Muy buenas mis lectores, esta vez me tarde un poco en subirlo por motivos personales, sin embargo aquí les traigo una vez más el capitulo de mi novela, que espero les guste.
Ahora bien, hay algo que debo anunciarles y el cual es de mucha importancia. Estas semanas he estado muy ocupado con trabajo, universidad y familia. Bueno,la novela en estos momentos esta llegando a su climax, es por eso que me tardo un poco más en subirlo. Quiero que mi novela tenga un final muy bueno que deje satisfecho a mis lectores, es por eso que requiere toda mi atención y tiempo (el cual ya no tengo) para entregarles un episodio digno.
Por todo esto, quiero anunciarles mi pausa de un mes y medio. Estos días los usare para estar con mi familia y amigos, salir un poco, desestrezarme; no obstante no dejare a un lado mi obligación para con ustedes. Les prometo que el próximo capitulo que les traiga en un mes y medio estará a la altura de sus expectativas.
Sin más que decir disfruten este episodio, y recuerden comentar, quiero saber su opinión sobre este episodio y sobre mi decisión de parar la novela momentáneamente. Quisiera saber a cuantos les interesa mi novela, y no solo atravez de las vistas que recibe mi capitulo.
Capitulo XI
“Despertar”
Israel, templo oculto de
las siete bestias.
25
de diciembre del 2026, 2:00 pm.
Dimitri
había caído al piso después de que una flecha de luz le atravesara el corazón, Ian estaba preparado para asesinar a Beowulf; que aún se encontraba tirado en el piso
producto de las heridas.
La
muerte del jugador cero había hecho que el poseedor de la corona bajara la
guardia, siendo esta la oportunidad perfecta para que Beowulf apareciera la
espada nuevamente; la cual utiliza para aparecer frente al riachuelo del
templo. Bebe lo más rápido que le es posible hasta lograr recuperar sus
fuerzas.
Ahora
estaba como nuevo, sus energías se habían restaurado y sus heridas se han
curado a una velocidad impresionante; la espada destello nuevamente, Beowulf presencio
la muerte de su hermano sin que él pudiera hacer algo; sentía impotencia en
estos momentos, rabia y deseos de vengar la muerte de su único familiar.
El
encapuchado corre hacia Ian intentando
aprovechar este momento en el que ha bajado la guardia, solo necesita menos de
un segundo para acabar con esto, solo un corte; no pide más que un segundo, en
ese lapso de tiempo vengaría a Dimitri y su alma podría descansar en paz. La corona
destella de igual manera que la espada, hacen resonancia, en un abrir y cerrar
de ojos, el tesoro divino del jugador número uno desaparece.
Había
corrido con intenciones de cortarle la cabeza, sosteniendo con firmeza la
espada para evitar no fallar; ahora está frente a su antiguo amigo con las
manos vacías y a merced de sus deseos. El
jugador cuatro se ríe del rostro lleno de temor de Beowulf, un anillo de luz
resplandece; entregándole un látigo dorado en forma de serpiente parecida a la
que rodeaba la lanza.
Rodea
el cuello del encapuchado con el látigo, parecía como si una serpiente
verdadera estuviera asfixiándolo; Ian lo arrastra unos segundos mientras tomaba
fuerzas y sin previo aviso, lo lanza contra la estatua de una Quimera que se
encontraba hasta el otro punto del templo.
—Eres estúpido si crees que podrás vencerme con tu
ridícula espada, yo tengo la corona
espectral, no podrás usar ningún tesoro contra mí; es hora de acabar lo que
empezó hace mucho. —El hombre rubio miró fijamente al
encapuchado, la máscara que solía andar se había partido en dos; dejando ver el
rostro adulto de Beowulf.
Ian
observa la maleta que contenía el cáliz tirada en el piso, sin demora la toma y
saca el collar; en el cual se había convertido el cáliz. Beowulf comenzó a reír mientras se levantaba
lentamente del piso entre los escombros de la estatua.
— ¿Qué es tan gracioso? —Pregunta Ian,
mientras se colocaba el collar alrededor del cuello.
—Subestimaste a Dimitri, jamás fue tan estúpido como
para entregarte el cáliz.
Las
palabras del encapuchado hicieron eco en su cabeza, estaba furioso, por un
momento se maldijo al ser lo suficientemente idiota como para creerle a
Dimitri. Comprendió que había sido engañado por ambos hermanos; la risa
continuaba, Ian se prepara para desahogar su furia. Era el hombre más poderoso
que ha pisado la tierra y nadie tenía derecho de burlarse de él, merecía una
muerte digna de sus actos; torturarlo por días hasta que de sus labios salgan
suplicas de piedad.
— ¿Dónde está el verdadero cáliz? —Intenta
darle una última oportunidad a Beowulf antes de que sea demasiado tarde.
—Oculto de basuras como
tú. —Escupe en dirección al jugador cuatro.
Molesto
por la burla hacia su persona, hecha por Dimitri siente la necesidad de
desahogarse con el culpable; se dirige hacia el cadáver, uno de los anillos
brillo nuevamente. Mostrando una espada igualmente dorada, pero más gruesa que
el tesoro de Beowulf; el mango de la espada mostraba la figura de la serpiente
que al parecer representaba a todas las armas de los anillos de luz.
El
jugador número cuatro entendía que cualquier golpe o herida causada a Dimitri
en estos momentos, seria en vano, él ya no siente más dolor; quizás el error
más grande por su parte fue haberlo asesinado tan rápidamente. No importándole
nada a su alrededor comienza a apuñalar el cuerpo intentando desahogar la rabia
que habitaba su interior.
Una
leve respiración se escucha proveniente del cadáver del joven de cabello
blanco, de inmediato Ian se detiene, desvanece su espada e intenta escuchar
cuidadosamente, aquellos frágiles respiros para asegurarse que todo esto no sea
su imaginación. ¿Cómo podría sobrevivir alguien con un hueco entre medio de sus
ojos?
Beowulf se
percata al mismo tiempo que Ian, su mente estaba en blanco; lo único que pasaba
por su mente era salvar a su hermano antes que sea demasiado tarde. Corre para
auxiliar a su hermano, estaba desprotegido sin su espada; pero sería imperdonable
no intentarlo.
A
medida se acercaba a Dimitri, la temperatura se elevaba a enorme velocidad;
alrededor del cuerpo todas las estatuas y velas que iluminan el lugar
comenzaron a derretirse, Ian retrocedió un par de metros intentando protegerse
de aquella onda de calor proveniente del cuerpo. Viejos recuerdos inundan la
mente de Ian, aquellos horribles recuerdos de su derrota en Tokio le llegan
como relámpagos a su cabeza.
—Maldito Dimitri,
tuviste el cáliz todo este tiempo.
El
rostro de Beowulf muestra terror, por fin comprendió que estaba a punto de
ocurrir; corre nuevamente hacia el riachuelo para recuperar sus fuerzas al
máximo, entendía que si deseaba sobrevivir; necesita estar en plena forma para
hacer frente a lo que está por venir.
—Ian aléjate
de él, esto no tiene nada que ver con el cáliz. —Beowulf no lo
entendía. ¿Por qué advirtió a su enemigo? Esto era perfecto, Dimitri acabaría
con su asesino.
— ¿Qué quieres decir? Si esto no es obra del cáliz. ¿Por
qué está transformándose en ese demonio con el que perdí en Tokio?
—El demonio en su interior está tomando posesión de su
cuerpo nuevamente. —Estaba molesto consigo mismo por advertir
a su enemigo.
El
orgullo de Ian le impedía retroceder,
sin embargo estaba consciente de que si no se alejaba de inmediato; podría
morir. Intenta detener la transformación de Dimitri con su corona,
lamentablemente no puede sentir la presencia del cáliz en el templo, ahora
entendía que las advertencias de Beowulf eran ciertas; pero en estos momentos
ya no será como en Tokio, ahora el posee más poder que ante; esta vez él saldrá
victorioso.
El
cuerpo del jugador cero se había elevado por los aires, llamas tan ardientes
provenientes de lo más profundo del infierno lo rodeaban; como si fuera una
especie de escudo, esto podría ser el fin si no lo detienen a tiempo.
El
jugador cuatro intenta asesinar a Dimitri
antes que completara su transformación, uno de los anillos brilla; haciendo
aparecer el arco nuevamente en su mano derecha, extiende su mano izquierda para
transformar la luz en flechas; retrocede un par de metros, apunta y dispara. En
el camino a su objetivo, la flecha se dividió en cientos de rayos de luz que se
dirigían furtivamente al jugador de cabello blanco.
Las
llamas alrededor del cuerpo ardían intensamente, los rayos de luz no podían
atravesar su defensa; por alguna extraña razón, desaparecían antes de impactar.
Beowulf presencio aquel acto inútil por detener la
transformación. Se acerca a Ian y hace aparecer su espada.
—Maldición Ian, aléjate
rápido de aquí o terminaras muerto.
—No puedo correr como un cobarde, si mi destino es
morir; en este lugar a manos de Dimitri, entonces
que así sea. —Toda su vida fue un cobarde, desde niño fue utilizado
para sucios propósitos, antes de morir había jurado; que si tenía una segunda
oportunidad de vivir, se vengaría del mundo. Todos pagarían, él solo seguiría
sus deseos; sin importar a quien lastimara en el camino, jamás se arrodillaría
ante nadie y castigaría a todos aquellos que osaran burlarse de él.
—Tú nunca cambiaras, siempre fuiste caprichoso y para ser
sincero creí que dirías eso; no me queda otra opción, si no cambiaras de
opinión entonces ¿Qué te parece unir nuestras fuerzas por última vez? —Es
lo más sabio que podrían hacer en estos momentos, a pesar de que hace unos minutos
deseaba cortarle la cabeza; las cosas cambiaron drásticamente y la prioridad
era detener a su hermano o ambos morirían.
El
cuerpo de Dimitri comenzó a
regenerarse, cerrando velozmente el agujero que había dejado la flecha de luz;
las llamas que lo rodeaban comenzaron a agitarse, como si un ventarrón pasara a
través de ellas. El cuerpo del jugador había desaparecido, entre el rojo vivo
de las llamas; un rugido estremecedor hace eco por todo el templo, Ian jamás
olvidara ese sonido; no tenía duda alguna, era el mismo escuchado en Tokio.
Ambos
jugadores estaban temblando, estaban en presencia del demonio de fuego; la
temperatura del lugar era insoportable, les recuerda al calor que sentían en el
infierno, no; definitivamente esto era peor.
Ian
no tiene más opción que aceptar la alianza, corren lo más lejos de la criatura
para reagruparse; se colocan en posición de ataque, preparándose para el ataque. El tesoro del encapuchado aparece
nuevamente en sus manos, de inmediato comienza a destellar junto a su anillo;
resonando entre sí, una copia de sí mismo hace su entrada; sostenía en su mano
derecha la espada del rey.
— ¿Por qué creaste otra copia de ti mismo?
