Capítulo
2
Mutualismo
-Ho-hola, ¿Sia verdad?
Enzo simulo no saber mucho
de la existencia de Sia
-Haha… ¿Pero qué dices Enzo?
Deberías saber el nombre de las personas a las que sigues, ¿verdad?
Dijo Sia, manteniendo esa
sonrisa tan pícara, mientras Enzo sufría una aceleración en su pulso cardíaco,
pensando que se le reventaría el ventrículo izquierdo, para que la sangre
oxigenada fuera capaz de llegar a su cerebro y poder dar una respuesta
eficiente ante el hecho de que Sia “el asesino” sabía que él lo había estado
siguiendo -¿¡Qué haré!?, ¿¡Qué haré!?, ¿¡Qué haré!?, ¿¡Qué haré!?, ¿¡Qué haré!?.
Eso era todo lo que Enzo podía pensar, hasta que fue interrumpido por Sia.
-Tranquilo, no pasa nada,
Kenne me dijo que te vio hace una semana siguiéndome después de la escuela,
solo… ¿podrías decirme porque me seguiste ese día?
Enzo recobró el color de su
piel, mientras pensaba "Maldito Kenne …"; Enzo sabía que podía ser su
oportunidad de disfrazar lo que vio el día anterior.
-Yo…yo… ¡Sí! Te seguí la
semana pasada porque… ahmm…Quería saber cómo es posible que seas tan perfecto.
Enzo trataba de hacer un
sonrisa miserable con unos ojos que expresaban sinceridad y lástima -Bueno, en
realidad es la verdad, quería saber realmente eso- Pensaba Enzo mientras su
corazón se calmaba.
-…
Sia no respondía, solo
observaba a Enzo, con una cara de sorpresa e incredulidad.
-Pues… woo hahaha eso no lo
esperaba, pero veo que dices la verdad, lamento decepcionarte pero no soy
perfecto, siempre llego tarde a clases por ejemplo.
Dijo Sia con una sonrisa un
poco menos molesta para Enzo, quien ya estaba más calmado.
-Si… solo… ya sabes, soy
nuevo y me cuesta trabajo adaptarme a donde voy, por eso pensé que si te seguía
y sabía porque eras así, yo podría copiar algunas de tus aptitudes y ya sabes,
poder llevarme mejor con todos.
Dijo Enzo, tratando de
evitar un contacto directo a los ojos de Sia, quien al estar por primera vez tan cerca de Enzo,
le mostró una mirada penetrante, con un color de ojos rojo carmesí, similar al
de la sangre y por tal motivo, le recordaba a Enzo el espectáculo que había
visto.
-Oh ya veo… hmm me parece
que debes ser tú mismo, -Dijo Sia con una expresión totalmente sincera-, Todos
debemos aceptarte cómo eres, no tienes que fingir ni tratar de ser algo que no
eres, así que no puedo ayudarte a ser como yo, pero pues si prometes no volver
a seguirme como hace una semana, estoy dispuesto a ayudarte a integrarte más
rápido a la escuela.
¡Enzo estaba sorprendido! no
sabía que responder, Sia, su compañero de clases, el perfecto, el genio, el
bien parecido, el que todos aman y el favorito de los profesores, le estaba
extendiendo la mano en señal de amistad, con una cara seria, a lo que Enzo le
parecía mejor que esa sonrisa extraña y misteriosa que hacía con todos,
Enzo estrecho su mano
mientras decía – Cla… claro, serías de gran ayuda y no te preocupes, solo fue una vez cuando te
seguí, no volverá a ocurrir- Terminaba de decir Enzo tales palabras cuando en
el pecho su corazón se aceleraba un poco pues no solo estaba iniciando amistad
con la persona que había estado siguiendo casi todos los días, Enzo estaba
estrechando manos con una persona que el día anterior mató a un hombre con las
mismas manos, Enzo estaba entre la
espada y la pared, estaba en una encrucijada en la que solo podía seguir
adelante con la proposición de Sia.
-Perfecto, ¿en qué dirección
vives Enzo?
-Al Este- Enzo señalaba en
la dirección contraria a la casa de Sia y no era una forma de evitarlo,
realmente Enzo vivía en esa dirección.
-Ya veo, entonces nos separamos
aquí, nos vemos mañana.
-Claro, hasta mañana.
Enzo y Sia se despidieron
muy formalmente y conforme cada uno se dirigía a su destino, Sia se detenía en
la tienda que usualmente usa para comprar lo que seguramente será su cena,
mientras Enzo pensaba en todo lo que había pasado y en el cómo llegó a la
situación actual, chocó con un hombre, alto, con una cicatriz en la cara, un
tanto peculiar.
-Dis… disculpe, no me fijé
donde iba caminando
-No te preocupes chico.
El hombre sin darle más
importancia a Enzo, siguió su camino y Enzo no le prestó mucha atención al
acontecimiento.
