Promotion Game 14/Neo Génesis
El Sol irradia las calles temprano por la mañana, los alumnos caminan a
la Red High (una popular escuela secundaria que cuenta además con una
preparatoria anexada) con los uniformes pulcros y actitudes vivarachas.
Mientras tanto, en la oficina de la dirección cuatro documentos están a puntos
de ser engrapados. Cuatro papeles con fotografías, de cuatro muchachos muy
diferentes, pero con algo en común…
***
Es un día cualquiera en la escuela,
ha pasado ya un tiempo desde que las clases comenzaron. La verdad nunca he sido
popular en clase, quizá por mis gafas o porque se me hace sencillo aprender las
lecciones. Ha transcurrido ya la primera clase, tengo algebra ahora así que srá
mejor que aliste mis libros. El maestro cuchichea en la puerta, debe ser algún
chisme entre maestros… Se cruzan cada que suena la alarma de cambio de hora…
Qué aburrido… Ni siquiera tengo amigas.
—Alumnos, su atención por favor— dice
el maestro sonriendo, caminando a su pupitre. —Como saben las clases ya han
comenzado oficialmente pero tenemos unas excepciones— acomodando su corbata,
subió la mano— pasen, por favor— dijo hacia la puerta.
Por ese madero desfilaron cuatro
figuras. Un sujeto algo alto, de cabello rebelde y ojos hundidos, un chico algo
atractivo, rubio y despeinado, con un adorno de metal en la oreja, una chica de
aspecto arisco… Oh, es bonita, rayos era suficiente con Chiharu en esta aula… Y
ese muchacho…
—… La señorita Mia Baccerialli y por
último el señor Segismundo Cortés.
— ¡Eeeeeeey!— mierda, se me escapó un
grito… No me lo creo, es él… Hasta tiene el mismo modelo de gafas…
—Señorita Rivasplata ¿Tiene algún
comentario que quiera compartir? Estoy intentando presentar a sus nuevos
compañeros de clase.
Mierda, mierda, mierda, mierda, estoy
roja… He, Chiharu también lo está… Sonríe mucho, es raro.
—Espero que nos llevemos bien— dijo
aquel muchacho alto, creo que se llama Mijaíl, no pude oír bien su apellido, ni
el de ningún otro… —Estoy seguro de que nos la vamos a pasar genial— dijo el
chico rubio, desde aquí siento su olor a bocazas, y la chica ni se molestó en
decir algo, solo se buscó un asiento.
—Un placer compartir el aula con
todos ustedes— dijo el chico de gafas… Es él, aun lo recuerdo… El chico de mi
clase, ah, mi corazón, se está derritiendo.
AÑOS INDETERMINADOS ATRÁS
Una niña camina por un parque jugando
con una varilla… Al parecer la rama que empuña es una espada mata dragones si
nos introducimos en su imaginación infantil. Camina cortando la hierba ¿O son
acaso monstruos que intentan atacarla? Solitaria, en el parque, completa su
escaramuza hasta un árbol retorcido, rodeando de alta hierva sobre tierra seca.
— ¿Hum?— observa, sus pequeños ojos
ocultos por gafas de corrección. Un niño acostado en el suelo logra verla y
ella su tristeza. Piensa en irse pero se acerca, es una cara conocida que
inspira un misterio atractivo.
— ¿Quién eres?— pregunta suelta de
huesos, aunque logra recordar un nombre y un apellido.
—Soy Segismundo— dice el niño en el
suelo, su piel está sucia pero su ropa limpia. Tiene el cabello castaño hecho
nudos.
— ¡Ah sí! Te veo aveces en la escuela
¿Qué haces ahí tirado?
—Es que estoy muerto— dice con un
tono frío, bastante natural.
— ¿Eres como un zombi?— pregunta la
niña sujetando su espada, con intención de protegerse ante la ofensiva del
antropófago.
—No me gusta comer cerebros. Bueno no
lo sé, no he comido nunca cerebros, pero no tengo hambre. Supongo que no soy un
zombi.
— ¿Y cómo te moriste?— pregunta más
interesada, intentando dejar su rama en la hierva alta.
El niño se levantó, se apoyó sobre
sus tobillos y se pronunció. —Decidí morirme.
—¿Qué? ¿Y por qué te quisiste morir?
—Mi pecho duele y ya no aguanto… No
es algo que un doctor pueda curar. Cuando veo cosas malas… Me duele, solo cuando
estoy muerto me siento bien, así que vengo a morir por ratos.
— ¿Te refieres a eso que pasó con tu
hermana?
—No solo es por eso… Aveces veo gatos
morirse en la calle… Aveces los salvo, pero muchos mueren igual, y los debo
dejar porque mamá dice que los gatos rompen las cortinas. Aveces veo señoras
pidiendo dinero en las calles y gente enferma, que no puede ni mover la cabeza.
Así que soy como un zombi, después de hacer mi tarea vengo aquí. Aquí es como
mi tumba y me deja de doler un buen rato.
—Oye Segismundo, aveces me aburre
jugar sola, que tal si en que te mueres vengo a jugar contigo ¿Sabe jugar a las
tarjetas de Hiper-man? Tengo las cincuenta y dos.