—Necesitamos toda la ayuda posible. —No
despega su vista de la criatura, un segundo es lo único que necesita para
asesinar a ambos jugadores. —Debemos evitar
tocarlo, para una persona común y corriente solo necesita un segundo para
transformarse en cenizas; después de ser alcanzado por las llamas, jamás he
tenido la oportunidad de hacer pruebas con personas como nosotros; así que es
mejor ser precavidos.
—No tienes por qué decírmelo, he visto lo poderosas que
son esas llamas; pero hay algo que no entiendo. ¿Cómo conoces tanto de él?
Beowulf deja salir un suspiro, sin dejar de
vigilar al demonio frente a ellos.
—Creo que no fui sincero contigo, ¿recuerdas hace un
par de años, cuando Nathalia estaba
en peligro gracias a ti? La persona con la que aquellos hombres me obligaron a
pelear, era Dimitri; mi hermano
mayor.
La
confesión del encapuchado lo había dejado sin palabras, intentaba no parecer
sorprendido.
—Creía que esa era tu única hermana, ahora todo encaja,
es por eso que ambos trabajan juntos.
—Ella es mi hermanastra, Dimitri es mi único hermano de
sangre; y gracias a tus hombres, mi hermano se cubrió con mi sangre. Cada noche,
veo la misma imagen de él; acercándose a mí rodeado de llamas, y de cómo
atravesaba mi pecho con sus garras. Seguía vivo cuando mi cuerpo empezó a
convertirse en cenizas, un dolor imposible de describir; aquel segundo fue una
eternidad para mí, solo deseaba que se acabara pronto. —Dejo
caer una lágrima, era difícil tan solo recordar.
El
grito del demonio interrumpió la conversación, Dimitri desapareció del lugar, había finalizado su transformación. La
bestia cae al piso, sin perder ni un segundo, observa fijamente a Ian; como un
león tras su presa, esperando a que dé un paso en falso. El jugador número
cuatro estaba consciente de su problema, había sido marcado y quizás; estos serían
sus últimos momentos en la tierra, por tal motivo no retrocedería o temería; si
morirá en este lugar, no caerá como un cobarde. Uno de los anillos de luz
destella para entregarle su lanza, de inmediato; levanta el arma en dirección a
la criatura, retándolo de esta manera para atacar.
Había
logrado su objetivo, enfureció al demonio; sin pensarlo corre hacia Ian tras
rugir con todas sus fuerzas, demostrando lo imponente y poderoso que era. Su
velocidad era cien veces mayor que la de Beowulf, el jugador cuatro tenía claro que no tendría tiempo para
contraatacar; lo más rápido que le fue posible, hace destellar otro más de sus
anillos, aparece el escudo dorado con el símbolo de una serpiente alada;
esperando que sea lo suficientemente resistente como para soportar el golpe.
Las garras de la mano izquierda de la bestia, impactan contra el escudo creando
una onda de choque; que hace caer parte del templo, para su suerte había
resistido bastante bien el primer golpe, sin embargo; parecía que no aguantaría
mucho más. Beowulf aprovecha la
oportunidad, aparece por la izquierda y en un movimiento firme y poderoso, usa
su espada para cortarle la mano.
El
demonio deja salir un chillido de dolor, ambos jugadores se alejan, aquel ruido
casi reventaba sus tímpanos; Beowulf usa su espada para reagruparse nuevamente,
no debían alejarse o estarían en desventaja; todo lucia bien, su teoría había
sido todo un éxito, al parecer su espada si puede atravesar las llamas y
causarle daño. Ahora solo necesitan no cometer ningún error y podrán sobrevivir
un día más.
—Aún existe esperanza
para nosotros. —dijo el encapuchado, mientras se mostraba una sonrisa en su
rostro. —Si usamos nuestras armas podremos pelear contra él.
El
cuerpo de Ian estaba temblando,
estaba pálido; no decía palabra alguna. Beowulf entendió lo que sucedía, al
parecer necesitaba hacerlo entrar en si nuevamente, él y su copia no será
suficientes contra la bestia.
—Reacciona, maldito cobarde. ¿Quieres morir en este
lugar? —Suelta
un puñetazo directo en su rostro.
Logra
su cometido, Ian vuelve en sí, su cuerpo no paraba de temblar, había visto de
cerca su vida pasar; su escudo se hubiera partido en dos, si no hubiera sido
ayudado por el encapuchado; traga saliva mientras mira el piso.
—No puedo pelear con él, su velocidad es aún mayor que
la de cualquiera, es tan rápido que casi no me dio tiempo para aparecer mi
escudo.
Beowulf estaba molesto, no lo piensa dos veces,
lo acerca a él tomándolo por el cuello de la camisa; necesitaba que escuchara
bien sus palabras, no las repetiría dos veces.
—Te prometo que si te das por vencido en este momento,
haré que Marianne sea violada y torturada hasta su muerte.
En
ese momento recordó porque había aceptado la alianza con ambos hermanos, en
primer lugar; no podía dejar que Marianne
saliera lastimada, ya no más, ella lo ha seguido fielmente estos años y no
podría fallarle en este momento. Respira profundamente, se tranquiliza lo más
que puede, sostiene firmemente su lanza y se prepara para continuar.
El
demonio de fuego estaba callado, los observaba fijamente; ahora ambos jugadores
eran su objetivo, las llamas crecían nuevamente, su mano se regeneraba
lentamente; todo indicaba que esto era nuevo para él, se veía inquieto ante su
tardía recuperación.
Tenían
claro que este era el momento indicado para atacar, sin perder tiempo; el
encapuchado y su copia aparecen en un destello a espaldas de la bestia,
intentan cortarlo nuevamente con sus espadas, sin embargo el tiempo de reacción
del demonio era superior a ellos; esquivo sin dificultad ambos ataques. Ian
hace un cambio de arma en cuestión de segundos, otro anillo destella, el arco aparece
nuevamente; no tenía tiempo para apuntar, simplemente disparo, la flecha volvió
a dividirse en cientos de rayos de luz intentado que alguna impactara contra la
bestia; la cual, no lo pensó dos veces en extender su mano y lanzar una
gigantesca bola de energía carmesí. Los rayos de luz impactaron con el ataque
lanzado por la criatura, generando una enorme explosión; que hizo volar gran parte de los pilares que sostenían el
techo del templo.
Había
humo por todos lados, mientras los jugadores esperaban a que se dispersara, el
demonio gano tiempo suficiente para que su mano se regenerara por completo; esta
vez será más difícil pelear contra él, después de todo ahora conoce lo
peligrosas que son las armas de los jugadores, intentara pelear con más
cautela.
El
usurpador del cuerpo de Dimitri intenta tomarlos por sorpresa, extiende ambas
manos a la dirección de los jugadores y en segundos; lanza dos gigantescas
bolas de energía. —Delante
de ti. —Abbadon y Sidragaso alertan a sus respectivos humanos del peligro,
sin dudar de la palabra de sus demonios, toman medidas preventivas, Beowulf ordena
a su copia colocarse delante de él; para usarlo como escudo y de este modo
detener, el ataque de la criatura; Ian nuevamente
cambia su arco por el escudo, con esperanza que pueda detener lo que este por
venir. Lamentablemente para ellos, la onda creada por la explosión los mando a
volar entre los aires, estrellándolos contra las paredes del templo. El escudo
había sido destruido en miles de fragmentos, gracias a esto, su anillo creador
se convirtió en polvo.
Las
bolas de energía, no paraban de ser lanzadas contra los jugadores, el humo se
dispersaba fugazmente por los agujeros que habían sido creados por la batalla;
ayudándolos de esta manera, a no ser tomados por sorpresa.
Ambos
hombres esquivan cada ataque lanzado, decenas de explosiones han dejado
destruido el templo, algunas paredes aún siguen de pie; a los alrededores del
templo todo era oscuridad, tinieblas; definitivamente esto no era Jerusalén,
sin embargo en este momento; era lo menos que les preocupaba.
La voz estruendosa de
Sidragaso es escuchada en la mente de Ian. —Si esas bolas de energía te
impactan, estas acabado. —El rostro de su compañero humano se mostró molesto,
respiro hondo e hizo destellar un anillo de luz, en sus mano derecha apareció
una hacha dorada, doble filo en ambos extremos de la cabeza del arma; en medio
se observaba el símbolo de la serpiente alada, una cadena plateada, se enredó
fuertemente al brazo del jugador; para de este modo lanzarla y recuperarla sin
mayor dificultad. —Dime algo nuevo. —Dijo.
Los
dos jugadores corren rápidamente en dirección al demonio, que intentaba
mantener distancia con ellos lanzándoles bolas de energía; Beowulf había
logrado llegar frente a su hermano sin herida alguna, intenta atravesar el frio
acero de su espada en el pecho de la criatura, sin embargo es intersectado en
menos de un segundo. — ¿Esto es lo mejor que puedes hacer? —El
que está poseyendo a Dimitri por fin habló, esto era una mala señal; por fin
había tomado control total del cuerpo.
La
criatura utiliza ambas manos para detener la espada, estuvo a centímetros de
impactar contra él; una sonrisa se dibuja en el rostro de Beowulf, esto no era
más que una simple distracción; Ian estaba
esperando el momento adecuado para atacar, había utilizado el humo causado por
las explosiones para ocultarse. El ruido de las cadenas se acercaba bruscamente,
se escucha por el lado derecho; el objetivo del jugador cuatro era el cuello,
intentaba decapitarlo.
El
demonio casi podía sentir como el acero del hacha, cortaba su cabeza en dos, si
eso sucediera; no habría ninguna manera de vivir, no podría regenerarse
nuevamente; en un acto desesperado, lanza a Beowulf contra Ian mientras se
aleja fugazmente de la dirección de impacto. Los jugadores impactan entre sí,
haciendo que el hacha retrocediera y regresara a la mano de su dueño.
— ¿Qué demonios estabas pensando hacer? —Beowulf
se levanta del piso de inmediato, estaba furioso con Ian. —Si hubieras acertado el golpe, Dimitri estaría muerto.
—Creí que esa era la idea. —Ian
se levanta de igual manera, para después limpiarse la sangre del rostro.
—Nuestro objetivo es calmar al demonio que vive en su
interior, no tratar de matarlo.
— ¿Cómo demonios quieres que hagamos eso? En este momento,
no podemos darnos el lujo de contenernos, si lo hacemos estamos muertos. —Toma
por el cuello al encapuchado mientras intentaba contenerse y no golpearlo.
— ¡Apuntale al corazón! —La mano en su
cuello le dificultaba respirar, su voz se quebraba a medida seguía hablando. —Debemos atravesarle el corazón con nuestras armas, es
la única manera para hacer que Dimitri recupere
el control de su cuerpo.
El
demonio alzo ambas manos en dirección a ellos, esta vez comenzó a formarse una
gigantesca bola de fuego, la cual hizo que se derritieran las paredes del
templo con todo a su alrededor; Beowulf logró
soltarse de su agresor y sin pensarlo, utilizo la espada para hacerse aparecer
a lado de la criatura, esta era la oportunidad perfecta, sus manos estaban
ocupadas y no podría detener la espada. El encapuchado sujeto firmemente su
tesoro divino y se preparó para apuñalarlo por la espalda, esto era demasiado
bueno para ser cierto, rompiendo sus ilusiones; aparece un pequeño ser de fuego
unido al cuerpo de la bestia, el cual detuvo la espada y lanzo lejos al jugador;
rápidamente aquel ser regreso al cuerpo.
