Hola a todos los que siguen mi novela, ya esta de más recordarles estar pendientes de las fechas y todo eso, sin embargo esta vez deseaba hablarles del porque esta vez no he escrito lo que suelo escribir antes de empezar con la historia central. El motivo a esto es simple, después de pensarlo (lo se me tarde 10 capítulos en darme cuenta.) es que a la mayoría de las personas les aburre leerlo, y algunos se saltan esa parte, así que a partir de ahora dejare de hacerlo y les entregare la historia pura.
Espero me perdonen por no seguir escribiéndolas. :D
PD: Disfruten este capitulo, con este capitulo toda la historia dará un giro. Nos vemos en pronto!
Capitulo X
“Heredera”
La Antártida.
25
de diciembre del 2026, 4:00 am.
El
mapa entregado por Beowulf había llevado a la belleza de la organización
a uno de los lugares más fríos del mundo; la promesa hecha por el encapuchado
de hacerla una rival digna de pelear contra él, la impulsaba a seguir adelante;
sin importarle las bajas temperaturas que hacían a esas horas de la mañana, Marianne caminaba por instinto, la tormenta de
nieve que atravesaba le imposibilitaba la visión de su alrededor y mirando nada
más que su brújula, continuo caminando lo más rápido posible antes de que su
cuerpo terminara completamente congelado, los abrigos que traía consigo no la
calentaban lo suficiente; tenía la sensación de estar desnuda entre medio de la
tormenta.
La
tormenta de nieve parecía desvanecerse, la visión comenzaba a aclararse; sin
embargo para su desgracia el panorama a su alrededor era desilusionante, estaba
en medio de la nada; había caminado por horas en busca del punto señalado en el
mapa, su cuerpo estaba tan frío como un cubo de hielo, había perdido la
sensación en cada parte de su cuerpo.
Ha
llegado por fin al punto señalado tras caminar por diez minutos más; llevándose
una gran decepción del panorama, cae al piso dándose por vencida, estaba en
medio de la nada, solo montañas de nieve a su alrededor; comienza a luchar por
no cerrar los ojos, no encontrar nada en el lugar la había hecho rendirse y en
un momento de desesperación empieza a reír con las pocas fuerzas que le
quedaban, parecía que había perdido la razón.
—Fui una tonta al creer en ese maldito de capucha roja,
todo era parte de su plan, siempre quiso matarme para luego atacar a mi amo. —Miró
hacia el cielo mientras una lágrima recorría su rostro. — Lamento no seguir viviendo para protegerlo mi querido
señor, espero me perdone.
En
la nieve que se encontraba bajo ella aparecieron marcas extrañas, era como si
la gravedad se hubiera aumentado en segundos, su cuerpo estaba demasiado
pesado, estaba atrapada, lentamente fue succionada por la nieve hasta que fue
devorada en su totalidad.
Aquel
extraño suceso la hizo aparecer por los aires, en un lugar desconocido, las
nubes le imposibilitaban ver hacia abajo. La gravedad cumplió su deber e hizo
caer a Marianne a toda velocidad varios metros.
La
mujer había quedado inconsciente segundos antes de atravesar por completo las
nubes, no tenía la menor idea de su destino; la suerte estaba de su lado, bajo
ella se encontraban montañas verdosas, un bosque enorme lleno de árboles que se
perdían en el horizonte y justo debajo de ella, un enorme lago de agua
cristalina en el cual cayó a gran velocidad, nadie sobreviviría a un impacto de
tal magnitud.
El
lugar estaba tan cálido, esto definitivamente no era la Antártida; Marianne despierta aturdida por la caída frente
a una fogata en medio del bosque, solo tenía puesta una sábana que cubría su
cuerpo, toda su ropa estaba en una roca esperando a secarse, sin comprender que
era lo que sucedía, intenta levantarse y escapar del lugar, antes que fuera
demasiado tarde, en el instante que se acercó a la roca para tratar tomar su
ropa, escucha pasos acercarse hacia ella, escondiéndose entre los arboles
observa una sombra. Una mujer de piel blanca, pelirroja, de ojos grises y de
apariencia muy descuidada; se acerca a la fogata con muchas frutas entre sus
manos, parecía no importarle la ausencia de Marianne.
Deja
en el piso la comida, acerca sus manos al pecho y las coloca como si estuviera
sosteniendo una bola de cristal, inmediatamente un resplandor de color blanco
aparece entre sus manos, lentamente una bola de energía se hizo visible,
tornándose de color negro; aquello se dirige rápidamente al árbol donde estaba
escondida la joven; asustada por el ataque imprevisto de la mujer sale de su
escondite a tiempo antes que el árbol se partiera en dos.
Marianne no tenía ninguna arma consigo y
tratando de no parecer asustada, se acerca a la fogata mientras empieza a
hablar con la mujer; intenta parecer despreocupada y sin miedo.
—Eres sorprendente. ¿Cómo supiste donde estaba?
Tomando
una manzana del piso, la cual limpia previamente con una esquina de su camisa,
le contesta la mujer misteriosa.
—No tenía la menor idea de donde estabas, simplemente
dirigí mi ataque hacia ti. —Su mirada era inquietante, no paraba
de ver las llamas de la fogata.
— ¿Dirigir tu ataque hacia mí? No tiene ningún sentido
lo que acabas de decir. —Marianne estaba confundida, esta persona
era muy extraña, parecía estar un poco loca.
—Tu ropa aún estaba en la roca, era obvio que no
estarías lejos así que use un poco de mi divinum
hereditátem
para hacer que mi magia se dirija a ti, sabía que saldrías de tu escondite con
eso.
— ¿Divinum hereditátem, qué demonios significa eso?
La mujer sonríe sin
despegar su mirada de la fogata.
—Divinum
hereditátem o Herencia divina, es magia pura pasado de generación a generación entre
las mujeres de mi familia, todos aquellas personas que nos conocen creen que
nuestro poder es un amuleto para atraer la mala suerte a todo aquel que nos
rodea. —La
mujer entrelaza miradas con la joven. —Heather Turner fue mi antepasada y la causante de todo esto, ella
recibió de parte de un demonio estos poderes para vengarse de aquellos que la
sentenciaron injustamente, fue quemada viva tras acusarla del asesinato de su
esposo Brandon Turner.
— ¿Por qué me dices todo esto? —Marianne
estaba tan acostumbrado a gente con poderes y demonios que no dudo en ningún segundo
de las palabras de la mujer.
—Nadie puede entrar a
este lugar fácilmente, de hecho nadie entra si no se lo permito, sin embargo tú
lo hiciste. Sé por qué estás aquí. —Continuaba observándola detenidamente.
