos blancos que solían llevar, ahora son carmesí producto
de la sangre derramada en la guerra. Al frente de todos, guiándolos como líder
en esta guerra estaba el mayor traidor, el favorito del cielo.
—Es hora de ponerle fin a
esto. —Lucifer mostraba frialdad en aquellos ojos exhaustos y sin vida. —Como
esperaba del Todopoderoso, no fue fácil llegar hasta aquí.
Los siete ángeles
guardianes, portadores de los anillos de luz se colocaron frente al creador
intentando protegerlo hasta el final, todos mostraban una sonrisa en sus
rostros; estaban confiados de su fuerza otorgada por los anillos.
—Siempre fuiste egoísta,
mantuviste a tus guardianes junto a ti. ¿No era mejor opción mandarlos al
frente de la batalla? Tus seguidores los necesitaban afuera; quizás si ellos
hubieran estado peleando junto a ellos no hubiera tantas bajas en tu bando. —Lucifer
intentaba molestar a los guardianes con sus palabras, deseaba eliminar la
sonrisa en sus rostros.
Los siete ángeles
guardianes hicieron brillar sus anillos, sus armas aparecieron en un cerrar de
ojos. Estaban preparados para lanzarse en contra de todos los traidores, para
darles el castigo que se merecen por revelarse con su Señor. Uno de ellos
apunto su arco en contra de Lucifer, estaba convencido en desaparecer todo
rastros de líder de esta rebelión.
—Antes que dispares la
flecha, Uriel, déjame mostrarles algo muy interesante. —El favorito de Dios tenía
la atención de los guardianes. —Quizás esto no pueda entenderlo nadie más que
tú y yo, Padre. —Entre sus ropas cubiertas de sangre mostro una corona dorada,
la cual coloca en su cabeza, acto seguido su cuerpo comenzó deformarse; aquel
ángel lleno de luz hermoso por naturaleza se había transformado en una criatura
horrorosa, con garras, colmillos, dos gigantescos cuernos que salían de su
cabeza; una cola larga y delgada. —Pyrón manda sus saludos. —Sin que ninguno de
los guardianes pudiera seguirlo con la vista aparece frente a Uriel, sin
titubear y con una enorme sonrisa, lo decapita en un santiamén.
— ¡Retrocedan! —Grita
Dios, su rostro estaba pálido, escuchar el nombre de Pyrón lo ha dejado sin
mucho que decir.
— ¿Cómo fue posible? No
pude seguirle el paso. —Raziel estaba sin creérselo, uno de sus compañeros
había sido eliminado sin esfuerzo alguno.
—Se suponía que estos
anillos nos hacían los más fuertes en todo el cielo. ¿Cómo ha conseguido tanto
poder? —Zadquiel intentaba mover nuevamente su cuerpo, la impresión al ver como
decapitaban a Uriel lo había dejado inmóvil.
—Tranquilícense todos
ustedes, solo nos tomaron por sorpresa, recuerden que desde un principio éramos
conocedores que habrían bajas; no todos sobreviviríamos después de la batalla.
—Barachiel era el que comandaba a los siete guardianes, siempre fue tranquilo;
su rostro mostraba paz no importa la situación en la que se encontrase, y hoy
no ha sido la excepción.
Lucifer retrocedió,
mientras el cuerpo de Uriel desaparecía a ritmo veloz, dejando atrás un cráneo
de cristal y su anillo de luz. Ahora todos estaban inquietos, los ángeles
traidores esperaban la señal de su líder para atacar. Durante años fueron
acumulando desprecio hacia los guardianes y hacia Dios mismo, nunca estuvieron
de acuerdo con sus reglas y jerarquía, deseaban eliminar el problema desde la
raíz.
—Haz entrenado muy bien a
tus guardianes, son muy fieles. —Alzo su mano izquierda al aire mostrando sus
enormes garras negras. —Para ellos será un honor morir a tu lado. —En un
movimiento brusco e inmediato bajo la mano apuntando a los guardianes de Dios.
—No dejen a ninguno vivo.
Los traidores alzaron sus
alas y dirigieron sus ataques a los portadores de los anillos. No titubearon ni
un segundo en morir por su causa, sabían que su muerte daría paso a un nuevo
Todopoderoso; digno de gobernar el mundo que estaba a poco tiempo de nacer.
— ¡No dejen que se
acerquen a nuestro Señor! ¡Zophiel, Sealthiel! —Lanzó una mirada amenazadora a
sus compañeros, estaban en un momento crítico y totalmente decisivo. — ¡Protéjanlo,
quédense junto a él! —Barachiel alzo vuelo junto con los otros tres guardianes
e intentaron acabar con los traidores.
La habitación del trono
se convirtió en un campo de batalla, la sangre era derramada por todo el lugar;
los guardianes de Dios eran entes poderosos, pero luchaban contra más enemigos
de los que podían controlar, todos poseían espadas plateadas entregadas por
Lucifer; para hacer frente a la legión de ángeles que defenderían ciegamente la
posición de Dios.
El acero sagrado de la
espada de Barachiel era poderoso, no había fuerza que se le comparara en el
cielo, sin embargo; y para su sorpresa aquellas espadas no eran destruidas al
contacto. Chocaban acero sin retroceder ningún instante, estas espadas no eran
comunes, en definitiva no eran las espadas que se les otorgaba a los guardianes
de la paz en el cielo; estas poseían algo distinto.
— ¿Por qué no te rindes
Barachiel? Haz comprendido que nuestras espadas no son normales, están forjadas
en el fuego del infierno. —Lucifer estaba inmóvil al otro lado de la inmensa
habitación, observando cómo eran derrotados los guardianes celestiales.
Zadquiel logró abrir un gigantesco hueco en la
pared de la habitación con su enorme hacha de doble filo, llevo su pelea afuera
donde podría maniobrar con más libertad; aunque al igual que sus compañeros estaba
siendo vencido.
Jhudiel era portador de
uno de los anillos de luz, su arma son las espadas gemelas, más ligeras y delgadas
que la espada que blande Barachiel; su estilo de pelea era similar al de
Zophiel, ágil esquivando ataques y preciso en el momento de acertar un golpe
mortal. Podía usar sus espadas como ataque y defensa a la vez, después de
Barachiel, era el más fuerte. Gracias a su estilo de pelea parecía ser el único
al que no se le dificultaba esta batalla, esquivaba con gracia los ataques que
le eran lanzados y cada ataque acertado de su parte acababa con la existencia
de su enemigo.
El techo desapareció,
convirtiéndolo de esta forma en pequeños trozos de escombros. Raziel lo había
destruido por completo cuando lo atravesó, su anillo le otorgaba como arma un
látigo; cada vez que azotaba su arma generaba una fuerza destructora, capaz de
eliminar lo que estuviera a su paso. Su modo de pelea consistía siempre en
mantener una gran distancia entre sus enemigos, mientras mayor sea la
distancia, más poderoso será el impacto.
— ¿Cómo pudiste aliarte
con Pyrón? ¿Sabes que tan peligroso puede llegar a ser? —Dios había regresado
en sí, seguía sin comprender como su ángel favorito ha podido llegar a realizar
tal masacre.
— ¿Aliarme? Creo que te
equivocas, yo no me he aliado con él. ¡Engañe a ese idiota para que me mostrara
el paradero de la corona espectral! ¡Lo sé todo, este objeto nació junto con
ustedes! ¡Aunque no sé cómo usarlo en este momento, comprendo que esto les
otorgo el poder que ahora poseen! —Estaba perdido en su locura, reía sin parar
al ver como caían ambas entidades creadoras.
— ¿Cómo sabes todo eso?
¿Qué has hecho con Pyrón? —Dios se levantó del trono esperando recibir una
respuesta satisfactoria por parte de Lucifer.
