HOLA, AYER NO PUDE PUBLICAR PERO HOY LES TRAIGO UN NUEVO CAPITULO.
Capítulo 11
Después de ese repentino
evento, Jean continuó vagando por los laberintos con Sila a su lado por
supuesto.
Sin poder moverse como
quería debido a su empalagosa “novia” decidió cambiar su táctica, ella no
dejaba de preguntarle sobre sus gustos, desde comida hasta su color favorito.
El joven cerró los ojos
momentáneamente y a su alrededor aparecieron docenas de esferas de color rojo
con un ojo central que abarcaba la mayor parte de su cuerpo.
-Dispérsense, vayan hacia
los pisos cercanos y muéstrenme todo-.
-Esos fueron muchos
familiares, eres impresionante. ¿Cómo
los obtuviste? ¿Acaso los creaste?-.
-No los cree, maté a un
Argos y obtuve una corona dorada que me dio esta habilidad-.
-¡Un guardián dorado! Y lo
dices como si no importara, en verdad tuve buen ojo contigo-.
Jean no dijo nada, a veces
era mejor mantenerse callado.
El patrullaje pronto se
convirtió en un paseo romántico para Sila y una marcha fúnebre para Jean.
-(¡Algún día quiero saber
por qué me pasan estas cosas!)-.
Estuvieron de esta manera
por cerca de una hora hasta que finalmente uno de sus familiares hizo un
descubrimiento, un grupo de tres hombres. Uno de ellos tenía el tatuaje de una
quimera en su cuello. Jean recordaba que uno de los criminales de la última
vez, durante su pelea con las aves de Estínfalo, tenía el mismo tatuaje en uno
de sus brazos.
Sin perder tiempo el joven
se dirigió a ese lugar.
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-¡No deberíamos estar aquí!
¡ El jefe está siendo irrazonable!-.
- ¡¿Y qué esperabas?. ¡Él es
el jefe!-.
-Ustedes dos manténganse
callados, la vigilancia de los caballeros ha aumentado considerablemente y
parece ser que también están bloqueando las habitaciones de los guardianes.
Nuestra misión es descubrir nuevas rutas para poder mantener este negocio. De
ninguna manera tenemos que enfrentarnos a los caballeros. Así que no se
quejen-.
Los hombres dejaron de
maldecir su trabajo. De repente uno de ellos se percató de algo raro, una
creatura esférica de piel roja con un único ojo inmenso central, los estaba
observando mientras flotaba arriba de ellos a tan solo unos metros de
distancia.
-¿Qué rayos es eso? ¿Es una
creatura de este lugar?-.
Los otros dos hombres
voltearon a ver a la figura que su compañero señalaba.
-Nunca he visto una creatura
como esa en estos lugares-.
-Si no nos ataca no le
haremos nada, es mejor evitar peleas innecesarias-.
El pequeño argos rojo en ese
momento sonrío mostrando una hilera de dientes largos y filosos, he
inmediatamente se dio a la fuga.
-¡Detente! ¡Déjalo en paz!
Si hay más como esa cosa podrías morir-.
El más viejo detuvo a su
compañero, los monstruos en el laberinto por lo general andaban en grandes
grupos.
-Continuemos, tenemos que
reunirnos con el otro grupo-.
Los criminales prosiguieron
con su ruta programada, aunque el trabajo era peligroso las recompensas valían
la pena. Detrás de todo, por lo que su jefe les había dicho, había una persona
asquerosamente adinerada que les pagaba sin demora por cada corona que le hacían
llegar.
La operación criminal en sí
era una gran estafa. Llenar de promesas de poder y gloria la mente de varios
estudiantes, introducirlos en las ruinas y dejar que pelearan con los
guardianes. Si los desafortunados estudiantes morían, ellos no perdían mucho.
Si alguno de los escolares lograba vencer a un guardián y obtener una corona.
El grupo criminal se las arrebataba y la entregaban a su contratante.
Aprovechaban el hecho que
las puertas de las habitaciones de los guardianes de bronce y plata permanecían
abiertas todo el tiempo, lo que les permitía observar la situación y robar el
trofeo en el momento indicado.
Su contratante solo buscaba
una cosa volverse fuerte sin esforzarse ni poner en peligro su propia vida. Era
una persona detestable, cobarde y asquerosa incluso para los estándares de esos
criminales, pero tenía dinero.
Los criminales harían lo que
fuera por dinero.
Cuando llegaron al punto de
encuentro, los tres hombres no pudieron hallar al otro grupo, y comenzaron a
preocuparse.