— ¿Heather Turner? He escuchado ese nombre antes, aunque
no recuerdo con exactitud en dónde. —Intenta cambiar la
conversación, necesita conocerla más antes de hablar.
—No es necesario que recuerdes, basta con decir que nunca
hubo justicia para ella.
Marianne
se queda en silencio por unos minutos, intentado recordar donde había leído
dicho nombre; tras pensarlo detenidamente por fin lo recuerda.
— ¡Ya recuerdo! Heather Turner o mejor conocida como La
bruja de la rosa sangrienta, recuerdo que en secundaria leí su historia, esposa
de uno de los hombres más ricos de américa, estaba obsesionada por las rosas
blancas que cuidaba celosamente en su jardín, no había ningún día que no
cuidara de ellas, se quedaba horas mirando sus rosas sin decir ni una sola
palabra, por ello la tacharon de loca; si recuerdo con exactitud, la historia narra
la noche donde la mujer perdió la razón tras ver sus rosas marchitas y
destrozadas, en medio de la confusión y la desesperación asesino a su esposo.—Marianne
toma asiento mientras se cubre el cuerpo. —Pasan
años sin ser descubierto su crimen, nuevas rosas habían florecido, vivía feliz
en su jardín, la muerte de su amado no la había hecho derramar lágrima alguna;
al final de la historia las personas descubren su crimen y van en su búsqueda,
sin embargo había enloquecido por completo hasta llegar al punto que hizo pacto
con el diablo para asegurar la belleza eterna de sus rosas a cambio de su
juventud y belleza. La historia cuenta que aquel ser no solo le otorgo lo
pedido, sino también le otorgo poderes malditos, los cuales uso para asesinar a
todo aquel que quisiera alejarla de sus querido jardín. Después de tanto logran
capturarla y sentenciarla a morir en llamas. Así es como termina la historia,
más o menos.
La
mujer se muestra molesta ante la historia contada por Marianne, se acerca
bruscamente, la toma por los brazos y le susurra al oído como si temiera que
alguien la escuchara.
— ¡Es mentira! Toda esa historia es mentira, ella nunca
asesino a su esposo, era cierto que amaba su jardín de rosas, pero ella nunca
hubiera sido capaz de asesinar al hombre que ama.
— ¿Quieres decir que fue inculpada?
—Exacto, alguien asesino a su esposo y la hizo ver como
asesina. Heather uso la magia como último medio de salida, para vengarse de
todos aquellos que la hicieron sufrir.
Alejándose
de la mujer camina hacia donde se encontraba su ropa, comienza a vestirse
mientras continua la conversación.
—Realmente no me importa mucho si la historia que leí
hace años es real o falsa, pero si estoy interesada en conocer un poco más de
cómo obtuviste la magia de ella. ¿El pacto también maldijo a toda su
descendencia o algo parecido?
La
actitud de Marianne continúa
molestando a la mujer y lanzándole una pequeña piedra a los pies advierte no
seguir hablando de ella; la piedra que había lanzado se había convertido
segundos antes de impactar contra el piso en una cobra que pasó entre medio de
los pies de la joven.
—Creo que deberías dejar de hablar de esa manera tan
irrespetuosa, ¿no crees?
Era
obvio que estaba en una clara desventaja, intenta sobrevivir lo suficiente como
para salir del bosque y cambia drásticamente su actitud para no molestarla más,
intenta ser humilde.
—Tienes razón lo lamento, debí haber medido mis
palabras. ¿Ahora me podrías decir por qué tienes los poderes de ella?
Suspira
mientras observa detenidamente el cuerpo semi-desnudo de Marianne, le contesta
con un tono de voz que revelaba cuan molesta la ponía tan solo hablar del tema;
toma otra fruta del piso.
—Mis antepasados ayudaron a esconder la verdadera
historia, pensaban que era mejor no desmentir a nadie, el mal estaba hecho
después de todo. —La mujer miro las llamas nuevamente, era
como si no quisiera seguir. —A Heather no le gusto esto, mi tátara-tátara
abuela escribió en su diario como el espíritu de la bruja apareció frente a sus
padres, molesta, llena de odio acumulado por años, todo por no haber limpiado
su nombre aún después de muerta. Dicho espíritu maldijo el vientre de todas las
mujeres de nuestra familia, prometió que la primera niña que naciera en cada generación seria su viva
imagen, tendría el cabello pelirrojo, ojos grises y heredaría su poder, esto siempre
ha sido tormento para todas nosotras. Este poder nos atormenta cada día,
escuchamos voces en nuestra cabeza, tenemos pesadillas cada vez que intentamos
conciliar el sueño. Muchas que obtuvieron la maldición a lo largo de los años
intentaron quitarse la vida antes de traer otra mujer a la familia, pero la
maldición nos imposibilita cualquier acto de suicidio hasta que el bebé nazca.
— ¿Es por eso que tú te
escondes en este bosque? Intentas evitar tener contacto alguno con las personas
para no engendrar a la nueva portadora.
—Te equivocas, yo fui la
única niña que nació de mí generación, con el pasar del tiempo maldije mi
existencia al tener este poder, mis padres, mis hermanos, mis tíos me veían
como un bicho raro, el cual debían mantener distancia. Mi tía, la anterior
portadora se suicidó el día de mi nacimiento, su nota de suicidio le daba las
gracias a mi madre por haberme engendrado, yo fui su llave hacia la libertad.
—Las lágrimas comenzaban a caer de su rostro, continuaba viendo las llamas de la
fogata mientras apretaba con tal fuerza los puños que era evidente cuánto daño
se hacía. —Toda mi vida crecí con miedo de tener niños, no quería ser la que
engendrara otra Turner, al menos no la primera, no podría ver a mi hija sufrir
todas las noches con las pesadillas o gritarle a la nada intentando callar las
voces en su cabeza. —Las lágrimas se convirtieron en llanto, cada vez le era
más difícil hablar, tenía un nudo en la garganta. —Recuerdo una noche en
específico, la pesadilla era diferente a todas aquellas que tuve a lo largo de
mi vida, ese día mire a Heather, mire a la maldita que me condeno a esta vida,
estábamos en la azotea de un edificio gigante, en el horizonte solo se veían
nubes, corrí para intentar mirar hacia abajo, fue imposible, neblina cubría el
edificio. Me repetía una y otra vez “No puedes escapar a tu destino, ya es
hora”.
Marianne había terminado de vestirse, se acerca
a la mujer para intentar tranquilizarla, la rodea con sus brazos y la abraza
fuertemente.
—Ya paso, todo estará bien.
