9 dic 2016

Walpurgisnacht: Una historia del por qué un hombre tuvo que travestirse para entrar a un colegio de magia. Capítulo 2.





Hello, les dejo el capítulo 2 con esperanzas de que les guste.





Capítulo 2. Estoy orgullosa de ti, te has convertido todo un hombre.




Los siguientes tres meses la abuela le enseñó a Seni a usar magia, aunque tristemente resultó que el talento que tenía él era apenas la media tirando a mediocre sin embargo fue suficiente para aprobar el examen de ingreso a una academia recién fundada. El plan trazado era que Seni se infiltraría en el Walpurgisnacht iniciando desde abajo subiendo de rango poco a poco hasta lograr una posición estratégica, la lógica que usó fue que el Walpurgisnacht nunca esperaría que el último hombre que era libre de usar magia estuviera enfrente de ellos, “Ocultar un árbol en el bosque” esa frase parecía explicar la situación, la abuela al inicio se negó pero Seni logró convencerla. Mientras él se encontraba en la boca del lobo su abuela juró que se encargaría de reunir los remanentes de Utopía y volverla más fuerte que nunca.



Hoy era el primer día de clase, ellos se encontraban frente al camino que daba a la entrada del colegio, esta sería la última que se verían por mucho tiempo, Su abuela le abrazó y le dio sus buenos deseos.



-Seni, estoy orgullosa de ti, te has convertido en todo un hombre-.



-¿Te estás burlando de mí, verdad?-.



Seni Sor, o mejor dicho Inés Ros, estaba vestido con el uniforme femenino de su nuevo colegio, conformado por una camisa blanca, una falda larga y chaleco largo, así como un moño de color negro. Usando una poción su cabello corto ahora se había vuelto largo, y después de un poco de maquillaje el hombre que era desapareció sin dejar rastro. Esto fue algo que era inevitable, las escuelas de magia eran solo para mujeres, si él fuera abiertamente a ir a estudiar como un hombre el Walpurgishnacht lo mataría, no quedaba más que hacerse pasar por mujer, ser descubierto era igual a la muerte. A pesar de saberlo Seni quería llorar, incluso tuvo que depilarse hasta quedar lampiño todo para verse lo más femenino posible eso sin tomar en cuenta el curso que le dio su abuela sobre las mujeres. Un anillo mágico que volvía su voz aguda también ayudaba.



-Buena broma de doble sentido ¿No crees?-.



-Me duele pero tengo que admitirlo, fue buena-.



-Seni cuídate, si tienes un problema ya sabes cómo contactarte conmigo. Tú eres nuestra esperanza-.



-No moriré, no tengo derecho a hacerlo. No te preocupes actuaré los más afeminado posible para poder demostrar mi valor como hombre-.



-Ese juego de palabras también estuvo bien, heredaste algo de mí después de todo, dejémoslo en empate-.



Con risas los dos terminaron su despedida, Inés atravesó el umbral de su nuevo colegio y hogar, caminando por la calle principal a cada lado de la cual había arboles altos y opresivos y en la base de ellos había calabazas gigantes, detrás de las cuales de cuando en cuando se asomaban extrañas criaturas, tras avanzar unos metros vio en la rama de un  árbol un hermoso gato con el pelaje negro como la misma noche, su belleza le hechizó y sin querer se le escaparon unas cuantas palabras que cambiarían su destino.



-…Qué precioso gatito…-



El gato negro que estaba durmiendo en una rama abrió los ojos, se estiró y bajó del árbol. Con pequeños pasos se acercó a Inés.



-¿Dijiste que yo soy un gatito precioso?-.



Inés se quedó sin palabras, el gato había hablado.



“¡El gato habló! ¡El gato habló! ¡¿Qué rayos hago?! ¡Espera un momento Seni, este gato debe ser una criatura mágica! ¡Eso es! ¡Estoy en un colegio de magia! ¡Esto es normal!”



-Te pregunté si dijiste que soy un gatito precioso-.



-Si eso dije, se me salió sin pensarlo, tú pelaje es hermoso y es por eso que…-



Seni no pudo terminar de hablar, el gato la interrumpió.



