Hola a todos mis lectores que aun quedan por aquí, se que este capitulo se tardo varios meses en ser subido, sin embargo mis razones ya las he dicho. Solo informarles que los capítulos se subirán cada 3 semanas en caso de atrasarme con esto informare en la pagina de facebook, más sin embargo me comprometeré a ser lo más puntual que mi horario me permita.
Ahora, con todo esto claro informare que estamos a pocos capítulos de terminar esta historia. Si mis cálculos son correctos los próximos dos episodios aclarare una de las mayores dudas de la historia. Espero disfruten este capitulo y gracias a todos por seguir mi novela.
PD. No olviden comentar que les pareció este capitulo y si están de acuerdo con los sucesos en este.
Capitulo
XV
“Ascensión”
Estados unidos,
Aeropuerto de New York.
18
de julio del 2021, 7:00 pm
Han pasado un par de años
desde la última vez que vieron a su amigo y hermano, las cosas han cambiado
mucho más de lo que han imaginado, sin embargo la esperanza de poder
encontrarlo jamás se apagó.
Desde aquella noche de
marzo que se alejó sin dar pista alguna sobre su paradero, Nathalia jamás
descanso. Primero, se encargó de cumplir la promesa que le había hecho a
Dimitri; alojó a Beowulf en su casa, dándole todo lo que necesitara en momentos
como esos.
La familia Williams había
sido chantajeada por Anthony y a pesar de que las autoridades no encontraron
conexión alguna con ellos, el peso de todas esas muertes causadas en la ciudad
los atormentaba. Lo menos que podían hacer era intentar ayudar a todos los
sobrevivientes de la masacre; esto incluía al hermano menor de Dimitri. Le
entregaron al pequeño niño el apellido de la familia y todos los lujos que esto
implicaba.
— ¿Estas segura que esta
vez podremos encontrarlo? —Beowulf intentaba esquivar todos los peatones que
caminaba por el aeropuerto. —Ya son cuatro años desde que se fue y si algo
hemos aprendido es que se mantiene en constante movimiento. ¿Por qué seguiría
en un mismo lugar tanto tiempo?
—No tengo la menor idea,
pero esta es la primera vez que logran rastrearlo, no pienso arriesgarme a
perderle la pista. —Nathalia al igual que su hermanastro han crecido de buena
manera, siempre atraen las miradas a donde sea que caminen gracias a sus
cuerpos esbeltos y rostros bien parecidos. —Además, ¿no estás cansado de vivir
con nuestros padres? —Le regalo una sonrisa seguido de un guiño de ojo.
—Espero que los
investigadores que contrataste hicieran un buen trabajo. —No dijo más y se
dispuso a continuar su camino, a la salida donde un auto los esperaba para
llevarlos a su nuevo hogar.
—Con lo que cobran espero
que así sea. —La joven siguió a su hermanastro con maletas en manos dando por
terminada la conversación.
Cielo.
26
de diciembre del 2026, 7:40 am
El salón del trono ha
quedado finalmente en silencio, dejando completamente solos a Dios y al jugador
maldito. Ahora por fin era el turno de hablar para el humano que espero
pacientemente esta oportunidad; el momento perfecto para aclarar sus dudas y
decidir si era buena idea continuar confiando ciegamente en el anciano.
— ¿Y bien? ¿Qué necesitas
de mí? —El gobernante del cielo continuaba sentado en su trono mientras
observaba a Beowulf con cierta curiosidad.
—Creo que conoces bien el
porqué de mi visita, estoy seguro que tú sabes lo que pensare antes de que pase
por mi mente. —Lo miro fijamente intentando no mostrarse débil ante él.
Una carcajada proveniente
del anciano inundo el salón. — ¿Por qué todo el mundo cree que puedo leer sus
mentes, ver el futuro y demás? —Intentaba parar de reír para no enojar más al
humano.
— ¡No encuentro gracia en
mis palabras! —Dijo molesto.