—Nada está bien, desperté
la mañana siguiente, estaba tirada en un callejón, mi ropa estaba llena de
semen, no tenía mi ropa interior, tenía claro lo que había sucedido, me había
salido de mi casa mientras seguía dormida, busque a cualquier hombre que se
cruzara por mi camino. —La mujer continuaba llorando, le corresponde el abrazo
a Marianne, necesitaba fuerzas para seguir. —La maldita bruja me controló
mientras dormía, fui violada, todo esto lo hizo porque me negué a tener bebés.
—Hizo una pequeña pausa. —Ese día quede embarazada, desde un principio sabría
que sería niña, sé que Heather me castigaría dándome a la siguiente heredera.
— ¿Tuviste una niña?
—Marianne no podía creer lo difícil que fue la vida de la mujer, era como si
sus propios problemas fueran insignificantes ante esto.
—Sí, fue una niña, yo fui
la primera de los Turner en dar a luz a una niña, en los nueve meses de espera,
decidí que nadie me dijera el sexo del bebé, el día de su nacimiento cuando el
doctor lo dijo, empecé a llorar hasta que me la entregaron en mis brazos, en
ese momento lo vi claramente, algo estaba mal, sus ojos eran azules, de
inmediato me asegure de que su cabello no fuera pelirrojo. —El llanto había
cesado. —Gracias a Dios el cabello de mi bebé era de color negro, algo paso, mi
hija se había salvado de la maldición. En ese momento decidí hacer lo correcto,
quería alejarla de la maldición de la familia, aunque eso significara alejar el
trocito de felicidad en mi vida, apenas la tuve en mis brazos por cinco minutos
y ya la amaba, ella podría ser feliz.
— ¿La diste en adopción?
—Fue lo mejor que pude
haber hecho, lo hice lo más pronto posible, tenía claro que mientras más pasara
con ella, más difícil seria para mí. El espíritu de Heather podría tomar
venganza contra ella por haberse saltado la maldición. —Se levantó y alejó de
Marianne mientras secaba sus lágrimas. —Jamás le di un nombre a mi hija para no
hacerlo más difícil para mí, ese día empaque mis cosas y deje atrás a mi
familia, la deje a las puertas del centro de adopción donde claramente la
verían de inmediato. Utilice mi magia para desaparecer del lugar y aislarme en
este bosque lejos del mundo que tanto odio.
Marianne
le mostró una sonrisa, aquella mujer había logrado llegar a su corazón.
—Mis padres murieron cuando yo tenía doce años, luego
de eso mi vida se vino en picada, sin dinero, ni familiares; estuve viviendo en
las calles y haciendo lo que fuera por dinero, nunca quise que alguien me
adoptara, por ese motivo me escondía de las personas que me buscaban para
llevarme con alguna familia adoptiva. Yo vi morir a mis padres frente a mis
ojos, y se lo que es querer aislarse del mundo, se lo difícil que es vivir
todos los días de tu vida con pesadillas. Yo comprendo lo que sientes, y
también creo que hubiera hecho lo mismo si estuviera en tu lugar, hubiera
puesto la vida de mi hija antes que la mía, la adopción fue lo mejor que le
pudiste regalar, ella no merecía involucrarse en esto.
La
mujer sorprendida por la actitud de Marianne
la toma de la mano y la lleva al centro del bosque; la joven intenta soltar
su mano.
— ¿Disculpa podrías decirme adonde me llevas?
—Llámame Helena, ese es mi nombre, y con respecto a tu
pregunta, te llevare hacia el lugar donde habita el espíritu en este momento.
— ¿El espíritu de la hechicera? ¿Quieres decir que está
en este lugar?
Helena
no dijo ni una sola palabra, continuo caminando sin soltarle la mano a la
joven; mientras más caminaban se podía ver a lo lejos una pequeña cabaña hecha
de pinos, humo salía de la chimenea, se veía cálida y reconfortante.
Habían
entrado al hogar de la solitaria mujer y tomando asiento en unas pequeñas
sillas de madera continúan la conversación.
— ¿Te preguntaras porqué te he traído a este lugar sin
tu consentimiento, cierto?
Tomando
con calma la situación, Marianne se
pone cómoda.
—Esa es una de las muchas preguntas que tengo, pero me
gustara escuchar tu explicación, adelante.
Helena le sonríe mientras corre a la cocina
por café y unos pastelillos; la joven tenía mucha hambre y rápidamente toma uno
mientras esperaba la explicación prometida.
—Te he traído a mi hogar para hablar acerca de algo muy
importante y supongo que es por lo que estás aquí.
— ¿Qué quieres decir? —La conversación
se tornó seria drásticamente.
—Tú llegada a este lugar no fue una coincidencia, para
ser sincera últimamente he sentido como mi magia se debilita cada vez más
rápido, esto es señal que mi vida se acabara pronto.
— ¿Por qué me cuentas todo eso? ¿A qué quieres llegar?
—Estoy dispuesta a entregarte mi Divinum hereditátem si le haces notar al espíritu de Heather que eres merecedora de este
poder.
Marianne estaba emocionada al escuchar las
palabras de la mujer, todas esas
palabras dichas por el encapuchado empezaban a tener sentido, la razón del
porque fue traída a este lugar era obvio, todo este tiempo ha estado en el
lugar correcto y ese gran poder del que hablaba se trataba de la magia
hereditaria de Heather Turner.
— ¿Cómo podrías darme tu poder si no soy parte de tu
familia?
—Ya te he dicho, debes demostrar que te lo mereces. —Helena
seguía mirando el rostro de la joven, estaba apreciándolo.
— ¿Cómo podría hacerlo? Dime la forma para contactar al
espíritu.
La
mujer continúo comiendo, intentaba alargar el momento un poco más, era como si
no deseaba que se marchara, sin embargo no encontró la manera de hacerlo y
termino señalando la puerta trasera de la cabaña.
—En la parte trasera de la casa existe un jardín de
rosas blancas idéntico al jardín original de Heather, lo mantengo oculto de los
demás que intentasen verlo desde fuera solo por precaución. Justo en medio se
encuentra una estatua en forma de ángel, por algún motivo lo hice para calmar
mi alma, no ha funcionado. El espíritu deambula de un lado a otro, eso me pone
nerviosa y me estresa.
— ¿Estas segura que funcionara? Es decir, podre tener
poderes similares a los tuyos.
—El encapuchado te ha enviado a este lugar porque te
prometió más poder ¿me equivoco?
— ¿Cómo conoces de él y de lo que me ha prometido?
La
mujer tomó su café de un trago e ignorando la pregunta de Marianne continúo comiendo su pastelillo sin
detenerse. Han pasado cinco minutos en los cuales no habían dicho ni una sola
palabra, le sonrió a la chica, la cual observaba a Helena detenidamente.
