7 mar 2016

Murder's Son Capítulo 2: Mutualismo


Capítulo 2

Mutualismo
-Ho-hola, ¿Sia verdad?

Enzo simulo no saber mucho de la existencia de Sia

-Haha… ¿Pero qué dices Enzo? Deberías saber el nombre de las personas a las que sigues, ¿verdad?

Dijo Sia, manteniendo esa sonrisa tan pícara, mientras Enzo sufría una aceleración en su pulso cardíaco, pensando que se le reventaría el ventrículo izquierdo, para que la sangre oxigenada fuera capaz de llegar a su cerebro y poder dar una respuesta eficiente ante el hecho de que Sia “el asesino” sabía que él lo había estado siguiendo -¿¡Qué haré!?, ¿¡Qué haré!?, ¿¡Qué haré!?, ¿¡Qué haré!?, ¿¡Qué haré!?. Eso era todo lo que Enzo podía pensar, hasta que fue interrumpido por Sia.

-Tranquilo, no pasa nada, Kenne me dijo que te vio hace una semana siguiéndome después de la escuela, solo… ¿podrías decirme porque me seguiste ese día?

Enzo recobró el color de su piel, mientras pensaba "Maldito Kenne …"; Enzo sabía que podía ser su oportunidad de disfrazar lo que vio el día anterior.

-Yo…yo… ¡Sí! Te seguí la semana pasada porque… ahmm…Quería saber cómo es posible que seas tan perfecto.

Enzo trataba de hacer un sonrisa miserable con unos ojos que expresaban sinceridad y lástima -Bueno, en realidad es la verdad, quería saber realmente eso- Pensaba Enzo mientras su corazón se calmaba.

-…

Sia no respondía, solo observaba a Enzo, con una cara de sorpresa e incredulidad.

-Pues… woo hahaha eso no lo esperaba, pero veo que dices la verdad, lamento decepcionarte pero no soy perfecto, siempre llego tarde a clases por ejemplo.

Dijo Sia con una sonrisa un poco menos molesta para Enzo, quien ya estaba más calmado.

-Si… solo… ya sabes, soy nuevo y me cuesta trabajo adaptarme a donde voy, por eso pensé que si te seguía y sabía porque eras así, yo podría copiar algunas de tus aptitudes y ya sabes, poder llevarme mejor con todos.

Dijo Enzo, tratando de evitar un contacto directo a los ojos de Sia, quien  al estar por primera vez tan cerca de Enzo, le mostró una mirada penetrante, con un color de ojos rojo carmesí, similar al de la sangre y por tal motivo, le recordaba a Enzo el espectáculo que había visto.

-Oh ya veo… hmm me parece que debes ser tú mismo, -Dijo Sia con una expresión totalmente sincera-, Todos debemos aceptarte cómo eres, no tienes que fingir ni tratar de ser algo que no eres, así que no puedo ayudarte a ser como yo, pero pues si prometes no volver a seguirme como hace una semana, estoy dispuesto a ayudarte a integrarte más rápido a la escuela.

¡Enzo estaba sorprendido! no sabía que responder, Sia, su compañero de clases, el perfecto, el genio, el bien parecido, el que todos aman y el favorito de los profesores, le estaba extendiendo la mano en señal de amistad, con una cara seria, a lo que Enzo le parecía mejor que esa sonrisa extraña y misteriosa que hacía con todos,

Enzo estrecho su mano mientras decía – Cla… claro, serías de gran ayuda y  no te preocupes, solo fue una vez cuando te seguí, no volverá a ocurrir- Terminaba de decir Enzo tales palabras cuando en el pecho su corazón se aceleraba un poco pues no solo estaba iniciando amistad con la persona que había estado siguiendo casi todos los días, Enzo estaba estrechando manos con una persona que el día anterior mató a un hombre con las mismas manos,  Enzo estaba entre la espada y la pared, estaba en una encrucijada en la que solo podía seguir adelante con la proposición de Sia.

-Perfecto, ¿en qué dirección vives Enzo?

-Al Este- Enzo señalaba en la dirección contraria a la casa de Sia y no era una forma de evitarlo, realmente Enzo vivía en esa dirección.

-Ya veo, entonces nos separamos aquí, nos vemos mañana.

-Claro, hasta mañana.

Enzo y Sia se despidieron muy formalmente y conforme cada uno se dirigía a su destino, Sia se detenía en la tienda que usualmente usa para comprar lo que seguramente será su cena, mientras Enzo pensaba en todo lo que había pasado y en el cómo llegó a la situación actual, chocó con un hombre, alto, con una cicatriz en la cara, un tanto peculiar.

-Dis… disculpe, no me fijé donde iba caminando

-No te preocupes chico.

El hombre sin darle más importancia a Enzo, siguió su camino y Enzo no le prestó mucha atención al acontecimiento.

