Capitulo II
"Revelación"
E
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l mundo es un gran
tablero de ajedrez donde el rey del cielo y el rey del inframundo han estado
jugando, moviendo sus piezas desde comienzos de la creación humana, donde hacen
jugadas tan complicadas que nosotros jamás podríamos comprenderlas. Los humanos
no representan nada importante en este juego, para ellos simplemente somos
peones, las mejores piezas de este ajedrez se encuentran ocultas de la
sociedad, listas para moverse cuando les den las ordenes. Ahora lo que
realmente importa es el final de este juego. Todo ser humano puede observar que
Satanás está jugando a la ofensiva,
moviendo sus piezas sin pensarlo, mientras que Dios está jugando a la defensiva sacrificando peones para poder
defender al rey. Hemos llegado a un punto donde deberíamos tratar de cambiar la
situación de este juego, ustedes están advertidos, ya no es momento de ver a
otra dirección tratando de ignorar lo que sucede en la sociedad.
Mundo humano
30
de agosto del 2025. 9:00 pm
Ha pasado casi más de dos
desde que sucedieron las catástrofes en la tierra y con dificultad los humanos
han podido superarlo, la sociedad logró sobrevivir después de haber sufrido
todos estos acontecimientos pre-apocalípticos. Las religiones han podido
aprovechar estos acontecimientos para aumentar el número de sus seguidores, sin
embargo también existe gente que ha perdido familiares y amigos; fue tan duro
el impacto de perderlos durante estos sucesos desafortunados que comenzaron a
guardar rencor contra Dios. Estas
personas han creado una organización que va en contra de las reglas hechas por
el gran señor de los cielos, hacen llamar a dicha organización "Amanecer"
El reloj daba las nueve
de la noche; aparece en el cielo, justo arriba del Vaticano un pentagrama invertido que irradiaba una brillante luz que
advierte a todo las personas que se encontraban a los alrededores. Aquel
símbolo en el cielo había hecho conmoción en el lugar: el miedo había poseído
completamente a las personas que por instinto corrieron a ocultarse.
Hay un pequeño lapso de cinco minutos donde el
pentagrama brilla con mayor intensidad, convirtiendo el día en noche. Aquel
pentagrama desaparece por unos segundos dejando en su lugar un enorme portal
donde se podía escuchar gritos de auxilio y risas malévolas; atravesando
rápidamente dicho portal aparecen cuatro jinetes montando sus caballos por los
cielos.
La aparición de los
jinetes altera a las personas aún más, después de todo aquel libro antiguo hacía
referencia a estos jinetes en su capítulo más temido, el apocalipsis; sin perder el tiempo se colocan de rodillas inmediatamente
y empiezan a orar a su Dios. El Papa a pesar de las advertencias, aparece
rápidamente tratando de apaciguar a sus fieles creyentes.
—Mantengan la calma hijos míos que Dios no nos
abandonará en momentos de angustia.
En ese momento aquellas simples
palabras no logran calmar a las personas, sus palabras fueron tragadas por el
miedo y los gritos de aquellos niños asustados al ver a sus padres temblar;
después de todo ¿Quién estaría tranquilo después de ver a los cuatro jinetes
del que hablan las escrituras sagradas aparecer frente a sus ojos?
Sin tomarles importancia
a todas las personas que se encontraban bajo ellos, los jinetes se alejan del Vaticano
desapareciendo completamente de la vista de las personas; el portal se cierra
por completo dejando el pentagrama desvanecerse lentamente en el cielo como
símbolo de advertencia.
Los cuatro jinetes
continuaron su camino dejando miedo y angustia a su paso. Su destino era el
océano, un lugar donde no fueran molestados por nadie. En la lejanía lograron divisar
una pequeña isla desierta y sin dudar ni un segundo descendieron.
Tras su descenso, los
jugadores observaron la ausencia del jugador de capa azul. La desaparición de Dimitri había sorprendido a todos, excepto a Ian que comenzaba a tomar ventaja de la
situación.
