YA QUE LAS MODIFICACIONES DE LA PÁGINA ESTÁN LISTAS YA PUEDO PUBLICAR. LES DEJO EL SIGUIENTE CAPÍTULO. DISFRUTENLO.
CAPITULO 5
Dentro del domo de almas, Jean
dejó una pequeña ave de madera, según sus instrucciones cuando esta brillara
intensamente era la señal para que salieran de la barrera y contratacarán.
Aunque escucharon ese grito aterrador, este no les causo ningún daño, pero a
partir de eso pudieron comprender lo poderoso que era este conjuro pues
inmediatamente después que cesó el grito, todo el ruido desapareció, el graznido de
esas aves que les hizo desesperarse no se escuchó otra vez.
El ave comenzó a brillar, la
señal fue dada. Sin perder tiempo salieron del domo. Lo primero que vieron fue
la tierra llena de cadáveres de esas aves, aunque se asombraron no se
detuvieron a observar detalladamente. Sin piedad asesinaron a las aves que aún
estaban vivas.
Jean también se les unió
unos instantes después.
-¡Lo hicimos!-.
-¡Pensé que no lo
lograríamos!-.
-¡Eso fue intenso!-.
Cuando todos estaban celebrando, una de las cuevas más
grandes se sacudió violentamente. Una gigantesca criatura forzó su salida de
ahí.
Como las otras era un ave
pero su plumaje era de color dorado. Detrás de ella una decena de sus
sirvientes de bronce y plata le seguían
-¡Defiéndanse!-.
Gritó Jean.
El rostro de todos cambió,
la sangre abandonó su piel. La profesora
Seyd nuevamente conjuró su barrera especial.
El joven envuelto en fuego
recibió a su enemigo con un ataque mortal.
-“Aquellos que arden en
amor, odio o deseo, que la flama en su corazón nunca se extinga, que el
recuerdo de su ser nunca desaparezca, que el registro de sus actos no sea
borrado, que la esencia de su ser no sea olvidada, ¡Aquí y ahora griten que
alguna vez existieron! ¡Fuegos Fatuos”!-.
Una multitud de rostros de
fuego se lanzaron contra el ave dorada. Y explotaron al hacer contacto.
-¡Craaaaaa!-.
-¡Encárguense de los
pequeños! ¡Déjenme al grande!-.
El monstruo soltó un lastimero
graznido, y cayó al suelo. Jean corrió hacia él y se subió en su espalda antes
de que esta alzara el vuelo nuevamente, si podía forzar una pelea cuerpo a
cuerpo, ese monstruo no sería capaz de usar sus plumas envenenadas.
El ave
realizó varias maniobras intentando liberarse del joven pero no lo logró, Jean
se aferró con todas sus fuerzas al cuerpo de su enemigo.
La bestia molesta se azotó
contra el techo sin importar que ella también se hicera daño, ante ese terrible
ataque la armadura de Jean comenzó a fragmentarse, las alas del ave también se
mancharon de sangre plateada.
-¡Si así quieres jugar
maldita ave, entonces no llores después! ¡Maldición esto va a doler mucho!-.
-“El más grande y valeroso
guerrero, sacrificando un brazo ataste al gran mal hasta los tiempos del
Ragnarok, por tu inmensa bravura te pido hagas lo mismo con la bestia delante
de mí”-.
Largas y gruesas cadenas
aparecieron de la nada y se enroscaron alrededor de ambos. Al no poder batir
sus alas el ave cayó junto con Jean.
El sonido de la colisión fue
ensordecedor. Ambos bandos voltearon a ver qué había pasado.
En el suelo se encontraba el
ave dorada y encima de ella el joven envuelto en fuego, las alas del monstruo
estaban destrozadas. La armadura de Jean se hizo añicos una de sus piernas
estaba en una dirección anatómicamente incorrecta, así igual se encontraba su
brazo derecho, de su cabeza escurría una gran cantidad de sangre.
-¡Jean!-.
-¡Nox!-.