—Ha sido sellado en lo
más profundo del infierno, estas frente al nuevo rey de las tinieblas y futuro
Todopoderoso. —Estaba seguro que esto acabaría en este momento, su rostro
mostraba confianza y seguridad.
Sealthiel estaba
protegiendo a Dios, con un campo transparente indestructible; el arma entregada
por su anillo era un escudo el cual podía hacer aparecer donde quisiera. Conforme
transcurrió el tiempo logró revelar más secretos de su escudo hasta el punto
que lograba crear un gigantesco campo de fuerza, más duro que cualquier acero.
Lastimosamente, este campo no puede ser movido una vez aparezca, le consume
tanta fuerza que no puede crear otro igual en días.
— ¿Crees que Pyrón seria
derrotado tan fácilmente? Su poder es
completamente diferente al mío, si continuas con esto no habrá vuelta atrás,
serás consumido por su poder. Detén esta locura hijo mio.
El templo se venía abajo,
con dificultad aún continuaba en pie. Las batallas contra los guardianes hacía
temblar al cielo, los ángeles traidores caían uno tras otro, sin embargo
cumplían su objetivo; debilitarlos cada vez más.
—No soy iluso, sé que
algún día podrá liberarse de sus ataduras y decidirá recuperar lo que le fue
hurtado. —Lucifer intercambio miradas con su Padre. — Para tu mala suerte tengo
un plan. Esta guerra no fue solo gracias a mí, no estoy solo.
Lucifer estaba hablando
más de lo que debería, eso sería peligroso para sus planes en el futuro, debía
interrumpir la conversación antes que sea demasiado tarde. Zophiel salió del
campo creado por su compañero y voló por los aires eliminando a los obstáculos
en su camino.
— ¡Bajaste la guardia!
—Su arma es una lanza. Cortaba a los traidores frente a ella a una velocidad
difícil de seguir, dejaba una imagen en el aire como si utilizara docenas de
lanzas a la vez.
Todos aquellos ángeles
que vieron como voló en dirección a Lucifer, con una velocidad alucinante han
quedado impresionados, nunca antes habían visto a Zophiel peleando, siempre habían
evitado cualquier acto de violencia; siempre fue un ángel reservado, hablaba
solo lo necesario y en cosas que requerían que lo hiciera. Nadie se esperaba
que fuera tan buena luchando.
Dirigió la punta de su
lanza directo al pecho de Lucifer, desde el punto de vista de todos los ángeles
que estaban pendientes al ataque se observó cómo fue detenida sin problema
alguno el arma del ángel guardián. El nuevo rey del infierno logró sostener su
lanza con ambas manos en el momento preciso.
—Sigue hablando y a la
próxima no me detendré. —Susurró Zophiel intentando no ser escuchada por nadie.
Parecía que iba enserio,
por un instante creyó que realmente iba por él. Por fin comprendió que debía
terminar con esto inmediatamente, antes que su vida corriera peligro. Continuó
con su actuación intentando hacerles creer que había previsto el ataque de
Zophiel.
— ¿Esto es lo mejor que
puedes hacer? —Aun sosteniendo el arma con su manos, arrojó con todas sus
fuerzas al ángel en dirección al trono. —Ya basta de tonterías. ¡Mis fieles
seguidores retrocedan, es hora de que ponga fin a esto!
Todos los traidores que
aún continuaban peleando con los guardianes retrocedieron de inmediato, dejando
el camino libre para que su nuevo Señor terminara con lo que ellos habían
logrado. Dejar exhaustos a sus enemigos.
Los seis ángeles que aún
quedaban a servicio de Dios se colocaron frente al trono, esperando a que Lucifer
hiciera su movimiento. En sus rostros se mostraba el cansancio, no aguantarían
mucho más tiempo. Barachiel dio un paso adelante, sostenía su espada
fuertemente con ambas manos esperando salir vivo de la batalla.
—Recuerden por quien
luchamos y lo que representamos. No prometo que vivamos después de esto, pero
si logramos proteger a nuestro Señor significara que cumplimos nuestro
objetivo. De nosotros depende que el reino celestial perdure eternamente,
después de ahora tengan por seguro que nuestros nombres serán recordados por
siempre. —Barachiel hizo destellar su anillo, acto seguido su espada se cubrió
de fuego azul.
—Bonitas palabras,
lastimosamente el reinado de Dios acaba aquí. —Lucifer desapareció de nuevo
frente a ellos, aquellas garras negras estaban detrás de Raziel; tomó por
sorpresa a todos los guardianes, excepto a uno. El campo que protegía al
Todopoderoso se desvaneció para proteger del ataque a su compañero.
Sealthiel logró detenerlo
unos segundos haciendo aparecer su escudo en la espalda de Raziel. Los ángeles
guardianes alzaron el vuelo después de ver como casi moría otro de ellos, esta
vez no tolerarían ver morir a otro más.
Aprovechando que su
ataque había sido detenido, y esto ha dejado a Lucifer en una posición nada
ventajosa, Raziel utilizo su látigo para retenerlo en el lugar unos segundos,
los cuales fueron bien aprovechados por los demás. Zadquiel alzo su hacha de
doble filo para cortarle la cabeza, de la misma forma en que su compañero fue
decapitado; lastimosamente esto no fue suficiente, y con sus propias manos el
rey de las tinieblas cortó su brazo por el cual estaba siendo sostenido por el
látigo. Esquiva el ataque del ángel con toda tranquilidad y usando la última
mano que le quedaba, logra acertar un golpe letal dejando un gran agujero en el
pecho de Zadquiel.
— ¡Traidor! —Jhudiel alzo
sus alas momento después de ver como otro de sus compañeros había caído, hizo
destellar su anillo para cubrir de llamas azules sus espadas gemelas. No existe
piedad alguna lo suficientemente grande como para perdonar a Lucifer, esta vez
pagara por su traición.
Zophiel, Jhudiel y Barachiel
dirigieron un ataque combinado hacia el traidor, los tres ángeles atacaron en
direcciones distintas para que al menos uno de sus armas diera en el blanco.
Para su mala suerte, su enemigo conocía sus formaciones gracias a Zophiel. Su
brazo se había regenerado de manera veloz, aprovecho a Raziel que aún seguía
inmóvil por ver a Zadquiel desangrar hasta desaparecer y sin pensarlo utilizo
su cola para tomarlo por la cintura mientras utilizaba sus largas garras en las
manos como espada para detener el ataque frontal de Barachiel.
— ¡Espera! ¿Qué haces?
¡Suéltame! —Raziel estaba inmóvil por la cola de Lucifer, estaba siendo usado
como escudo para detener el ataque de Jhudiel.
Sealthiel estaba a punto
de utilizar su escudo para proteger a su compañero atrapado por la cola del
traidor del cielo, pero escucho una voz que le ordenó proteger a Dios. Era el
mismo Barachiel quien se lo ordenaba, todos estaban concentrados en Lucifer que
no se percataron que los otros traidores iban tras su Señor.
— ¡Lo siento Raziel!
—Fueron las últimas palabras que pudo entregarle a su compañero, mientras
colocaba su escudo a Dios.
Las espadas gemelas de
Jhudiel cortaron el cuerpo de su compañero en cuatro partes formando una enorme
equis en su pecho, la cual fue el punto de partida donde se dividieron sus
extremidades. Estaban demasiado cerca que le fue imposible detenerse, el rey de
las tinieblas había logrado soltarlo a tiempo.
Utilizo su cola como si
fuera una espada, para atravesar la garganta de Jhudiel y luego decapitarlo;
allá fue otro guardián más, ahora solo quedaban tres, esto era crítico, la
derrota estaba a la vuelta de la esquina. Barachiel había sido detenido por
Lucifer al sostenerle su espada con ambas manos, parecía que el fuego celestial
que cubría su arma no le afectaba en lo más mínimo al traidor. Esto fue
confirmado al ver la sonrisa en el rostro de su enemigo.