—Lo siento tenía hambre. Este sería mi
quinto pastelillo en todo el día, comer me quita un poco el estrés.
—Te envidio. ¿Cómo puedes comer tanto y no engordar?
—No lo sé, solo tengo suerte. —Helena
le sonrió mientras se sonrojaba.
— ¿Ya me responderás la pregunta? —Marianne
parecía molesta.
La mujer cambia de
actitud en segundos, la miró con tristeza.
—Solo una vez en mi vida he podido hablar con el
espíritu de la bruja y como ya conoces, no fue una gran conversación, para
serte sincera hasta hace unas horas me preguntaba si ese sueño fue una triste
ilusión creada por mi inconsciente. Tantos años aislada en este lugar han hecho
volar mi mente. ¿Y si todo fue un sueño y jamás tuve una hija? ¿Y si las voces
en mi cabeza han jugado conmigo todo el tiempo? ¿Y si jamás sucedió nada de lo
que recuerdo y fui arrojada a este bosque desde pequeña? Cada día que paso
sola, es una tortura para mí, algo muy dentro mío quiere que esto sea real, que
exista allá afuera una hija a la cual yo pueda seguir amando.
— ¿De qué hablas?
—Últimamente mis
pesadillas son las mismas, cientos de rosas negras caen sobre la cabaña hasta
que la inundan por completo y yo quedo atrapada dentro sin poder salir,
muriendo asfixiada por ellas. En un principio no
lo entendía, sin embargo logre comprenderlo con tu llegada.
—Eso no me explica como conoces al encapuchado.
—Hable con él hace algunos días, hicimos un trato en el
cual ninguno de los dos perdería. —Helena parecía nerviosa.
— ¿Qué clase de trato han
hecho? —Marianne se mostraba curiosa ante las palabras de la mujer.
—Me prometió
reencontrarme con mi hija a cambio de ayudarte a ti, por algún extraño motivo,
él tenía interés en convertirte en alguien poderoso. Y sé muy bien que mi vida
está por llegar a su fin, mi único deseo es volver a ver a mi hija, sería muy
feliz con tan solo verla y saber que vivió bien.
La
mujer había terminado la conversación, pasó la mano sobre su rostro tratando de
limpiarse las lágrimas que habían salido involuntariamente. Se dirige
inmediatamente hacia el jardín a esperas que Marianne la siguiera sin hacer preguntas innecesarias.
La
joven le sigue el paso sin decir una palabra, no encontraba palabras que
consolaran a la mujer, tras respirar profundamente y aclarar su mente, decide
no darle importancia a esto, después de todo el encapuchado cumplirá su
promesa, o eso espera.
Helena
abre la puerta lentamente mientras le sonríe de forma forzada, se observa un
hermoso jardín lleno de rosas blancas. Ambas se adentran al jardín, en el medio
se encuentra una estatua con forma de ángel, curiosamente se observa una rosa
negra en el pecho de la estatua.
Las
rosas del jardín empezaron a moverse de un lado a otro, como si un fuerte
viento las moviera contra su voluntad; cientos de esporas salieron de ellas, la
estatua comenzó a sangrar justo donde se encontraba la rosa; Marianne se siente
mareada en segundos, había inhalado demasiadas esporas, se le imposibilitaba
permanecer de pie, cae al piso e intentando con todas sus fuerzas permanecer
despierta se arrastra de vuelta a la cabaña, su fuerza de voluntad era fuerte,
pero no tanto como para soportar el sueño que tenía en estos momentos,
lentamente dejo de moverse hasta caer en un sueño profundo. Helena observa como
el cuerpo de la joven empieza a ser consumido por el jardín, lentamente
desaparece hasta que ya no queda nada.
—Que tengas suerte, mi pequeña. —Su
rostro parecía feliz, por fin había vuelto a verla.
Se escuchan pasos
acercándose lentamente a la puerta, Helena estaba asustada, nadie puede entrar
sin que ella lo supiera, quizás estaba tan concentrada con Marianne que no
percibió que alguien estaba dentro, era demasiado extraño, parecía que todo
estaba planeado, traer a su hija frente a ella para que bajara la guardia y así
infiltrarse.
—Creo que llegue un poco
tarde. —Se escucha la risa de una persona, tras aquellas palabras.
La puerta se abre,
dejando ver al extraño encapuchado que siempre acompaña al jugador dos, su
rostro estaba cubierto como de costumbre, se acerca lentamente a Helena
mientras continúa riendo.
— ¿Quién eres? ¿Cómo has
podido entrar a este lugar? —Intenta alejarse del encapuchado paso a paso.
—Siempre he tenido
desconfianza del mundo, en toda mi existencia me he mantenido firme ante una
sola idea. Una sola persona por más inútil e irrelevante que parezca, puede dar
un giro a la guerra.
— ¿Qué tratas de decir?
—He visto un fuerte
potencial en tu hija desde el momento que fue involucrada en este juego, me
mantuve pendiente de ella, cada cosa que hacia yo tenía que conocerlo, incluso
la mantuve en vigilancia cuando todos creían que moriría. Un día todo esto dio
frutos, el encapuchado se acercó a ella, le propuso poder, no cualquier poder,
le prometió algo que era su derecho de nacimiento, un poder con el cual podría
ser un verdadero problema al final de todo esto que cuidadosamente he planeado
por siglos; en ese momento lo tuve claro, Marianne debía morir antes que fuera
demasiado tarde.
—Lamentablemente para ti
es demasiado tarde, no se encuentra más en este mundo, será imposible para ti
llegar con ella. —Helena se prepara para pelear, tenía claro que no se iría sin
batallar.
—Lo sé, llegue demasiado
tarde, hubiera sido hermoso verlas morir juntas, madre e hija, sin embargo. —El
encapuchado mostró su rostro, para sorpresa de Helena, el encapuchado era una
bella mujer. —No he venido en vano, mi interior grita por sangre.
Su anillo de luz brillo
intensamente, en un destello apareció su lanza dorada en la mano izquierda,
corrió a toda prisa hacia Helena, cada centímetro que se acercaba a ella era
más fácil de sentir aquella aura oscura a su alrededor.
—Tú no eres como el otro
encapuchado, eres maldad pura, tendré que pelear como nunca antes lo he hecho.
—El cuerpo de la mujer estaba rodeado por una aura de color purpura, sus ojos
empezaban a arder en llamas negras, era claro que estaba sufriendo, su cuerpo
no podía seguirle el ritmo, pero no tenía opción. —jamás he usado tanto poder
antes, si muero, espero llevarte conmigo. —Extendió ambas manos esperando a que
se acercara su atacante.