La
gigantesca bola de fuego es lanzada al rubio, ojos azules, el espacio en el
templo era tan reducido, que tratar de esquivar era una tarea titánica y casi
imposible; sin embargo la corona espectral comenzó a destellar, Beowulf había aparecido a lado de él.
—Rápido, usa tu anillo y
haz una copia de tu tesoro. —Ian había controlado su corona para manipular la
espada y traerlo con él.
—Está bien. —No iba a
cuestionarlo, se veía decidido. La copia de la espada aparece en las manos del jugador
cuatro.
—Beowulf, debemos
hacer esa grieta que me transporto a otra dimensión, es la única manera de
esquivar esto.
—Mucha gente morirá, yo
no controlo a donde enviar lo que se tragan los portales.
—Nuestro mundo es más
importante, ahora hazlo. ¿Quieres salvar a tu hermano? —La mirada asesina de
Ian hizo recapacitar a Beowulf, debía hacerlo ahora mismo; no había tiempo para
preocuparse por gente que ni siquiera conoce.
No
podía creer que esa idea no se le había ocurrido Ian, sin decir más ambos reunieron
energía dentro de las espadas; haciendo que brillaran al unísono, en segundos
ambos cruzaron los tesoros divinos; formando nuevamente una grieta en el aire,
la cual comenzó a succionar la bola de fuego, ahora era más potente aquel
portal que en cuestión de segundos; había desaparecido por completo todo rastro
de esa gigantesca bola.
Tomando
por sorpresa a Beowulf, el demonio de fuego aparece a sus espaldas, lo
último que logra escuchar; es un rugido que hace temblar cada parte de su
cuerpo, de inmediato un dolor imposible de describir llena por completo su ser,
con la poca fuerza que le queda; observa el lugar donde está ubicado su
corazón, para su sorpresa había un enorme agujero en él, una mano creada de
llamas lo atravesaba; mientras sostenía su corazón. La bestia estaba riéndose
al ver el rostro pálido del encapuchado. Saca su mano del cuerpo, lo deja caer
al piso inconsciente y desangrándose tan rápidamente que no tardaría en morir. —Aun no es tu momento. —La voz de Abbadon
hace eco dentro de Beowulf; el anillo brillo con una luz tenue, el encapuchado
seguía vivo, su demonio acompañante lo mantenía en el juego; aunque si no es
auxiliado por alguien lo más pronto posible, moriría.
Para
suerte del encapuchado, el demonio había pasado por alto el destello del
anillo, para él ya estaba muerto, ahora tiene como objetivo a Ian, que aparece
frente a él sin que pudiera reaccionar, extiende su brazo derecho creado de
llamas y lo toma por el cuello, los pies del humano han dejado de tocar el
piso, sus gritos de dolor se escuchan por todo el lugar, la piel alrededor de
su cuello ha desaparecido; dejando expuesta su carne; tal parece que gracias a
poseer objetos con poderes sobrenaturales, las llamas no lo convertían en
cenizas tan rápidamente; como a los humanos comunes y corrientes.
Los
gritos de dolor no hacían más que excitar más al demonio, aquella risa macabra
era imponente, aterradora y mostraba la superioridad contra los jugadores; Ian
lentamente dejo de gritar, estaba inconsciente, su muerte estaba a la vuelta de
la esquina
El
demonio de fuego estaba riendo descontroladamente, estaba feliz ante su
victoria, había logrado asesinar a ambos jugadores, ahora que los gritos de
dolor cesaron, suelta a Ian; perdiendo el interés, ya era demasiado tarde, la
carne del cuello estaba completamente quemada, e igual que Beowulf; le quedaban pocos segundos de vida.
Para
la criatura, esto no era demasiado castigo, deseaba acabar por completo con
ellos; por última vez rugió con todas sus fuerzas, hizo temblar el lugar; de su
boca crea otra gigantesca bola de fuego, idéntica a la absorbida por el portal,
la cual lanza contra ellos para de esta forma hacer desaparecer sus rastros.
El
agua del riachuelo se había evaporado en su totalidad, creando una nube
gigantesca, dejando sin visión al demonio. Unos pasos se escuchan en el fondo
del lugar, esto lo alarmó enseguida; estaba nervioso al no ver u olfatear a
nadie más, pierde el control de sus acciones y en un acto desesperado comienza
a lanzar golpes al aire, intentando golpear a lo que fuera que estuviera en el
lugar.
El
vapor comienza a disiparse, para sorpresa de este, el templo estaba
reconstruido nuevamente; el demonio dirige la mirada en dirección donde se
encontraban los jugadores, no había rastros de ellos; parecía que se habían
incinerado con la enorme bola de fuego. Por un segundo, parecía que los sonidos
escuchados previamente y el templo en pie eran parte de su imaginación, sin
embargo para su mala suerte; una risa se escucha detrás de él, se gira de
inmediato, observa a una mujer de cabellera color negro, ojos azules con gafas,
piel blanca, vestía un vestido negro con listones rojos, un anillo en si mano
derecha, el cual sostenía pequeñas cadenas que iban sobre su mano izquierda en
forma decorativa; era Marianne, había llegado justo a tiempo, tras ella dos
enormes burbujas de agua; en su interior se encontraban ambos jugadores.
—Pronto estarán como nuevos, están dentro de un campo
regenerativo, los curara de sus heridas, descuide amo Ian; yo lo protegeré a partir de ahora. —Se dijo así misma
en un susurro.
Las
llamas del cuerpo de la bestia crecieron inmensurablemente, se veían más
poderosas, salvajes, parecían tener vida propia; un rugido hizo eco en todo el
templo, rompiendo el repentino silencio. La piel de Marianne se erizo al
escuchar escalofriante sonido, a su mente vinieron recuerdos de Tokio, tenía
muy claro que haber salvado a los jugadores haría enojar a la criatura.
Sin
previo aviso una bola de energía menor en tamaño a las anteriores, fue lanzada
contra ellos, La mujer no titubeo, en ningún momento, no permitiría que dañaran
nuevamente a su amado; un extraña aura oscura cubrió las manos de Marianne,
extendió sus brazos de par en par, un agujero negro apareció frente ellos, lo
suficientemente poderoso como para consumir el ataque de la bestia.
— ¿Es lo mejor que
tienes? —Preguntó la bruja, con una sonrisa en el rostro.
Nuevamente
ruge, pero esta vez, acompañado de potentes golpes al piso; estaba furioso,
aquellos ojos destellantes cubiertos de fuego miraron fijamente a la mujer,
dirige una vez más sus manos hacia ellos, una gigantesca bola de energía hace
su aparición; la bestia se veía cansada, todo parecía indicar que crear bolas
de energía era pedir demasiado; aun no recuperaba todas sus fuerzas.
—Excelente Marianne. ¿Por
qué no te quedaste callada? —Se decía a ella misma, mientras observaba el
problema en el que se encontraba.
Sin
más, la bola de energía carmesí fue lanzada, tomando por sorpresa a la bruja,
observo como empezaba a dividirse en miles de bolas de fuego, ahora será casi
imposible de esquivar, se dirigían a gran velocidad; el agujero negro no podría
absorber tanto a la vez, intenta pensar en una mejor forma de proteger a los
jugadores, de inmediato hace desaparecer su creación, coloca ambas manos en el
piso, círculos mágicos aparecen alrededor de ella; en menos de un segundo un
muro de agua se levanta, lo suficientemente grande, como para cubrirlos a
todos.
El
fuego comenzó a impactar contra el muro haciéndolas desaparecer, como si se
trataran de llamas normales, dejando solo vapor en el lugar; El demonio se
impacientaba, estaba rabioso, al ver como se burlaban en su cara con esa
insignificante pared de agua, después de ver lo problemática que se estaba
volviendo; Marianne, decide
asesinarlos con sus propias manos, decide usar esta oportunidad que aún siguen
protegiéndose del fuego, para ir hacia ellos y cortarlos en miles de pedazos. La
bruja logra sentir la presencia de la bestia acercándose hacia ellos, tenía las
manos ocupadas, no estaba en su poder detenerlo en estos momentos; su única
elección es confiar que el muro de agua pueda retrasarlo, el tiempo suficiente
como para que ambos jugadores se recuperaran.
—Ingenua. —La voz del demonio era gruesa, aterradora.
Estaba
frente al muro, llego en un instante, sin temor a las consecuencias introdujo
sin titubear su mano izquierda en el interior del muro; intentaba llegar a la
bruja, la presión del agua era poderosa, no era agua normal; su mano se
evaporaba frente a sus ojos, rugidos de dolor salieron de la bestia, no tenía
pensado retroceder, su mente estaba manipulada por la ira; el muro comenzó a
debilitarse, el muro estaba abriéndose por la mitad, no resistiría mucho tiempo,
al igual que la mano del demonio.
Era
muy evidente la preocupación de Marianne al
observar frente a ella como aquel demonio se empezaba a abrir paso entre el
muro, no soportaría mucho tiempo, tomó aire e hizo desvanecer el muro,
dejándolo pasar; corre lejos de los jugadores, intenta llamar la atención
corriendo a lado contrario, ahora el aura oscura cubre por completo su cuerpo;
un líquido oscuro y viscoso comienza a salir del piso bajo a la bestia, de
inmediato forman una especie de cadena que atan a la criatura.
—Basura. —dijo el demonio.
Las ataduras empezaron a
electrificarse, podía observarse lo inútil que esto resultaba, no podía
percibirse ningún signo de dolor por parte de él. Sin problema alguno corto
todo aquello que lo tenían atado y tal como la bruja deseaba, se alejó de los
jugadores; sin embargo estaba en problemas, se había convertido en su objetivo.
Las
llamas en su cuerpo comenzaron a intensificarse, incendiando todo a su paso, el
templo parecía el infierno mismo; Marianne
trataba de hacer tiempo mientras terminaban de recuperarse ambos jugadores,
el demonio lanzaba zarpazos con sus manos aun deformes por su encuentro con el
muro, la bruja iba abriendo y cerrando agujeros negros para evadir los golpes
de su agresor, las llamas eran absorbidas, sin embargo para su mala suerte;
desaparecían a la misma velocidad con la que nacían más, para suplantarlas.
Marianne
comienza a sentirse agotada, lleva menos de medio día desde que obtuvo sus
poderes; su cuerpo aún no se acostumbra, intenta seguir el paso al demonio. Se
observa como la bruja pierde el
equilibrio por unos segundos, sin perder la oportunidad, la ataca, puede sentir
como sus garras atraviesan el cuerpo de la mujer aun antes de tocarla; en un
acto de reflejo crea una ráfaga de viento, con el cual se impulsa lejos del
alcance de su asesino.