—No deberías reír aun,
traidor. ¡Si muero te llevare conmigo! —Barachiel apretó su espada lo más
fuerte que pudo e intento ejercer toda la presión que le fue posible contra
Lucifer. Su objetivo, que no pudiera esquivar el ataque que llegaba por atrás.
— ¡Haz lo que tengas que hacer! —Gritó, mientras observaba como se acercaba su
compañero.
Zophiel logró acertar su
ataque, atravesó su lanza a espaldas de Lucifer, y justo después que la punta
de su arma atravesara por completo el cuerpo del traidor, hizo destellar su
anillo y cubrió de llamas azules el filo de la lanza. De esta forma el más
afectado fue Barachiel, que fue atravesado directo en el corazón, su cuerpo se
empezó a quemar por dentro hasta convertirse en cenizas, dejándolo igual que
todos los demás guardianes caídos, su anillo y el cráneo de cristal.
El único sobreviviente
que observó los actos sucios de Zophiel fue Sealthiel que no podía creer lo que
había presenciado, uno de los suyos estaba aliado con el traidor más grande que
el cielo haya visto.
Lucifer continuó con su
actuación después de ver a Barachiel gritar de dolor al ser quemado por dentro hasta
convertirse en nada. Acto seguido tomó el arma de Zophiel con ambas manos y la
sacó de su cuerpo, sin importarle las quemaduras que este fuego le causaban. Dejó
caer el arma al piso y sostuvo con sus enormes manos la cabeza del ángel
guardián aliado a él; tras acertarle un potente puñetazo justo en el rostro, la
mando a volar fuera del templo. Ahora dejo el camino libre para acabar con el
último ángel guardián de acuerdo al plan ideado con anterioridad.
Sealthiel comenzaba a
dudar de sus propios pensamientos, después de ver como Lucifer golpeaba a
Zophiel se le hacía imposible pensar que ellos estuvieran juntos en esto, sin
embargo en momentos como esos; no estar pendiente de tu alrededor podría
significar la muerte. Precisamente ese fue su error, estaba tan pendiente en la
pelea que se efectuaba contra el rey del infierno que no observo que los demás
traidores no iban por Dios, sino por él.
— ¡Cuidado! —El
Todopoderoso advirtió del ataque a su último ángel guardián que aún se mantenía
de pie.
Para cuando volvió en sí
ya era demasiado tarde, docenas de espadas atravesaron su cuerpo sin dejar
espacio libre donde apuñalarlo; los traidores dejaron las espadas clavadas en
el cuerpo de Sealthiel y se alejaron guardando su distancia. El ángel no pudo
pronunciar una sola palabra, había llegado a su fin, cayó de rodillas mientras
intentaba llegar a su Señor alzando su mano en dirección a él. No tardó mucho
en desaparecer.
—Hasta donde ha llegado tu
ego. ¿Te crees lo demasiado importante como para quedarte sin hacer nada
mientras tus ángeles morían frente a ti? —Lucifer se acercaba lentamente a Dios,
mientras mostraba sus afiladas garras de color negro, la herida causada por
Zophiel lo había debilitado en gran medida.
—No entiendes nada. ¿No
sabes lo peligroso que sería para todos si hiciera uso de mis poderes? La
última vez que utilice mis poderes para una batalla casi desaparece todo, el
poder de una sola entidad creadora es lo
suficientemente poderosa como para borrar este universo.
—Si eso crees, entonces
acepta tu destino y cierra los ojos, es hora de que tomé tu lugar en el trono. —La misma sonrisa burlona de siempre se dibuja en el rostro de Lucifer.
—Lamentablemente para ti
no puedo hacerlo, prefiero que todos desaparezcamos a dejarte gobernar un mundo
guiado por tu régimen.
—Sabía que no me dejarías
tomar tu puesto tan fácil. Espere tanto este moment…
Tomando por sorpresa a
todos Zophiel regresa al templo, toma del piso su lanza y la utiliza para
asestar varios golpes y, a su vez causar cientos de heridas a Lucifer;
seguidamente utiliza el otro extremo de su lanza, para arrojarlo contra los
últimos muros que mantenían en pie la estructura. El templo se desploma
rápidamente, el ángel guardián hace destellar su anillo mientras entierra su
lanza en el piso creado grietas por todos lados.
— ¡Si no podemos contigo
entonces te sellaremos en el infierno maldito traidor! —Su anillo ahora genera
suficiente luz comparado con mil soles, ciega a todos en el lugar. Nadie, ni
siquiera Dios observo lo que sucedía en ese momento, excepto Zophiel.
Miles de sombras con
formas de manos salen de las grietas en el piso, capturan a todos los traidores
y seguidores de Lucifer, los arrastran junto a su líder a la oscuridad, al infierno; donde serán condenados toda la
eternidad a vivir sin la gracias de Dios. Sin importar cuanto intentaran
escaparse de aquellas sombras, les era imposible, esto era la señal que daba
paso al final de la guerra.
—Gracias por confiar en
nosotros mi Señor. —Esas fueron las últimas palabras, antes de su desaparición;
de esta forma logró huir, fingiendo su muerte frente a Dios.
La luz creada por el
anillo de luz desapareció, dejando solo al Todopoderoso en esas ruinas que
anteriormente era el templo de su trono. Todos los ángeles guardianes y
aquellos que habían sido entrenados para batallar desaparecieron, tendría que
volver a empezar desde cero con los ángeles sobrevivientes, aquellos que nunca
antes han sostenido una espada.
Isla Poveglia, Italia.
26
de diciembre del 2026. 3:12 am
Marianne despierta
asustada de su trance, han transcurrido solo unos minutos desde que uso su
magia para averiguar el origen de estos cráneos, su rostro estaba pálido,
mostraba signos de cansancio; miedo y sorpresa a la vez. Había visto algo que
cambio su perspectiva, o al menos le han abierto los ojos.
— ¿Qué sucedió? ¿Viste
algo? —Beowulf la miraba detenidamente, esperando a que pudiera pronunciar
alguna palabra.
—Esto está mal, sé muy
bien de quienes son esos cráneos. Me permitieron ver a través de ellos. —La
mujer respiraba a un ritmo acelerado.
La puerta de la
habitación fue azotada contra la pared, los fantasmas del lugar parecían estar
interesados por las palabras de la bruja, querían escuchar todo con respecto a
esos cráneos de cristal.
— ¿Qué quieres decir con
eso? —Un escalofrió recorrió el cuerpo del jugador, esto no iba a ser agradable
de escuchar, estaba seguro de ello.
—Los dueños de estos
cráneos son los siete guardianes de Dios. —Hizo una pausa para observar
detenidamente los ojos de Beowulf que no parecía sorprendido. —Además, también
poseían unos anillos parecidos a los de ustedes. Todo esto fue extraño, observe
la guerra del génesis, la misma que está narrada en los escritos que
encontramos en el templo.
El ambiente quedo en
silencio, los espíritus en la habitación no hicieron movimiento alguno
esperando a que la conversación continuara su curso. El viento soplaba
suavemente a través de la ventana, era un viento frio que pegaba bastante bien
con la situación actual. Beowulf no parecía impactado por la noticia, lo cual
resultaba bastante sospechoso para la bruja que esperaba aún más de él.
—No pareces sorprendido.
¿Lo sabias? —Marianne continuaba observándolo.
—Estoy al tanto de los
anillos de luz, no lo ocultare. —Una gota de sudor bajo por su frente a pesar
del frio que hacía en el lugar.
—No me refiero solo a los
anillos… —Prometió que no habría secretos, ahora debe cumplir.
Dejo salir un suspiro, no
tenía como evadir el tema después de todo ahora son compañeros en este juego, y
tras ver como utilizó sus poderes para examinar los cráneos, era obvio que la
necesita de su lado; para eso debe ser sincero con ella.