Los gritos de sus amigos no
se hicieron esperar. Unos breves momentos pasaron y Jean fue el primero en
recuperarse, de su boca salieron unas inmensas carcajadas
La gran bestia comenzó a
retorcerse, pero pronto se dio cuenta de que ya no podía volar.
-¡Mientras más grandes más
duro caen! ¡No pienses en escapar! ¡Hoy tengo ganas de comer pollo asado!-.
-"¡Oh Amado padre, los egoístas y
estúpidos hombres han robado, degollado y devorado a mis ovejas, la tristeza me
abruma, dejaré de alumbrar a los vivos y
bajaré a la tierra de los muertos hasta haber recibido la merecida
justicia!"-.
Una inmensa explosión de
fuego iluminó la habitación, el grito agonizante del enemigo fue lo único que
se escuchó.
Cuando todo se calmó, solo el cadáver calcinado del guardián dorado
quedó, Jean se encontraba sentado encima de la carcasa, en su mano sana sostenía
un pedazo de carne asada que arrancó de su enemigo, sin retardo en sus acciones
comenzó a devorarla.
-¡Delicioso! ¡Mucho mejor
que la carne de Roc de Montaña!-.
Al ver esta escena las aves restantes huyeron
aterrorizadas.
La profesora Seyd, Carmil Carm, Leil Rewn y su subordinado
quedaron pasmados con la boca abierta. Ninguno sabía que decir.
Después de comer dos grandes
porciones más, las heridas de Jean se repararon. Inmediatamente bajó del “pollo
asado” y caminó hacia sus amigos.
-¿Están todos bien?-.
Con una actitud despreocupada
el joven le preguntó a sus amigos.
-Si-.
-Estoy bien-.
-No me pasó nada-.
-Excelente, ya es hora de
que salgamos-.
Mientras hablaba las puertas
de la habitación se abrieron de par en par. Al mismo tiempo una corona que emanaba
luz dorada se formó en medio de ellos y descendió al suelo.
-“Ahora sí, lo hicimos”-.
Todos celebraron, de alguna
forma nadie de su grupo murió en esta batalla. Pero algo manchó su alegría.
-¡Aghh!-.
La profesora Seyd cayó al
suelo retorciéndose agarrando su brazo derecho, en el cual había una herida de
color negro, la sangre no dejaba de brotar.
-¡Esto es… ella fue
envenenada! ¡La pluma no se incrustó en su cuerpo, solo le rozó la piel! ¡Si me
hubiese dado cuenta podría haber usado la flama purpura para tratarla! Pero
ahora es tarde-.
Jean puso a trabajar su
mente a toda velocidad buscando una solución mientras revisaba el estado de la
mujer.
-¡Debemos llevarla
inmediatamente al hospital de los caballeros! Ahí tenemos muchos antídotos-.
Leil Rewn también entró en
pánico y no podía pensar con propiedad, cayó de rodillas en el suelo pensando
que todo fue su culpa, ya que ella invitó a la profesora Seyd a explorar el
lugar junto con sus caballeros
-Eso no servirá el veneno ya
se esparció por todo su cuerpo-.
-¡¿Entonces qué hacemos?!-.
Buscando en un rincón de su
mente el joven halló una respuesta.
-Sacrificio…-.
Fue la única palabra que
salió de su boca. Inmediatamente volteó a ver a su compañero.
-Carmil, escucha bien. Voy a
usar la técnica de “Sacrificio”. Quedaré un estado terrible, tardaré un par de
días en recuperarme. Durante ese tiempo no dejes que usen magia sagrada en mi.
¿Entendiste?-.
-Yo….-.
-Dije ¿Qué si entendiste?-.
-¡Si!-.
Después de escuchar la
confirmación de su compañero, Jean puso manos a la obra o mejor dicho labios a
la obra. Sin pedir confirmación o permiso besó a su profesora apasionadamente.
Incluso en su triste estado los ojos de la mujer elfo se abrieron en sorpresa. Pronto el
color que había perdido regresó a su rostro, el calor inundó todo su cuerpo y
las heridas que había recibido desaparecieron lentamente, también su energía
interna se regeneró hasta el tope.