El
cuerpo de Marianne estaba al límite
de su capacidad, mantener ambos campos curativos y usar su magia en la batalla,
era una gran carga para su cuerpo, ella tenía claro que en cualquier momento colapsaría
su cuerpo; sin embargo, debía mantenerse firme hasta que Ian se recuperara. Su objetivo no era
acabar con él, solo necesitaba ganar el tiempo suficiente para que se recuperen
y luego salir de aquí.
Sus
energías estaban decayendo rápidamente, estaba tan ocupada en tratar de
mantenerse de pie; que no se percató que la bestia se acercaba, la tomó
desprevenida, golpea su rostro con tanta fuerza que es lanzada por los aires; antes
que impactara contra las paredes del templo,
extendió su brazo derecho, su mano se hizo gigante; la tomo de ambas
piernas atrayéndola nuevamente hacia él.
La
bruja estaba colgando de cabeza, sus piernas estaban siendo consumidas por las
llamas lenta y dolorosamente, los gritos de dolor nuevamente excitaban cada vez
más a la bestia, la uso como saco de boxeo, la golpeo interminables veces;
estaba aprovechando la oportunidad, había agotado sus energías; se ha
convertido en adicto a sus gritos de dolor, intentando no matarla, controla sus
fuerzas e inicia azotándola contra el piso repetidamente, esperando escuchar
suplicas de piedad seguidas de lágrimas.
Han
transcurrido dos minutos, los cuales Marianne ha luchado por mantenerse consciente, es lo menos que puede hacer
en estos momentos, si perdía el conocimiento; los campos curativos desaparecerían,
haciéndolos morir de inmediato.
Tras
varios minutos el demonio de fuego comenzaba a aburrirse de los gritos de la
mujer, esta intentaba no llorar, a pesar que su cuerpo estuviera fracturado en
su totalidad; el amor que sentía por Ian,
la hacía esforzarse para mantenerse consiente; La sonrisa de la bestia era
inmensa, la deja caer al piso, esta risa siniestra; se escuchaba por todo el
lugar, seguidamente la toma nuevamente, pero en esta ocasión la levanto del
cuello; al igual que Ian, su piel comienza a quemarse hasta dejar la carne
expuesta.
El
dolor causado a Marianne era
demasiado, su cuerpo se quedaba sin aire, no podía derramar lágrimas; estás se
desvanecían antes de poder salir de sus ojos, no soportaría mucho más tiempo,
esto era el fin; después de obtener este poder, seguía siendo la misma inútil
de siempre, se había dado por vencida; cerró los ojos como si se preparara a recibir
el último golpe.
— ¿Eso es todo lo que puedes hacer? —La
voz del espíritu hace eco dentro de su cabeza. —Yo
confié en ti y ahora me decepcionas de esta forma.
— ¿Qué quieres que haga? Intente todo lo que podía, es
demasiado fuerte como para vencerlo.
— ¡Te equivocas! Tú eres una digna oponente, usa al
máximo mi magia, déjate llevar por mi poder, déjate consumir. —La
voz del espíritu demostraba cuan enserio hablaba. —Temes a mí poder, es por eso
que no puedes contra él.
— ¿Qué más quieres que haga? Estoy a punto de morir, no
puedo moverme; me tiene entre sus garras, esto se acabó.
— ¿Recuerdas lo que te dije? Esta magia es para proteger
a todo aquello que amas. —El espíritu estaba desilusionado,
esperaba más de su sucesora.
La
criatura estaba preparado para derramar sangre, en su mano derecha aparece una
bola de energía carmesí; este será el método que usara para terminar con la
vida de la mujer, que aún se mantenía
consiente, a pesar de las heridas y la inexistente piel en distintas partes de
su cuerpo; tenía quemaduras en todas partes de su cuerpo, mover un solo musculo,
le presentaba un dolor insoportable.
Marianne
es arrojada al aire, tras de ella manda la bola de energía, la cual si llegase
a impactar convertiría en cenizas todo a su paso.
—Esperaba más de ti cariño, jamás creí que te rindieras
tan rápido. —Ian se había recuperado por completo.
—No seas tan rudo con ella, hizo un buen trabajo, sin
ella estuviéramos muertos. —Beowulf estaba como nuevo. Ambos se
veían despreocupados al ver la situación en la que se encontraba la mujer.
—Tienes razón, debo de darle todo el crédito a mi
amada. —Ian
intercambia sonrisas con el encapuchado.
Ambos
jugadores habían despertado justo a tiempo, no muestran temor alguno, Marianne
estaba a punto de ser convertida en cenizas; Beowulf deja salir un suspiro antes de ir a su rescate, inmediatamente lanza
su espada en dirección de su salvadora, el encapuchado aparece en un destello
frente a ella; se movió a tal velocidad, que parecía haberse teletransportado,
toma nuevamente su tesoro divino que aún estaba en el aire, fue más veloz que
su espada, estaba presumiendo de su fuerza.
Ahora
poseían más poder gracias a la bruja, en un simple y fugaz movimiento desvía el
ataque, haciéndolo impactar contra la estatua de dragón; que se había reconstruido
hace unos minutos. Tras el impacto no hubo ningún tipo de explosión, la estatua
simplemente se convirtió en cenizas.
Beowulf
estaba decepcionado al ver la reacción del impacto, todo indicaba que el
demonio se había contenido, en estos momentos; deseaba poner a prueba su nueva
fuerza. Ambos comienzan a caer. Ian corre tras su amada atrapándola en el aire
antes que cayera al piso.
—Eso estuvo cerca, pensé que no lograría sobrevivir. Te
debo una Marianne. —Le
muestra su mejor sonrisa, intentaba mantenerla despierta; tenía claro que si
ella cerraba sus ojos, jamás volvería a abrirlos.
El
demonio de fuego estaba molesto, se había aburrido de pelear contra ellos e intentando
acabar con la batalla, corre hacia Ian, tratando
de incrustar sus garras en él; Marianne estaba
respirando con dificultad, su visión estaba nublada, sin embargo logra observar
cómo se acercaba a toda velocidad aquella criatura; que la había dejado al
borde de la muerte. Con sus pocas fuerzas que la mantenían con vida, logra
crear una ráfaga de viento, alejándolos del peligro.
Ese
truco no volvería a funcionar, la criatura estiro sus brazos dirigiéndolos
hacia ellos a toda velocidad, logra tomar a Ian por la espalda; el jugador tenía claro que necesitaba alejarla del
demonio, sin pensarlo dos veces deja caer a Marianne al piso.
—Beowulf ayúdame.
¡Maldición!
El
encapuchado corre en su ayuda, hace aparecer dos copias de él junto con las
espadas; intentan atacarlos en tres direcciones distintas, con el único
objetivo de cortarle nuevamente las manos, lamentablemente, y para sorpresa de
ellos; se levantan murallas de fuego provenientes del suelo, rodeando y
protegiéndolo de los ataques de Beowulf.
Ambas
copias intentaron cortar las murallas, el resultado era el mismo, ambos
terminaron hechos cenizas. Los gritos de dolor de Ian se escuchaban a través del fuego, acompañada de aquella risa
siniestra y descontrolada del demonio.
El
encapuchado no podía cruzar, su única opción era esperar a que asesinaran a su
antiguo amigo y acto seguido viniera por él.
Marianne aún estaba luchando por vivir, se
aferraba con todas sus fuerzas a la vida, los gritos de dolor de su amado la mantenían
despierta; esto era la peor tortura que jamás hubiera imaginado, a pesar del
dolor inimaginable que sentía en estos momentos, no podía rendirse; sin
importar la agonía que esto representaba, seguiría fiel a su promesa de
protegerlo. Comenzó a arrastrarse lentamente en dirección a Ian.
La
bruja moriría en cualquier momento si continúa moviéndose, Beowulf la observa justo
a tiempo, se dirige a ella para detener su absurdo acto suicida.
—No sigas moviéndote o de lo contrario morirás, no hay
nada que puedas hacer por él, su muerte ya ha sido fue decidida.
Marianne seguía arrastrándose haciendo caso
omiso a las palabras del encapuchado.
—No he obtenido este poder solo para ver como muere
frente a mí la persona que amo. —Era obstinada, pero es
lo más normal en ella, después de todo, anteriormente se había sacrificado por
el egoísta de su amo.
— ¿Eso es lo que piensas? Estas a punto de morir,
sacrificaras estúpidamente tu vida si tratas de atravesar esos muros.
Lágrimas
caen por sus mejillas, ella entendía que sería inútil, todo intento de
atravesar el fuego; sin embargo no podía seguir escuchando los gritos de
sufrimiento de su amo. La voz del espíritu vuelve a escucharse nuevamente
dentro de su cabeza.
— ¿Aun estas dudando en atacar? —Por
su tono de voz, era claro que estaba furiosa con Marianne.
—No estoy dudando, estoy segura que iré a ayudarlo
incluso si muero en el intento.
— ¿Entregarías tu escaza oportunidad de supervivencia
por él?
—Si pudiera rescatarlo en este momento, no me
importaría venderle mi alma al diablo.
—Me alegra que pienses así. —Una
ligera risa hace eco en su cabeza, Marianne había pronunciado las palabras que
deseaba escuchar. —Te propongo
liberar el máximo de tu poder, a cambio de tomar mi lugar en el infierno una
vez mueras.
— ¿A qué te refieres con eso?
—Mi lugar en el infierno siempre ha sido el ser fiel
sirviente del rey de las tinieblas, ser su mascota, su esclava ideal para
satisfacer cualquier capricho.
La mujer titubeo unos
instantes, aceptar este trato significaba que entregaría su alma a las torturas
y deseos de Satanás, tendría una eternidad de sufrimiento; tras varios segundos
deliberando, logró decidir después de escuchar los gritos de agonía de su amo.
— ¿Tenemos un trato? —El espíritu estaba
desesperándose.
—Sí, ahora libera en este instante el máximo de mi
poder.
Los
gritos de agonía seguían detrás de las paredes de fuego, Marianne había perdido el conocimiento segundos
después de hacer el trato con el espíritu. Beowulf corre en su ayuda, intenta recogerla del piso, sin embargo antes
que pudiera tocarla y para su sorpresa, el cuerpo de la bruja comenzaba a
congelarse, parecía un tempano de hielo, enseguida, neblina salía de ella,
rodeándola e imposibilitando cualquier intento por observarla.
La
bruja se elevó por los aires, llamando la atención del demonio que sostenía
entre sus garras al jugador cuatro, los muros de fuego y la neblina alrededor
de ella se habían disipado; tenía la atención de todos en el lugar. El aspecto
de Marianne comenzó a cambiar drásticamente,
su cabello se tiño de rojo, el tono azul de sus ojos desapareció, dejando en su
lugar dos colores totalmente diferentes; uno verde y el otro amarillo, por
último, en ambas manos aparecieron runas las cuales le otorgarían el poder que
ella ansiaba.
Todo
daño causado por el demonio hacia la bruja había desaparecido, ha sanado en su
totalidad. Marianne despertó de su corto sueño, no parecía ser la misma de hace
unos segundos atrás, tenía en el rostro una mirada aterradora, fría y
calculadora, que hasta al menos inteligente se lo pensaría dos veces antes de
oponerse a ella.