—Me imaginaba que los
cráneos eran de los siete guardianes de Dios, no hay que ser muy listos para
darse cuenta de esto. Conforme iba a través del mundo buscando los tesoros
divinos, me encontraba con ciertos escritos esparcido en cuevas y lugares
alejados de la humanidad. En ese momento leí sobre aquellos ángeles que
sacrificaron sus vidas por el futuro del mundo como lo conocemos en la
actualidad. —Hizo una pausa, tomó aire e intento no mirarla a los ojos.
—También hablaban sobre los rastros que dejaron aquellos seres. A pesar que su
cuerpo desaparecía, dejaban atrás un cráneo de cristal junto con su respectivo
anillo de luz. Esto me hizo replantearme todo de una manera diferente, mi
curiosidad por saber la verdad no tuvo limites; me puse en marcha en la
búsqueda de los cráneos de cristal hasta llegar a tu organización, la cual
había robado los cráneos del museo donde los resguardaban.
—Y al final te hicimos
las cosas más fáciles cuando el señor Ian nos ordenó deshacernos de ellos, tras
ver que no nos serian de utilidad. —Continuaba mirándolo.
—Así es, gracias a
ustedes no tuve que mancharme las manos para conseguirlos. Ahora solo
necesitaba a la persona adecuada para que me ayudara a descifrar lo que
ocultaban estos cráneos. —Beowulf miró nuevamente a la bruja, dejo ver aquel
rostro ya maltratado por el tiempo producto de su tesoro divino; su mirada
gritaba por el perdón. —La única manera de averiguar los secretos que ocultaban
no yacían en la ciencia, sino más bien en la magia.
En ese momento Marianne
comprendió todo, su encuentro con él fue obra de un elaborado plan para su
conveniencia. Jugó con ella desde un principio con la excusa de que podría
defender a su amado si aceptase. Todo lo que hizo desde el principio, fue
cuidadosamente planeado para poder llegar a este momento, estaba furiosa.
— ¡Tú me utilizaste! —Las
runas en sus manos aparecieron nuevamente.
—Sí, lo hice, necesitaba
tu ayuda para descifrar todo esto. Encontré rastros de un espíritu poderoso,
pero para mí mala suerte descubrí que dicho poder estaba celosamente
resguardado en las venas de una familia en específico. —Suspiro un poco
intentando tomar coraje para enfrentarla si era necesario, ya ha llegado lejos
y no se arrepiente de ello. —No entrare en detalles con esto, simplemente mi
investigación me llevo a ti e hice lo que tenía que hacer para que aceptaras tu
legado. —Un destello apareció en su mano derecha acompañado de su espada.
Estaba preparado para lo que fuera. —No estaba en mis planes la muerte de Ian,
lamento que no pudiéramos hacer nada para rescatarlo, pero respetare su último
deseo si me lo permites. Enserio lamento haberte usado de esta manera, pero
mira el lado positivo, gracias a eso ahora podrás usar tus poderes para evitar
que millones de personas sufran lo mismo que tu; la perdida de sus seres
queridos.
Las runas desaparecieron,
ella no esperaba esas palabras, estaba segura que en cualquier momento pediría
perdón por sus acciones e intentaría cambiar sus palabras por otras que fueran
más favorecedoras para él. Sin embargo no lo hizo en ningún momento, dijo la
verdad, todo lo que estaba pensando salió de su mente a través de su boca sin
problema alguno. Esta vez fue sincero. Marianne trago saliva, intento
tranquilizarse, después de todo ahora ya estaba hecho, no importaba lo que
hiciera; Ian estaba muerto y no podía hacer nada al respecto.
La débil luz de luna aun
brillaba a través de la ventana, alumbrando débilmente la habitación; gracias a
ello Beowulf no logró observar aquella sonrisa de felicidad que se dibuja en el
rostro de la bruja, estaba feliz en cierta manera, nunca nadie había sido
totalmente sincera con ella, ni siquiera Ian. A pesar de que fue utilizada para
los planes egoístas del jugador uno, continuaba con esa sonrisa en su rostro;
tal como había dicho Beowulf ahora tiene magia lo suficientemente poderosa como
para proteger a las personas. La muerte de su amado no será en vano, esta es la
oportunidad perfecta para guiar a la organización por el mismo camino en el que
fue fundada en primer lugar antes de la llegada de Ian; proteger a las personas
necesitadas de los sucesos apocalípticos.
—Ya todo está hecho, creo
que ya no importa más el pasado. —Dijo Marianne mientras se limpiaba el polvo
de su vestimenta.
—Me alegra que
resolviéramos las cosas de forma pacífica. —La espada desapareció de sus manos
mientras se observaba como la tensión se despejaba del ambiente. —Ahora que
conocemos los dueños de estos cráneos de cristal debemos marcharnos, es hora de
que vayamos a nuestro próximo destino.
—De hecho solo seis
cráneos son reales. —Guardo silencio mientras observaba el cambio radical en el
rostro de Beowulf.
— ¿Qué has dicho? —Estaba
sorprendido, esto no lo vio venir en ningún momento.
—Puf… déjame resumo todo
lo que he descubierto para ti. —Chocaron miradas. —Cuando observaba la guerra a
través de estos cráneos logré percatarme que uno de estos cráneos es falso,
para nuestra mala suerte no sé de quién es el cráneo faltante. —Extendió su
mano en dirección a Beowulf mientras levantaba dos dedos. —Segundo, descubrí
cuan poderoso puede llegar a ser Dios si pelea seriamente, a su vez descubrí el
origen de su poder, la corona espectral
o mejor dicho el primer tesoro.
— ¿Qué?… ¿Qué me estas
contando? Imposible, si uno de estos cráneos es falso. ¿Dónde está el
verdadero? —Nuevamente el escalofrió recorrió su cuerpo. — ¡Es imposible! Los
tesoros divinos fueron creados tiempo después como símbolo de paz por Dios y
Satán.
—No sé dónde haz sacado
eso último, pero me temo que es imposible, vi la guerra gracias a mis poderes y
claramente escuche confirmarlo por Dios en persona. —Miró fijamente a Beowulf,
no pestañeo, intentaba hacer que creyera en ella así como ahora confiaba en él.
Hubo un silencio incomodo
que se extendió por varios segundos, mientras se desataba una guerra dentro de
la cabeza de Beowulf; después de pensar detenidamente todo lo averiguado hasta
el momento, llego a una conclusión. Dios oculta mucho más de lo que aparenta,
necesita dirigirse en este momento hacia la isla celestial y hablar
directamente con él.
—Confiare en lo que
dices, no tengo porque dudar de ti. —Nuevamente se colocó su capucha y se
dirigió al pasillo para salir de este lugar lo más pronto posible. —Debemos
irnos, necesito aclarar algunos asuntos con alguien.
La bruja no dijo más,
tomó la bola de cristal que contenía las cenizas de Ian y camino unos cuantos
pasos atrás del jugador, en estos momentos parecía molesto, no quería enojarlo
más de lo que parecía estarlo.
Marianne permaneció en callada hasta llegar afuera del edificio observando
cuan silencioso estaba en lugar en comparación a
cuando llegaron, los espíritus guardaban sigilo
mientras observaban cada paso que ellos daban.
Por fin han salido al
aire libre, el encapuchado estaba apurado. Antes de que Beowulf pudiera decir
algo, ella interrumpe este incomodo momento para dar a conocer algo que ha
estado rondando en su cabeza durante algunas horas.
—Sabes, antes de que nos
marchemos quisiera ir a la orilla de la isla. —Miró aquel cielo nublado e
inaccesible para ver estrellas. —Pienso que esta isla es el lugar indicado para
arrojar las cenizas de Ian. Tú sabes, después de todo, sus últimos años en la
tierra se la paso con la compañía de un demonio.