Alrededor de las 6 de la tarde, en la casa de Sia Blaad, éste llegaba, abría la cerradura con una calma total, cruzaba la puerta, lentamente retiraba sus zapatos, caminó por el pasillo y en la mesa de la cocina dejaba la bolsa con las cosas que compró en la tienda, pasaron 2 horas y Sia estaba terminando la tarea de la escuela, revisó que no hubiera desorden ni suciedad en su casa y se dispuso a ir a su cuarto. Hasta aquí, es la vida y casa de un joven normal, que vive en soledad, pero normal al final, o eso puede parecer si no fuera porque Sia no sube las escaleras para llegar a lo que sería su cuarto, camina hacía un reloj  de péndulo enorme que se encontraba al fondo del pasillo, se detuvo frente a él y  ajusto las manecillas del reloj a las 12 en punto de la media noche, acto seguido el reloj de péndulo se deslizo a un costado y detrás de él se encontraban unas escaleras de mármol que se dirigían hacia abajo, Sia bajó por las escaleras, eran escaleras en forma caracol, luego de 15 minutos, Sia llegaba al final, a continuación estaba en lo que era una sala circular, enorme y de colores blancos, con una infinidad de caminos, Sia tomó una vela, la encendió y tomó uno de los caminos que estaban frente a él, el pasillo era totalmente oscuro, solo se podía ver lo que alumbraba la pequeña vela, parecía un camino largo, pero después de una hora, Sia llegó a una puerta grande, de caoba, tocó 3 veces y fue abierta, dentro estaba muy bien iluminado, era una infraestructura con vigas de acero y paredes cromadas, había varias personas ahí que se acercaban a un tablón de anuncios y hablaban con una recepcionista en una oficina que se encontraba al fondo.

-¡Sia! ¿Cómo estás?

Un hombre alto y con una cicatriz en la cara saludaba a Sia alegremente

-¿Qué quieres maldito gordo infeliz?

La voz de Sia era totalmente diferente a la que hacía en la escuela y con sus compañeros, era una voz vacía, burda, que expresaba desprecio y descontento, demasiado soberbia, con tonos secos y cortantes, a su vez, mostraba una expresión apática y totalmente seria, desbordando altanería.

-¿Qué forma es esa de hablarme muchacho?, Yo solo quería saber cómo estabas y que tal la escuela.

-¿Me crees estúpido? Me estuviste vigilando hoy.

-Hahaha bien Sia, tus sentidos para percibir presencias ha mejorado, pero dime… ¿por qué no notaste que ese chico te había seguido la semana pasada?

-Por dos razones gordo estúpido, yo solo estoy entrenado para poder notar la presencia de otros asesinos y de personas con una forma de vida despreciable, en segundo lugar, es imposible no notar tu horrible fragancia.

-Haha tan bromista como siempre, pero sabes muchacho… Acteón no va a estar siempre para protegerte

-¿Quién necesita a ese vejestorio? Es igual de inútil que tu, Baasa.

La conversación de ambos fue cortada por la presencia de otro hombre grande, que también portaba una cicatriz en el rostro, solo que más asquerosa y grande que Baasa

-Sia…

Dijo el hombre mientras Sia volteaba

-Oh eres tu viejo, justamente Baasa y yo hablábamos de ti…

En ese instante, con un movimiento imperceptible ante los ojos humanos, Sia fue golpeado en el rostro con el puño de Acteón, inmediatamente Sia fue derrumbado al suelo y la sangre empezó a brotar de su nariz y boca.

-Deberías dejar de estar desperdiciando tiempo hablando con Baasa.

-Hahaha no lo viste venir, eh ¿Sia?- Reía con total alegría Baasa

-Baasa deja de distraer a Sia, él puede interactuar con las personas que quiera-Acteón miraba seriamente a Baasa

-Acteón… ese chico de cabello blanco y ojos azules que estaba con Sia hoy, lo había estado siguiendo, ¿qué tal si descubre lo que Sia y nosotros somos? Todo el clan estaría en riesgo.

Sia tosía sangre en el suelo, mientras decía-Él no sabe nada, lo confirme hoy que hablé con él, parece un idiota cualquiera.

-Nunca te confíes de un idiota, Sia… Pero si confirmaste que el chico no sabe nada, entonces no hay más que hablar-, Terminó la oración Acteón y le señaló a Sia una puerta que estaba cruzando la gran sala donde estaban.

-¿Cuándo tendré una misión?

Decía Sia mientras se levantaba del suelo

-Estoy cansado de hacer lo mismo todos los días mientras ustedes se divierten.
Acteón lo miraba fijamente.

-Cuando hayamos concluido tu entrenamiento, mientras tanto has lo que se te ordena y deja de meterte en problemas con otros clanes Sia.

-Yo no hice nada la vez pasada, ese hombre me atacó.

-Lo provocaste Sia, en la última reunión lo humillaste.

-No es mi culpa que el fuera un imbécil y contratará a otro imbécil para matarme.