—Hijo mío, yo les he
otorgado el regalo del libre albedrio, sus decisiones y pensamientos son
solamente suyos. —Por fin había parado de reír. —Todo aquello que mantengan en
su mente es privado, ustedes son libres de pensar y decidir por ustedes mismos,
mi regalo para con ustedes es no intervenir.
—Si quisiera creer esa
parte, entonces dime. ¿Cómo sabias que vendría?
—He vivido lo suficiente
como para familiarizarme con las acciones humanas, con la curiosidad y aquel
deseo casi enfermizo de saberlo todo; supuse que vendrías a mi tarde o temprano.
—El creador mantenía contacto visual con el jugador.
—Vengo por respuestas, he
descubierto cráneos de cristal y parte del pasado de la guerra que se libró
hace siglos entre tú y Lucifer. —Trago saliva y apretó fuertemente sus puños
esperando la respuesta.
Una suave risa se musito
en el salón. —Ya veo, has logrado romper el tabú. —Un ángel de facciones
femeninas, cabello rojo, casi naranja que le llegaba un poco más debajo de las
orejas, piel pálida ojos tan verdes que si se miraban detenidamente eran
capaces de mostrarte los bosques más profundos e inimaginables.
—Lauviah… Te hemos estado
esperando. —El todopoderoso hizo un movimiento delicado con su cabeza como
forma de saludo.
—Mi señor. —Hizo una
reverencia ante su Dios.
— ¿A qué te refieres con
que rompí el tabú? —Al humano parecía no importarle menos la identidad del
ángel.
—No somos iguales, tu
eres tan solo un humano y te atreves a hablarme como tu igual aun sabiendo que
soy uno de los ángeles más importantes en el cielo. —Lo miró duramente seguido
de un silencio incómodo.
—Mi respeto y lealtad
solo responden a dos personas y, tú no eres ninguno de ellas. —Sus palabras
fueron rudas, pero sinceras.
El ángel dejo salir una
carcajada tras escuchar al humano. —Me agradas, ahora entiendo porque mi señor
te eligió.
— ¿Entonces me dirás por
fin a que te refieres con romper el tabú? —Insistió Beowulf.
Lauviah dirigió su mirada
casi instantáneamente al padre en el trono antes de hablar; tras recibir la
aprobación soltó todo lo que tenía que decir.
—En el mundo humano nada
es sagrado o maldito, todo puede ser malo o bueno dependiendo del contexto que
es presentado, sin embargo existe una sola cosa que deben respetar y guardar la
debida distancia; el tiempo. —El ángel posó su mirada en los ojos cansados del
humano.
— ¿El tiempo? No
comprendo. —Beowulf estaba nervioso.
Dios continuó con la
conversación antes que Lauviah pudiese decir algo. —Antes de la vida, el aire o
las estrellas; en medio de la nada ya existía el tiempo. —Su rostro mostraba
total seriedad.
Lauviah retomó la
palabra. —El tiempo está más allá de toda imaginación, incluso, en manos
equivocadas podría destronar a reyes y Dioses. Podría atreverme a decir que es el
arma apocalíptica que pondrá un fin a toda vida.
— ¿Qué intentas decir?
—Beowulf estaba confundido y asustado.
El Señor le contestó una
vez más. —El tiempo es un arma de doble filo, que cambia a cada segundo para
cada ser en este inmenso universo. —Hizo una pequeña pausa para aclararse la
voz antes de continuar. —Estoy familiarizado con el tiempo, he convivido desde
los inicios con él y gracias a ello he aprendido a leerlo como la palma de mi
mano, claro, con ciertas limitaciones.
— ¿Limitaciones? —Dijo el
jugador mientras este mostraba sorpresa en su rostro.
—El tiempo es muy
susceptible, cada decisión o acontecimiento lo altera de formas que nadie puede
prever hasta que ya es demasiado tarde. —El todopoderoso turnaba su mirada del
ángel al humano. —Tras siglos de vida he aprendido a ver el futuro, pero
gracias al cambio constante del tiempo; me veo limitado a ver treinta minutos
en el futuro, más tiempo después del mencionado solo me llevaría a un error.