La dueña del anillo de
luz deseaba enterrar su lanza en el cuerpo de la bruja, escucharla pedir
misericordia mientras el filo de su arma cortaba arterias una y otra vez.
—Muere maldita bruja, ni tu
maldición impedirá que mueras en este momento. —Se preparó para el impacto, la
sonrisa en su rostro era enorme, la llenaría de agujeros en segundos mientras
la veía desangrar en el piso, clamando clemencia.
— ¡Deus óbice! —Una barrera oscura se formó frente a ella, replicando
el impacto de la lanza en su atacante lanzándola por los aires. — ¡Deo pro vetere condemnasti custodes ad
moriendum in flamma ignis!
El piso se abrió en un
pestañeo, llamas salieron de aquella grieta, el fuego eran tan ardiente como
ningún otro, rápidamente se esparció por todo el jardín, fueron cuestión de
segundos para que todo a su alrededor fuera consumido por las llamas. La dueña
del anillo tenía claro que no debía tocar las llamas, era demasiado peligroso.
—Maldita bruja, estas son
llamas provenientes del infierno. —Respiro profundamente, se preparaba para su
contra-ataque. —Espero recordar cómo se hace, llevo siglos sin usarlas. —Dio un
gran salto para evitar que las llamas incendiaran su cuerpo. El anillo estaba
reaccionando a lo que fuera que estuviera intentado, en cuestión de segundos
dos enormes alas blancas salieron de su espalda, eran hermosas, brillaban
radiantemente.
Helena había quedado sin
palabras, ahora todo tenía sentido, el anillo, las alas y aquella lanza en su
mano, tenía claro quien estaba frente a ella, había leído sobre este ángel hace
muchos años atrás. —Zophiel. —La mujer estaba aterrada, no pudo decir más, el
nombre de aquel ser celestial en un susurro fue lo único que logro salir de su
boca.
—Siéntete afortunada, tu
eres la segunda persona en conocer mi verdadera identidad, para el mundo solo
soy un ángel caído en batalla de un gran relato antiguo. —Una sonrisa sádica se
dibujó en su rostro. —No debes temer a la muerte, te aseguro que la vida aterra
mucho más, te estoy haciendo un enorme favor.
Gracias a sus alas había
ganado una velocidad impresionante, Helena no tuvo la oportunidad de
reaccionar, para ella parecía como si Zophiel se había desvanecido del cielo y
aparecido nuevamente frente a sus ojos.
El ángel había atravesado
su lanza en el corazón de la bruja, movía bruscamente el arma dentro del
agujero creado por ella, para de esta forma torturarla antes de que sus ojos
perdieran la luz.
—Dicen que aquellos que
son asesinados por armas sobrenaturales no van al cielo o el infierno, sus
almas simplemente desaparecen. Espero no me guardes rencor por asesinarte.
—Eodem. —Ya había dejado de sentir dolor, estaba muerta, sus últimas
palabras fueron en un idioma que Zophiel entendía muy bien.
De inmediato sacó su
lanza del cadáver de la mujer, e intento buscar la puerta por donde había
entrado, para su desgracia dicha puerta había sido consumido por las llamas,
estaba atrapada en este lugar, una barrera lo bastante poderosa cubría todo el
lugar y su única manera de escapar había desaparecido.
Las llamas empezaron a
juntarse, empezaron a formar una figura gigante de serpiente, era claro que el
menor contacto con aquella bestia cubierta por llamas significaría la muerte de
cualquiera, sin importar quien sea.
—Maldita bruja, haberte
asesinado rápidamente fue la mejor decisión que he tomado, de no haberlo hecho
quien sabe si seguiría viva. —El anillo de Zophiel destelló como nunca antes lo
había hecho, sus alas resonaban con el anillo, su lanza estaba resplandeciendo
como mil soles, esto le dio la señal que daba a entender que su pase de salida
estaba listo.
La serpiente gigante se
abalanzo sobre el ángel, abrió su boca lo más grande que le fue posible, mostro
dos enormes colmillos que deseaban perforar el cuerpo del ser celeste. Zophiel
en un solo movimiento, fuerte y veloz, hizo un corte en el aire con su lanza,
una grieta se abrió instantáneamente, no lo pensó dos veces y se lanzó dentro
antes que la bestia se acercara.
Lugar desconocido.
24
de diciembre del 2026, 9:00 pm
Nathalia había cruzado el
portal, escapando de esta forma de aquel lugar lleno de tinieblas, para
encontrarse esta vez en un lugar cubierto por un manto blanco y gélido, el cual
cubría por completo la montaña, ella se encontraba justo en la cima. A esa
altura y para desgracia de la joven lo único que se observaba era un bosque
viejo cubierto de nieve que rodeaba la montaña, no había señales de
civilización por ninguna parte.
Frente a ella se
encontraba un castillo hecho de piedra negra, al igual que todo a su alrededor
tenia nieve cubriéndolo, helando las paredes del lugar, congelando sus jardines
y torres, volviéndolo un lugar difícil de habitar para cualquier persona.
Es un castillo antiguo y
descuidado, era fácil de identificar con solo observar su apariencia
desgastada, sin embargo una pregunta intrigaba a la joven, que en estos
momentos se lamentaba no traer consigo ropa más gruesa, el frio en la cima de
la montaña era insoportable, sus manos habían perdido la sensibilidad, era como
si se las hubieran cortado, ningún golpe o herida auto-infligida podría
sentirla. Necesitaba entrar inmediatamente o moriría en este lugar, necesita
ayuda, un poco de fuego para recobrar el calor en su cuerpo, y la pregunta se repetía
una y otra vez en su cabeza, temiendo lo peor. — ¿Estará habitado este
castillo? —Si la respuesta era negativa, claramente moriría en la montaña a
causa de la hipotermia.
Corre con la poca fuerza
que aún le queda, sus pasos eran torpes y lentos por la capa de nieve que
cubría el suelo, a pesar de estar a pocos metros del castillo, parecía estar a
kilómetros de él, cada paso era cada vez más lento, sus fuerzas se apagaban.
Gracias esa cueva ha perdido la noción del tiempo, no tiene idea de cuantos días
han pasado desde la última vez que saboreo un poco de carne, aunque en estos
momentos se conformaría con una simple manzana, los gruñidos de su estómago se
podía escuchar desde lejos.
Llega por fin a las
puertas del castillo, ya no tiene fuerzas para gritar, sus intentos
desesperados por pedir ayuda se quedan en simples susurros que nadie escucharía
por más habitado que se encontrara el lugar; no tenía fuerzas para mover
ninguna parte de su cuerpo, empieza a golpear su cabeza contra la puerta, con
la esperanza que alguien pudiera escucharla; los golpes eran cada vez más
débiles y lentos, sus ojos se empezaban a cerrar, no sentía más frio.