Pero al mismo tiempo, el
color desapareció del cuerpo de Jean, ahora parecía una estatua de mármol, su
temperatura bajo al mínimo, y heridas empezaron a aparecer por todo su cuerpo.
Después de un largo tiempo por fin se separó de la bella mujer y se desmayó.
Las llamas que había
alrededor de su cuerpo desaparecieron, incluso el conjuro que ocultaba sus
cambios físicos por el paso de las estaciones no pudo mantenerse, su cabello,
cejas y pestañas se tornaron dorados, también sus ojos pero al tener sus
parpados cerrados no había forma que pudieran saberlo. La expresión de paz y
serenidad en su rostro lo hacían parecer una bella muñeca.
Los presentes no pudieron más
que pensar en el cuento de la bella durmiente.
Carmil Carm al escuchar la
petición de su amigo, pensó que lo que creía de Jean Nox Crow definitivamente
tenía que ser real. Primero el olor y sabor de su sangre, luego el hecho de que
le pidió que no dejará que usaran magia sagrada en él. Pensando más a fondo la habilidad y
conocimientos que poseía no concordaban con la edad que supuestamente tenía. El
enigma de Jean Nox Crow parecía por fin desvelarse.
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La profesora Seyd y los
demás trasladaron al inconsciente Jean al hospital de la Academia ya que era el
más cercano. Obviamente Leil Rewn insistió en llevarlo a la sede de los
caballeros, pero la mujer elfo le aseguró que en su laboratorio privado tenía
algunos antídotos y pociones reservadas para este tipo de casos.
Jean recibió un tratamiento
suministrado por la misma profesora Seyd y un sanador que acudió a auxiliar por
orden de la líder de los caballeros.
Carmil Carm cumplió las
instrucciones que su compañero le dio, el sanador quiso tratar al joven con
magia sagrada, pero él se lo impidió diciéndole que Jean usó un conjuro
especial que negaba los efectos de dichas técnicas.
Aunque incrédulo el sanador
cambió su tratamiento. El paciente se estabilizó en un lapso de seis horas. La
directora fue informada por su hermana sobre los eventos y ella a su vez le
avisó a la profesora Marshall.
Durante todo un día a nadie
mas que a cuatro personas se les permitió ver a Jean: la directora Seyd, la
profesora Seyd, la capitana Marshall y el presidente del consejo estudiantil.
Pero apartir del segundo
día, las tres L al notar la ausencia de Jean, acudieron al consejo estudiantil
en busca de información, ahí Carmil les explicó lo que había pasado omitiendo
ciertos detalles. Finalmente despues de mucho insistir la directora les
permitió visitar a su compañero.
-Por lo que el presidente
del consejo estudiantil nos dijo, realmente pensé que Jean se encontraría
gravemente herido, pero según la profesora Seyd la mayor parte de sus heridas
ya fueron tratadas. Ahora mismo Jean está en un estado de meditación para
recuperarse por completo-.
Lili comenzó a evaluar la
situación.
-Jean nos preocupó mucho,
siempre se mete en esta clase de situaciones. Cuando despierte, necesito darle
un buen sermón para que tenga mas cuidado la próxima vez-.
Liz estaba aliviada al ver
que la situación no era tan grave como había pensado. Aun así se enojó
ligeramente ante las acciones temerarias de su compañero.
-Bueno en este caso, no
terminó así gracias al enemigo-.
Laur era la más informada de
las tres.
-¿Qué quieres decir con
eso?-.
-¿El presidente del consejo
te contó algo más?-.
Sus dos amigas
inmediatamente se interesaron.
-Carmil Carm no me dijo nada
más, fue la profesora Seyd que me contó por qué Jean terminó así. Ellos se
enfrentaron con una multitud de aves de Estínfalo, las plumas de estas
criaturas contienen un poderoso veneno. Durante la pelea la profesora Sey
resulto envenenada y recibió daño fatal a sus órganos. Para salvarla Jean usó
la técnica de “Sacrificio” para absorber
el veneno y el daño que ella recibió-.