La atmósfera estaba comenzando a enfriarse, las elevadas temperaturas causadas por
el demonio estaban desapareciendo; Marianne
no espero ni un segundo más para ir al rescate de su amo, y en una demostración increíble de su
poder, las runas resplandecieron e inmediatamente comenzó a soplar un viento
gélido, el cual congelaba todo a su paso. El demonio de fuego intento cubrirse
nuevamente con los muros de fuego, sin embargo superando toda ley de física,
aquel viento creado por la bruja, logró congelar el fuego; en el exterior,
aquellos muros creados de fuego, parecían hermosos diamantes resplandeciendo y
guardando dentro de ellos llamas vivas ardiendo ferozmente.
Tras
observar como habían congelado sus llamas con tal facilidad, se sentía
acorralado, no tuvo otra opción más que salir de inmediato; abriéndose paso con
el cuerpo herido de Ian, el cual uso para romper uno de los muros.
El
cuerpo del jugador cuatro es tirado al piso como cualquier basura, el rostro
del demonio de fuego era aterrador, en sus ojos podías ver miles de espíritus
torturados, era como si los ojos fueran una especie de ventana hacia el
infierno; Marianne puso a salvo a Ian, mientras el demonio solo los observaba
sin hacer movimiento alguno; era claro que ya no tenía ningún interés en los
jugadores, su nueva presa era ella.
—Beowulf, en cualquier momento me atacara, necesito que
seas mi apoyo y lo ataques cuando veas la oportunidad. —Ian
estaba nuevamente recuperándose, la bruja ha creado otra burbuja llena de agua,
en la cual se recuperaba su amo.
Se
escucha una risa proveniente de Beowulf.
—Si seguimos así nunca
ganaremos, debemos luchar los tres juntos si queremos ganarle, no podemos
permitir seguir de esta forma.
—Tienes razón, sin
embargo esta vez fue mi culpa, mi señor Ian no tuvo la oportunidad de actuar,
por tratar de cuidarme.
—No tenemos opción, este
será el último asalto, tú, yo y este maldito demonio. —Le regala una sonrisa a
la bruja antes de empezar.
El
demonio de fuego inicio con el ataque, lanzado consecutivamente bolas de fuego,
las cuales impactaban por todo el templo; esta vez la cantidad lanzada era tres
veces más a las anteriores, haciendo imposible esquivarlas, Marianne actuó rápidamente; inicio el
contraataque, haciendo aparecer una neblina que cegó por completo a la criatura, un susurro por parte de la bruja se escuchó
entre medio del alboroto causado por las explosiones.
— ¡Procellárum glácies!
Miles
de granizos comenzaron a caer desde el techo del templo, todos aquellas bolas
de fuego que eran alcanzadas por el ataque de la mujer, desaparecían sin causar
ninguna reacción; con esto logro minimizar los daños y aumentando las
posibilidades para que pudieran esquivarlas. La criatura estaba molesta por la
poca visibilidad, su olfato y vista estaban inutilizados, por primera vez después
de siglos, se sentía vulnerable; sus llamas logran crecer nuevamente,
oponiéndose a la temperatura fría del lugar, despeja la neblina;
lamentablemente no le fue de mucha gracia ver como su ataque había sido
neutralizado.
La
criatura inundada por la rabia, tras ver como se habían burlado de él, alarga
sus manos en dirección a Marianne; esperando
incrustar sus garras en el cuello, esto fue un acto impulsivo por su parte, sin
embargo algo dentro de él sabía que algo iba mal; después de ver como se
mantenía inmóvil sin intentar esquivarlo.
— ¡Ahora Beowulf, acaba con él! —Una
sonrisa se dibujó en el rostro de Marianne mientras observaba el rostro de
preocupación de la bestia.
El
encapuchado aprovecha la oportunidad dada por la mujer, corre apresuradamente
hacia el demonio hecho de fuego, utiliza su espada nuevamente; la toma
firmemente y blande contra su enemigo.
La
bestia infernal, que tenía posesión del cuerpo de Dimitri no podría ser derrotado
por un truco tan usado, le devuelve aquella sonrisa a la mujer; acto seguido
una tercera mano aparece de su cuerpo, con el único objetivo de usarla como
defensa contra el encapuchado.
Beowulf
logra detenerse a tiempo, en el aire usando su espada para aparecer lejos de
él, mismo objeto el cual usa para lanzarlo fuertemente contra la criatura;
apuntando esta vez a la parte trasera de su cabeza.
El
demonio continuaba dirigiéndose su ataque a la bruja sin detenerse ni un
segundo, sin embargo, Marianne espera pacientemente hasta los últimos segundos
para defenderse; une sus manos como si estuviera a punto de orar, las runas en
sus manos no han dejado de brillar ni un instante desde que lanzo su primer
hechizo, susurra dos palabras mientras a su alrededor aparece más niebla.
—Glacies speculum.
Un
muro de hielo se crea alrededor de ella haciendo que las manos de la criatura
impactaran contra él; ambos brazos quedan atrapados, en segundos comienzan a
congelarse siéndole imposible al demonio,
regresarlas al tamaño original.
—rigentem tramitem spinosas
Cientos
de espinas gigantes de hielo comenzaron a salir del piso, rompiendo en pedazos aquellos
brazos hechos de fuego; un chillido de dolor hace temblar el lugar, era
espantoso escuchar los gritos de agonía de aquel feroz demonio. Esta era la
primera vez desde que empezó la pelea, la cual estaban en ventaja, no podía
distraerse, esta era su gran oportunidad.
La
espada de Beowulf no logra llegar a
su objetivo, es detenido por otro muro de fuego, sin embargo; atacarlo a la
cabeza nunca fue el verdadero objetivo, simplemente necesitaba dividir su
atención, gritándole a Marianne para
que continuara con el ataque, alerta al demonio, lamentablemente es demasiado
tarde para hacer algo.
—Sepulchrum glácies
El
cuerpo de la criatura empezó a cubrirse de hielo a una velocidad impresionante,
ahora estaba inmóvil, los humanos deberán ser astutos en este momento; es una
gran oportunidad de atacarlo directamente.
La
criatura congelado y convertida al igual que los muros en un enorme diamante
resplandeciente, estaba intentando salir de su cárcel helada, la cubierta
comenzaba a fracturarse, necesitan ser veloces; no durara mucho tiempo, es
cuestión de minutos para su liberación.
— ¡Rápido, Beowulf usa tu espada! ¡Atraviésale el
corazón!
—Las runas en sus manos destellaban con mayor fuerza, intentaba mantener
encerrado al demonio el tiempo necesario.
—Lo sé, no tienes que decírmelo.
La
espada de Beowulf resonó junto con su
anillo, alertando a su dueño que sin pensarlo, se aleja de la estatua de hielo
que comenzaba a derretirse; Marianne no
iba a dejar pasar esta oportunidad, con su mano derecha mantiene encerrado a la
criatura y con la izquierda lo apunta. Una extraña energía se acumula en la
palma de su mano, decidida a acabar la batalla de una buena vez, lanza toda la
energía acumulada en un solo y mortal ataque.
— ¡Canyon glacialis!
El
ataque de la bruja da en el blanco, una explosión gélida convierte aquella
estatua de hielo en miles de pedazos, parecía increíble ver como una sola
persona haya logrado vencer a uno de los más poderosos entes del inframundo.
Beowulf se negaba a creer que su hermano estuviera
muerto, ahora sus restos están dispersos por todo el lugar en forma de hielo; Ian,
que estaba inconsciente, despierta minutos después, asombrado al escuchar de la
muerte de Dimitri, intenta ponerse de
pie, sin embargo las heridas causadas por el demonio era muy graves;
necesitaría mucho más tiempo para recuperarse, no podía moverse sin que los
huesos se fracturaran más. Deseaba regresar por fin a la organización y ser
tratado como se merece.
Todo
había acabado por fin, la apariencia de Marianne había vuelto a la normalidad, todos se regocijaban de su victoria,
esto dejaba a un jugador menos que vencer, ahora con Marianne todo saldría como
se había planeado en un principio.
Beowulf
se veía inquieto, tanta tranquilidad no le convencía, su mente deseaba creer
que esto no ha finalizado; necesitaba pensar que su hermano seguía, y que en
cualquier momento regresaría.
El
jugador rubio llama a la bruja con un
ademan, para que esta se acercara, sorpresivamente y para su complacencia; la
abraza fuertemente mientras le susurra al oído.
—Gracias por tu gran ayuda, jamás hubiera imaginado
cuan fuerte te volverías.
Como si de una adolescente se tratara, su rostro se sonroja tras escuchar las palabras de su amado. Han
pasado casi dos años desde que se unió a la organización y decidió seguirlo,
sin embargo no recuerda claramente las veces en las que él ha sido amable con
ella, esto era mucho más de lo que esperaba recibir. —Muchas gracias amo, me halaga escuchar esas palabras
saliendo de su boca, ahora poder servirle mejor.
—Tú ya no seguirás siendo
miembro activa de la organización. —Ian aleja su rostro de ella, la mira
directo a los ojos.
— ¿A qué se refiere? —La bruja esta aterrada,
no quería escuchar nada con respecto a eso, temía lo peor; lágrimas comenzaron
a caer de su rostro.
Con
una risa gentil, le contesta a Marianne antes de que siguiera pensando en cosas
erróneas. —Tranquila cariño, lo
que intento decir. —Seca delicadamente las lágrimas que caen
del rostro de su amada. —No deseo verte sufrir nunca más, desde ahora serás lo
más preciado en mi mundo, todos en la organización tendrán la obligación de
mantenerte fuera de todo peligro.
—Amo, yo… —La joven no
podía continuar hablando, era como estar en un sueño.
—Esto lo había decidido
mucho antes de entrar al templo, desde que Beowulf me mostró como te mantuvo capturada; no podía pensar en nada más que en ti, en tu bienestar.
— ¿Capturada? No
entiendo. —Marianne estaba confusa, en ningún momento el encapuchado había
hecho tal cosa.
Beowulf interrumpe a los enamorados, intenta
tranquilizar a Ian para su confesión con una sonrisa. —Puedo explicar eso, todo
fue un pequeño montaje, necesitaba que tú aceptaras unirte a nosotros; sé muy
bien cuan terco y orgulloso eres, no tuve otra opción que hacerte venir por
medio de engaños. Ve el lado amable, tú tienes más poder del que hubieras
conseguido si no hubieras venido.
—Maldito, me engañaste.
—Ian suelta a su amada, se dirige furioso al encapuchado, camina lo más rápido
que su cuerpo lastimado se lo permite.
La risa de Marianne rompe
el ambiente, corre a su amado y con una sonrisa en su rostro imposible de
ocultar, le regala un beso tan apasionado como ningún otro de los que le había
entregado.
—No importa si fue un
engaño, todo salió bien, valió la pena, amo. —Dijo Marianne entre medio de cada
suspiro.