Unos minutos después
apareció uno de sus compañeros pero estaba malherido, antes de caer y colapsar
dijo unas cuantas palabras.
-Los caballeros de la
ciudad… nos encontraron-..
-¡Y aun así te atreviste a
venir aquí! ¡Hubieras dejado que te mataran! ¡Ahora nos has puesto en una
difícil situación!-.
Uno de sus “compañeros” le
pateó en el estómago hasta que él pobre moribundo perdió la vida.
-¡Salgamos de aquí
inmediatamente!-.
Antes de que pudieran
intentar escapar, una densa niebla los envolvió.
-Ustedes no escaparán. No
gasten sus energías inútilmente-.
Una voz fría se escuchó.
-¡¿Quién eres tú?!-.
La respuesta de Jean fue
simple. A través de la neblina los ojos de decenas de Argos podían ser vistos
como si fueran fuegos fatuos. Una lluvia de esferas de fuego cayó sobre los
malhechores, quienes solo alcanzaron a dar un miserable grito.
Instantes después la neblina
se despejó, no tardó mucho tiempo en llegar al lugar un grupo de caballeros
liderados por Leil Rewn.
-Buenas noches Señorita Leil
Rewn y compañia-.
Jean los recibió
educadamente.
-¿Nox? ¿Qué haces aquí?-.
Leil estaba ligeramente
sorprendida de encontrarlo en ese lugar.
-Decidí hacer de este asunto
algo personal, así que regresé a buscar a esos desgraciados que me fastidiaron
la última vez-.
Sila aferrada al brazo de
Jean veía con aprensión a la Líder de los caballeros y viceversa.
-Mucho gusto en conocerla
Señorita Leil Rewn, líder de los caballeros de la Ciudad, mi nombre es Sila
Voc. Soy la novia de Jean-.
La dama de la noche decidió
presentarse sin que nadie se lo pidiera.
-Igualmente un placer
conocerle Señorita Sila Voc-.
Leil respondió educadamente,
y luego regresó su mirada desde la bella señorita hacia Jean.
El joven sintiéndose un poco extraño cambió el tema de conversación.
-Leil Rewn atrapé a estos
tres hombres, los dejé inconscientes para que no intentarán quitarse la vida,
sería bueno que los llevemos a otro lugar para interrogarlos-.
-Sí estoy de acuerdo con
eso, pero no es necesario que te involucres más con esto, ya te he causado
muchos problemas, además es mi responsabilidad lidiar con esta clase de
asuntos-.
Jean suspiró ante la actitud
de la mujer.
-Ya es demasiado tarde para
eso, aunque me pida que no me involucre lo haré-.
-Aunque nos hayas ayudado
antes, si haces algo que perjudique nuestra misión te arrestaremos-.
-Me preguntó si tienen la
habilidad para hacer eso-.
Sila dejó salir un comentario
provocador. Ella tenía confidencia en lo que decía pues había visto la
grabación de Jean peleando contra los ciclopes en la Ciudad Acorazada, el
director se la había facilitado, sorprendida por lo que vio decidió espíar a
Jean para determinar qué clase de
persona era.
-Tú…-
Leil Rewn al escuchar eso no
pudo evitar mostrar una expresión de disgusto, pero ella sabía que realmente no
era rival para ese joven estudiante, sus subordinados también estaban
ligeramente enojados.
-Sila, por favor…-
Jean le suplicó a la
señorita que no continuara.
-Lider Rewn, si esa es su
disposición lo aceptaré. Pero tenga en cuenta que no deseo que una situación
como la del Baile del Fuerte se vuelva a repetir. Por el momento me retiro no
quisiera interrumpir su trabajo-.
El joven respondió omitiendo
aldrede el nombre de la mujer, después se dió media vuelta y continúo su
camino.
-Jean espera-.
La líder de los caballeros
le detuvo, Jean solo volteó ligeramente su cabeza y la miró de reojo.
-Toma esto es tuyo, es de la
batalla con las Aves de Estínfalo, creo que tú te lo mereces-.
El joven observó la corona
dorada por unos instantes y luego respondió.
-Quédesela, yo realmente no
estoy en necesidad de algo como eso, además peleamos como equipo-.
- ¿Ah? Creo que no entiendes
el valor de este tesoro-.
-Lo comprendo muy bien, si
quiero otra solo tengo que vencer a un guardián dorado-.
Leil quedó en absoluto
silencio por un breve momento, para ella ese objeto era raro e invaluable, para
Jean era algo común.
Los ojos de Sila Voc brillaban
como estrellas, estaba fascinada con su novio.