Todo se convierte en nada y la nada se transforma en el todo.
El ángel interrumpió al
Supremo y se dirigió despectivamente al humano. —Ahora que conoces lo peligrosos
que fueron tus actos, involucrando al tiempo me temo que debes recibir un
castigo.
—Comprendo tu
preocupación por resguardar la paz, no esperaba menos de uno de los ángeles más
poderosos; pero es tonto de tu parte creer que me entregare tan fácilmente.
—Una sonrisa burlona fue mostrada mientras continuaba hablando. —Ahora que
conozco la verdad sobre Dios y Pyrón como entidades creadoras, no puedo
rendirme sin batallar. —Beowulf dio unos pasos atrás mientras hacía aparecer su
espada frente a ellos.
— ¿Te atreves a blandir
tu espada en contra del Omnipotente? Vaya que tienes valor. —Lauviah desenvaino la espada que traía consigo, sus alas emplumadas de color blanco destellaron;
mientras eran extendidas mostrando su magnificencia.
Beowulf se preparó para
atacar, sostuvo fuertemente el mango de la espada con ambas manos para evitar
que esta saliera volando lejos de él; no estaba seguro si podría contra la
fuerza de un ángel, no tenía experiencia en peleas contra seres alados; pero
suponía que sería mucho más fuerte de lo que su apariencia esbelta aparentaba.
—Te diré algo, si logras
desarmarme te perdonare la vida y olvidare todo. —Lauviah mostró seguridad en
sus palabras acompañado de una risa burlona, parecía emocionada por pelear.
El humano asintió sin
decir palabra alguna, se podía observar sus cansados ojos la tensión que la
pelea aportaba. Respiró profundamente, antes de empezar con lo que podría ser
su final.
Dios guardaba silencio,
en estos momentos era solo un espectador sin derecho a opinar, no porque él no
pudiera, más bien, porque no deseaba.
Beowulf hizo destellar su
espada de la misma manera que las alas del ángel, desapareció en frente a los
ojos de todos en el salón, su espada se abalanzo a una de las alas de Lauviah;
a pesar de estar en el cielo su agilidad no se veía afectada, ira igual de
rápido que siempre.
— ¿Es todo lo que sabes
hacer? —El ángel se había girado hasta quedar frente a frente con el jugador,
alejando sus alas del filo de la espada; era más ágil de lo que parecía.
Ambos chocaron una y otra
vez el acero de sus espadas con tanta fuerza y agilidad mientras bloqueaban los
ataques de su oponente, cada choque hacia brotar chispas, seguido de un
estruendo ensordecedor. La velocidad de ambos era similar, la agilidad y
astucia en la batalla era bastante notable, sin embargo; la diferencia de razas
daba una clara ventaja al ser alado.
El humano ya había
recibido daños por utilizar su tesoro divino incontables veces en el pasado, su
cuerpo estaba gastado y, mantener el ritmo por más de cinco minutos era casi
imposible; necesitaba terminar la batalla antes que su lapso acabara.
Lauviah observó la
oportunidad y retrocedió con ayuda de sus alas tomando por sorpresa a Beowulf
que no esperaba un retroceso tan repentino.
—Los humanos jamás
debieron poner sus manos en los tesoros divinos, jamás podrán explotar toda la
fuerza que se oculta en su interior. —El ser alado le mostró una mirada
complacida, todo indicaba que había dado por ganado este encuentro.
—No creas que perderé
contig…
El ángel desapareció
frente a sus ojos, para cuando se dio cuenta de su paradero ya era demasiado
tarde para reaccionar, su cuerpo estaba agotado y se había vuelto lento.
Lauviah utilizo sus alas para impulsarse en el aire y tomar por cuello al
humano; que sin manera de esquivar la embestida es elevado por los aires, para
después ser soltado desde grandes alturas. La espada del ángel se prendió en
llamas azules y, antes que Beowulf pudiera aparecer en tierra gracias a su
tesoro, el ser divino se impulsó una última vez para embestirlo con la espada
en llamas y apuntando a su corazón mientras caían en picada.
