19 ene 2017

Misiones de Asgarland: Prólogo






Los soldados del reino custodiaban la entrada de unas antiguas ruinas. Sentados alrededor de una pequeña hoguera a un lado de la entrada, ambos preparaban su cena, en silencio. Su deber consistía en proteger las ruinas de los ladrones de tumbas que buscan resolver los indescifrables acertijos de su interior para poder quedarse con el tesoro.

Uno de ellos, cansado de observar como su compañero removía la sopa decidió romper el silencio.

“Sabes, hace tiempo me encontré con un juglar que contaba cuentos a los niños y mayores. Vestía de manera muy extravagante, como los nobles pero las historias que contaba eran muy divertidas”

Su compañero apartó la mirada del fuego y preguntó:

“¿En serio? ¿Qué historias contaba?”

“Sobre países del norte y del este, de los que jamás había oído existencia alguna y sobre mitología”

“A mí me parece me parece que estaba montando alboroto, deberías haberlo detenido en el acto”

“Si, tienes razón. Los juglares casi siempre son más molestos que otra cosa pero me hizo reír y por eso lo dejé estar. Tampoco es como si nos pagasen tanto como para tomarme este trabajo demasiado en serio”

“Es cierto, difícilmente puedo mantener a mi familia con mi salario, mi esposa tuvo que ponerse a trabajar en una taberna para poder mantener a nuestros dos hijos y creo que el vagabundo que hay al lado de mi casa gana más dinero que yo” El tono del guardia se volvió más oscuro y deprimente a medida que proseguía la conversación.

“Mantener a la familia es duro en estos tiempos, mi primer hijo está por nacer y no se si podré darle una buena vida con la basura de sueldo que tengo, los campeones de la arena ganan en un mes lo que yo en un año”

“Los campeones arriesgan su vida para divertir al público, es normal que ganen tanto” Justificó el soldado.

“Y nosotros qué ¿Acaso no arriesgamos nuestra vida para proteger este lugar de los bandidos?” El soldado soltó un largo suspiro “Espero que todo esto merezca la pena, siempre quise formar una familia. No me importa ser pobre, me basta con que vivamos felices” Dijo el soldado con un tono similar al de su compañero.

“Todos buscamos lo mismo, si al menos los nobles no nos agobiaran con tanto impuesto. Se inventan leyes para sacarnos las pocas monedas que tenemos, ahora solo falta pagar por respirar”

El otro soldado dejó de remover la sopa por un momento y lanzó unas cuantas hierbas a dentro de la olla.

“¿Y qué era tan gracioso que contaba ese Juglar?” Preguntó queriendo cambiar el tema de la conversación a algo más alegre.

“Pues… si mal no recuerdo solía empezar sus relatos de esta manera: Cuentan las leyendas que existía una civilización antigua que recibieron un regalo de los dioses y con ese ese regalo la gente hizo explotar el sol para crear los planetas satelitales, quería ver un gran paisaje pero se quedó ciego con el destello”

“Vaya, hace tiempo que no me reía tanto” Expresó el compañero del soldado “Esa civilización debía estar llena de idiotas, usar el poder de los dioses para estallar el sol, solo para perder la vista, ni que fueran nuestros magos. Creo que ese juglar sabía de lo que estaba hablando” Dijo entre pequeñas carcajadas.

“Si, contaba historias de ese estilo” Tras un breve momento de pausa que los guardias usaron para recuperar su aliento después de haberse desahogado riéndose, el soldado volvió a hablar “Por cierto, nuestro escudero, si que está tardando”

“Ahora que lo dices partió a buscar a nuestro remplazo y de eso hace tres horas, la guarnición no queda tan lejos, solo pasando dos montañas”

“Seguro que se detuvieron en una taberna o algo así”

“Cuando vuelva le echaremos una buena bronca, puede que estemos en un sitio muy tranquilo, pero hay que respetar las reglas ¿qué clase de soldados seríamos si no mostramos disciplina a nuestros subordinados? La taberna de Bob tenía una mesera de infarto”

“Concuerdo contigo”

“¿Con lo del castigo a nuestros camaradas o la mesera?”

“Con lo quien me de más placer por la noche”

“El castigo entonces”

Ambos guardias alzaron sus tazas de metal llenas de hidromiel y brindaron por la futura venganza.

Aquella noche, las cuatro lunas fueron ocultadas por densas nubes negras que amenazaban con desatar una tormenta, pues así lo predicaba el viento. La oscuridad era intensa y el brillo de la fogata no iluminaba más allá de los guardias, ya que la misma luz era la que oscurecía las sombras.

Entre las vastas sombras, un destello fugaz pasó ante los ojos del primer guardia y su compañero cayó al suelo. Al ver la sangre fluir por la hierba, el soldado entendió el mensaje “Estaban atacándoles” Levantándose inmediatamente, el soldado desenvainó su espada y ergio su escudo mientras que con su mirada buscaba a los asaltantes.

Un segundo destello y en la garganta del soldado apareció un agujero por el cual su sangre comenzó a fluir como si de una cascada se tratase. Soltó su escudo y su espada y agarró su cuello intentando detener la hemorragia. Sus piernas flaquearon y el soldado cayó al suelo. Sus ojos grabaron la imagen de un grupo que pasó a su lado ingresando en las ruinas sin que ninguno de ellos haya podido hacer nada para evitarlo. Pronto la oscuridad nubló su visión y su alma se reunió con la de su compañero.

El misterioso grupo atravesó la entrada de las ruinas. En su interior el líder del grupo sacó un artefacto que proyectó un haz de luz que iluminó el lugar por completo. El grupo se dividió para inspeccionó el lugar.