— ¿Esta es la forma en la
que moriré? —Pensó. —Soy tan patética.
La joven cayo de rodillas
contra su voluntad, golpeó por última vez la puerta con su cabeza, de inmediato
cae al piso, rodeada por la fría nieve, esperando a que su cuerpo fuera
cubierto por esta.
Massachusetts, Estados
Unidos.
19
de septiembre de 1692, 10:35 am.
Marianne abre los ojos, se levanta del piso lo
más rápido que le es posible, estaba un poco mareada por el viaje, para su
sorpresa despierta en un pueblo desconocido para ella, observa a su alrededor
cientos de casas, una ciudad claramente aislada de la tecnología; carruajes
alados por caballos pasaban frente de ella, calles empedradas, mujeres con
vestidos largos, los cuales cubrían muy bien su cuerpo, hombres de trajes y
sombreros.
Por
un extraño motivo todas las personas la observaban fijamente como si fuera un
fenómeno de circo, la ropa de Marianne era
muy reveladora para todas esas personas que comenzaban a tornarse hostiles,
para ellos sus vestimentas eran propias de rameras. Intenta ignorarlos, corre
lejos, intentando alejar todas esas miradas de ella.
Una
casa pintada de un color morado muy extravagante logra llamar la atención de la
joven que sin pensarlo se dirige hacia ella, camina entre medio de todas esas
personas que se susurraban entre sí. —Este lugar no es hogar
para rameras, debería irse de inmediato. —Los susurros no eran para ellos, más
bien eran dirigidos discretamente a la joven.
Logra
llegar frente a la casa, la cual era imposible no detenerse para apreciar ese
hermoso jardín lleno de rosas blancas, tenía claro que había encontrado el
lugar cual buscaba. Antes que pudiera llamar a la puerta una mujer se acerca a
ella, vestía un hermoso vestido blanco con revuelos, sus mangas tenían decorado
muy fino, un sombrero blanco con un listón negro en el medio, zapatos planos,
era hermosa, su silueta se asemejaba a la forma de una pera. Marianne queda asombrada al ver la belleza de la
mujer, estaba inmutada; tras un pequeño lapso de tiempo en silencio regresa en
sí, tenía claro que esta no era su época, debía ser cortes, no sobresalir más
de lo que su ropa ya lo hacía.
—Disculpe señorita, ¿podría indicarme donde podría
encontrar a la señorita Heather Turner? Parece ser que estoy perdida. —Intentaba
ser amable, solo quería que la dejara sola, no necesitaba ayuda para encontrar
su casa, ese jardín delataba su ubicación.
La
mujer sonríe a la joven dejando ver una hermosa
y cálida expresión, la cual por alguna razón la hace sentir extraña.
—Me alegra haberme encontrado con usted, yo soy la
mujer que busca. ¿En qué puedo ayudarla? —Heather se quita su
sombrero, dejando ver su cabellera rojiza brillando por los rayos del sol.
—Es un placer conocerla señorita Turner. —Marianne
estaba sorprendida, era idéntica a Helena, no, era incluso más hermosa,
aquellos ojos grises eran penetrantes, dignos de halagos. —Disculpe mi mala educación aun no me he presentado, mi
nombre es Marianne Helldrich y he venido desde muy lejos para poder
hablar con usted.
—Que sorpresa, me alegra tener visita, es raro que
alguien me visite. ¿Quisiera entrar a la casa, señorita Helldrich? Mi esposo
casi nunca está en casa así que paso muy solitaria los días.
—Me encantaría entrar, por cierto debo de mencionar que
su jardín es hermoso.
—Muchas gracias. —Se denota sorpresa y
alegría a la vez en el rostro de Heather. —Este
jardín es mi orgullo más grande, después de mi esposo claro está.
Ambas
entran a la casa, dejando fuera a todas las personas que las miraban con
desprecio; toman asiento alrededor de una mesa de piedra esculpida, situada en
el centro del jardín. Retoman la conversación tras hacer que una de sus criadas
les sirviera un poco de té.
Marianne no tenía idea si todo esto era un sueño
creado por Helena o en realidad había sido enviada al pasado, sin embargo esta
era una oportunidad para conocer un poco más acerca de Heather Turner y el
origen de la maldición. La
conversación continuo su curso por más de una hora, hablando de cosas
irrelevantes, la joven intentaba ganarse su confianza; en un intento osado por
conocer más a fondo la verdad detrás de la historia de La bruja de la rosa
sangrienta, se levanta de su asiento y acercándose a las rosas Marianne le da la espalda a la mujer para oler
más de cerca aquel aroma.
—Estas rosas… ¿Significan mucho para usted? —Lanza
una mirada discreta a la mujer mientras seguía apreciando el jardín.
Sorprendida
por la pregunta intenta disimular la tristeza reflejada en su rostro, fuerza
una sonrisa mientras responde a la pregunta de la joven.
—Mi esposo nunca está en casa, es una de las personas
más poderosas en el país, lamentablemente ese mismo motivo le ha ganado cientos
de enemigos, que desean verlo fracasar, gente rencorosa que desean verlo muerto
antes de verlo ganar un centavo más. El odio hacia mi esposo ha generado odio
en mi contra de igual manera, no tengo amigas, tampoco familia, todos quieren
vernos arder. Ahora durante la ausencia de mi esposo, mi único consuelo; la única cosa que me hace sentir en paz conmigo misma
esta en este jardín, las rosas. Incluso las criadas nos odian, el único motivo
por el cual están aquí es por el dinero, pero estoy segura que ellas nos
quieren ver caer al igual que todo el mundo.
Marianne comenzaba creer en la inocencia de Heather, seguía mirando las rosas evitando
hacer contacto visual con la mujer mientras continuaba con las preguntas, aún
era demasiado pronto para llegar a una conclusión.
—Si tuviera que elegir entre su esposo y este jardín
que ha hecho florecer gracias a su esfuerzo y determinación. ¿A quién elegiría?
La
señorita Turner seguía
sorprendiéndose por las extrañas preguntas de la joven, sin poder ocultar la
tristeza en su rostro ni un segundo más, le contestó.
—Creo que ahora entiendo
porque estás aquí, tú también has escuchado los rumores que se extienden de
boca en boca por todo el pueblo. La loca
de las rosas, de esa forma suelen llamarme; tú también piensas que estoy loca, aunque admito que en ocasiones me
atrevo a pensar que son verdad todos esos rumores; que quizás en mi interior
amo más a este jardín que a mi propio esposo, y quizás no debería culparme,
después de todo ellas me consuelan en esos solitarios días; quizás, y solo
quizás, estoy loca.