El
hielo en el piso comenzó a derretirse, dejando libre pequeñas llamas esparcidas
por el piso, rápidamente; comenzaron a reunirse en el centro del templo,
formando aquella figura que a partir de ahora estará en todas sus pesadillas,
el cuerpo del demonio de fuego.
Beowulf sonríe involuntariamente, estaba seguro
su hermano no podía ser derrotado tan fácilmente; sin embargo ahora tenían
nuevamente el mismo problema, liberar de la posesión a su hermano e intentar
salir vivo de esto.
Las
llamas comenzaron a expandirse cada vez más, Beowulf y Marianne se colocaron
en guardia mientras trataban de proteger a Ian, lastimosamente la bruja aun no podía controlar por completo su
magia; el último ataque que había lanzado la había dejado exhausta, sin poder
activar nuevamente sus runas.
— ¿Ahora qué haremos, amo? —La
temperatura en el templo se había elevado nuevamente, comenzaba a sudar en gran
medida.
—Beowulf, entrégale
una copia de tu espada a Marianne para
que pueda defenderse, la única manera de sobrevivir es huyendo del lugar. —Ian
estaba temblando, sin embargo no podía dudar ni un instante, es momento de
actuar. Uno de sus anillos de luz destella entregándole el arco; con su estado
actual no podría enfrentarse cuerpo a cuerpo, pero podría ser de utilidad a la
distancia.
— ¿Qué tiene en mente, amo?
Beowulf los interrumpe.
—Trata de decir que huyamos cuando se nos dé una
oportunidad, de lo contrario estamos acabado.
— ¿Es cierto eso, amo? —Marianne lo mira
directo a los ojos, esperando la respuesta de Ian.
—Sí, no tenemos opción, en nuestra condición el único
que puede pelear al cien por ciento es Beowulf; nosotros dos solo somos una
carga.
El
cuerpo creado por las llamas del infierno estaba de regreso, estaba molesto con
Marianne, en un acto impulsivo desaparece de la vista de los humanos; todos se
preparan para un ataque poderoso proveniente de cualquier dirección. La
poderosa criatura ya tiene decidida su presa, en un lapso de segundos, aparece
detrás de ellos con una bola de fuego tres veces más grande de lo normal en su
mano izquierda; estaba agotado, al igual que los demás sus fuerzas se acababan,
el cuerpo de Dimitri no le permitía usar su poder al máximo; ya no podía seguir
creando bolas de energía, tendría que conformarse con esto, su velocidad había
disminuido; debía acabar con esto lo más pronto posible.
Lanza
la bola de fuego a quema ropa, imposible de esquivar; Beowulf es el único capaz
de reaccionar a esto, su espada destella, detiene el tiempo; lo suficiente como
para mover a sus dos aliados. Su cuerpo empieza a deteriorarse, cada vez más
rápido, su límite ahora es un minuto; el tiempo regresa a la normalidad, el
ataque del demonio es impactado contra el piso; la onda expansiva creada por la
explosión lanza lejos a los humanos, impactándolos contra el muro.
Beowulf
crea una copia de su espada, la cual entrega a la bruja rápidamente.
—Marianne, protege tu vida con esto.
Esa
gran bestia dejo salir un rugido estruendoso, haciendo temblar el lugar, en sus
ojos se observaba su sed de sangre; nuevamente crece en su mano izquierda otra
bola de fuego, la cual no tenía pensado fallar, o al menos eso hizo creer;
desaparece nuevamente frente a sus ojos y tomando totalmente desprevenida a
Marianne logra acertar el golpe, utiliza su mano derecha para golpearla justo
en el vientre y mandarla lejos por los aires, impactando con la estatua de
Behemonth.
Beowulf
ya veía venir el ataque de la bestia e inmediatamente toma por el hombro a Ian,
utilizando su espada; logra hacerlos aparecer justo al lado de Marianne,
esquivando nuevamente la bola de fuego. Ian
estaba molesto al ver a la bruja completamente inconsciente en el piso.
— ¿Por qué no nos hiciste desaparecer fuera de este
lugar antes que terminara de reconstruirse el cuerpo del demonio?
—Mi espada no puede hacernos aparecer en otro lugar que
no sea esta misma habitación, he intentado usar mi espada antes en otras habitaciones
desde que entramos. A pesar de que tenga más poder que antes, me es imposible
salir de aquí. Existe algo en este lugar que me prohíbe usar mi espada para
escapar de aquí.
—En pocas palabras estamos atrapados como ratas. —Ian
sostuvo con fuerza su arco al mismo tiempo que maldecía su suerte.
—Lamentablemente si, la única que nos puede sacar del
lugar esta inconsciente, y aunque despierte no puede usar sus poderes hasta que
repose un poco, lo cual en nuestra situación actual es imposible.
El
rugido se escuchó una vez más, esta vez los embestía a toda velocidad; Beowulf tomo su espada preparándose a pelear por última
vez.
—Lo siento hermano, pero no puedo permitirte continuar
en esta forma o terminaras consumido.
Beowulf
corrió hacia el demonio, con la esperanza de poder detener la sed de sangre que
poseía a su hermano; utilizo su tesoro divino para luchar contra él, la última
explosión había dejado al descubierto la situación actual del demonio, fue menos potente de lo acostumbrado; era claro
que su poder estaba descendiendo rápidamente. Esta vez el encapuchado no podía
permitirse perder, Ian lo apoyaría a
distancia con las flechas y Marianne seguía inconsciente, si quería de vuelta a
su hermano; entonces debería ganar, su derrota significaría el final de todo el
plan hecho por Dios, Anthony seria el vencedor del juego y el demonio de fuego
quedaría libre.
La
pelea comenzó, ambos intercambiaron golpes los cuales eran defendidos sin
problema alguno, cada golpe que recibían eran correspondidos de inmediato; la
batalla estaba igualada, la criatura estaba debilitándose, a tal manera que
ahora parecía ser una batalla justa.
El
encapuchado observo una abertura en la defensa de su enemigo, en un movimiento
ágil, sencillo y totalmente inesperado; se desliza entre las piernas de su
oponente para reposicionarse a sus espaldas, coloca su mano en el piso para
detener su impulso. Acto seguido, logra conectar su ataque, la espada corta el
lado izquierdo de la bestia; en donde, para un humano deberían estar situadas
las costillas.
El
rugido furioso del demonio hace estruendo, retrocede un poco mientras colocaba
su mano en el corte hecho por la espada; aunque no se pudiera observar ninguna
herida en el cuerpo, era claro que le había dolido más de lo que el encapuchado
hubiera imaginado.
—Dimitri, perdóname por lo que haré pero es la única
opción que me queda en estos momentos. —Hace resonar su espada
con el anillo demoniaco. —Cúbreme, Ian.
Cientos
de flechas en formas de rayos de luz impactan contra el demonio y sus
alrededores, logran hacerlo retroceder, el encapuchado se reúne nuevamente con
los demás; el anillo y su espada seguían resonando al unísono. Colocó ambas
manos en el mango de la espada, necesitaba ganar tiempo; después de ver cuán
débil estaba la criatura de fuego, no pensó dos veces en atacarlo con todo lo
que tenía, ahora estaba en sus posibilidades apaciguarlo.
— ¿Qué demonios haces, Beowulf? —Dijo
Ian, mientras seguía apuntando sus flechas.
—No hay tiempo para explicarte, necesito que intentes
despertar a Marianne, las flechas no lo detendrá por mucho tiempo. Tenemos que
ganar tiempo.
— ¿Te has vuelto loco? Ella morirá si pelea nuevamente
contra él, no tiene poder para seguir batallando. —En
el rostro del jugador rubio podía observarse mucho dolor, su cuerpo resentía
las heridas causadas por la criatura.
— ¿Qué demonios quieres que haga? Sin ella, todos
moriremos. Tú no puedes pelear cuerpo a cuerpo en estos momentos, tus ataques
unidireccionales no serán suficientes; necesitas cambiar de posición
continuamente o no tardara en acercarse a nosotros. —La
espada y el anillo destellaban sin parar, estaban reuniendo toda la energía que
aun poseía Beowulf para su ataque.
Producto
de las explosiones y rugidos, la mujer despierta, asustada y un poco
desorientada; tras unos segundos mirando a su alrededor, imagina la situación,
aunque igualmente pregunta.
— ¿Qué está pasando?
Beowulf ignora la conversación que tuvo
segundos antes con Ian, de inmediato y sin perder concentración en su espada, le
ordena retener por unos segundos al demonio.
— ¡Ya te he dicho que ella
no puede pelear más! —Ian, detuvo el ataque hacia la criatura, observó al encapuchado con una mirada
asesina.
La
bruja miró preocupación en el rostro de su amado, mientras se acercaba a él con
una sonrisa y lágrimas cayendo de su rostro, era una mezcla de felicidad y
tristeza. Entendía que sin su magia no podría no podría ganar mucho tiempo, era
un acto de suicidio, sin embargo esto habrá valido la pena; le roba por última
vez un beso. Como símbolo de su despedida.
—Soy tan feliz al escuchar que se preocupa por mí, amo.
Sin embargo no puedo dejar que muera en este lugar tan horrible; usted merece
ganar el juego, y si existe una pequeña posibilidad de ello, entonces haré lo
que sea necesario para cumplir sus sueños.
Los
ojos de Ian se llenaron de lágrimas
al escuchar a Marianne. Las palabras de su amada habían hecho eco en su cabeza,
le demostró cuan ciego estaba; él deseaba conquistar el mundo, sin importarle
quien moría para cumplir su meta. Lamentablemente nunca se percató del momento,
pero su meta se había vuelto otra; en este momento estaba frente a su mayor
sueño, ella.
El líder de la
organización secreta más peligrosa del mundo, el Papa que causo disturbios a
nivel mundial, el jugador número cuatro que contribuyo con la total destrucción
de Japón, había por fin decidido, no dejaría que su mayor felicidad se apague
en este horrible lugar. Se alejó de Marianne, destello uno de sus anillos de
luz e hizo aparecer su espada, su cuerpo temblaba; estaba sudando, el dolor era
cada vez más insoportable.
—Espero me perdones por
lo que haré en estos momentos, pero
si dejo que te sacrifiques por nosotros, jamás me lo perdonaría. —Ian, le da la
espalda a su amada y se dirige al demonio, que aún se resentía de las heridas
causadas por las flechas.
—Amo no podrá luchar en
su estado actual. —Sus palabras eran ignoradas por Ian. —Apenas puede estar de
pie, no podrá hacer nada contra él. —intenta detenerlo, mientras sus ojos
demostraban temor.
— ¡Cállate! Estoy cansado
de escuchar lo mismo. Antes de morir y obtener el poder del anillo, todos me
tomaban como un inútil; me convirtieron en un criminal contra mi voluntad,
jamás tuve el valor para llevar la contraria. La vida me mostro de forma cruda
que sin poder y valor suficiente, jamás podría llegar a la cima; ahora ya no
soy el mismo inútil de antes, si muero en este instante, moriré como un grande.