—No es personal, pero los
ángeles existimos para hacer cumplir las reglas. —Las palabras parecían tan
falsas en estos momentos, claramente se observaba cuanto disfrutaba la pelea.
En segundos su espada
cubierta por llamas azules penetró el cuerpo del jugador, atravesó piel,
músculos, destrozo huesos hasta llegar al corazón. Un grito de dolor que a
cualquiera lo cubriría de escalofríos con tan solo escucharlo salio de Beowulf. La espada del ángel
se incendió por completo, quemando el interior del humano.
— ¡No! ¡Para por favor!
¡Maldita sea, detente! —Beowulf seguía cayendo mientras suplicaba piedad en
medio de gritos y dolor.
Como símbolo de
misericordia Lauviah atravesó el cuerpo del humano por completo, intentando
asesinarlo lo más pronto posible. Ambos impactaron contra el piso, Beowulf
recibió el choque por completo, mientras el ángel lo utilizo para amortiguar la
caída.
El cuerpo del jugador
comenzaba a derramar sangre como si de una fuente se tratara, tiñendo de rojo
el piso del salón, las llamas azules que inundaban el interior de su cuerpo
empezaban a abrirse camino hacia la superficie en pequeños huecos que aparecían
en la piel. Esto era el fin para el joven hermano Crow, la muerte ya estaba decidida
y no había nada, ni nadie que pudiera hacer algo al respecto.
Alemania,
escondite
de la organización.
26
de diciembre del 2026, 7:50 am
—Señorita Marianne. —Un
miembro de la organización hace una reverencia mientras dirige su mirada a la
mujer.
— ¿Lo has conseguido?
—Marianne estaba reposando en la antigua habitación de Ian.
La bruja había ordenado
reunir a todos los miembros de la organización en sus respectivos cuarteles,
necesitaba que todos escucharan las malas noticias acerca de su antiguo líder;
además, aún estaba la incógnita. ¿Por qué Beowulf le pidió reunirlos a todos?
¿Qué era lo que debía hacer ella?
—Si mi señora, todos
están reunidos y la transmisión empezara cuando usted ordene. —El hombre aún
seguía haciendo reverencia sin apartar la mirada de asombro por la nueva
apariencia de Marianne.
—Perfecto, puedes
retirarte, en unos momentos iré con ustedes. —La mujer intentaba hacer un poco
de tiempo, no tenía idea que hacer o decir, Beowulf aún no mostraba su rostro.
—Solo un momento, necesito estar a solas.
La puerta se cerró con
delicadeza tras salir de la habitación, había dejado una vez más a la mujer a
solas. El silencio de la habitación era asesino en estos momentos, sus
pensamientos jugaban en contra al recordar a su amado y sus últimos momentos en
la tierra. Ella tenía muy claro lo horrible que fue Ian en vida, las
atrocidades que había hecho; y lo idiota que había sido, pero… Lo amaba más de
lo que se amaba a sí misma; lo ha comprobado en muchas ocasiones.
—Soy una idiota. —Murmuró
para sí misma. —Soy una idiota por amarlo, pero… —Sus lágrimas cayeron por sus
mejillas hasta el piso, un nudo en la garganta le dificultaba continuar con la
oración. —Lo amo, aun en mi tumba lo seguiré amando...
Cielo.
26
de diciembre del 2026, 8:00 am
El humano estaba sin vida
en el piso, rodeado por ocho ángeles que miraban con sorpresa aquella escena tan
repulsiva.
—Mi señor. ¿Esto era
necesario? —Haziel dirigió una mirada penetrante a Lauviah mientras pedía
respuestas a Dios.
—Rompió las reglas,
ningún humano puede jugar con el tiempo y espacio. —Lauviah le devolvió una
mirada llena de odio. —Ya era suficiente que usara uno de los tesoros divinos,
no podía permitir que siguiera; terminaría por afectarnos a todos tarde o
temprano. Además, descubrió uno de los secretos antiguos más resguardados.