-Jean es una persona muy
noble-.
Los ojos de Liz se llenaron
de lágrimas de emoción.
-Si definitivamente es un
gran tipo-.
Laur coincidió con la
opinión de su compañera.
-Aunque algunos de sus
comportamientos son extraños, el hecho de que se sacrificará por otra persona
es digno de admiración. Siempre he pensado que tiene madera para llegar a ser
un gran paladín, al fin y al cabo la técnica de sacrificio solo la pueden
realizar los paladines. Aunque ciertamente no me extraña que Jean la domine-.
Lili también se sentía
orgullosa por la actitud caballerosa de su compañero.
-Eso solo dices porque
quieres poner tus garras en él. Si Jean se vuelve un paladín estoy segura que
tu tía que es un Gran paladín te ayudaría a ganar su amor-.
-¡Que cosas dices Laur! ¡Yo
solo admiro a Jean! ¡Eso es todo!-.
El rostro de Lili enrojeció
no dejando ni un rincón de piel de otro color.
-Si como digas. Sabes Lili,
es extraño que no hayas dicho nada más. Después de todo Jean tuvo que besar a
la profesora Seyd para usar la técnica de sacrificio-.
La belleza rubia soltó una
gran bomba de información. Liz quedó petrificada. Lili sintió que escupía
sangre producto de una grave herida interna. Lentamente la doncella de cabello
aquamarino volteó su rostro en dirección de Laur y preguntó.
-¿Qué dijiste?-.
-Lo que escuchaste, Jean
puso sus labios encima de los de una bella mujer elfo. La profesora no me lo
dijo directamente pero por su comportamiento demasiado sospechoso me puse a
investigar en la biblioteca y descubrí como funcionaba la técnica-.
-Tal vez podrías estar
equivocándote…-
Laur interrumpió a su
compañera.
-No lo creo, todo tiene
sentido desde mi punto de vista. Pero si quieres escapar de la realidad no te
detendré. Curiosamente también descubrí que los elfos a cuya tribu
pertenece nuestra profesora, tienen una interesante tradición ¿Quieres saber en
qué consiste?-.
La doncella rubia mostró una
gran sonrisa. Ella estaba disfrutando el hecho de molestar a su compañera. Lili
trago saliva antes de responder.
-Dime por favor-.
-Aparentemente un beso
representa mucho para ellos, y solo se da entre esposos-
-¡¿Ehhhhhhhhhhhh?! ¡Oh no!
¡¿Qué hago?!-.
-No tienes que hacer nada,
tú dijiste que solo admiras a Jean. Así que no debería haber ningún problema-.
-¡Se lo que dije! Pero,
pero…-.
Laur soltó una carcajada y
luego intentó consolar a su amiga.
-No te preocupes, estoy
segura que ese beso no cuenta ya que fue para salvarle la vida-.
-¡Tienes razón, fue
inevitable… si eso debe ser, no cuenta ya que la situación era muy especial!-.
Lili sostenía su pecho con
ambas manos, respiraba profundamente intentado tranquilizarse.
-Eres mala Laur-.
Liz regresó desde su estado
de petrificación y regaño a su compañera, esta solo soltó una risita.
-Bueno cambiando de tema,
¿no les parece que Jean parece una bella durmiente así como está?-.
-Ahora que lo dices, se ve
lindo cuando duerme-.
-Él es mayor que nosotras
por un año, se supone que tiene dieciséis. Pero aun así no puedo evitar pensar
que se ve muy joven-.
-¡AH! Tengo una idea, ya que
Jean hizo que nos preocupáramos por él. Deberíamos castigarlo-.
A Laur se le ocurrió una
terrible idea.
-Castigarlo ¿Cómo?-.
Lili y Liz preguntaron al
mismo tiempo. Laur se acercó y les susurró al oído dulces palabras.
El rostro de las tres
doncellas mostró una sonrisa de oreja y oreja.
-¡Estoy favor!-.
-¡Cuenten conmigo!-.
-¡Muy bien! En ese caso
preparemos todo-.
