When the world collides

Prólogo 

El temor antes de...

Estaba preparado. Sabía lo que tenía que hacer pero..., tenía miedo.

Mi cuerpo estaba paralizado, sólo me quedaba pensar y prepararme; pero si lo hacia ya no habría marcha atrás.

¿Cómo podría hacerlo sabiendo eso y más aún cuando yo quiero seguir viviendo? No puedo, pero debo. ¿Qué haría alguien más en un caso así...?

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Parado frente a un edificio yacía un hombre con una gorra que parecía estaba perdido en otro mundo. La gente pasaba cerca de él, pero ninguno se percataba realmente de lo que hacía, ya que iban como siempre estresados por el final de esa jornada laboral...

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Suspiré profundo y moví mi cabeza de un lado a otro.

- "/Ya casi es la hora... ¡Ja! Vaya tontería pensar en que le temo a la muerte y soy un terrorista... Qué estúpido soy. No debo dudar; esto es porque ellos mataron a mi hermano. Esos cerdos deben morir./"

El sol comenzaba a ocultarse, el viento comenzaba a soplar más fuerte y frío que nunca calando hasta los huesos. Lo más extraño es que era una noche de verano, por lo que no debería hacer tanto frío...

- "/Bien, entraré ahora.../" -pensó el hombre. Comenzó a dar unos pequeños pasos, temblorosos y después, un poco más firmes...

Comenzaba a tomar confianza hasta que por fin entró en el edificio.

-Tic, tac. Tic, tac.-

El sonido del reloj que traía en el interior de su bolsillo parecía coordinado con su pulso.

Ya casi era la hora de la explosión y el hombre lo sabía; por lo que sólo fue y tomó asiento cerca de la multitud de personas que entraban y salían...

- "/Vaya forma de morir; pero solo así puedo vengarme del Estado; 'ellos' fueron amables al darme la bomba y darme la forma de entrar aquí. Gracias terroristas; aunque podría decir que ahora yo, soy un terrorista./" -sonrió, sacó un cigarrillo de su bolso y decidió encenderlo. Inmediatamente, un policía se le acercó al percatarse de ello, ya que en aquel lugar no se podía fumar. Justo cuando empezó a hablar sucedió...

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- "El día de hoy hubo un ataque terrorista a una de las oficinas centrales de la compañía de teléfonos más importante del país. Se estima la muerte de 76 personas. Unas 38 salieron heridas de gravedad...-" -la televisión sonaba al fondo de un sucio cuarto, donde unos hombres acomodaban sus armas; otros comían y bebían; y sólo uno, miraba fijamente aquella pantalla...

- "¿Ustedes hicieron eso?" -El hombre señalaba el televisor sin apartar su vista de él.

- "Así es. Esto es a lo que te dedicarás ahora, para liberar al país." -El hombre sonreía orgullosamente, llevaba puesto encima una ropa muy particular al igual que todos en la sala.

Aquella vestimenta consistía en una larga túnica blanca, unos lentes negros y una especie de capucha que le cubría la cabeza hasta solo dejar visibles los lentes negros; además de que contaban con unas botas negras. 

El hombre se puso de pie y se dirigió a tomar un arma.

- "¿Es esta su forma de ayudar al país, a su país, al mundo? Si es así no quiero ayudarlos más."

- "Al diablo con eso muchacho. Ya has aceptado unirte a nosotros, sabías que sería peligroso y que inclusive arriesgarías la vida en ello, así que ahora no te acobardes; y si lo haces, de cualquier modo morirás, ya que sabes demasiado de la operación." -El hombre de la túnica le apuntó con una escopeta.

- "Sí. Dije que los ayudaría, pero no creí que habría gente inocente involucrada; además, ustedes sólo causan temor. Ehhh, como lo digo así a lo estúpido, así que me voy; hasta la vista terroristas." -El hombre se dirigió a la salida tranquilamente mientras hacía una señal de despedida; sin embargo esto enfureció a todos los terroristas por lo que le apuntaron.

- "Tú no vas a ningún lugar... ¿Cómo dijiste que te llamabas? Ah sí, Dren. Así que baja tu arma y ven aquí o te volaré la cabeza.

Dren suspiró,

- "Sólo lo hacen más difícil."-pensó mientras sacaba de su bolsillo una granada y la dejaba caer.

- "¡Cúbranse! ¡El hijo de perra trae una granada!" -Un grito desesperado se oyó desde atrás al ver caer la granada; sin embargo solamente salió humo de ésta.

- "Ja... Es sólo humo. Disparen cuando vean movimiento y teng..." -Una fuerte explosión siguió al humo dejando el lugar destruido y matando a casi todos los presentes.

El ambiente se llenó de gritos de dolor.

Algunos hombre habían perdido un brazo o pierna, otros estaban bajo los escombros con la mitad del cuerpo fuera de ellos gritando por ayuda; sólo unos pocos no habían salido tan afectados y entre ellos, se hallaba su jefe, que logró ver a Dren entre el humo...

Fue entonces cuando lo recordó.

- "Ja. Dijiste que te llamabas Dren, ¿no? Estoy sorprendido. No creí encontrarme con el demonio de fuego aquí en América, porque según oí habías muerto en tu última misión."

El chico volteó y le vió entonces sonrió y comenzó a reír lo que enfureció al terrorista.

- "¿De qué te ríes maldito?" -El terrorista tomó un arma que estaba junto a un cuerpo inerte de sus hombres y comenzó a disparar con rabia.

- "Los rumores tienen razón. El demonio de fuego murió en su última misión, mi nombre es Dren y soy un fantasma."

Las palabras de Dren eran totalmente frías, tanto que le helaron los mismos huesos al terrorista.

Mientras corría esquivando las balas, Dren se puso una máscara negra con una X blanca. Cuando finalmente terminó de ponérsela, corrió en dirección al terrorista y en un instante se halló en su espalda, apuntándole con su pistola.

- "Eres un de..."- Una bala atravesó el cráneo del terrorista acabando con su vida de inmediato; su cuerpo cayó ante los gritos de desesperación de sus hombres, y en medio de los cuerpos de los mismos, mientras que el humo no dejaba ver mas que una sola silueta.

En medio de todos los gritos y cuerpos Dren caminaba tranquilamente mientras cargaba su arma.


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