— ¿Te refieres a…?
—Camael se unió a la conversación, su rostro se palideció por un momento.
—Pyrón. —interrumpió
Metatron mientras se observaba sereno. —Tarde o temprano el plan se iba a
volver en nuestra contra. Mi señor, yo le advertí que usar a los humanos
malditos por el juego para hacer su voluntad, no sería buena idea.
La mirada de los ángeles
se centraron en un mismo objetivo, Metatron los había hecho molestar con sus
palabras, en especial a Gabriel que estaba a punto de formar parte en esta
conversación, sin embargo fue interrumpido por el mismo Todopoderoso.
—Estas equivocado mi
querido ángel, todo estaba en mis planes. —El Creador sonrió.
Las puertas del salón se
abrieron, de par en par mostrando a los ángeles gemelos; en sus manos se
encontraba un pergamino lo suficientemente grande como para cargarlo entre dos.
—Antes que el sol caiga sobre las montañas, el fuego ya habrá cubierto
la tierra, trayendo consigo dolor y desesperanza. —Los ángeles hablaban al
unísono. —El rey profetizado aparecerá
frente al mundo como un rayo de sol ante la temible oscuridad. —Los ángeles
avanzaron paso a paso hacia Dios. —Pero
ni el rayo de sol más potente podrá atravesar la oscuridad en el que ahora se
encuentran; nuestro rey aún es inexperto y deberá morir como cuervo si desea
renacer como fénix.
— ¿Qué es esto? —Gabriel
preguntó exaltado a la vez que daba un paso hacia el frente.
Los gemelos se miraron
por un momento antes de extender el pergamino y así mostrarles la profecía a
los ocho ángeles, que aun esperaban explicación alguna. Sin perder más el
tiempo fue mostrado aquel papel antiguo; escrito en letras solo entendibles por
ángeles y su creador; en dicho pergamino se encontraban las palabras recitadas
anteriormente, acompañado justo al final con el símbolo de los tesoros, pero
esta vez con una pequeña diferencia; se observaba un fénix extendiendo sus alas
mientras rodeaba el cáliz con su enorme cola.
—Esta es la profecía más
antigua que se ha creado en el mundo, una que ordene ser guardada y vigilada
cuidadosamente. —Respondió el omnisciente.
—Escrita en piedra por el profeta más antiguo de todos, aquel que vio más allá de lo que yo pude hacerlo
jamás.
Camael interrumpió. —Mi
señor, eso fue escrito por humanos; nada de lo que hagan ellos puede ser
cierto.
—El futuro es muy difícil
de predecir, casi imposible, sin embargo esto ha perdurado siglos, y tal parece
que pronto la primera parte de esta profecía se hará realidad. —Respondió el
Todopoderoso con un tono de voz correctivo.
— ¿Haremos caso a un
humano que vivió hace cientos de años? —Preguntó Metatron.
—Así es, y haremos que la
segunda parte de la profecía se cumpla. —Dios mantenía aquella sonrisa apacible
en su rostro.
Lauviah se acercó al
trono, entre sus ropas sacó una pluma blanca que destellaba un aura de pureza. —Aquí esta lo que me pidió. —Le entregó el objeto y nuevamente regreso a su
puesto.
— ¿Esto es una broma? Esa
pluma es de ángel. —Gabriel estaba molestó ante sus sospechas, de algún modo
tenía claro que sucedería. —Mi señor… Padre. —Hizo reverencia colocando una
rodilla en el suelo y la otra elevada en dirección al trono. —Es un humano, una
raza totalmente diferente, además él ha
roto las reglas.
Lauviah hecho a reír tras
ver la actitud de su compañero. —La decisión ya está hecha Gabriel, estoy
seguro que todos los demás ya se han dado cuenta de quién es esa pluma.
—Desenvaino su espada nuevamente y la elevo apuntando el cuerpo de Beowulf.