-No
puedo aceptar esto-.
La
líder de los caballeros insistió en su negativa.
-Por
favor quédeselo, sin importar que habilidad obtenga de ella será de provecho
para volverla más fuerte. Úsela para atrapar a estos criminales. Estoy seguro
que la profesora Seyd también estaría de acuerdo-.
Sin
esperar una réplica Jean se alejó del lugar.
Algunos caballeros se
acercaron a hablar con Leil.
-Lider, creo que no sería
mala idea dejar que él nos ayudara-.
-Yo opino lo mismo, Jefa-.
-Es mejor tenerlo cerca que
dejarlo que se mueva por su cuenta-.
-Aunque técnicamente es un
estudiante, sus habilidades son verdaderas-.
-Si él quiere participar
debemos permitirlo, Tal vez podríamos reclutarlo cuando termine con sus estudios-.
-No digan más lo hecho,
hecho está, solo tenemos que cumplir con nuestro deber y solucionar esta
situación lo más rápido posible-.
Los hombres que
intervinieron conocían a Jean, la
mayoría eran sobrevivientes de la batalla del fuerte, uno era el caballero
subordinado que estuvo en el evento de las Aves de Estínfalo.
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Jean regresó a la Academia
Shade, ahí se separó de Sila prometiendo encontrarse nuevamente más tarde. El
joven ahora tenía un plan, sellar las puertas de los guardianes y buscar al
grupo criminal que él había denominado como “Manticora” pues todos tenían un
tatuaje de esa bestía Mitica, esto lo constató revisando los cuerpos de los
cuatro hombres que encontró.
Si los cazaba uno por uno al
final encontraría a la persona que estaba detrás de todo.
Antes de dormir añadió
conjuros defensivos y ofensivos así como barreras mágicas a su dormitorio, no
quería que otro incidente como el de Sila se repitiera.
Cuando por fin el sol apareció,
el joven se levantó, se aseó y se dirigió hacia el centro de la Ciudad, ahí
compró alimentos para él y su nueva mascota, así como otros materiales
necesarios para sellar las puertas de los guardianes.
Después de atender al lobo y
tomar un desayuno, salió hacia los laberintos. En esta ocasión afortunadamente
no encontró a Sila.
Las cosas fueron bastante
bien, durante toda la mañana pudo sellar en total 10 puertas, el nivel en el
que se encontraba era el septimo. Todo lo hizo sin que los caballeros de la
ciudad se dieran cuenta, usando sus Argos rojos para encontrar sus objetivos.
-Eso debería ser suficiente
para darles un dolor de cabeza-.
Satisfecho Jean decidió
dejar el lugar, sin embargo algo llamó su atención, o mejor dicho la atención
de uno de sus miniargos, el cual no dejaba de mirar fijamente una pared de roca
sólida.
Jean decidió revisar ese
lugar y puso sus manos sobre la pared, pero como si no hubiera nada estas la
atravesaron.
-¿Una habitación oculta?-.
El joven entró sin perder tiempo
movido por la curiosidad. Lo que halló fue una bella y enorme habitación, con
grandes columnas exquisitamente adornadas con patrones grabados de flores,
animales y bestias míticas. En el suelo hasta donde la vista alcanzaba grandes montículos
de monedas de plata llenaban el lugar, mas allá hasta el fondo y en el centro
un suntuoso trono plateado se elevaba y sentado en él estaba una estatua metálica
de un hombre, de un rey humano.
Jean detuvo sus pasos y
volteó hacia atrás ligeramente sin perder de vista a la estatúa frente a él. El
joven pudo observar que por donde había entrado, una gran puerta doble se estaba
cerrando.
-Un guardián…esto debe ser
Karma… recientemente le dije a Leil que si quería una corona dorada solo tenía
que matar a otro guardián. ¿Me pregunto si la voluntad de estas ruinas me
escuchó?-.
Clank, clank, crack.
El monólogo de Jean fue
interrumpido, el rey metálico comenzó a levantarse de su trono, su altura era
de más de tres metros. Lentamente dio un paso hacia adelante y cuando su
inmenso pie toco el suelo de piedra este inmediatamente se convirtió en metal,
la zona de efecto no parecía detenerse todo el suelo comenzó a tomar el color
plateado.
-Esto se va a poner feo-.
El joven al ver eso comenzó a preocuparse. Antes de que fuera alcanzado
por ese poder, Jean pronunció un conjuro.
-La muerte siempre llega
alada aquellos que la buscan, y yo soy un buscador de tal verdad-.