Alrededor de las 6 de la
tarde, en la casa de Sia Blaad, éste llegaba, abría la cerradura con una calma
total, cruzaba la puerta, lentamente retiraba sus zapatos, caminó por el
pasillo y en la mesa de la cocina dejaba la bolsa con las cosas que compró en
la tienda, pasaron 2 horas y Sia estaba terminando la tarea de la escuela,
revisó que no hubiera desorden ni suciedad en su casa y se dispuso a ir a su
cuarto. Hasta aquí, es la vida y casa de un joven normal, que vive en soledad,
pero normal al final, o eso puede parecer si no fuera porque Sia no sube las
escaleras para llegar a lo que sería su cuarto, camina hacía un reloj de péndulo enorme que se encontraba al fondo
del pasillo, se detuvo frente a él y
ajusto las manecillas del reloj a las 12 en punto de la media noche,
acto seguido el reloj de péndulo se deslizo a un costado y detrás de él se
encontraban unas escaleras de mármol que se dirigían hacia abajo, Sia bajó por
las escaleras, eran escaleras en forma caracol, luego de 15 minutos, Sia
llegaba al final, a continuación estaba en lo que era una sala circular, enorme
y de colores blancos, con una infinidad de caminos, Sia tomó una vela, la
encendió y tomó uno de los caminos que estaban frente a él, el pasillo era
totalmente oscuro, solo se podía ver lo que alumbraba la pequeña vela, parecía
un camino largo, pero después de una hora, Sia llegó a una puerta grande, de
caoba, tocó 3 veces y fue abierta, dentro estaba muy bien iluminado, era una
infraestructura con vigas de acero y paredes cromadas, había varias personas
ahí que se acercaban a un tablón de anuncios y hablaban con una recepcionista
en una oficina que se encontraba al fondo.
-¡Sia! ¿Cómo estás?
Un hombre alto y con una cicatriz
en la cara saludaba a Sia alegremente
-¿Qué quieres maldito gordo
infeliz?
La voz de Sia era totalmente
diferente a la que hacía en la escuela y con sus compañeros, era una voz vacía,
burda, que expresaba desprecio y descontento, demasiado soberbia, con tonos
secos y cortantes, a su vez, mostraba una expresión apática y totalmente seria,
desbordando altanería.
-¿Qué forma es esa de
hablarme muchacho?, Yo solo quería saber cómo estabas y que tal la escuela.
-¿Me crees estúpido? Me
estuviste vigilando hoy.
-Hahaha bien Sia, tus
sentidos para percibir presencias ha mejorado, pero dime… ¿por qué no notaste
que ese chico te había seguido la semana pasada?
-Por dos razones gordo
estúpido, yo solo estoy entrenado para poder notar la presencia de otros
asesinos y de personas con una forma de vida despreciable, en segundo lugar, es
imposible no notar tu horrible fragancia.
-Haha tan bromista como
siempre, pero sabes muchacho… Acteón no va a estar siempre para protegerte
-¿Quién necesita a ese
vejestorio? Es igual de inútil que tu, Baasa.
La conversación de ambos fue
cortada por la presencia de otro hombre grande, que también portaba una
cicatriz en el rostro, solo que más asquerosa y grande que Baasa
-Sia…
Dijo el hombre mientras Sia
volteaba
-Oh eres tu viejo,
justamente Baasa y yo hablábamos de ti…
En ese instante, con un
movimiento imperceptible ante los ojos humanos, Sia fue golpeado en el rostro
con el puño de Acteón, inmediatamente Sia fue derrumbado al suelo y la sangre
empezó a brotar de su nariz y boca.
-Deberías dejar de estar
desperdiciando tiempo hablando con Baasa.
-Hahaha no lo viste venir,
eh ¿Sia?- Reía con total alegría Baasa
-Baasa deja de distraer a
Sia, él puede interactuar con las personas que quiera-Acteón miraba seriamente
a Baasa
-Acteón… ese chico de
cabello blanco y ojos azules que estaba con Sia hoy, lo había estado siguiendo,
¿qué tal si descubre lo que Sia y nosotros somos? Todo el clan estaría en
riesgo.
Sia tosía sangre en el
suelo, mientras decía-Él no sabe nada, lo confirme hoy que hablé con él, parece
un idiota cualquiera.
-Nunca te confíes de un
idiota, Sia… Pero si confirmaste que el chico no sabe nada, entonces no hay más
que hablar-, Terminó la oración Acteón y le señaló a Sia una puerta que estaba
cruzando la gran sala donde estaban.
-¿Cuándo tendré una misión?
Decía Sia mientras se
levantaba del suelo
-Estoy cansado de hacer lo
mismo todos los días mientras ustedes se divierten.
Acteón lo miraba fijamente.
-Cuando hayamos concluido tu
entrenamiento, mientras tanto has lo que se te ordena y deja de meterte en
problemas con otros clanes Sia.
-Yo no hice nada la vez
pasada, ese hombre me atacó.
-Lo provocaste Sia, en la
última reunión lo humillaste.
-No es mi culpa que el fuera
un imbécil y contratará a otro imbécil para matarme.