—Estoy aquí en las tardes, a menos
que llueva, si tu quieres puedes venir, pero no traigas a nadie más. Me gusta
esta tumba, no quisiera que alguien se la quiera quedar.
Gradualmente Segismundo se hizo amigo
de esta niña de cabello negro y largas trenzas, cuyo nombre era Erina
Rivasplata… Poco a poco el pecho de Segismundo dejaba de doler, una afección
que ningún psicólogo pudo tratar a excepción de la niña que lo visitaba en el
parque, hasta que un día…
—Segismundo…— llamó ella, con un vestido
de domingo que relucía y contrastaba al mismo Sol.
—¡Erina! ¡Mira hasta dónde puedo
trepar el árbol!— gritaba desde lo alto.
—Baja de ahí, quiero contarte algo.
Clap.
Se lanzó y cayó de pie.
— ¿Qué pasó? ¿Atrapaste un insecto
raro?
—No, no… Mis padres… Bueno, ya te lo
había contado, pero ahora dijeron que quizá viajemos a otro país, en unos diez
días o menos— soltó con la voz muy baja.
—¿Y cuando volverás?— se cruzó de
brazos.
—Segismundo… No creo que ellos
quieran volver aquí. Han tenido problemas, tú sabes…
—Está bien— dijo sonriendo— de
cualquier forma podrás viajar a otro lugar y ver nuevos insectos.
—Oye… No sé como…
—Esta tumba se ha vuelto cada vez más
bonita—dijo volteando. —Esto de morirse de verás funciona… Creo que me estoy
curando, quizá cuando te mueras puedas venir a penar aquí.
Chu.
Un beso tocó su mejilla.
—Nunca revivas. Quizá cuando sea
adulta te traiga flores— dijo ella, alejándose.
ACTUALIDAD
<<La bocina del receso acaba de
sonar, es mi oportunidad de socializar con las Chi… ¡Ah! ¡La chica del súper
está aquí! ¡Chiharu está aquí! ¡Dios! ¡Cómo puede ser posible que me concedas
un milagro si me alié con un demonio! Solo mírenla, con ese uniforme y la
pierna cruzando la otra… Dios, con gusto mataré a Bel si me lo pides, estoy tan
agradecido…>>
Unos ojos negros se clavan en la cara
de Leonard, aquella que lo veía con instinto asesino era la chica de apellido
italiano, que llevaba un par de coletas que contrastaban con su temperamento
agresivo.
<< ¿He? ¡Oh, mierda!>>
pensó cuando se dio cuenta.
— ¡Tú eres el pervertido del
hospital!— dijo con la voz exageradamente alta, señalándolo con el índice.
—Oh, rayos… Creí que habías entendido
que fue un accidente—dijo Leonard subiendo las manos, Mía estaba frente a él,
rabiosa. Él no pudo resistir recordar su caída y soltó su risa.
—¡Me las vas a pagar!— se abalanzó
sobre él, pero pudo leer su movimiento y echar a correr antes que lo alcance.
Dieron un par de vueltas al aula, los otros estudiantes los veían como bichos
raros.
<<Esas gafas>> Pensó
Leonard al divisar a un sujeto de cabello castaño. — ¡Segismundo!— corrió y se
ocultó tras él.
—Oh, Aldrich… Qué coincidencia que
nos pongan en la misma aula… — sonrió tímidamente, recordando el bulevar y el
hospital.
— ¡Tú! ¡Eres el tipo de la librería!—
dijo Mía echando fuego por los ojos.
—Oye, oye, yo me disculpé por lo
ocurrido señorita Baccerielli— dijo apenado, con él rubio degenerado
ocultándose tras él.
— ¡Todos los hombres son iguales! Apañándose
sus tonterías aunque no se conozcas.
— ¡Suficiente de escándalo!— gritó Mijaíl,
aquel que llevaba el apellido de un directivo de la escuela al igual que
Chiharu. — No voy a permitir que siembren el desorden en esta escuela.
— ¿Qué demonios le sucede a este
sujeto?— dijo Leonard Aldrich, poniendo cara de matón.
—Oye, Leonard, tiene razón. Debemos
guardar la compostura. Es nuestro primer día.
— ¡Suficiente!— levantó la voz
Chiharu, su figura, fuerte y femenina llamó la atención de todos. Leonard
sintió mariposas en todo el cuerpo excepto en el corazón. —Soy la representante
de la clase, no debemos hacer escándalo o todos estaremos en problemas.
— ¿Aaah? ¿Me pareció oír algo?— dijo
Mia, buscando problemas, haciendo un gesto como si limpiase sus oídos.
—Mocosa recién llegada, debes mostrar
respeto— dijo Chiharu, lanzando rayos por los poros.
<<De pronto mi clase se ha
vuelto más interesante>> Pensaba Erina, con las mejillas reposando en el
pupitre, suspirando.
El escándalo era la música de fondo,
unos pasos imperceptibles se acercaron, ella subía la vista.
—Es bueno volver a verte, Erina…
—Je je je, así que si eras tú… Tonto
Segismundo.
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