Beowulf guardo silencio,
se limitó únicamente a asentir con la cabeza indicándole su aprobación. Si lo
piensan más detenidamente, Marianne tiene toda la razón, Ian estaría furioso si
hubieran sido esparcidas sus cenizas en un lugar común y corriente. Al menos en
el mar podrá viajar por todo el mundo, y su punto de partida seria el indicado
para un jugador de este maldito juego.
Tras algunos minutos
caminando hasta la orilla de la isla lograron llegar por fin, justo a tiempo;
el frio era peor mientras más se acercaban al mar. Marianne observo lo pacifica
que estaba el agua a estas horas, si este lugar no estuviera lleno de espíritus
podría ser un hermoso sitio para visitar.
—Debemos darnos prisa.
—Dijo Beowulf mientras aparecía su espada.
Marianne no contesto,
estaba en un momento delicado, estaba a punto de hacer algo que no creyó que
sucedería tan pronto, la despedida definitiva de su amado Ian no era algo que
esperaba tener de una manera tan inoportuna. Respiro profundamente intentando
no llorar, un nudo en la garganta se creó en ella, mientras abrazaba
fuertemente la bola de cristal. No podía dejar de pensar que hubiera sucedido
si se hubieran conocido en otras circunstancias, en otra vida lejos de estos
problemas. ¿Hubieran tenido familia? ¿Adorables hijos y una casa alejados de la
ciudad? Es cliché, estaba consciente de ello, pero no importaba en absoluto porque
ella lo deseaba con tantas fuerzas que no le importaba nada más.
—Te amare y seguiré
amándote hasta el día que mi cuerpo y mente se conviertan en nada… Adiós Ian. —Estas fueron las últimas palabras
para su amado, sus lágrimas cayeron sin que ella pudiera hacer algo al
respecto.
Dejo caer la bola de
cristal al mar donde inmediatamente se derritió al contacto con el agua dejando
libre las cenizas del jugador cuatro, las cuales se esparcieron por todos
lados, ahora por fin había terminado, era uno con él mar. Todo lo hecho en vida
había dejado huellas, para bien o para mal, contribuyo en el acto final que aterrorizara
mundo.
—Sé que es mal momento,
pero creo que debemos marcharnos en este momento. —Beowulf intentaba ocultar su
rostro, necesitaba hablar con Dios de inmediato.
—Sí, creo que tienes
razón. —Marianne limpió sus lágrimas.
Un estruendo en el cielo
hizo retumbar la isla, dicho sonido fue escuchado por todo el mundo. Ambos
dirigieron sus miradas al cielo sin perder ni un segundo, para su sorpresa el
cielo había desaparecido; dejando en su lugar una extraña y muy escalofriante
vista.
— ¿Qué está sucediendo?
—Marianne hizo aparecer sus runas esperando lo peor.
Era como ver directamente
al espacio. ¿Otro planeta? No, esto definitivamente no era otro planeta. Ese
lugar que se observaba en donde antes se encontraba el cielo definitivamente
era la tierra, no había duda. Sin embargo había algo peculiar en ella; se
podían observar todos los continentes inundados por lava, cráteres gigantescos,
la inexistente agua en los océanos, era una gran roca sin vida. Nada de esto tiene
sentido.
— ¡Iré por ti! ¡No importa cuánto tiempo me demore, prometo que llegare!
Una voz hace estruendo en
el mundo, parecía desesperado, exhausto e irritado, algo malo está a punto de
suceder. Para ambos aquella voz les era muy familiar, tanto que empezaban a
pensar que era parte de su imaginación. Se limitaron a intercambiar miradas.
Un último Estruendo se
escuchó proveniente de esa imagen tan desfavorecedora de la tierra, seguido la explosión de aquella
réplica exacta de la tierra; fue imposible seguir mirando hacia arriba, genero
tanta luz como si se tratase de mil soles. El cielo apareció nuevamente como si
no hubiera ocurrido nada, esto no tenía explicación alguna. ¿Anthony estaba
detrás de todo esto? Si es verdad que todo es parte del plan maligno del
jugador dos, entonces ahora tenía un motivo más para ir a la isla celestial.
Estados unidos,
Manhattan.
26
de abril del 2019, 9:15 pm
Han pasado tres días
desde aquel extraño acontecimiento, en el que por unos instantes sintió pavor
con solo imaginarse lo terrible que hubiera sido perder el control entre medio
de todas esas personas; la ciudad hubiera sido un caos y, en el peor de los
casos Manhattan hubiera desaparecido del mapa.
Ahora Dimitri tiene una
justificación para continuar con su rutina e ir de ciudad en ciudad intentando
distanciarse del mundo. Cada vez que encontraba alguien con quien entablar
amistad, era la pauta perfecta para huir del lugar, no era algo que él deseaba
porque después de todo, ¿Quién desea una vida solitaria? Pero las palabras de
Anthony antes de morir fueron muy exactas y si la única manera para mantener
bajo control a su demonio interno era alejándose de todo sentimiento, entonces
lo debe hacer.
Esta noche el cielo
estaba despejado, la luna y las estrellas alumbraban la ciudad; una noche
perfecta para sentarse a contemplar la maravillosa vista. Lastimosamente para
el joven Dimitri esto no era relevante, en esta noche solo tenía un pensamiento
en su mente, alejarse de la ciudad. Ha pasado mucho tiempo en el mismo lugar,
algunas personas comienzan a identificarlo e incluso algunas han intentado
ayudarle; necesitaba volver a empezar desde cero.
Su destino esta vez seria
Brooklyn, quizás decida quedarse un par de días mientras consigue dinero extra
para autobús y comida. Estaba consiente que esa ciudad no era segura para un
adolecente como él, pero aun así se mantenía despreocupado con la excusa de
siempre. ¿Cómo podría empeorar mi vida?
A pesar que el cielo estuviera
despejado e iluminado, vientos fríos atravesaban Manhattan, a Dimitri parecía
no importarle. Sin esperar ni un día más comenzó a moverse con nada más que un
suéter viejo y desgastado, jeans rotos y zapatos casi inservibles. ¿Su destino?
Incierto, solo estaba seguro de que será Brooklyn, luego será como todos los
días; buscar un callejón donde dormir.
Su viaje lo ha llevado al
puente que conecta a Manhattan con Brooklyn, un largo camino para aquellos que
lo atraviesan a pie. El frio azotaba el lugar a medida avanzaba por la
estructura metálica, los autos pasaban de un lado a otro alumbrando el camino.
Dimitri comenzaba a sentir como su cuerpo se entumecía, su estómago hacia
sonidos extraños, aunque esto era completamente normal; su última comida fue
ayer al mediodía.
Han transcurrido unos
minutos desde que entro en el puente, por fin a llegado a la mitad del camino,
por lo general no se tardarían mucho tiempo en cruzarlo a pie; pero con sus
fuerzas no tienen suficiente energía como para apresurar su paso. Por unos
segundos paso por su cabeza tirarse al piso y dormir para recuperar fuerzas, ya
después resolvería los problemas que esto le causara.
— ¿Qué hace alguien tan
joven a estas horas fuera de casa?
Dimitri observa frente a
él a una joven de tez morena, ojos café claro; que vestía una chaqueta de color
azul, una camisa blanca que dejaba al descubierto el ombligo, pantalón negro y zapatillas
color crema. Estaba sentada en el borde del puente, fumando un cigarrillo;
estaba en silencio viendo al horizonte, por esa razón había pasado inadvertida
a los ojos del joven. La apariencia de la extraña indicaba que tenía unos
dieciocho o veinte años, no más.
—Lo mismo digo. —Dimitri
se acercó unos pasos.
La joven tenía una mirada
peculiar, la cual resultaba muy familiar para él; es la misma mirada que
observa en él cada vez que observa su reflejo, aquella que grita en silencio
por ayuda, por amor y a la misma vez refleja un pasado lleno de heridas.