El lugar era enorme. La naturaleza había reclamado gran parte del territorio pero todavía las ruinas brillaban con el antiguo esplendor perdido. Las paredes todavía mostraban unos frescos y relieves bastante bien envejecidos sin embargo la invasión de la vegetación borró gran parte del significado. Había pedestales que conservaban todavía unas extrañas estatuas ataviadas de maleza y suciedad. Todas en línea como si estuviesen allí exclusivamente para darles la bienvenida a los visitantes. El techo estaba parcialmente destruido y el fresco con el que había sido decorado había desaparecido. Se veían arboles creciendo en el interior y las baldosas estaban desplazadas por las raíces. En conjunto el lugar se veía abandonado, cargado de un ambiente hasta arriba de poder mágico que no había menguado en todo este tiempo.

Los bajorrelieves eran confusos, más aun estando incompletos, sin embargo todos ellos coincidían en ciertos detalles que no pasaron desapercibidos para el líder del grupo.

“Lo que buscas se haya en el corazón” era el mensaje que podía descifrarse en la pared. Con su mano empujó una de las figuras del relieve, la cual se hundió ocasionando un sismo que hizo que la estatua del centro de la sala se hundiese.

El grupo se reunió en torno al boquete que se formó. Había unas escaleras que conducían a una planta baja. Siguiendo las escaleras el grupo descendió hasta un sótano. Al final de las escaleras se toparon con un mural de piedra con una inscripción en forma de dibujo compuesto por un alto relieve. El dibujo mostraba a un caballero sujetando una espada con la cual hacía frente a hordas de lo que parecían ser demonios que surgían de una espiral, la cual tenía hoyo donde parecía que se podía encajar algo. El líder del grupo sacó de su abrigo un extraño trozo de piedra en forma de una pirámide con varias incisiones. Tras encajarlo en el agujero del mural, este se iluminó. Hilos de luz recorrieron el mural resaltando los relieves y se juntaron en el centro creando un portal.

“Esperad aquí” Fueron las ordenes de su líder.

El grupo dudó de sus palabras, pero al ver la actitud determinada de su líder le permitieron irse sin protestar. Una vez atravesado el portal el líder se encontró en lugar completamente diferente: Una sala templo ancestral, la cual estaba siendo sostenida por unos pilares hexagonales cuyos bordes emitían una tenue luz que bajaba hasta el suelo y se dirigía hacia el final de la sala donde había un altar de piedra sobre el cual había un recipiente en forma de copa de color negro con marcas decorativas que brillaban por el flujo de energía que corría a través de ellas.

Avanzó hacia el altar pasando al lado de las hileras de sillas de madera que rellenaban el lugar. Una vez se había acercado, extendió su mano hacia el cáliz, cautelosamente, paro antes de alcanzar a tocarla, esta emitió un destello de luz que obligó al hombre a retirar su mano.

Las ventanas se cerraron de golpe todas juntas al unísono cediendo la iluminación la sala a la corriente de luz que bajaba de los pilares, pero estos, a su vez fueron absorbidos por la gema como si de un flujo de agua se tratasen. Ahora la propia gema era la que iluminaba el lugar con una luz fantasmal y espeluznante.

El sonido del viento oscuro hizo eco en la sala y como si tuviese vida propia se reunió en el techo, girando en espiral mientras daba forma a una mancha oscura desde la cual emergió un largo brazo de enormes proporciones. El brazo se dobló apoyándose en el techo haciendo el esfuerzo de sacar todo su cuerpo. Un segundo brazo apareció para facilitar el proceso y el ser cayó al suelo.

Alzándose en medio de la oscuridad, sus alas se estiraron soltando un crujido. Su aliento era tan negro como el aire que lo invocó. Ante él se erguía el demonio guardián que custodiaba el tesoro.
Su apariencia era algo diferente de como lo retrataban los relieves de la puerta: Su cuerpo era completamente negro. Sus ojos brillaban con luz propia al igual que las líneas que delineaban su cuerpo, las cuales parecían ser las venas por las que fluía su poder.

El demonio rugió liberando su poder, pero de poco sirvió ya que aquél hombre no mostraba indicios de ser intimidado. Simplemente avanzó hacia la criatura a paso lento mientras pasaba su mano sobre el extraño artefacto en forma de brazalete, el cual emitió infinitas partículas luminosas que se condensaron en una espada recta. Sacado su arma aceleró su marcha, cargando directamente contra la criatura. A su vez el demonio le imitó en su carga atacándole con sus afiladas garras. El choque de ambos generó una onda expansiva que destelló la sala.

Desde el otro lado del portal, los miembros del grupo esperaban pacientemente la llegada de su líder. Unos hacían guardia en los lugares más elevados que todavía aguantaban el paso del tiempo, el resto estaban aguardando el retorno de su líder.

En ese momento el portal se agitó y de él emergió el jefe de aquél grupo. Lleno de polvo y con las ropas rasgadas, el hombre sonrió mostrando el tesoro que había conseguido en aquél místico lugar. Sin embargo poco duró la alegría, pues el centinela avisó de la llegada de un nuevo enemigo.

Saliendo de las ruinas, el grupo vislumbró en el horizonte la luz de las antorchas que portaban los refuerzos llegados del destacamento cercano.

“Recolectemos esas almas y luego marcharemos hacia nuestro siguiente destino: Las montañas del ocaso”

Tras anunciar los planes a su grupo, el líder apuntó al cielo con su arma y esperaron la llegada de los enemigos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario