11 jul 2016

Re-Colonize





-----Capitulo 1-----


15 de abril del Año 1600 Después de la toma de Oslo (Dto); el mariscal Udroghir IV Ursum del Imperio de Egarova al frente 9.000 hombres, 102 piezas de artillería, 15 tanques pesados y 3 Zepelines blindados se encuentran en el punto decisivo del sitio de la capital del Reino de Manchuria, Skaiyak; un grupo de defensores que han desertado le han revelado al mariscal que la ciudad posee dos puntos críticos, los alcantarillados del rio Zelm que recorren la ciudad de punta a punta; la estrategia es clara, aprovecharse de la información obtenida y lanzar un ataque sincronizado mediante la escisión del actual ejercito, el comando Petrov y el comando Obi, Udroghir al frente de los Petrov confiara a su sobrino, el menor de los Ursum, Vuldrat II “el menor”, el comando de los Obi.

La ciudad de Skaiyak tiene la ventaja de estar rodeada de colinas, una ventaja que, fue desaprovechada por completo, ahora un par de exploradores, acogidos por la lumbre lunar, se encuentran vigilando el alcantarillado suroeste de la ciudad.

-Notas alguna actividad sospechosa, o fuera de lugar?

Dice la primera voz femenina, mientras alguien se guía por sus voces acercándose lentamente a ellas.

-Por ahora no, aunque me molesta que sigan ahí todos esos, amontonados en ese fortín.

Dice una segunda voz femenina con un catalejos en mano, El extraño se acerca aun más, pero más lento y con pasos cada vez más silenciosos para no alertar de su presencia.

-Ya quiero entrar y arrebatarles todo ese oro e irme a casa ya estoy cansada de todo esto…

Continua la segunda voz, El extraño capta su ubicación acercándose de manera lenta tal como lo hace un depredador antes de atacar a su presa y…

-Ahh!!!!...

Grita casi de manera desaforada la primera voz femenina, sintió como una mano tocaba su cabeza, en ese instante también tapan su boca y escuchan la voz del “atacante”.

-Tranquilas, tranquilas, soy Vuldrat; vengo a ver que tal va el proceso por aquí…

La segunda quien ya había desfundado la pistola y estaba a punto de dispararle, jadeante se detiene y limpia su frente de la suciedad del suelo, al mismo tiempo que Vuldrat suelta a la primera.

-Alina y Dina reportándose, Vuldrat-Sama.

-Descansen; Perdón por alarmarlas, quiero hacer el menor ruido posible.

-No tenemos problemas en ello- Dice Alina-solo queremos que intente con otros métodos menos como decirle sin que se sienta hostigado, sorpresivos…

El joven se pone cuerpo a tierra mirando dirección donde estaban clavadas sus miradas, aquella pequeña fortificación que protegía el alcantarillado, escudriña cada centímetro de la estructura no dejándose detalle alguno fuera:

Las barricadas exteriores estaban mal hechas e improvisadas, la empalizada dedujo con lo poco que veía que estaban hechas con la madera de los arboles que hay en alguna alameda de la ciudad, y los vigilantes tenían una pésima visión por la mala iluminación.

Se daban las condiciones perfectas para un asalto, aun así, algo un instinto dentro suyo se despertó diciéndole que era una muy probable trampa…

-Prácticamente, es un regalo como si dijeran, “ven nos rendimos pero para parecer peleadores pondremos una fútil resistencia”-pensó.

Su estomago, rechino de hambre en ese momento, fue como una especie de ballena que habitaba en su abdomen, aun así Vuldrat no se inmuto pero quienes la acompañaban si:

-Vuldrat-Sama, acaso tiene hambre?…

El sin quitar su mano de su mentón y pensativo le responde:
-No, es solo que no he comido en tres días, en todo caso no importa, tenemos algo más grande por delante; prepárense para marchar…

-Sí señor.

Responden Alina y Dina, mientras los tres se levantan y se sacudían un poco el polvo. Los soldados se acercan cuando ven que Vuldrat hace un sonido suave con un pequeño silbato.

-Atención unidad- por la luz de la luna, Vuldrat podía notar que estaban cansados, heridos, hambrientos, con frio; pero aun estaban con vida eso era lo más importante para él-Nos ha llegado nuestra “hora final” para demostrarle a los manchúes lo que significa poner resistencia a nuestro glorioso Imperio; pero solo queda en ustedes hacer que el frio pare, el hambre se llene, y el dolor cicatrice-Vuldrat levanta la mano.

-¡Por el emperador, Por Ugion, Adelante!

Los soldados también levantan sus brazos pero a medias para evitar hacer ruido, toda la infantería desciende (La artillería en tanto debería esperar una señal de bombardeo para cuando la infantería llegara al fortín), con Vuldrat al frente, hasta un desfiladero de gran anchura muy cercano a unos 900 metros de su posición, Llegada la unidad a la zona de descenso Vuldrat miro otra vez en dirección al alcantarillado, luego al abismo del desfiladero.

-Esto da muy mala pinta- pensó viendo a sus hombres descender por un sendero, iban agachados y con el arma en el pecho- me gusta.

Cuando completamos el primer tramos luego de descender de la colina cargue mi arma, sabiendo que me iba a encontrar con varias sorpresas y continúe caminando cautelosamente, como estaba al frente debía avanzar lo suficiente y asegurar el paso, luego dar la señal al resto de mis hombres para que prosigan; la luna brillaba más que nunca en esa noche podías ver a lo lejos, pero claro, siempre que una roca no te cubriera la cara que es lo que me sucedió, a punto de avanzar oigo un quejido viniendo de la nada:

-Eh, no oyes algo?

Al instante me lanzo hacia atrás de forma golpeando mi espalda contra una parte puntiaguda de una roca, el dolor es tan repentino que siento como si me estuvieran atravesando una electrificada cuchilla en ese lapso muerdo mi mano que tenía un guante de cuero para apaciguar el dolor,  en el suelo puedo ver que ambos tenían ponchos negros para cubrirse del horrido frio del lugar, volví a cubierto dirigiendo mi mirada hacia atrás, espere y puse mis oídos para estar al tanto de sus próximos movimientos.

En ese momento, Dina se acerca, era una chica guapa, rubia, y bien dotada, pero carecía casi completamente de neuronas.

-Vuldrat-Sama, Vuldrat-Sama…

Grita y grita, los dos solitarios defensores de la ciudad, quizás armados hasta los dientes se dicen cuando la ven venir hacia a mí, desconociendo a quien se acercaba:

-Eh?, que hace esa chica, a donde se dirige, será?…

De nuevo, me tiro hacia un costado para poder volver a ver a los guardias.

-Es una intrusa-Dice en tono algo irónico-que no lo ves Marco?.

El otro levanta el arma, pero su compañero enseguida lo detiene su alarmismo.

-No sabemos sus intenciones aunque sea obvio que se dirige a alguien más, además esta guapa y desarmada, por lo que no sería de caballeros disparar, aun…

Dina, aun gritando mi nombre, y por alguna casualidad de esas “extrañas” se resbala cerca de mí cayendo en mi cuerpo, boca arriba aplastándome con su lascivo cuerpo hasta mi abdomen quedando sus piernas abiertas, a pesar de sentirme ¿bien? Si se podría decir, también creo que sonó algo en mi espalda quizá un par de huesos se rompieron al igual que mi capacidad de paternidad.

-Lo siento, Vuldrat-Sama.

Levanto mi cabeza y trato de dibujar una sonrisa en un intento de decirle figurativamente, no paso nada aunque me hayas sacado la fertilidad, pero no paso nada.

-No importa, de todas maneras me siento bien.

Al instante se oye una ráfaga de disparos, que por suerte no nos dieron a ninguno de los dos, rápidamente voy tocando el pantalón de Dina en busca de granadas, ya que estaban demasiado apretados los míos como para sacar una:

-¿Qué está haciendo, Vuldrat-Sama, porque me está tocando ahí?; por favor deje a apretarlos.

Comienza a recitar sus palabras de una manera extrañamente lujuriosa. No sé si por instinto o por… si, definitivamente por instinto tomo el pecho de Dina y la hundo hacia abajo para protegerla de los disparos mientras logro encontrar una granada.

-Bingo-Le quito el seguro a la granada y comienzo a contar los 7 segundos que tarda un explosivo Egaroviano-1, 2…

Se la doy a Dina quien capta la idea al instante inclinando la cabeza y tomando el explosivo esperando a que cese el fuego momentáneamente para ponerse firme y lanzarlo, finalmente llega el momento.

3, 4…

Ella lo arroja, y no pude ver sus caras, pero los guardias de seguro intentaron disparar a la granada en el aire, sin éxito de derribo.

5, 6…

Y en el último segundo, se podría decir, el momento previo a la explosión, tomo de nuevo su pecho pero de manera más violenta, con las dos manos esta vez y la aplasto al suelo, por miedo a que uno los fragmentos le cortaran o algo similar. Lo cierto es que luego de la explosión, gimió como lo hacen las mujeres de verdad.

-Ah -suspiro- Vuldrat-Sama… por favor… podría…

No me había dado cuenta pero se los estaba agarrando muy violentamente, en seguida se los suelto y de manera desorganizada como cada uno pueda, nos levantamos.

Miro a mis alrededores tratando de confirmar las bajas, efectivamente sus cuerpos ya estaban en el suelo, y cuando me vuelvo a ella se encontraba friccionando sus pechos,  por el dolor que le cause, entra un mí un sentimiento de vergüenza haciendo que comience a rascar con ansiedad mi cabeza.

-Perdón, no quise que te sucediera nada, en la explosión así que…

Me interrumpe, antes de que siga floreándole una disculpa, aunque siento que es lo mínimo que puedo hacer, luego de parecer un pervertido en serie.

-No, no te preocupes, no hiciste nada malo, solo querías protegerme, aunque me haya dolido, gracias.

A la luz de la luna, me doy cuenta de que todo el regimiento se va acercando, tal parece llegaron a tiempo solo para chismorrear como me disculpaba con Dina; es decir no hace mucho que la conozco la asignaron a mi unidad durante el segundo mes asedio y a partir de allí he trabajado también con su hermana.

-¡Idiota pervertido!- Una voz se exalta de entre toda la parte del regimiento que podía ver, efectivamente era Alina-san, hermana de Dina-san-¡Aleja tus putas manos de mi hermana, aprovechador de mierda!

Llevaba algo en la mano y me lo arroja mientras camina hacia a mí, era una piedra pequeña, aunque me dolió, no se comparaba al peso de Dina-san, esa chica llevaba su peso corporal en munición.

-One-chan, Vuldrat-Sama no hizo nada malo, solo quería protegerme de los fragmentos de la granada.

Dina-san trataba de defenderme, pero no importaba lo que dijera en mi defensa, pues Alina-san me golpearía de todos modos sin escuchar nada, y paso así, me golpea en la cabeza.

-¿Cómo se te puede ocurrir hacerle algo así a mi hermana, eres un miserable pervertido o te aprovechas de tu puesto para satisfacerte con tus subordinadas?

Mientras me regañaba, con voz algo infantil y quejicosa, oigo un grito de alerta comienzo a mirar al otro extremo del desfiladero ignorando a Alina-san, aunque ella continúe enojada conmigo, con Dina-san al lado tratando de calmarla; tan fuerte se oye que algunos que estaban atrás comienzan a murmurar entre ellos, el murmuro para mi es una forma de pérdida de confianza por la falta de autoridad y no debía pasar esto de alto.

-Atención, reorganización y avance de tercios, ya ya ya !!!!!!- Interrumpí las quejas de Alina-San tomando su hombro, y mientras los soldados se integraban a las formaciones una bomba cae cerca, la onda expansiva me empuja contra otra roca. 

Demonios, pensé que iba a morir, en ese lugar había demasiadas rocas grandes, inclusive la agriete; al rato me doy cuenta que estoy sentado, luego comencé a ver borroso y, a partir de allí ya no recuerdo… mucho que digamos.

Paso un buen rato hasta que pude empezar a pestañear, estaba respirando a un ritmo rápido y cortado por los tambaleos constantes. Obviamente, alguien me estaba cargando, en el suelo podía ver el inmundo barro color marrón-verdoso con una mezcla de piedras algunas onduladas y puntiagudas que hacían que el terreno fuera como una especie de sopa de heces condimentada con algunas hierbas y moho. La vista para alguien que recién despierta no era bonita, pero tampoco era momento de volverme crítico porque se empezaban a oír disparos al lado contrario al que me estaban llevando, golpeo de forma sosa a mi portador este me pregunta:

-Se encuentra bien Nor Vuldrat?, se golpeo muy fuerte la cabeza y me pidieron que lo retirara antes de que sea herido.

-Sí, si me encuentro bien, gracias- respondo con algo de descompostura-pero necesito que me bajes, por favor.

Quien me llevaba lo hace de manera lenta y delicada, es un grandulón de gran porte, muy joven al no notar ni una cicatriz de guerra pero como casi todos estaba golpeado y cansado sus ojos parecían dos bolsas de cuero de cazador para llevar carne, sus pómulos y mejillas tampoco eran la excepción a plena noche  se podía notar lo flacas que estaban. Luego de verlo refregué un poco mi cabeza, tenía un dolor increíble en las mismas.

-Sucede algo señor?

Pregunta, luego de un silencio algo incomodo para él, termino de refregarme de manera violenta con las dos manos, fastidiado por el dolor que tenia. Cuando termino de hacerlo inhalo aire profundamente y exhalo con gran tranquilidad.

-Solo una cosa, quien dio la orden de que atacasen al fortín sin que yo les diga?

El chico se mantiene callado, sosteniendo la faja de su carabina friccionándola con su pulgar y su índice, sin saber que decir hasta que se le ocurre algo que parece serme bastante convincente.

-Nos dieron la orden de atacar señor, por “tele radió”, la sargento Alina pregunto al mando que hacíamos y ellos respondieron que atacásemos de todos modos.

Miro en dirección hacia la batalla acercándome al joven grandulón, se pone algo nervioso en especial cuando le toco su hombro; pasado un rato se desinhibe, mira donde yo y pregunta:

-Que hará señor? , me ordenaron que lo lleve a la posición de artillería sano y salvo.

-Lo que debe hacer todo hombre entregado a la guerra-Estiro un paso adelante pero sin darlo dando un ambiente de heroísmo- Cumplir con el deber.

Dejo caer mi pie sobre una pequeña escalonada de tierra, luego pongo el otro y rápidamente los vasos sanguíneos de la cabeza se me hinchan a punto de explotar sintiendo una especie de agujas que se me entierran en el cráneo.

-Pero primero de todo-Me giro mansamente hacia el grandulón y con una sonrisa y un guiño dirigiéndome a él, le digo-Tienes algún analgésico en uno de tus bolsillos?

Sin rechistar pero algo extrañado me los da eran unas pequeñas pastillas blancas de polvo, no eran la gran cosa pero de momento servía así que apenas pasaron mi garganta le agradecí al joven, salí corriendo y le di la orden que vuelva con los escuadrones de artillería para que les informe que me encontraba buenas condiciones y que volvía a combate, en tanto corría como una gacela por el desfiladero mientras contemplaba un poco el ambiente, aun no había sobrepasado el lugar donde quede inconsciente pero alguna que otra llama indicaba señales de que ya ha habido cruces; llegado a un punto de mi corrida por aquel lúgubre desfiladero el camino hacia abajo se empezaba a endurecer, los costados empezaban a ensancharse y a mostrar algunos corredores y agujeros internos al acantilado, por fin veo el regimiento pero de repente alguien me grita a punta de pistola, de la nada y de improviso me dice:

-Detente, detente ahora mismo, necesitamos saber quién eres para que puedas continuar.

Alguien estaba detrás de él; parecía estar escondido, por su lenguaje corporal algo asustado el mismo llevaba una lámpara; voy con un ritmo más lento y levanto las manos antes de acercarme a él, se notaba su desconfianza.

-Calmen, soy el teniente Vuldrat-Digo con voz algo ahogada por mis desesperación causal de no respirar rítmicamente con mis pasos-Estoy de nuevo en la acción.

El hombre no me cree, tambalea su cabeza de un lado a otro y achica sus ojos para tratar de ver mi cara, al no poder comprobar luego de varios intentos, le arrebata violentamente la lámpara a quien tenía atrás, este no dice nada y se queda callado.

-Veamos…-El mismo me acerca la lámpara lo suficiente como para ocasionarme un encandilamiento breve-Bien, lo lamento Nor, no os pude reconoceros con toda esta oscuridad.

Mira hacia su alrededor, y comienza a hacer una especie de seña, mientras las hace veo a quien tiene atrás que recibe la lámpara de nuevo. era un niño alto, escuálido y algo jorobado, algo muy común de ver, los muchachos de la plebe podían ganarse su lugar en la armada imperial empezando por ser soporte de los pelotones tanto de infantería como de artillería, ellos se encargaban de mantener en condiciones las armas, cocinar, recoger materiales y tener conocimientos básicos de medicina, a pesar de que ganaban bien tenían en contraparte el maltrato por parte de los soldados quienes lo veían no como alguien para aligerar su carga si no como un burrito de carga.

-Falsa alarma, es Nor Vuldrat.

Un par de luces hicieron intercambiaron algunos parpadeos, al parecer lo escucharon por más de tener todo el belicoso ruido por detrás.

-Bien-Le digo-Antes de entrar a combate, me podría decir quien dio la orden de fuego?

En ese momento se genera un ruido y su consecuente onda expansiva, la onda no me afecto tanto como lo hizo el enorme calor que traía consigo la enorme bola de fuego que ilumino quizá hasta el otro lado del desfiladero.

El hombre que tenia a mi lado me toco el hombro para llamar mi atención ya que estaba viendo si habían abierto brecha lo que me fue imposible ya que, como en todo el lugar, había una roca pero esta obstruyo mi vista; al volverme el hombre trata decirme algo pero un zumbido en el oído no me deja recibir su mensaje, debí preguntarle en ese momento tres veces que es lo que pasaba e igual no le entendí, toque su hombro como para tratar de consolarlo y me fui corriendo en dirección al fortín, pase al lado de alguno de mis hombres quienes me miraron por un momento, pero luego siguieron en lo suyo, lo que para mi estaba bien, y algunos trataron de decirme algo pero como aun seguida aturdido del oído y con el ruido de la maquinaria bélica no pude oír siquiera una sola palabra; en el momento en que sobrepase las bajas trincheras y la gran roca me puse en alerta constante, me arrodille al costado de aquella roca gigante y asome un poco mi cabeza, efectivamente había una brecha, pero los defensores aun seguían peleando sin dar tregua por mas artillería que concentráramos, la situación se puso como quien diría: dura, pasaron quizá una hora o dos, yo ya había tomado un fusil y comenzado a disparar a saco a todo ente que se asome por encima de aquellas paupérrimas empalizadas; finalmente  de manera súbita, se detuvieron, ya había recuperado la audición por lo que pude oír los clarines que ordenaban la retirada al interior de la ciudad.
-Perfecto-Sentía gran satisfacción al ver a toda la infantería como entraban al unisonó y se amontonaban en las puertas del alcantarillado-Pero aun hay algo que anda mal…

Pensé a pesar de que ya estábamos casi rozando la gloria, solo que nos quedaba la ciudad, era realmente escabroso a mi parecer tener en cuenta que clase de cosas nos encontraríamos en la ciudad; estábamos en el tercer mes del asedio, el mismo había comenzado un tranquilo 2 de febrero, día y noche los ingenieros pensaron las formas más ingeniosas y las maquinarias mas bizarras para atravesar la muralla exterior; pero ninguno pudo, y un grupo de desertores solo nos dijo eso de la debilidad de la ciudad y ya?.

Realmente, en mi pensamiento lógico pensé que mi tío estaba loco cuando aprobó esta estrategia, pero lo justifico de todas formas, se lo veía agotado más que sus hombres, jamás lo había visto en ese estado; hasta yo que estuve mas involucrado en el asedio de formas más activa y me encuentro medianamente aceptable, pero él, el parecía haber perdido hasta la frescura de sus ojos con esta empresa de relativa facilidad para un militar de tanto prestigio, como mi Tío.

Entre lentamente, con las manos en el saco, muchos hombres tras mi corrían, y otros hacían lo mismo que yo, iban con un paso tranquilo y sin atropellos para recuperar energías; finalmente llegue hasta las puertas del alcantarillado, de una parte alta de una pared de la colina salía de un acueducto agua que bajaba por una gran canaleta terminaba en una especie de rio medio entubado que se dirigía a dos partes, una al interior de la colina y otro al interior de la ciudad…

Cruce entre medio de mis hombres,  ellos me abrían el paso y me veían como un escéptico lo hace al ver un muerto resucitado. Solo puse la cabeza gacha y las manos en los bolsillos hasta llegar a las escaleras, los mire de nuevo el polvo de sus caras se notaba al igual que todas sus heridas y dolores, pero se los veía alegres por la cercanía a la victoria, sonreí un poco, tenía que aprovecharlo.
Alina se acerca a mí con la “teleradio”, era un instrumento bastante útil hecho para comunicarse con una red de teleradios prefabricadas, tenía poco alcance pero era efectiva para comunicarse con los altos mandos.

-Vuldrat-sama, nuevas órdenes!!!

Sin decir nada tome la tele radio, y apreté el botón que se utiliza para comenzar a recibir el mensaje:

-Escuadrón Obi, respondan, cambio…

Se oye una breve interferencia y respondo apretando el botón para emitir poniéndome cerda del unifono:

-Aquí habla Líder Obi se escucha claro y fuerte, cambio…

De nuevo hay un breve ruido de interferencia, miro a los demás, se encuentran expectantes de la situación.

-Aquí habla sub-líder de los Petrov, tengo actualizaciones que vienen del Líder Petrov, dice que “tengáis cuidado con el alcantarillado, está muy ramificado y las rutas están llenas de trampas colocadas en propósito de darnos la bienvenida”, nada más, cambio.

-Gracias sub-líder Petrov por la advertencia dada las tendremos en cuenta, cambio y fuera.

Se da una última interrupción, y luego en seguida se escucha pero de forma más baja:

-Cambio y fuera.

Alina-san me mira mientras me quedo observando el interior de las alcantarillas.

-Vuldrat-sama, se encuentra bien, esta todo en orden?

-Sí, completamente, no hay de qué preocuparnos, el camino de la gloria se nos ha allanado.

Alina-san respira aliviada por lo que dije, se nota que se preocupaba por mí después de todo.

-Perdone, Señor, yo no quería causarle ningún daño…
Y antes de que siga hablando la detengo tal como hizo su hermana conmigo al tratar de balbucearle una disculpas.

-No te preocupes, querías cuidar a tu hermana de lo que le hicieran otros-Levante el dedo gordo en forma de aprobación y le sonreí-No hay problema, además valió la pena.

Al oír la ultima parte baja su cabeza, pero yo sigo riendo y con el dedo arriba, de un momento a otro viene el bofeteo.

-Estúpido pervertido, deja de decir cosas insensatas eres del alto mando toma un poco de responsabilidad y dime que haremos ahora.

Su actitud es verdaderamente la de una resentida; ante esta pregunta sonrió de forma picara con medio labio.

-Tratar de mantenernos vivos hasta que caiga la ciudad

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