-Cállate perra, como te atreves a decirme precioso, yo soy un macho adulto no un niño, soy todo un semental, ni siquiera te imaginas de lo que soy capaz, si quisiera podría mandarte al averno, dime ¿Eso te parece precioso? Ni se te acurra contestarme campesina eso solo fue una pregunta retórica, ahora  suelta toda la comida que traigas o te clavaré mis filosas y largas garras en un lugar donde nunca te da el sol-.



Seni quedó en shock, apenas tenía unos minutos iniciando su nueva vida y ya se había metido en graves problemas.



-¿Qué esperas? Suelta todo la comida o te arrepentirás de haberte metido conmigo, perra-.





Inmediatamente Seni revisó su bulto y sacó el almuerzo que le había preparado su abuela, que consistía de pescado, arroz y vegetales,  y con gran dolor se lo dio al aterrador felino.



-Muy bien, muy bien. Ahora lárgate antes que cambie de opinión-.



Sin dudarlo dos veces Seni corrió a toda velocidad en dirección hacia su colegio y no se detuvo hasta que llegó a la recepción.         



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Vanessa Fir Ler Wartell, era una señorita que nació en una noble y respetable familia de brujas, todas las mujeres en su familia habían sido grandes de una forma u otra y lo mismo se esperaba de ella, a los nueve años alcanzó el nivel A, para su edad eso era un hecho sin precedente. Sin embargo ahora mismo se encontraba totalmente frustrada luego de seis años de entrenamiento infernal solo logró ascender un rango. Su meta era alcanzar el nivel Hécate, el máximo honor para una bruja.



Su madre quiso enviarle a la más antigua academia del reino, pero ella exponiendo argumentos sólidos logró evitar eso, ella le dijo a su madre que si iba a la academia recién fundada  sería más fácil expandir su influencia y usarla como la primer escalón para su ascenso, en contraste la academia de la capital ya había sido corrompida por muchas familias que ansiaban controlarla, además una de sus hermanas ya se encontraba ahí, así que bajo el argumento de que sería más productivo conquistar dos castillos en vez de uno y de esa forma volver a la familia más poderosa Vanesa logró salirse con la suya, solo una condición puso su madre, en dos años ella debía alcanzar el rango doble  SS.



Mientras caminaba por la vereda que llevaba hacia a su nuevo colegio algo muy peculiar llamó su atención, un gato negro, probablemente un familiar mágico, le robó su comida a una joven que a juzgar por su uniforme también era de primer año. Toda esta escena hizo que riera descontroladamente sin poder contenerse, era la primera vez en mucho tiempo que reía tan abierta y naturalmente, para su buena suerte la joven huyó aterrada a toda velocidad después de entregar su comida o de otra forma ella pensó que su risa sería tomada como una burla.



Al llegar a la recepción se le entregaron varios documentos así como la llave de su nueva habitación compartida, después de presentarse con su compañera de habitación, se dirigió a su primera clase.




Ahí sentada en un rincón encontró a la joven de la mañana que se veía triste, a su lado estaba una hermosa señorita pelirroja que con su varita picaba el hombro de su compañera que parecía no reaccionar, sabiendo que le había pasado una nueva risa amenazó con escapársele pero de alguna forma la contuvo. Mientras estaba distraída, la maestra que impartiría la primera clase entró al salón.



-¡Muy bien señoritas! Tomen asiento por favor-.



Luego de confirmar que todas se habían sentado, la profesora continuó hablando.



-A todas les doy la bienvenida a este el colegio Cucurbita. Si se esfuerzan tendrán un futuro brillante, así que las motivo para que den todo de sí para llegar a ser mejores. Mi nombre es Nela Claudin seré su profesora de conjuros defensivos, estoy ansiosa de trabajar con ustedes-.



La profesora Claudin hizo que todas se presentaran, diciendo su nombre y rango, durante esta presentación hubo revuelo en dos ocasiones, la primera fue cuando Vanessa se presentó y la segunda fue cuando Inés hizo lo suyo, esto se debió a que Vanessa era una bruja de rango S, ella sin duda era considerada como un genio,  pero Inés era de rango E, el más bajo rango.