Las tres señoritas salieron
de la habitación a toda prisa en dirección a sus habitaciones.
Unos cuantos minutos después
regresaron con varios set de ropa y una cámara.
-Liz vigila que nadie
venga-.
Laur dio la orden.
-Entendido-.
-Lili, tú te encargarás de
la cámara-.
-Muy bien-.
La doncella rubia se
encontraba sentada a lado de Jean intentando poner encima de sus ropas un
vestido de mujer de color rosado sumamente adornado con listones y moños.
-Empiezo a dudar que esto
sea buena idea-.
-Vamos Lili, tú también
quieres ver como se ve Jean con este tipo de ropas. En condiciones normales
aunque le rogáramos que se las pusiera no nos haría caso-.
-Está bien, tienes razón
pero apúrate-.
-Listo. Ya le puse el primer
vestido. Afortunadamente Jean no pesa mucho…eso me deprime un poco-.
La doncella de cabello
aquamarino no perdió la oportunidad y tomó varias fotos en diversos ángulos.
Después del vestido rosado le siguieron toda clase de prendas, góticas,
casuales, deportivas, incluso el uniforme femenino de la Academia.
Finalmente llegaron
al extremo de maquillar a su compañero.
-¡Kyaa! ¡Qué lindo se ve!-.
-¡Bellisimo! ¡Todo le queda
bien!-.
-¡Ahora comprendo porque
incluso hombres se interesan en Jean! ¡Se ve divino!-.
La verdad sea dicha en ese
momento el desdichado joven parecía una muñeca de porcelana con la cual todas
las señoritas podían jugar.
Las tres señoritas estaban
totalmente emocionadas e inmersas en sus actividades. Hasta el punto que
olvidaron cuidar la puerta.
Una hora después de que
iniciaron su sesión fotográfica, la profesora Seyd entró en la habitación sin hacer ruido y contemplo
a sus estudiantes.
Voluntariamente tosió para
hacer notar su presencia. Las tres estudiantes quedaron paralizadas y
lentamente voltearón en la dirección de donde vino el sonido.
-Buenas tardes profesora
Seyd… esto no es lo que parece-.
Liz lanzó un pretexto absurdo.
-Mmm, Tres señoritas tomando
fotos y travistiendo a un compañero, mientras él está inconsciente. Si la
directora se entera probablemente las expulsaría-.
-Por favor no le diga.
Juramos no volverlo a hacer-.
Lili también estaba
preocupada, no quería una mancha como esta en su expediente.
-Profesora Seyd, le daremos
una copia de todas las fotos que tomamos. Si nos perdona-.
Después de pensarlo por unos
momentos la mujer elfo respondió.
-Jean Nox Crow es su
compañero, y no creo que quiera que las expulsen. Así que no diré nada pero
deben prometerme dos cosas. Primero no volverán a hacer algo así, y segundo le
deberán pedir una disculpa cuando recobre la conciencia-.
-¡Lo prometemos!-.
-En ese caso se pueden
retirar la hora de visitas ya terminó-.
Las tres L salieron
inmediatamente de la habitación.
-Estas Señoritas, ¿Qué clase
de relación tienen con Jean Nox Crow?-.
Sin pensar más en eso, la
bella elfo continuó con su tratamiento. Colocó sus manos en el pecho de Jean y
transfirió su energía para que este pudiera recuperarse más rápido.
Pasada media hora se detuvo.
-De esta formará tardará
mucho, debo aumentar la superficie de contacto para transferir una mayor
cantidad de energía…pero hacer eso es un poco…-.
El rostro de la mujer se
enrojeció ligeramente.
-No debo pensar en eso, él
me salvó la vida. Es lo mínimo que debo hacer por su bien. Además no es como si
estuviera haciendo algo malo-.
Terminado su monologo la
bella elfo, tomo su decisión. Caminó hacia la puerta y le puso seguro, después
se dirigió hacia las ventanas y observó el atardecer, cuando el sol se ocultó
jaló las cortinas y apagó los cristales que emitían una hermosa luz.
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