Acteón miró fijamente a Sia
con decisión y desafío, como cuando una madre le ordena a su hijo hacer algo y
éste no quiere.
-Está bien, esta vez lo haré
rápido, quiero dormir un poco.
Sia se retiraba a la otra
puerta, la cruzaba y en ella había varias celdas con personas en muy mal
estado, apestosas y encadenadas, Sia abrió una de las celdas y sacó a un hombre
que traía una bolsa en la cabeza, lo escoltó a una puerta negra que se
encontraba al final y entraron.
Era una sala amplia, oscura,
sin ventanas y apenas se podía distinguir el suelo, había cadenas enmarañadas
en el techo, había varias estructuras y herramientas curiosas, en el centro había
una silla, con grilletes para las manos y los pies, Sia escoltó al hombre
enmascarado a la silla, lo ató y encadenó a esta.
-Ya sabes la rutina, número
625. Yo hago preguntas y tú respondes, mientras más rápido accedas a responder,
nos iremos más pronto.
Sia estaba sonriendo
mientras hablaba con el hombre, esta sonrisa era muy similar a la que hace
cuando esta con sus compañeros o profesores, una sonrisa… que expresa calidez y
alegría, lo único diferente era la voz, la cual era totalmente terrorífica,
inquietantemente vacía y al mismo tiempo, podría hacer estremecer hasta sus
huesos a la muerte misma.
-…
El hombre no reaccionaba, ni
se movía, solo respiraba.
-Muy bien… parece que hoy
tampoco vas a querer platicar antes de empezar… ¿sabes? Hoy no fue mi día, te
contaré. Hay un chico nuevo en mi escuela, en realidad es muy normal, hasta
cierto punto me parece un idiota más, pero el muy bastardo me ha seguido, no sé
qué es lo que sabe. Le he mentido a Acteón y Baasa diciéndoles que he
confirmado que el chico no sabe nada, no soportaría sus sermones… pero estoy
seguro de que oculta algo, evadía mi mirada, no puedo dejarlo así, le ofrecí mi
amistad al ingenuo, ¿puedes creerlo? Que aceptará tan fácilmente me ayudará a
ver si realmente sabe algo, pero es curioso aunque he sido entrenado para
encajar en una sociedad superficial, con el más fino vocabulario, con los
conocimientos extraordinarios y una actitud encantadora no sé cómo debe ser una
amistad. Tal vez mate 2 pájaros de un tiro, sabré que es lo que el idiota sabe
y aprenderé a infiltrarme más en la sociedad, ¿no es maravilloso?
-…
El hombre seguía sin
reaccionar, a Sia parecía no importarle, al contrario, Sia sonreía nuevamente,
aunque esta vez no era como su “sonrisa social” era una sonrisa más sencilla e
incrédula, más honesta.
-Pensé que si te contaba
algo, tú me contarías algo caray, ustedes los viejos son muy tercos, pero bueno
es tu última oportunidad 625, hoy tendrás que hablar.
Sia fue a una de las mesas,
había varias herramientas y accesorios, cuchillos, cables de corriente, una
trampa pequeña similar a un cilindro, una máscara y alicates de gran tamaño,
estos últimos fueron escogidos por Sia, quien al acercarse al hombre
encadenado, colocó los alicates en los oídos.
-Nuevamente Sr.625, ¿me
contarás algo? O acaso… ¿debería ayudarte y formular la pregunta?
El hombre no reaccionaba y
Sia perdía la paciencia.
-Perfecto, como te dije… Hoy
no fue un buen día, así que mis más sinceras disculpas por el inconveniente que
te pueda provocar hoy.
Sia mostraba nuevamente esa
sonrisa llena de seguridad y amor, esa sonrisa tan perfecta, tan divina, tan
admirada que llenaba a cualquiera de felicidad. Instantáneamente, el rechinido
del metal oxidado del alicate se hacía presente, junto con un brote de sangre
del oído del hombre.
-¡¡Aaahhhhhhhhg!!
El hombre gritaba como si no
hubiera mañana, se empezó a llenar de sangre, gritaba cada vez más desesperado,
la cara de Sia se ensuciaba por la fuente de sangre que tenía en frente, con la
misma sonrisa falsa colocó el alicate en el otro oído
-¿Qué estás diciendo 625? No
te escuchó por los gritos, ¿crees que debería ir mejor con tu nariz, después
del oído? No es mala idea.
Nuevamente el alicate
oxidado entonaba su sonido escalofriante, en combinación con los gritos del
hombre, parecía una sinfonía orquestada por el mismísimo Lucifer con un
escenario pintado por el Dios de la desesperación.
-¡¡Aaahhhhhhhhg!! ¡¡Aaahhhhhhhhg!!!!!
En la sala oscura, ahora se
alcanzaban a ver destellos rojos, el silencio reemplazado por los gritos y el
metal oxidado hacía juego con la decoración, en medio estaban 2 hombres, uno sufriendo y
agonizando, mientras el otro sonreía tan fervientemente.
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