—Ven, siéntate conmigo.
Te vez exhausto. —La joven lo observa unos segundos hasta que su petición fue
cumplida.
El piso estaba frio, el
viento golpeaba de frente sus rostros mientras observaban el agua correr bajo
sus pies.
—Entonces, ¿me dirás que
haces solo a estas horas? —La joven colocó el cigarro en su boca una vez más
mientras dejaba que el humo llenara sus pulmones antes de expulsarlo.
Dimitri jamás solía
hablar con las personas sin que fuera necesario, pero en este momento le
pareció una buena idea entablar una conversación con alguien para variar, eso
sería perfecto para distraer su mente y olvidarse del hambre.
—Me dirijo a Brooklyn.
—Dirigió su mirada hacia el cielo.
— ¿A estas horas? ¿Escapaste
de casa? —Lo observó detenidamente.
—No, las persona como yo
no puede escapar de casa sin tener una. —le sonrió mientras sus ojos rojos eran
iluminados por la luz de luna.
Miró sorprendida a
Dimitri, hasta este momento no se había percatado de sus ojos y cabello. Fumó
de su cigarrillo una última vez antes de tirarlo al agua.
—Tienes suerte, yo nací
en una familia con suficiente dinero como para comprar sirvientes que defequen
por nosotros. —Saco de su chaqueta otro cigarrillo. —Lo sé, es una estupidez lo
que dije, pero sabes a lo que me refiero. —Colocó en su boca el cigarro
mientras intentaba encenderlo con los cerillos que guardaba en la bolsa de su
pantalón. —Mis padres jamás tuvieron el tiempo suficiente para cuidar de mí y
mi hermano. Teníamos una enorme mansión llena de sirvientes a nuestra
disposición, pero al final los niños se dan cuenta que no todo en esta vida es
lujo. Hay ocasiones en que solo necesitan una palmadita en la espalda y que te
digan “Te amo” —Era muy evidente cuanto se le dificultaba hablar del tema. —Lo
único bueno que hicieron mis padres fue engendrar a mi hermano, ¿sabes lo
difícil que hubiera sido mi vida sin él?
— ¿Por qué me cuentas
todo esto? —Dimitri estaba intentando permanecer ajeno a la conversación, pero
aquellas últimas palabras tocaron lo más profundo de si, estaba de acuerdo con
ella.
—Por qué deseo
desahogarme con alguien aunque sea una última vez. —Sus lágrimas por fin fueron
derramadas. —Quiero desahogarme y decirle al mundo sobre los idiotas que se
hacían llamar mis padres. Porque nada de esto hubiera sucedido si ellos
hubieran estado con nosotros durante nuestra niñez y adolescencia. —Se puso de
pie mientras continuaba hablando. —Si esos malditos idiotas hubieran detenido a
Bran antes que se desviara por completo del camino, entonces… —Rompió en
llanto, arrojo el cigarro al agua mientras luchaba por continuar hablando.
—Entonces el seguiría conmigo y yo no estaría aquí si tan solo esos malditos
hubieran intervenido. ¿Sabes lo que me dijeron cuando quise pedirles su ayuda?
No tenía la menor idea de
que contestar, estaba inmutado ante todo esto. Estaba sorprendido al encontrar
a alguien más que quizás pueda entender todo aquello por lo que una vez paso,
por los traumas que recorren sus pesadillas cada noche.
—“No puedo lidiar con
pequeñeces en estos momentos, tenemos cosas más importantes que necesitan
nuestra atención” —Continuó. —Bran siempre ignoraba todo intento de ayuda de mi
parte, sus últimos años consistían en drogarse cada noche con sus malditos
amigos, poco a poco fue probando sustancias más poderosas que saciaran su
necesidad. —Se acercó lo más que pudo al borde. —Un día llegue de estudiar, me
dirigí directo a su habitación para asegurarme de que hubiera llegado a casa,
no lo veía desde hace más de dos días. Ahí estaba, con una jeringa en su brazo,
frio, babeando con la boca abierta; sin vida.
Dimitri se puso de pie al
ver como la joven arriesgaba su vida, estaba totalmente de acuerdo con ella,
sus padres son la peor escoria que existe; después de todo él también tenía
como madre a una basura de persona, se sentía identificado.
—No sé qué decir, lo
lamento. —La miró directamente a esos ojos vacíos y sin luz.
—Es lo que todo el mundo
dice, lo lamento. Nadie en realidad
puede decirme algo porque en realidad no comprenden por lo que he pasado.
—Frustración, rabia,
desprecio y a la misma vez auto-odio al no poder hacer algo para cambiar la
situación. Me refiero, a que nada de lo que diga puede cambiar tu vida, sé muy
bien que simplemente deseas despertar de esta horrible pesadilla y que tu
hermano este a lado tuyo con una enorme sonrisa mientras escuchas “Tranquilo, todo ha sido un sueño” —El
viento soplaba con más intensidad, ambos intercambiaron miradas. Todo lo que debían
decir ya no era necesario, el silencio lo decía todo.
Tras varios minutos en
silencio mirándose el uno al otro comprendieron que todos aquellos sentimientos
que no los dejaban dormir por las noches alguien más lo entendía, quizás en
este mundo existan personas con problemas similares, donde su vida fue
arruinada por personas egoístas.
—Gracias por escucharme. Quizás fue el destino
encontrarnos o quizás solo fue una ironía de la vida. —Le regala una sonrisa
cálida.
—Descuida, normalmente no
hablo con las personas, pero me alegra haberlo hecho en esta ocasión, pero…—A
pesar de verla sonreír existía algo en su interior que lo inquietaba. — ¿Por
qué ironía?
La joven mujer giro hacia
él mientras continuaba sonriéndole con lágrimas en los ojos, tomó de su
bolsillo una pulsera y sin más se la entregó. Sostuvo su mano derecha por
varios segundos, dejó al silencio hablar por ella.
— ¿Por qué me entregas
esto? —Dimitri empezaba a sentir como su corazón se aceleraba, su cuerpo
aumentaba su temperatura corporal, la cabeza daba vueltas. Intenta hacer
ejercicios de respiración, necesitaba calmarse antes que algo desastroso
ocurriese.
Separaron sus manos de
inmediato, su conversación parecía llegar a su final. Los ojos rojos dirigieron
su atención al regalo de la joven.
—Memento Mori, está
escrito en latín y significa Tu también
morirás. Estaba entre las cosas de mi hermano, no tengo idea de donde lo
consiguió, pero fue perfecto para mí, me sirvió como advertencia para alejarme
de mi familia. —Colocó su mano derecha sobre la cabeza de Dimitri mientras
secaba sus lágrimas con la otra. —Nada malo sucederá si te abres a las
personas, todo el mundo necesita alguien que lo escuche y comprenda. ¿No?
La cabeza del joven de
ojos rojos daba vueltas dificultándole concentrarse e incluso mantenerse de
pie, necesitaba alejarse de ella antes que saliera lastimada.
—Existe un motivo que
explica porque prefiero mantener distancia con las personas.
—El demonio… —Dijo sin
más.
— ¿Demonio? —Estaba
nervioso, ella lo sabía, pero ¿Cómo?
Respiro profundamente,
dirigió su mirada hacia la luna e intento no mirarlo.
—Sí, todo el mundo tiene
demonios que nos susurran en los momentos donde no existe salida, guiándonos a
la salida fácil. Es importante que nunca hagas caso a esas voces en tu cabeza,
te recomiendo que encuentres a las personas que te hagan sentir que cada día
vale la pena y, si ya los tienes entonces regresa con ellos.
—Buen consejo, pero que
sucede si con solo tu presencia los expones al peligro. ¿También debo ir con
ellos? —La conversación había durado más de lo que esperaba y por alguna razón
escuchar la respuesta de la joven extraña lo llenaba de curiosidad.