Acteón miró fijamente a Sia con decisión y desafío, como cuando una madre le ordena a su hijo hacer algo y éste no quiere.

-Está bien, esta vez lo haré rápido, quiero dormir un poco.
Sia se retiraba a la otra puerta, la cruzaba y en ella había varias celdas con personas en muy mal estado, apestosas y encadenadas, Sia abrió una de las celdas y sacó a un hombre que traía una bolsa en la cabeza, lo escoltó a una puerta negra que se encontraba al final y entraron.

Era una sala amplia, oscura, sin ventanas y apenas se podía distinguir el suelo, había cadenas enmarañadas en el techo, había varias estructuras y herramientas curiosas, en el centro había una silla, con grilletes para las manos y los pies, Sia escoltó al hombre enmascarado a la silla, lo ató y encadenó a esta.

-Ya sabes la rutina, número 625. Yo hago preguntas y tú respondes, mientras más rápido accedas a responder, nos iremos más pronto.
Sia estaba sonriendo mientras hablaba con el hombre, esta sonrisa era muy similar a la que hace cuando esta con sus compañeros o profesores, una sonrisa… que expresa calidez y alegría, lo único diferente era la voz, la cual era totalmente terrorífica, inquietantemente vacía y al mismo tiempo, podría hacer estremecer hasta sus huesos a la muerte misma.

-…

El hombre no reaccionaba, ni se movía, solo respiraba.

-Muy bien… parece que hoy tampoco vas a querer platicar antes de empezar… ¿sabes? Hoy no fue mi día, te contaré. Hay un chico nuevo en mi escuela, en realidad es muy normal, hasta cierto punto me parece un idiota más, pero el muy bastardo me ha seguido, no sé qué es lo que sabe. Le he mentido a Acteón y Baasa diciéndoles que he confirmado que el chico no sabe nada, no soportaría sus sermones… pero estoy seguro de que oculta algo, evadía mi mirada, no puedo dejarlo así, le ofrecí mi amistad al ingenuo, ¿puedes creerlo? Que aceptará tan fácilmente me ayudará a ver si realmente sabe algo, pero es curioso aunque he sido entrenado para encajar en una sociedad superficial, con el más fino vocabulario, con los conocimientos extraordinarios y una actitud encantadora no sé cómo debe ser una amistad. Tal vez mate 2 pájaros de un tiro, sabré que es lo que el idiota sabe y aprenderé a infiltrarme más en la sociedad, ¿no es maravilloso?

-…

El hombre seguía sin reaccionar, a Sia parecía no importarle, al contrario, Sia sonreía nuevamente, aunque esta vez no era como su “sonrisa social” era una sonrisa más sencilla e incrédula, más honesta.

-Pensé que si te contaba algo, tú me contarías algo caray, ustedes los viejos son muy tercos, pero bueno es tu última oportunidad 625, hoy tendrás que hablar.

Sia fue a una de las mesas, había varias herramientas y accesorios, cuchillos, cables de corriente, una trampa pequeña similar a un cilindro, una máscara y alicates de gran tamaño, estos últimos fueron escogidos por Sia, quien al acercarse al hombre encadenado, colocó los alicates en los oídos.

-Nuevamente Sr.625, ¿me contarás algo? O acaso… ¿debería ayudarte y formular la pregunta?

El hombre no reaccionaba y Sia perdía la paciencia.

-Perfecto, como te dije… Hoy no fue un buen día, así que mis más sinceras disculpas por el inconveniente que te pueda provocar hoy.
Sia mostraba nuevamente esa sonrisa llena de seguridad y amor, esa sonrisa tan perfecta, tan divina, tan admirada que llenaba a cualquiera de felicidad. Instantáneamente, el rechinido del metal oxidado del alicate se hacía presente, junto con un brote de sangre del oído del hombre.

-¡¡Aaahhhhhhhhg!!
El hombre gritaba como si no hubiera mañana, se empezó a llenar de sangre, gritaba cada vez más desesperado, la cara de Sia se ensuciaba por la fuente de sangre que tenía en frente, con la misma sonrisa falsa colocó el alicate en el otro oído

-¿Qué estás diciendo 625? No te escuchó por los gritos, ¿crees que debería ir mejor con tu nariz, después del oído? No es mala idea.
Nuevamente el alicate oxidado entonaba su sonido escalofriante, en combinación con los gritos del hombre, parecía una sinfonía orquestada por el mismísimo Lucifer con un escenario pintado por el Dios de la desesperación.

-¡¡Aaahhhhhhhhg!! ¡¡Aaahhhhhhhhg!!!!!
En la sala oscura, ahora se alcanzaban a ver destellos rojos, el silencio reemplazado por los gritos y el metal oxidado hacía juego con la decoración,  en medio estaban 2 hombres, uno sufriendo y agonizando, mientras el otro sonreía tan fervientemente.


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