Nadie me quitara este momento, soy líder de la organización criminal más
grande, no hay ser humano que pueda oponerse a mí.
—No dejare que vaya, lo
lamento amo, pero… —Marianne queda en silencio, su rostro esta pálido.
Antes de que terminara de
hablar, Ian hace un cambio de arma, la espada es reemplazada por el arco
nuevamente, dispara una flecha; teniendo como objetivo una de las piernas de la
bruja, la herida no es severa, sin embargo eso la mantendrá inmóvil y fuera de
su camino.
—Gracias por todo lo que
hiciste por mí, espero logres perdonarme. —Nuevamente cambia de armas, regresa
su espada.
Los gritos de Marianne intentando detenerlo son ahogados por
el rugido de la bestia, que estaba nuevamente en forma, su sanación se había
tardado más de lo acostumbrado; pero ahora estaba listo para continuar.
— ¡Por favor amo, no
vaya! —La bruja se arrastró por el piso hasta que el dolor se lo permitió, ser
herida por una flecha creada por el anillo, le causaba más dolor del esperado,
a pesar que solo fue una herida leve, el dolor era muy agudo. — ¡Ian, por
favor! —Gritó.
La espada y anillo de Beowulf continuaba destellando, necesitaba
tiempo, estaba seguro que con la fuerza actual del demonio, sería más que
suficiente su ataque para detenerlo.
La demonio de fuego corrió
hacia Ian mientras en su mano izquierda crecía una bola de fuego, esta vez no
tan grande, era del tamaño de una cabeza humana; el rubio corrió a su
encuentro, intentaba no gritar de dolor, todos los huesos de su cuerpo aun no
estaban completamente sanados; tenía fracturas, le era imposible tener una
movilidad ágil, pero con esto bastaría hasta que Beowulf estuviera listo, o al
menos eso creía.
La criatura estaba frente
al jugador, salto por los aires, estaba justo arriba de él; intento alargar
nuevamente su brazo, tratando de coger Ian como la última vez, así también
evitaría una reacción inmediata a su ataque, evitaba tener más heridas causadas
por su arma; en estos momentos apenas le quedaban fuerzas como para
regenerarse.
Su plan era perfecto, tal
como predijo, la reacción de su oponente fue lenta, sus heridas no le
permitieron moverse como quería, a pesar de haber visto venir su ataque. La voz
de Marianne interrumpe sus pensamientos, la criatura podía sentir entre sus
manos a su presa, a pesar de aun no tenerlo.
— ¡Canyon glacialis!
La energía que uso para
destrozar la estatua de hielo en que lo habían convertido, fue arrojada nuevamente,
haciéndolo retroceder; para su mala suerte no fue lo suficientemente veloz. El
demonio había perdido su mano.
— ¡Amo, esta es su
oportunidad! —La mujer nuevamente tenía su cabello rojizo, y los ojos de
diferente color. Luchaba con ella misma por mantener sus runas activas. —No
podré ayudarlo mucho, estoy muy agotada, no sé si podré seguir usando mi magia.
El jugador número cuatro
estaba casi inmovilizado por su dolor, con dificultad sostenía la espada, este
momento no debe desperdiciarlo, Marianne le ha entregado una excelente
oportunidad para atacar. Lanza su espada en dirección al demonio como
distracción, segundos antes del impacto decide hacer cambio de armas, en su
mano aparece nuevamente el arco; la espada desaparece en el aire, eso deja
confundido a la criatura. Ian no pierde el tiempo e inmediatamente dispara
consecutivamente tres flechas, las cuales cada una se dividen en cientos, todas
y cada una impactan contra la bestia; la explosión lo manda a volar hasta
impactar contra uno de los muros del templo.
El tesoro divino de Beowulf se había teñido de negro, casi estaba
listo, necesitaba unos cuantos minutos más. La batalla ha levantado una estela
de polvo combinado con el humo, producto de las explosiones; Ian sabía que era
observado, necesitaba enfadarlo para que lo atacase y revelara su ubicación.
— ¿Eso es todo? ¿El gran
y aterrador demonio del inframundo por fin ha sido derrotado por tres
miserables humanos? Después de todo no eres tan poderoso como creí, vamos
maldita sea. Sé que puedes escucharme Dimitri, esta es la pelea que he deseado
desde aquel día que me robaste el cáliz en Tokio. Pelea contra mí, decidamos
ahora quien es el más fuerte. —Empezaba a perder la conciencia, cada momento
que pasaba era perjudicial para él.
El demonio lanzo desde la
distancia una bola de fuego, era casi tan pequeña como un balón de futbol, las provocaciones
habían funcionado; revelo su posición actual, sin embargo Ian le fue imposible
esquivar el fuego, no tuvo opción alguna e intento defenderse con una de sus
armas, hizo destellar uno de sus anillos; cambio su arco por dos espadas
gemelas, eran de tamaño mediano, color plateadas, en los mangos de cada una
poseían el símbolo de la serpiente, el filo de las armas simulaban los
colmillos de una cobra; cruzo sus espadas formando una equis. La bola de fuego
pierde su forma y se convierte en un pequeño viento, el cual dejó una estela de
duda en el jugador, se tardó unos segundos antes de entender su situación.
Detrás de él se escucha la risa del demonio, había usado su mismo truco como
distracción.
La reacción de Ian fue muy lenta y antes que pudiera
alejarse de la criatura, le atraviesa
el pecho con su mano derecha levantándolo del piso; el grito del humano se hace
escuchar por todo el lugar.
— ¿Esto es el fin? —se
repetía una y otra vez para si mismo.
La espada de Beowulf aún no estaba lista, pero Ian de un
modo u otro logró su cometido, ahora el demonio estaba distraído torturándolo;
los gritos y las torturas causadas era lo único que lo mantenía lejos de ellos,
su única opción es dejar que siguiera lastimándolo.
La risa de la bestia se
había prolongado demasiado, los gritos, llantos y la sangre derramada lo provocaba.
Tomo al jugador por la cabeza, y sin más lo lanzo por los aires; antes que
cayera por la gravedad, salto en su dirección, acto seguido continuo
golpeándolo innumerables veces; para después darle un último golpe fulminante,
el cual impactó contra el piso, dejando un cráter enorme.
Ian estaba inconsciente,
su respiración se fue debilitando poco a poco, una vez más estaba al borde de
la muerte. Marianne no podía seguir viendo este escenario tan desgarrador, se
maldecía así misma por no tener la suficiente fuerza para continuar luchando,
sus runas desaparecieron, más sin embargo su apariencia seguía igual,
pelirroja, ojos verde y amarillo.
El demonio no esperaría
hasta que la respiración de Ian se cortase, había perdido la consciencia, en lo
único que podía seguir pensando es en acabar el trabajo. En la mano que aun
poseía hace crecer sus garras a un tamaño aterrador, casi increíble, saborea
con su boca la sangre que será derramada por sus garras.
Marianne le ruega al
encapuchado salvar la vida de su amado, antes que sea demasiado tarde. Su
tesoro divino y el anillo demoniaco habían dejado de destellar, la espada era
de color negro; en ocasiones se observaban destellos oscuros, era como ver un
eclipse.
—Lamento la demora,
Marianne. No te prometo que sobrevivirá, pero alejare a este maldito demonio antes
que ponga sus garras nuevamente en él. —Beowulf le contestó fríamente, mientras
no dejaba de ver su objetivo.
Y así empezó todo,
Beowulf se dirige a toda prisa hacia la criatura. Su imagen desaparece de la
vista de todos, en menos de un segundo apareció detrás de él, logra dar en el
blanco; corta uno de los brazos creados por las llamas del infierno. La bestia
se aleja de un salto, en su estado actual tardaría mucho tiempo para
regenerarse. Una copia de Beowulf lo
sorprende frente a él, sin más es cortado repetida veces, la criatura
nuevamente se aleja; esta vez estaba arrinconado y sin manos para defenderse,
esto representaría una derrota inminente.
El demonio no tiene salida,
no entendía que sucedía, ahora estaba rodeado por cinco encapuchados
sosteniendo espadas negras, en un acto desesperado por mantener distancia de
ellos, genera una explosión con su cuerpo. Efectivamente hace retroceder a los
cinco, dándole una oportunidad para contraatacar, lamentablemente no pensó
antes de actuar; la explosión lo había dejado con la mitad de su cuerpo.
Por fin ha llegando a su
límite, el poderoso demonio de fuego ha sido vencido, sin embargo al ser una de
las entidades más poderosas del inframundo, poseía orgullo que le impedía
rendirse sin dar pelea. Sin más opción decidió regenerarse con la poca energía
que aún le quedaba, aunque esto significara pasar meses sin su poder curativo.
El encapuchado y sus
copias lo atacaron en cinco direcciones distintas a una velocidad tan impresionante,
que le era imposible al demonio ver todos sus movimientos; su cuerpo seguía
regenerándose, tardaría un minuto aproximadamente en estar de vuelta en la
pelea. Cientos de brazos creadas con las llamas que aun poseía su cuerpo
nacieron por todo su ser. Esto lo defendería lo suficiente como para ganar
tiempo, todas y cada una de ellas se dirigieron a los cinco encapuchados,
intentando dar en el blanco.
Era increíble la agilidad
y precisión con la que se movían los encapuchados entre las cientos de manos,
se abría camino sin dificultad alguna. El demonio estaba asustado al verlo
acercarse, se maldijo y sin importarle más su cuerpo, hizo explotar todos sus brazos
al unísono.
El lugar se estremeció,
la explosión se llevó consigo todo a su paso; Beowulf hizo aparecer dos copias más de sí mismo, con los cuales protegió
a Marianne e Ian de la explosión,
usándolos como escudo.
Todas esas explosiones
habían hecho desastres en la criatura, la estela de humo desaparece, los cinco Beowulf rodeaban
a la bestia. Las espadas goteaban sangre de color negra, los cinco encapuchados
caminaron alrededor de él, formando un círculo.
Un pentagrama se formó
justo en el centro, la sangre en el piso con la cual habían formado el círculo,
resplandeció segundos antes de crear llamas negras en su lugar, dejando dentro
al Beowulf original y el demonio.
Ambos estaban atrapados
dentro, el demonio estaba atado al piso, no podía moverse, su cuerpo se cubría
de un líquido negro provenientes del centro del pentagrama. Esto era el fin, por más que luchara por liberarse de sus
ataduras, resultaba inútil. Todo había acabado, toma firmemente su espada, todo
debía acabar en un solo movimiento, debía ser cuidadoso o su hermano también
seria afectado.
—Eres más fuerte de lo
que pensé, has sido un digno oponente, si no fuera por Marianne, tú hubieras
ganado. Sé que el cuerpo de mi hermano no te ha permitido usar todo tu poder,
sin embargo Dimitri no debe usarte de esta forma, debe aprender a dominarte o
jamás podremos ganar este juego. Te sellare para siempre, de esta forma jamás
volverás a poseerlo.