Unas alas compuestas de
huesos con una delgada membrana como la de los escarabajos uniendo cada parte
salió desde su espalda, y lo elevó en el aire. Lo cual fue una decisión
acertada.
El extraño poder continuó
engullendo todo, incluso las columnas, las paredes y el techo.
-(Si una persona se fuera a
topar con este monstruo indudablemente necesitaría una habilidad de vuelo, de
otra forma sería convertido en una estatúa de plata. Llamaré a esta criatura Midas como el rey de la leyenda, solo que en
esta ocasión no es oro sino plata)-.
El frío guardián no parecía
afectado por que su enemigo haya logrado escapar de su primer ataque. El Midas
de plata levantó sus brazos y enfrente de él una gran cantidad de monedas se
elevaron desde el suelo y siguiendo sus instrucciones volaron hacia Jean a gran
velocidad.
-Señor del rayo, confiere tu
favor a este necesitado guerrero y bríndale un escudo que el mal no pueda
penetrar ¡Égida!-.
En su brazo derecho apareció
un escudo plateado con labrados de serpientes negras en su frente.
La lluvia de monedas cayó
sobre él. Jean se escondió detrás de su
confiable defensa. El ruido de estas chocando con el escudo fue ensordecedor,
poco a poco el silencio reino nuevamente.
Jean bajo ligeramente su
escudo, y movió sus ojos escaneando el área y para su sorpresa, no pudo
encontrar a su enemigo, un sudor frío recorrió su espalda, todos sus instintos
gritaban peligro.
Tzz, tzz, tzzzzzzzzzzzz.
Un ruido de estática, como
un anunció de tragedia llegó a sus oídos, movió su cabeza sin pensarlo hacia la
dirección de ese sonido.
Arriba de él, en el techo
como si fuera una araña el Midas de plata se encontraba mirándo al joven y en
su boca una esfera de poder se había formado. Una lanza de Luz salió disparada
hacia Jean. Él intentó esquivarlo pero no pudo hacerlo completamente, el haz de
luz atravesó el escudo de Égida y alcanzó a herir el pecho y la pierna
izquierda de Jean.
Jean haciendo algo de distancia
revisó sus heridas, el calor de ese ataque había cauterizado las heridas,
evitando que la sangre se derramara.
-(¡Que suerte tuve!, solo me
rozó, si ese ataque hubiera sido de frente, sin duda hubiera atravesado algún órgano
principal) “El más grande y valeroso guerrero, sacrificando un brazo ataste al
gran mal hasta los tiempos del Ragnarok, por tu inmensa bravura te pido hagas
lo mismo con la bestia delante de mí”-.
Jean contraatacó. Cadenas
negras se envolvieron alrededor de su enemigo, haciéndolo no poder continuar sosteniéndose
del techo.
El Midas de Plata comenzó a
caer, mientras intentaba liberarse de sus cadenas. El joven ya podía visualizar a la estatúa rompiéndose
en múltiples pedazos al chocar contra el suelo, pero su enemigo era más rudo de lo que aparentaba. Las
cadenas mágicas se transformaron en plata que fue absorbida prontamente por
Midas, recuperando su postura cayó de pie en el suelo y volteó a ver desafiante
a Jean.
Nuevamente levantó sus manos
y manipuló las monedas de su alrededor. Jean en esta ocasión sabía que no podía
perder de vista a su enemigo y cambió sus tácticas de defensa.
-“Escudo de lamentaciones”-.
Un domo de almas cuyos
rostros mostraban estar agonizando rodearon a Jean.
Las monedas chocaron sin
poder atravesar la férrea defensa, el Midas nuevamente comenzó a reunir en su
boca la energía necesaria para crear la lanza de luz.
Jean también hizo sus
preparaciones.
-“Ferus Ignis”-
Un fuego intenso envolvió al joven.
- “Amada
noche, refugio del asesino y también de los amantes ilícitos, como un hijo de
la oscuridad, yo mendigo tus bendiciones. Vísteme con tú enigmática túnica,
ocúltame de la Luz”-.
La oscuridad engulló a Jean
lentamente, después se solidificó en una bella armadura negra.
El Midas de Plata lanzó su
ataque pero Jean ya preparado, lo esquivó. Jean se había dado cuenta que el
control de su enemigo sobre las monedas desaparecía cuando este usaba la lanza
de luz. Sin embargo no quería arriesgarse a que su hipótesis sea falsa y
terminar lleno de agujeros, por eso se cubrió con una armadura de oscuridad.
Deshaciendo su grotesco escudo contraatacó.