—Si ellos son los
correctos entonces no les importara. —Dejo salir una risa nerviosa. —No quiero
que termines como yo, con dos empleos mal pagados que apenas te permiten pagar
un horrible apartamento en el barrio más bajo de Brooklyn. ¿Y porque? Simple,
hui de casa y de esos malditos que lo único que hicieron fue mandar rosas al
funeral de su hijo. —Dio la espalda al rio que atravesaba el puente. —Creo que
te he entretenido mucho tiempo, gracias por escuchar todas mis quejas; fuiste
el compañero perfecto para desahogarme. —Extendió sus brazos a cada lado. —Por
cierto mi nombre es Fay.
Esas fueron sus últimas
palabras antes lanzarse del puente con una enorme sonrisa en el rostro, no
parecía triste en lo absoluta, todo este tiempo estaba desahogándose y a su vez
armándose de valor para desaparecer entre medio de la fría agua del rio.
El latido en el corazón de
Dimitri había llegado hasta el punto de creer que explotaría en cientos de
pedazos, no podía creer esto que ha pasado frente a sus ojos, aquella joven con
la que tanto se sintió identificado tomó el camino fácil.
No lo pensó, todo fue por
instinto, se lanzó del puente junto a ella intentando salvarla de la muerte que
seguramente había llegado para ambos. Su cuerpo parecía derretirse por dentro,
y aunque no estaba seguro si funcionaria fue la mejor opción; morir por el
impacto y frenar el posible despertar de su demonio o rescatar a Fay de su acto
de suicidio.
— ¡Vamos, funciona! —Su
cuerpo comenzó a emitir vapor por todos lados hasta que las llamas cubrieron su
cuerpo. Logró llegar a ella segundos antes del impacto, la abrazo lo más fuerte
que puedo intentando colocar su cuerpo como almohada e intentar reducir el
choque.
— ¿Qué eres? ¡No te pedí
ayuda, por favor déjame morir! —Fay intentaba soltarse de sus brazos, pero
poseía tanta fuerza que le fue imposible hacer algo al respecto.
—No dejare que mueras,
aunque tenga que pasar mi vida contigo no dejare que te rindas, no después de
conocerte.
Fay guardo silencio ante
las palabras de Dimitri, cerró los ojos y espero a ver como terminaba está loca
y fantástica historia que jamás creyó presenciar.
El sonido de dos cuerpos
impactante contra el rio y el de huesos quebrarse es opacado por el ruido de
los automóviles que atravesaban el puente, nadie se percató de su acto suicida,
no había quien los ayudara.
Alemania,
escondite
de la organización.
26
de diciembre del 2026, 5:10 am
Han aparecido en la
habitación de la bruja donde fue su primer encuentro. Beowulf se mostraba
preocupado ante ese extraño suceso en el cielo, donde se puso en duda el
verdadero plan de Anthony, no hay tiempo que perder en estos momentos. Tiene un
plan de prevención, pero necesita la cooperación de Marianne y de toda la
organización.
—Pensé que necesitabas
hablar con alguien, ¿él está aquí? —Marianne estaba confundida al ver su
habitación, de todos los lugares en los que había pensado, este era el único
sitio que jamás paso por su mente.
—Eso tendrá que esperar,
primero necesito que hagas algo por mí. —Se quitó su capucha de inmediato, acto
seguido la arrojó sobre la cama.
— ¿Qué necesitas? —Toma
asiento a un lado de la cama para recuperar un poco las energías.
—Sé que esto puede sonar
extraño, pero necesito que reúnas a todas las personas que forman parte de la
organización; es algo de vida o muerte. —La mira fijamente a los ojos.
—Anúnciales de antemano que Ian murió y que es de total importancia que asistan
todos, no debe haber margen de error.
El rostro cansado de
Beowulf permanecía con total seriedad, hablaba muy seguro de su plan, quizás él
ha visto algo que no se percató en ese instante Marianne. No necesita saber más
sobre esto, ahora son compañeros en este juego y debe confiar plenamente en el
plan.
—Está bien, necesitare un
par de horas para reunirlos a todos. —Se levantó de la cama e inmediato se
dirigió a la puerta. —No sé cómo explicare mi desaparición y la muerte de Ian,
esto será divertido. —Sonrió.
—Antes que te marches
necesito un favor más. —Le devolvió la sonrisa.
La bruja guardo silencio
por unos instantes, tenía la mano puesta en el pomo de la puerta casi preparada
para girarlo. —Puedo escucharte. —Se acercan pasos a toda prisa dirigiéndose a
la puerta, algunos miembros escucharon sus voces y vienen a investigar.
—No quiero le digas a
nadie nada acerca mí, mantén en secreto mi identidad hasta que todos estén
reunidos.
— ¿Crees que pensaran que
lo asesinamos para tomar el control de la organización? —Su tono de voz era un
poco irónico.
—Me has leído la mente.
Se escuchó reír al
jugador mientras los pasos cada vez estaban más cerca, estaban quedándose sin tiempo;
Marianne necesitara explicarles todo lo ocurrido, sin embargo el reloj no
estaba de su lado, nadie sabe el momento exacto en el cual Anthony comenzara
con la batalla final.
—Se acercan, ocúltate.
—Deja salir un suspiro. —Esto será una molestia.
Toma la capucha de la
cama y casi instantáneamente su espada aparece en su mano derecha; la
habitación se ilumina gracias al destello que genera el arma. —No te preocupes
por mí, necesito hablar con alguien no tardare. Confió en que logres reunirlos
a todos. —La repentina luz en la habitación alerto aún más a todos los que se
acercaban a la habitación.
—Regresa antes de ocho de
la mañana, esa será la hora de la convocación. —Marianne da media vuelta y
observa como su compañero desaparece.
La puerta de la habitación
se abre bruscamente tomando por sorpresa a todos los miembros de la
organización que observaron el regreso de Marianne. La bruja voltea a ellos
para que observen e identifiquen que realmente ha vuelto, con un color de ojos
y cabello diferentes, pero al fin de cuentas era la misma persona.
Hay un silencio fúnebre
durante un par de segundos, mientras procesaban el hecho de que Marianne haya
aparecido de la nada frente a ellos, después de todo aun había grupos de
búsqueda con el único objetivo de traerla de vuelta; antes que Ian regresara.
—Señorita Marianne, por
fin ha vuelto.
Uno de los miembros
rompió el silencio e inmediatamente hizo reverencia para mostrar el respeto que
se merece como pieza importante en la organización. Uno por uno se le fue uniendo
a la reverencia, hasta que todos los que habían llegado estaban inclinados ante
ella.
Isla Celestial.
26
de diciembre del 2026, 5:40 am
El jugador uno ha llegado
por fin a la isla, donde resolvería muchas dudas que lo consumían, aunque tenía
claro que las probabilidades de éxito no serían altas. ¿Dios estaría dispuesto
a hablar? No hay forma de regresar atrás, ha estado buscando respuestas todo
este tiempo y finalmente ha llegado el momento, fallar no era una opción.
—Aunque confrontes al
anciano, ¿enserio crees que diga la verdad? —Abbadon permanecía en silencio la
mayor parte del tiempo, como era típico de los cinco demonios en este juego;
ellos solo se limitaban a espetar en silencio. Sin embargo, a juzgar por su
tono de voz, parecía interesado en el tema.
La brisa soplaba
fuertemente las palmeras de la playa, en el horizonte se observaba como el sol
empezaba a dar señales de su pronta aparición. La isla parecía estar vacía, no
había sonido ajeno al de la naturaleza por los alrededores.
—No tengo idea, quizás
nos mienta o quizás no. —Sus ojos se movían curiosos de un lado a otro
intentando buscar al anciano, conforme avanzaba hacia la cabaña se hacía cada
vez más evidente que la isla estaba vacía.