Apenada Inés se encogió en su  silla intentando evitar la mirada de todas. Su profesora no tuvo malas intenciones, simplemente quería que se conocieran todas, había escuchado que unas cuantas señoritas de rango E habían pasado el examen al mostrar habilidades destacadas en la parte escrita del examen de admisión, pero no sabía que esa estudiante estaría a su cargo, los papeles de los estudiantes que estarían a su cargo se le entregaron apenas ayer y por una u otra cosa ella no pudo revisarlos todos. Eso hizo que se sintiera mal e inmediatamente actúo para controlar la situación.



-Señoritas por favor tranquilícense, en mi clase no toleraré que se traten mal las unas a las otras. Espero que entiendan eso-.



Las señoritas  se calmaron un poco pero de cuando en cuando le dirigían miradas de burla a su compañera. 



Después de una hora que se sintió como una eternidad la clase terminó, después de cada clase se les daba  a los estudiantes treinta minutos de receso, esos fundamentales minutos Seni tenía la intención de usarlos para despejar su mente, los comentarios que sus nuevas compañeras le dijeron devastaron su corazón. Además de su abuela, él había tenido poco contacto con las mujeres, y esas casi inexistentes ocasiones no le habían dejado un bueno sabor de boca, en su sociedad donde las mujeres ostentaban todo el poder real los hombres eran tratados como ciudadanos de segunda con derechos limitados.




“Las mujeres son aterradoras”. Ese era su genuina creencia, exceptuando a su abuela quién lo había críado.



-No debes hacer caso a lo que te digan, yo ignoro lo que los demás piensan de mí y soy muy feliz-.



La pelirroja que se sentó a lado de él intentó consolarle. Ella era su nueva compañera de cuarto, Anastasia Io  Ren, una hermosa mujer de una familia noble su rango era A,  cuatro rangos arriba de lo que él tenía. La impresión que tenía de ella era la de una mujer de carácter fuerte que seguía sus propias reglas.



-Ya veo, intentaré seguir tu consejo Ren-.



-Usa mi nombre no mi apellido cuando te dirijas a mí por favor-.



-Entiendo, gracias Io-.



La media hora le pareció segundos, pronto la segunda clase comenzó, en esta ocasión la profesora era una mujer delgada y de avanzada edad con un mirada severa, como si estuviera despreciando a todo lo que existe.



-Buenos días señoritas, yo soy Alusia Gellen, una bruja de rango SS, les impartiré la materia de conjuros ofensivos, deben grabarse en su memoria que yo soy muy severa con mi clase, si considero que no pueden seguir las expulsaré del salón y ustedes tendrán que valerse por sí mismas a la hora de los exámenes finales, esto lo digo por aquellas que tienen un rango bajo y especialmente debe tomar especial atención cierta persona de este grupo que sabe quién es-.



Ante las amenazadoras palabras de Gellen todas voltearon a ver a su compañera Inés. Mientras Seni deseaba que la tierra se lo tragase, la profesora impartió su materia.



Todas las clases programadas para el primer día habían terminado, Seni se dirigió a la cafetería acompañada por Io, luego de comprar lo que comería se sentó junto con su compañera en una mesa libre, pero eso fue una mala idea.



-¿Escuchaste? Ella es una de las escasas nivel E en la escuela-.



-Sí, no sé cómo es que la dejaron entrar-.



-Probablemente es de una familia plebeya-.



-Tienes razón, eso explicaría por qué tiene un nivel tan bajo-.



Los comentarios malintencionados de varias señoritas llegaron a sus oídos.



“ ¡No puedo hacer nada, mi abuela no me enseñó magia hasta hace apenas tres meses! ¡Y mi talento es nulo! ”



Seni quería gritar su justificación pero obviamente no debía llamar la atención, terminando rápidamente su almuerzo se dirigió a su dormitorio y se acostó en la cama, dentro de la habitación se encontraba todo su equipaje, una vez que se hubo relajado acomodó todas sus pertenencias después se sentó frente a uno de los dos escritorios que había en el cuarto y de su bolso mágico sacó un grimorio, uno de tantos que su abuela le había dado, el título de tal libro era “ Teorías olvidadas de la magia”, frenéticamente buscó ciertas páginas en especial y tras leerlas cerró el libro, volvió acostarse en su cama y se puso a meditar, el mana generado y acumulado en su alma comenzó a fluir por todo su cuerpo.



“No tengo tiempo para deprimirme, la mejor forma de ganarme su respeto es superándome”.



Seni se hundió en su meditación y solo despertó hasta el día siguiente.




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