La
escucha sollozar, Marianne no lo piensa mucho, de inmediato se acerca a Heather
para consolarla, le acaricia tiernamente el rostro, acerca sus labios a la
oreja de la triste mujer, y en un tono dulce le susurra.
—No estoy aquí para juzgarte, estoy aquí para
comprenderte, sé que suena extraño, pero estoy aquí para hacer descansar tu
alma.
Las
palabras de Marianne la habían
aterrado, se aleja lo más que puede de la joven, toma vuelo y se levanta del
lugar, aquellos ojos grises comienzan a derramar lágrimas.
— ¡Basta! ¿Cuál es tu verdadera intención?
Todo
el lugar se detuvo en el tiempo interrumpiendo la conversación que tenían, la
única que podía moverse era Marianne, esto era muy extraño, intenta hacer
reaccionar a Heather, le grita y abofetea esperando alguna reacción. Una ligera
brisa sopló por todo el jardín, golpeando suavemente el rostro de la chica, el
viento no parecía tan fuerte, sin embargo hizo que todos los pétalos de las
rosas volaran por los aires llamando la atención de la joven. Los pétalos
comienzan a girar por los aires mientras se teñían de negro lentamente formando
la figura de una mujer.
Todo
esto toma por sorpresa a Marianne, una
luz de color violeta resplandece en el interior de la figura, en segundos se
genera una pequeña explosión que esparce los pétalos por todo el jardín;
neblina cubría de igual manera el lugar, dificultando observar alrededor.
La
neblina le dificulta a la joven ver aquella sombra que se mantenía quieta en la
distancia, intenta acercarse lo más que puede, a medida se acercaba la figura
de aquella mujer iba tomando forma, hasta que la observó claramente. Su tez
blanca, cabello rojo, grandes ojos azules muy expresivos, vestía un vestido
negro de seda, listones rojos adornándolo, sobre su cabeza se observaba un
manto negro de seda haciendo juego con su vestimenta, en su mano derecha tenia
cadenas plateadas unidas a un anillo colocado en su dedo medio.
Marianne estaba sin poder decir una palabra,
estaba frente a ella, ambas se miraban fijamente, ambas poseían el mismo color
de ojos, era extraño, verla directo a los ojos la hacía sentir como si
estuviera viendo a un espejo, un sentimiento cálido inundaba el cuerpo de la
joven.
—Por fin nos encontramos Marianne. —Dijo
la mujer mientras se dibujaba una sonrisa en su rostro. —Sé de dónde vienes.
Esforzándose
por no tartamudear le contesta a la mujer, el ambiente se estaba tornado frio y
su cuerpo comenzó a temblar a causa de la baja temperatura.
— ¿Cómo conoces mi nombre? ¿Quién eres?
La
mujer le sonríe y lleva sus manos hacia el rostro de Marianne, sus manos
estaban cálidas.
—Yo no tengo nombre, solo soy un espíritu atrapado en
estas rosas, enamorada de una humana.
En ese momento la idea
llego a ella como un rayo en una tormenta eléctrica impactado en su cabeza. — ¿Tú fuiste el que le entrego los poderes a Heather
Turner? —Lo
dijo sin pensárselo.
La
temperatura en el jardín bajaba cada vez más, Marianne empezaba ver su aliento cada vez que hablaba, el espíritu separo
sus manos de su rostro, aquellos grandes ojos azules la miraron fijamente
mientras se veía como intentaba no derramar lágrimas.
Marianne
parecía haberse perdido en el azul de sus ojos,
era extraño; ella podía sentir lo que la otra sentía, ambas estaban
conectadas entre sí. Marianne no
entendía que era lo que estaba sucediendo, solo no podía dejar de verla.
En
segundos la vida de Heather Turner paso
por su cabeza, vio la crueldad del mundo que rodeaba a la mujer, y como fue
inculpada de la muerte de su esposo.
— ¿Ahora la entiendes? Ella no fue mala, solo esperaba
justicia en un mundo injusto, y yo le otorgue la herramienta para vengarse de
este pueblo que la hizo sufrir.
—Tus intenciones no fueron malas, solo tratabas de
proteger a Heather, pero no apruebo la maldición que lanzo sobre los Turner.
El
jardín poseía una fina capa de hielo, el espíritu se mostró molesto por las
últimas palabras de la joven; una tormenta de nieve se desato sin previo aviso,
la conversación continuó haciendo caso omiso a lo que sucedía alrededor.
— ¿¡Que querías que hiciera!? —
¡Estaba alterada! —No podía quedarme
con los brazos cruzados viendo como la quemaban viva; su único crimen fue amar
a un hombre condenado por sus propios actos. Yo estaba enamorada de ella e hice
lo que fue necesario para protegerla de todo.
El
espíritu se había alejado algunos pasos de ella, Marianne comenzaba a
congelarse, se frota ambas manos intentando calentarse un poco.
—No trato de seguirte la contraria, estoy de acuerdo en
la venganza de Heather hacia todos aquellos que la quemaron viva solo para
satisfacer su odio, sin embargo estoy en contra de la maldición de los Turner,
¿era necesaria?
— ¿¡Crees qué no me siento culpable por eso!? —El
espíritu mira hacia otra dirección intentando ocultar su rostro. —Cada segundo me lamento, no tuve la fuerza necesaria
para detenerla. Mi poder la cegó por completo, tal vez si no la amara lo
suficiente hubiera tenido el valor para hacer que su espíritu descansara en paz; pero no pude, no quería que me dejara sola. Cuando
me di cuenta de la maldición, era demasiado tarde; su poder había superado con
creces al mío, yo no era rival para ella.
—Eres un espíritu egoísta. —Se
acerca al espíritu y la obliga con ambas manos a verla a la cara. —No pudiste aceptar la idea de estar sola, en pocas
palabras tú maldijiste su espíritu. Me atrevo a decir que fuiste peor que
aquellas escorias que la quemaron viva.
— ¿Quién eres para juzgarme de esa manera? —El espíritu se había molestado, aleja las manos de la
joven de una bofetada. —Tu
haz asesinado a personas inocentes solo para ser aceptada por ese ridículo
hombre, pensé que tú me entenderías más que cualquier otra personas, después de
todo tu eres la excepción a la maldición.
—No compares mi relación, maldito espíritu. —Se
había molestado tanto por ser comparada que no había tomado importancia a lo
último que dijo el espíritu. —Yo talvez asesino
a personas inocentes, pero a comparación de ti, jamás podría hacerle daño.