—Nuestro señor ha
hablado. ¡Atención, alcen sus espadas! —Metatron mantenía una sonrisa en su
rostro tras ver a Gabriel molesto.
—Y pensar que Yerathel
entrego la pluma sin protesta alguna. —Haziel parecía haber aceptado con
bastante rapidez la decisión de Dios.
Los ángeles alzaron sus
espadas al aire, todos excepto Gabriel que permanecía en el piso haciendo
reverencia, parecía oponerse a la idea de convertir a Beowulf en un ángel y, no
solo un alado común, si no también dejarlo liderando la tropa de Yerathel. —
¿Qué era lo que hacía ese ángel holgazán en la isla para no oponerse ante la
decisión de dejar su posición como líder de una tropa? —Se preguntaba una y
otra vez intentando descifrar lo que pasaba por la cabeza de todos. —Es un
humano, ellos no pueden ser ángeles, no importa cuántas veces mueran ellos
jamás lo serán. Sus almas se convierten en huéspedes, pero no importa el tiempo
que permanezcan en el cielo, ellos no serán ángeles. —Continuaba en negación
sin mover su cuerpo del piso.
—No te centres en reglas
antiguas, la guerra está a la vuelta de la esquina y en cualquier momento; se
desataran cientos de batallas en las que no todos sobreviviremos, necesitamos
ayuda o de lo contrario el cielo conocerá la derrota. — Él Eterno ya se había acercado al cuerpo de Beowulf; la
pluma de Yerathel reposaba en su mano izquierda.
— ¡Pero él es un humano!
¿Qué aportaría un humano a esta guerra? —Se levantó de un salto.
—Este humano será de más
utilidad que todos nosotros juntos, los únicos seres que pueden detener esta
guerra son los mismo humanos. ¿No lo entiendes aun? —El Todopoderoso comenzaba
a impacientarse.
Hubo un silencio incomodo
durante unos segundos esperando a que Gabriel se uniera a los demás ángeles. De
mala gana desenvaino su espada sin decir una palabra, su mirada mostraba
desprecio, más no importaba; alzó su espada y se unió a los demás dando inicio
a la ceremonia para traer a Beowulf a la vida.
Las ocho espadas de los
lideres alados ardieron con el fuego azul, sus alas destellaron con la fuerza
de mil soles; en las paredes de la habitación comenzaron a inscribirse miles de
letras en idioma celestial. Alrededor del cuerpo de Beowulf se formó una
especie de círculo con diferentes oraciones.
El Todopoderoso inicio. —Yo
soy la resurrección y la vida, el portal que une los mundos, el creador del
cielo y la tierra. —La pluma levito suavemente dirigiendo su camino hacia el
cuerpo del humano. —Polvo eres y en polvo te convertirás, hoy mueres como
humano y renacerás como santo.
Las espadas angelicales
ardieron con más ferocidad a la vez que el círculo creado alrededor del jugador
destello; el tiempo en su interior era totalmente diferente, el cuerpo se
descomponía de una manera tan acelerada que solo tomó segundos ver polvo en el lugar
donde se encontraba Beowulf.
—Y al tercer día resucito
de entre los muertos. —Finalizó.
La pluma que resonaba
ante las demás alas en la habitación, continuó su camino hasta posarse sobre el
polvo. Los ángeles en un movimiento rápido y preciso clavaron sus espadas
alrededor del círculo, las llamas azules crearon una pared impenetrable
alrededor de Beowulf.
La habitación se mantuvo
en silencio, casi un minuto mientras esperaban a que el fuego cesara. Un grito
proveniente del interior de las paredes de fuego rompió aquel silencio en la
habitación y creando una ráfaga de viento se esfumaron las llamas; ahí estaba
él, por fin había vuelto. Su juventud había regresado acompañada por dos
hermosas y resplandecientes alas blancas, estaba desnudo frente a todos, aquellos ojos de color miel con pequeños destellos
verdes que ahora poseía mostraban confusión.
—Bienvenido nuevamente,
Beowulf. —El creador le regalo una sonrisa mientras lo observaba
cuidadosamente.
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