-“Señor del Sol y Soberano
de todas las artes, te imploro tu ayuda para que la oscuridad no apague la Luz,
para que la ignorancia de las bestias no alcance la sabiduría de los seres
pensantes, bendice mis flechas para que no erren el corazón de mis enemigos”-.
La miríada de flechas
atravesó sin piedad el cuerpo de su enemigo, que fue arrastrado por la fuerza
de las flechas hasta el suelo, pero el también contraatacó, la hipótesis de
Jean fue incorrecta, miles de monedas volaron hacia el joven y chocaron contra
su armadura.
La armadura mostró abolladuras
y depresiones en toda su extensión pero no fue atravesada, afortunadamente Jean
pudo soportar el castigo.
-¡Eso dolió, desgraciado!-.
En el suelo el Rey Midas
estaba tirado miserablemente lleno de huecos, un líquido de color azul se
derramaba desde sus heridas. A pesar de su triste estado el enemigo aún no
estaba derrotado.
Los montículos de monedas
fluyeron hacia él y fundieron con su cuerpo, rápidamente sus heridas se repararon, pero
no solo eso, su tamaño aumentaba con cada segundo.
Finalmente alcanzó una
altura de mas de diez metros y lanzó un grito cargado de furia.
-Muy bien, prepárate, yo
también iré en serio-.
El fuego de Jean cambió de
color, primero rojizo, luego carmesí y finalmente azul. Sin demora disparó
varias flechas hacia el rostro de su enemigo.
Este solo se cubrió con una
mano, y después brinco hacia una columna y desde ahí se impulsó nuevamente
intentando golpear a Jean, el joven lo esquivó con facilidad, pero al Midas de
plata no le importó y continuó atacando sin cesar, después de todo solo
necesitaba tocar una sola vez a su enemigo para ganar.
-¡Ni creas que dejaré que me
toques monstruo!-.
Jean Y Midas intercambiaron
ataques sin cesar, pero cada vez que el
joven lograba hacer daño considerable, su enemigo solo absorbía más monedas.
El Midas de vez en cuando
probaba suerte usando las monedas como proyectiles pero antes de llegar a Jean
se derretían.
-¡Me he divertido mucho pero
ya es hora de terminar con esto!-.
-¿Tú quieres ser Rey?
¿Piensas que todo es placer y gloría? ¿Crees poder hacer un mejor papel que yo?
Esta bien, solo por hoy te daré mi trono, solo por hoy haz lo que quieras ¡Pero
pobre infeliz, no te sorprendas si al final la espada que pende sobre el
codiciado trono por fin decide caer! ¡Espadas de Damocles!-
Una multitud de espadas
doradas se formaron de la nada y atravesaron al Midas de plata, que debido a su
tamaño no pudo esquivar ninguna, el guardián nuevamente cayó al suelo.
Sin dar tiempo a que el
enemigo se recuperara Jean lanzó el ataque final.
- Miseria, Muerte y
Putrefacción se extienden no importa donde los vivos vayan-.
Un miasma verdoso y marron
se extendió desde el cuerpo de Jean y
rodeó al Rey de plata después se extendió hasta el resto de la
habitación.
-¡Gruaaa! ¡Gyaaaaaa!-.
Los lamentos del guardián
llenaron el lugar, el miasma cesó y los resultados del combate se hicieron
evidentes, en el suelo la estatua de Midas extendiendo sus brazos hacia el
cielo se encontraba inmóvil, pero ahora ya no tenía el hermoso brillo plateado,
no solo él sino todo el lugar se había tornado de un aspecto desagradable del
color del plomo.
-Adiós pequeño Rey-.
Jean soltó una flecha de
fuego que atravesó el cráneo de su enemigo haciéndolo explotar, inmediatamente
todo su cuerpo colapsó convirtiéndose en polvo y en medio del aire una pequeña
corona de color plateado que emitía una tenue luz apareció.
El joven se acercó a
recogerla y después de examinarla, soltó un grito de frustración.
-¡Esto tiene que ser
una maldita broma ¡ ¡ ¿Solo era un guardián de segundo nivel? ¡Las aves de estímalo
fueron más fáciles! ¡El premio no corresponde con los riesgos! ¡Esto es injusto!-.
Tragandose el coraje que sentía, Jean colocó la corona sobre su cabeza soportando el terrible calor, una luz envolvió por unos instantes todo su cuerpo, cuando se desvaneció, la corona que había perdido su brillo se volvió polvo.
muchas gracias por los capítulos me encanta esta novela!!!! pero no puedo encontrar el capitulo 12 del volumen 3 no aparece en el menú ???
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