La
tormenta se detuvo en un segundo, los ojos azules del espíritu derramaron
lágrimas, una capa de hielo comenzó a cubrirla a una velocidad moderadamente
veloz; Marianne se da cuenta de lo
que intenta hacer, sin temor a ser congelada junto con ella la abraza
fuertemente. En ese momento parecía como si fueran una sola persona, sus
recuerdos, sus historias, sus sentimientos estaban conectados; solo de esa
manera logró entender al espíritu.
—Lamento todo lo que he dicho, ahora comprendo. —Marianne
se empezaba a sonrojar. —en realidad lamento todo lo que he dicho; entiendo tus motivos para darle tus
poderes, al igual que entiendo los motivos por los cuales no quitárselos, todo
lo hiciste por amor.
El
hielo comenzó a derretirse, aquellas lágrimas desaparecieron; el rostro del
espíritu estaba sonrojado, una sonrisa se dibujó nuevamente; el clima cambio
radicalmente haciendo que ambos cuerpos se calentaran. Ambas dejan de
abrazarse, se alejan un poco para tranquilizarse.
—Tú no eres un espíritu malvado, gracias por cuidar de
mi todo este tiempo.
Estaba sorprendida,
después de todo, Marianne vio en ese momento la verdad tras su nacimiento,
conocía quien era en realidad. —No podía dejarte sola, después de tantos siglos
por fin nació la excepción a la maldición, eres la Turner que salvaría el alma
de Heather.
El
espíritu miro fijamente a Marianne como
si estuviera viendo a su amada, se acercó lentamente a ella, dirige sus labios
a los de ella como si esto fuera normal entre ellas, la joven no intenta evadir
el beso, solo se deja llevar, cierra sus ojos esperando sentir aquellos labios
que se avecinan.
La
besa como si de Heather se tratara, el cuerpo de Marianne reaccionó por su
cuenta, le correspondió el beso, su cuerpo se acaloro mientras su corazón latía
más rápido de lo normal. El cuerpo del espíritu comenzó a desvanecerse
lentamente, aleja sus labios de los de ella y sin alejarse ni un centímetro, le
susurra al oído antes de desaparecer por completo.
—Nadie había podido liberarme de mi pesar, sin embargo el
día de tu nacimiento te mire y observe tu futuro, tu a pesar de ser
descendiente de Heather, no poseías sus rasgos, eras la excepción, la única
prueba que pasa desapercibida de la maldición son tus ojos azules, iguales a
los míos, naciste para dar un nuevo inicio a tu descendencia.
—No comprendo. —Marianne
estaba sonrojada, se ponía nerviosa solo pensar cuan cerca está de ella y la
sensación que sentía al escucharla susurrarle al oído.
—Tú eres una Turner capaz
de tomarme en tu interior, no solo tomar mi poder, si no servir como contenedor
de mi espíritu y poder. Ahora que te conocí
y me asegure que mi visión era correcta no temo entregarme a ti; cuando mi
poder sea sellado dentro de ti el espíritu de Heather podrá descansar en paz.
— ¿Estas segura de lo que
harás?
—Jamás he estado tan
segura, pero prométeme que usaras mi
poder para proteger a todo aquello que amas.
—Lo prometo. — Marianne abrazo fuertemente al espíritu antes de
desaparecer por completo dejando atrás un viento helado que azoto a la joven
haciéndola tener escalofríos.
El
jardín se llena de un resplandor cegador, cerró los ojos de inmediato, aquel
resplandor se esfumó; abre los ojos lentamente, para sorpresa de la joven fue
enviada nuevamente al lugar donde había empezado su viaje.
Estaba
en la Antártida nuevamente, entre medio de la nada, pero esta vez no sentía
frio alguno, su cuerpo se sentía cálido, como si una llama estuviera viva
dentro de ella. De inmediato observo su vestimenta, traía puesto el vestido
negro de seda del espíritu.
El
poder corría por sus venas, podía sentirlo, era una sensación jamás sentida
antes, estaba plenamente convencida que le sería útil a Ian, no podía esperar
el momento para encontrarse con su amado.
Una
voz se escucha en su cabeza, le advierte de la peligrosa situación en la que se
encuentra Ian, una fuerza fuera de la imaginación humana estaba asechando su
vida; si no se apresura será demasiado tarde para él.
La
expresión en el rostro de Marianne cambia
inmediatamente, cierra sus ojos e intenta ubicar a su amado. Tras varios
minutos buscándolo alrededor del mundo, logran dar con su paradero, o algo
parecido. Siente una presencia monstruosa, algo fuera de este mundo; odio,
venganza y sed de sangre conformaban a lo que fuera que estuviera
identificando.
Marianne
recuerda su misión en Tokio, no tenía
duda que se trataba de Dimitri; utilizando sus nuevos poderes crea un portal
parecido a los que usa Beowulf, no tiene tiempo para pensar en las
consecuencias o sí funcionara, su amor por Ian la obliga a tomar el riesgo y
lanzarse dentro.
aunque en este capitulo no vemos a los protagonistas ... si que ha sido muy interesante , he llegado a tener que levantarme de mi silla y tomar un poco de aire para continuar en algunas escenas
ResponderEliminarBuen capitulo
ResponderEliminarNo me esperaba la escena yuri xD
Y una cosa , algo que me ha estado rondando ultimamente por la cabeza al leer las escenas ¨romanticas¨ es que carecen de el sentimiento en si, como si fuera usado como pretexto para el curso de acciones.
No se si me entiendes pero lo que me refiero es que no se nota/entiende la razon por la que se enamoraron/y sentimientos actuales.
Como los sentimientos ambiguos de Ian a Marianne
Y otra es el participamiento actual de Nathalia en la historia ya que Marianne tiene mucho mas protagonismo que ella
PD:Estas son conjeturas mias por mi extraña percepcion al leer , no tienes que tomartelo muy en serio xD
PD2:Bastante buena la imagen (de portada?)
Sigue asi (っ◕‿◕)っ
Si, con respecto a esto, tienes razón en que las escenas romanticas le faltan un poco de profundidad ante este sentimiento, no obstante admito que lo hago a propósito, ya que como todo en la historia, lo voy narrando poco a poco, más adelante profundizare en el amor entre Ian y Marianne.
EliminarAhora con respecto a lo segundo, el protagonismo de Marianne al igual que el de Nathalia lo he ido construyendo poco a poco, y aunque en estos momentos parezca irrelevante el personaje de Nathalia, créeme que en los próximos capitulos sera pieza clave para desenvolver la historia.
PD: Gracias por comentar siempre, espero esto apasigue un poco tus dudas mientras esperas los próximos episodios.
Con el hecho de que no abandones esta historia me alegra bastante, odio el momento en que encuentras una novela que te interesa pero al momento siguiente te das cuenta de que el autor ya dejo de escribir más(┬_┬
Eliminar