—Nunca he sido admirador
del anciano, pero me pareció divertido ver como se desenvolvía tu papel en el
juego. —La risa de Abbadon resonó en la cabeza del jugador. —Solo tengo un
consejo. —Hubo un silencio repentino. —No confíes ciegamente en él.
La conversación término
después de aquellas palabras, había llegado a la cabaña y como era de esperarse
todo permanecía en silencio. Nadie estaba dentro, esto era bastante sospechoso,
siempre que necesitaba contactarse con él solo llegaba a la isla; ahí estaba.
Un ruido se escucha
proveniente del bosque, se escuchan crujir las hojas en el suelo y pisadas
ligeras acercándose a ellos. Beowulf dejó caer la capucha en la arena mientras
sostenía su espada con ambas manos preparándose para atacar si fuera necesario.
— ¡Revélate! —Beowulf no
ha dormido en mucho tiempo, la fatiga se nota en su cuerpo. La espada comienza
a tambalearse.
— ¿Qué hace un jugador
maldito en este lugar? —Un ángel aparece entre el bosque, sus alas brillaban
con una luz dorada.
Docenas de pasos son escuchados saliendo del bosque, eran
más ángeles que salían uno detrás de otro y, a sus espaldas se encontraban más
de estos seres celestes volando; con sus enormes alas blancas, armados con
espadas y escudos plateados. Estaban rodeando al jugador, que sin oportunidad
alguna para escapar decide desaparecer su espada, evitando malentendidos que
inicien una batalla que no podría ganar.
— ¿Quién eres? —Beowulf
estaba acorralado, sabía que sin Dios que lo pudiera ayudar estaba acabado.
Intenta mantener la calma y no mostrar el terror que invadía su cuerpo.
Los ángeles que se
encontraban flotando alrededor de Beowulf descendieron a la tierra evitando
brindarle vías de escape. El primer ángel que hizo su aparición frente al jugador, se acercó sin temor alguno
y, sin perder el tiempo lo estudio con la mirada de arriba hacia abajo. En el
rostro de todos los seres celestes se podía leer la misma pregunta. ¿Qué hace
un jugador maldito en tierra santa? Todo parecía indicar que sus encuentros eran un gran secreto para
todos, los únicos en conocer acerca de esto son Yerathel y el mismo Dios.
—No estás en posición de
preguntar nada. —La mirada del ángel era furtiva. — ¿Dime que hace un humano
maldecido por el señor de las tinieblas en un lugar como este?
Los ángeles esperaban la
señal para blandir sus armas en contra de Beowulf, no estaban dispuestos a
dejarlo escapar. Para ellos poder ponerle fin a la vida de un jugador sería un
gran logro.
—Bajen sus armas, lo
diré… —No jugaría con ellos, tal como
dijo el ángel, no estaba en posición de nada. —Solo bajen sus armas, no vengo a
luchar. Vengo por Dios.
La risa de Abbadon
retumba dentro de Beowulf. —Debes pensar bien tus palabras antes de soltarlas,
esto solo te ha traído más problemas.
Las espadas fueron
blandidas en dirección al humano, los nervios traicionaron su oportunidad de
salir ileso del lugar. Su demonio no paraba de reír al ver la situación en la
que se encontraban. ¿Dónde está Dios ahora que se le necesita?
—No me refiero a eso, es
decir, necesito hablar con él. —Beowulf alzo sus manos, las espadas estaban muy
cerca.
— ¿Qué asunto tienes con
nuestro señor? —En sus ojos claramente se observaba el desprecio que tenía
hacia al jugador.
No encontraba la manera
correcta de responder a su pregunta, en su mente se formulaban cientos de
alternativas para esta encrucijada; todas conducían al fracaso. ¿Quién le
creería que ha sido seleccionado por Dios? En su anillo se encontraba uno de
los demonios más poderosos al servicio de Satanás, eso no le ayudaba mucho.
Nadie creería su historia aunque dijera la verdad.
—No tienes nada que
decir, sabía que mentías. —Una sonrisa burlona se muestra en el rostro del
ángel. — ¿Últimas palabras?
Un
ángel aparece volando en el cielo a toda prisa hacia ellos, venia de la punta
de la montaña situada en la isla. Aterriza ágilmente en la tierra, justo al
frente del ángel que lideraba a los demás que mantenían rodeado a Beowulf.
— ¡No lo lastimen! —Lanza
una mirada severa a todos aquellos que apuntaban su espada al jugador.
—Ordénales que bajen su arma de inmediato Gabriel.
Sus palabras son
ignoradas, permanecen inmóviles esperando la orden de su líder. Todas las
miradas fueron dirigidas al ángel recién llegado.
— ¿Quién te crees que
eres para ordenar por encima de mí, Yerathel? —El viento sopla fuertemente la
isla, el cielo comenzaba a iluminarse con la salida del sol. —No te creas tan importante ahora que nuestro
señor te ha elegido para una misión importante.
—No tengo derecho, ni el
poder para mandar por encima de ti, pero Dios me ha dado la orden de recibir a
este humano. —Su mirada no hacía más que retar a Gabriel. —Es necesario que
escoltes a este jugador al cielo.
Los ángeles bajaron sus
armas y retrocedieron varios pasos atrás de Beowulf, si su señor desea ver al
humano, entonces no hay más que discutir. Sin embargo Gabriel permanecía
inmóvil, habían herido su ego.
—No me lo creo. —Estaba
siendo obstinado, desde que empezó el juego creado por Satanás había sido
echado a un lado. — ¿Por qué tendría que creerte? Yo soy el que dirige a todos
los ángeles en el cielo. ¿Por qué le daría una misión tan importante que no
puede conocer nadie a alguien menos eficiente que yo?
—No es momento para
pelear nuevamente, ninguno de nosotros tiene tiempo que perder. Yo debo
terminar la misión encargada por nuestro señor, y tú debes ir a la reunión con
los otros siete lideres jerárquicos. —Dio la espalda a Gabriel mientras se
dirigía a lado de Beowulf.
—No perdonare tu
insolencia, cuando todo esto termine regresaras a mis órdenes. No olvidare tu
irrespeto hacia mí. —Intentaba relajarse.
—Aceptare el castigo
cuando llegue el momento, es mejor que tú lo escoltes Gabriel. Todos en el
cielo se sentirán más seguros si eres tú el que lo guía hasta Dios. —Colocó su
mano izquierda en el hombro del humano.
El día por fin había
llegado, los rayos del sol alumbraron la playa, el bosque y la montaña; el
viento agitaba de un lado a otro las hojas de las palmeras y robles. Un
silencio incomodo inundo el ambiente, todos esperaban la respuesta del ángel,
esperando que no haya más discusiones con respecto al tema.
—Antes de llevarte
conmigo necesito que dejes tu anillo en la isla, a donde vamos no lo
necesitaras. —Un extraño portal se abrió en el cielo, en su interior brillaba
una luz blanca que imposibilitaba ver en su interior. —Entrégaselo a Yerathel.
El jugador no quería
levantar malos entendidos con todos los ángeles en el lugar, por suerte
Yerathel llegó a su rescate; sin más tiempo que perder entrego el anillo en
silencio sin oponerse a la idea.
—Descuida no sucederá
nada malo, cuidare del anillo. —Sonrió a Beowulf.
La sonrisa del ángel
irrito aún más a Gabriel, que sin más alzo vuelo junto con la mitad de los
ángeles en la isla que sin preguntar lo seguían donde fuese. —La mitad de
ustedes custodiaran esta isla, la otra mitad acompáñenme. No pierdan de vista
al humano. —Dos seres alados tomaron cada brazo de Beowulf y alzaron sus alas
para llevarlo junto con ellos. —Te estaremos esperando Yerathel, no llegues
tarde a la reunión. —Le dijo sin más antes de atravesar el portal.
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