La espada de Beowulf comienza derramar sangre una vez más, y con
una sonrisa en el rostro atraviesa el lugar donde debería estar el corazón. La
sangre se derramaba cada vez más, el cuerpo creado de fuego estaba siendo
cubierto por el líquido negro, las llamas empezaban a desaparecer.
El fuego negro, el cual
los rodeaba desaparecía al mismo tiempo que las llamas de su cuerpo, las copias
hechas por el anillo de Beowulf desaparecieron en el aire. El tesoro divino
destello intermitentemente, hasta que por fin selló al demonio en el interior
de su hermano.
El cuerpo de Dimitri regresó a la normalidad, su cuerpo
estaba sin rasguño alguno, la herida causada anteriormente por Ian antes de ser
poseído se habían esfumado; ahora todo había acabado, solo debía descansar un
poco antes de poder abrir los ojos.
Marianne es ayudada por Beowulf, que le facilita
el llegar a su amado que aun continuaba tirado en el piso luchando por su vida.
La bruja corre a su adorado
jugador, ignorando el dolor en su pierna, intenta parar el sangrado cortando un
poco de tela de su destrozado vestido, al no poder usar su magia; esto
significaría una última despedida para los enamorados.
Antes que ella pudiera
hacer algo, es detenido por Ian que con mucha dificultad se permitía abrir los
ojos. Él conocía el final de esto, y sin embargo ya estaba decidido, lo último
que desea ver antes de morir, es el rostro de Marianne.
— ¡Por favor amo, déjeme
ayudarlo! —La mujer lo abrazaba mientras lágrimas caían de su rostro.
—Ya no puedes ayudarme,
es hora de que pague por todo lo que he hecho. —Le sonríe con dificultad.
Las lágrimas no cesaban en
Marianne, se negaba a aceptar la muerte de Ian.
—No puede morir, no en
este lugar; si tan solo pudiera usar mi magia una vez más lo pudiera salvar,
soy tan inútil; no puedo salvarlo, enserio lo lamento.
—No te culpes de mi
muerte Marianne, yo he decidido
pelear contra él, aun sabiendo el resultado de la pelea; mi muerte no es culpa
de nadie más que mía, pero para ser sincero no me siento mal, al contrario, me
siento feliz por morir sabiendo que morí siguiendo mi ideales y mis propias
decisiones.
— ¡Idiota! Me prometiste
protegerme, pero ahora me dejaras sola.
—Lo lamento. —Ian no
podía decir más, no porque sus fuerzas no se lo permitieran, más bien, no tenía
que contestar ante sus palabras.
Dejando todo atrás, le
entrega el último beso a su amado antes que su corazón dejara de latir; Marianne no podía parar sus lágrimas, el hombre
que prometió seguir y proteger toda su vida estaba muriendo frente a sus ojos,
sin que ella pudiera hacer nada.
Su amado alejo sus labios
lentamente de ella, mientras observaba por última vez aquellos ojos verdes y
amarillos; le sonríe por última vez a Marianne intentando suavizar el golpe de
su muerte. Por último, y tomando por sorpresa a todos dirige sus palabras a su
antiguo amigo.
—Beowulf. —Dijo, sin
dejar de sonreír. —Lamento todo lo que te hice pasar, y sé que no tengo el derecho de pedirte esto,
pero ¿podrías cumplirme mi última voluntad?
Mirando al hombre que
había asesinado sin remordimiento, a su hermano, tirado, y a punto de morir; en
los brazos de su amante, intenta contenerse, lo mira con una mirada inexpresiva
y tras meditar unos segundos; le responde tras no poder negarse a la petición
de un moribundo.
— ¿Qué es lo que quieres
que haga? —dijo, con un tono de voz frió.
—Quiero que me prometas
que cuidaras de Marianne, que la mantengas con vida aun en contra de su
voluntad. Sé que se culpara por mi muerte, necesito que me ayudes a mantenerla
a salvo.
Marianne escucha la conversación,
no tiene nada que decir, está sorprendida al escuchar a Ian.
—Cumpliré tu última
voluntad por la amistad que alguna vez tuvimos, te prometo protegerla de ella
misma y de todo peligro en este juego. —Responde, sin mostrar nada más que
frialdad.
—Lamento no ayudarte en
tu problema. —Ian escupía sangre, ya no podía continuar hablando. —Dile… a…
Dimitri que… no cumplí…
— ¿Qué tratas de decir?
—Beowulf se inclinó para intentar escucharlo mejor. — ¿No cumpliste que cosa?
—Él me asesino. —Dejo
salir un suspiro, intentaba terminar la oración. —La corona… le per… —Los ojos
azules del jugador cuatro empezaban cerrarse. —Le pertenece a… Dimitri.
El corazón de Ian dejo de latir y su alma por fin había dejado
este mundo, los anillos de luz conseguidos recientemente y el anillo demoniaco
se volvieron polvo. El candelabro que aún estaba de pie al fondo del templo
había apagado otra de sus velas, dejando solo tres velas encendidas.
Marianne había quedado paralizada al ver morir a
su amado, segundos después reacciona dejando salir un grito de agonía, Beowulf intenta tener un poco de empatía,
coloca una mano sobre el hombre de la mujer.
26
de diciembre del 2026, 1:00 am.
Han
pasado cinco horas desde que Ian murió,
ambos habían decidido dormir mientras esperaban a que Marianne recuperara sus
poderes; el cuerpo del líder de la organización
aún continuaba en el lugar, no podían hacer nada por él, al menos no
hasta que recuperara su magia.
La
bruja se había dormido después de llorar tanto. Dimitri es el primero en despertar, no recuerda lo sucedido después de qué
le atravesara una flecha por su cabeza; corre a despertar a su hermano menor,
el cual estaba dormido a la par de la chica.
El
intento de despertar a su hermano hace reaccionar a Marianne, que de un salto
se coloca de pie, mientras observa fijamente al asesino de su amado. Las runas
en sus manos brillan nuevamente, antes de que pudiera conjurar un hechizo,
Beowulf se interpone entre ellos.
—Hazte a un lado,
quiero acabar con él antes que intente asesinarnos a nosotros también. —Continuaba
en guardia, hablaba muy enserio.
El
jugador de ojos rojos parecía confundido, intenta pedir una explicación.
—No intentes hacerte el inocente, tú fuiste el asesino de
mi querido Ian, casi nos matas a nosotros también. —Marianne
no lo perdonaría, su alma no descansaría hasta obtener su venganza.
— ¿Es cierto lo que dice? —Dirige su mirada
a su hermano menor.
Beowulf guarda
silencio, intenta no mirarlo a los ojos, solo asienta con su cabeza sin decir ni
una sola palabra.
— ¡Debes estar bromeando! Lo último que recuerdo es que
fui disparado por Ian. —Dimitri decía la verdad. Sus recuerdos
después de su reciente muerte habían sido borrados.
— ¿Seguirás fingiendo amnesia? ¡Admítelo, tú asesinaste
a Ian! —Continúo
la mujer.
La
bruja estaba siendo consumida por el odio, extiende sus manos, lanzo una onda
de energía gélida, la cual estuvo a punto de impactar en Dimitri. Para la mala suerte de la mujer, Beowulf la
detiene con su espada.
—Me alegra que puedas volver a usar tu magia, sin
embargo no hay tiempo para peleas sin sentido, necesitamos hablar seriamente. —El
encapuchado la observa con un aire sombrío, intentando apaciguar la situación. —Dimitri no recuerda lo sucedido anteriormente, mi
intención no es liberarlo de la culpa, no tenemos tiempo para esto. Les
propondré un trato que ninguno de ustedes rechazara.
—Explícate. —Dice la bruja con un
tono de voz más tranquilo.
Ambos
guardaron silencio, esperaban paciente a que el encapuchado hablara.
—Enviare a Dimitri con tu ayuda, a un lugar donde podrá manipular completamente su demonio interior,
y para complacencia tuya, si él no pudiese lograrlo quedaría atrapado toda la
eternidad. ¿Te parece adecuado Marianne?
— ¿Estás diciendo que arroje la moneda al aire, que deje
que el destino decida su suerte?
—Exacto, si él no logra controlar su demonio, entonces será
castigado; y será atrapado toda la eternidad en un limbo infinito.
— ¡Acepto! —Dijo sin titubear. —Me parece justo, y si lograse salir, entonces yo no
tendré ningún asunto contra él.
—Has estado muy callado hermanito. —Beowulf
lo miro fríamente. — ¿Aceptas el
trato?
—Desde antes de entrar a este lugar, desde que dejamos
Nueva York, yo había aceptado. Mi plan siempre ha sido ir a ese lugar. ¿Lo
olvidaste? —Dimitri le entrega una sonrisa.
—Tienes razón, lo había olvidado. —Mira
a la bruja con una mirada retadora. —Es
hora de comenzar, no tenemos mucho tiempo. Hoy es el día en el que Anthony comenzara a moverse.
La
bruja se acerca a Beowulf, ambos toman el mango de su espada. Le ordena
transferir un poco de su poder; Marianne obedientemente
transfiere un poco de su magia a su arma.
Dos
portales se abren frente a ellos, los cuales los llevaran a sus destinos.
—Es hora de separarnos, hermano. El portal de la
izquierda te llevara a ese lugar, donde tendrás la oportunidad de controlar a
tu demonio; el portal de la derecha nos llevara a nosotros dos fuera de este
templo, intentare junto con Marianne retrasar el plan de Anthony; el tiempo que
nos sea posible mientras esperamos tu
regreso.
— ¿Estás seguro de esto? Solo son ustedes dos contra él,
además su poder es mayor que el mío, él ha logrado controlar su lado demoniaco.
Marianne los interrumpe, mira a Dimitri despectivamente, se acerca a él para
susurrarle al oído.
—No me subestimes maldito, soy más fuerte de lo que
aparento.
Esas
palabras fueron las últimas que escucharía Dimitri, antes de ser arrojado por la bruja, dejando atrás aquel templo
impregnado con olor a muerte. Todo el mundo dependerá del resultado del jugador
cero, controlar al demonio de fuego
es la única opción, si es que desean sobrevivir a esta locura.
a mi me interesa yo la sigo pero me faltan un par de capitulos para poner al dia y tardare en ponerme xq me voy fuera, cuando lo lea te doy mi opinion
ResponderEliminarBuen capítulo, no le des importancia a el tiempo en que tardas en escrivir un capítulo ya que si te paras a mirarlo un escritor normal no da para tanto en un solo mes.
ResponderEliminarY la última parte del cápitulo la veo con falta de detalles; no se ve bien las emociones contradictorias de los personajes y me cuesta ( a mi, al menos ) digerir la historia por la perspectiva en que la escrives.
No te preocupes de seguir la historia a cuesta de tu tiempo personal, todos tenemos prioridades y aunque no tenga derecho a decir nada pienso que deberias pasar mas tiempo descansando si es necesario ya que esta historia sin tu guella no tendria su chispa que la hace única
No se si me entendiste, a veces ni yo mismo entiendo lo que digo o lo que escribo xd. Hasta la vista
Jejeje... sin mi huella? Creo entender, sin embargo ahora tratare de mantener la historia como les gusta a todos :)
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