—Al parecer no logró
atravesar la puerta a tiempo, me temo que el juego se limitara a nosotros
cuatro ¿me equivoco?
Con un tono de voz
malicioso Anthony le responde.
— ¡Exacto! ahora solo
existen cuatro jugadores, eso me hace el trabajo más fácil.
Todos estaban felices de
haber regresado a la vida, gracias a Satanás podían iniciar desde cero sus vidas,
después de todo ningún humano los recordaba, su existencia había desaparecido
en las mentes de todos los humanos, podrían hacer lo que ellos quisieran sin
temor de que su pasado los pudiera alcanzar. Todos estaban entusiasmados,
hablando de lo grandioso que era regresar a la vida, excepto Beowulf, estaba en
silencio, pensativo.
Phillips se acercó a Beowulf después de observar su comportamiento.
— ¿Te preocupa algo
jugador de la capa roja?
Mostrando frialdad en su
respuesta lo mira directo a la máscara.
—No, necesito
acostumbrarme a la idea de estar vivo nuevamente.
Interrumpiendo la
conversación aparece Ian pidiéndoles
atención, parecía emocionado.
—Les tengo una propuesta
interesante, sin embargo para que funcione, todos debemos aceptar.
Interesados en las
palabras que salían de boca de Ian, escucharon
cuidadosamente sin interrumpirlo.
— ¿Qué les parece si hacemos
una tregua durante un pequeño lapso de tiempo? No podremos atacarnos hasta que
hayan transcurrido dos años.
Después de escuchar la
extraña propuesta, Beowulf comienza a dudar de las palabras de Ian, todo esto parecía una trampa, era como
si les pidiera que bajaran la guardia; el jugador de la capa roja no era tonto,
en su antigua vida aprendió a no confiar en nadie.
— ¿Qué estas tramando? No
trates de engañarnos, buscas atacarnos con la guardia baja ¿Crees que caeríamos
tan fácilmente?
Ian comienza a reír tras
las palabras del encapuchado. El viento soplaba con dirección al sur haciendo
ondear sus capaz como si fueran banderas puestas en astas, había tensión en el lugar;
las palabras de Beowulf habían alertado a los demás.
—Me ofendes, yo no seria
capaz de hacerlo, además, ¿No creen que sería más divertido tener una estrategia
en este juego? Seriamos asesinados con facilidad si empezamos el juego en este
instante, recuerden que tenemos con nosotros el poder de los demonios más
atemorizantes del infierno ¡disfrutémoslo! —Sin quitarse la máscara y mirando
hacia el océano espera pacientemente la respuesta.
Las palabras del jugador
de la capa blanca eran completamente ciertas; todos acababan de regresar a la
vida y empezar el juego, la masacre en estos momentos sería un desperdicio de
esta única oportunidad dada por Satanás. Todos guardaban silencio, el sonido
del viento y las olas inundaban el lugar.
Después de pensarlo meticulosamente
todos llegaron a la misma conclusión, minutos después y sin queja alguna
aceptaron e hicieron la promesa que nadie atacaría hasta que el lapso de dos
años haya finalizado; sin embargo no se quitarían las máscaras bajo ninguna
circunstancias en estos momentos, sería un acto estúpido de su parte revelar la
identidad ante los otros y pondría más emoción al juego. Los cuatro jugadores montaron
una vez más sus corceles y tomaron rumbos diferentes.
Infierno.
Los demonios estaban
excitados por el inicio del juego, aquellos seres jamás habían estado tan
activos. El infierno ardía más de lo normal, los demonios cantaban y bailaban
mientras torturaban con más afán las almas del infierno.
— ¿Por qué cerraste la
puerta antes que yo cruzara? –Dimitri continuaba
molesto por haber sido separado de los demás.
La actitud animada del
rey demonio había desaparecido y en su lugar se observaba seriedad en cada
palabra que salía de su boca llena de afilados dientes.
—Tengo que hablar contigo
acerca de los tesoros divinos que se
ocultan en la tierra de los vivos.
— ¿Tesoros divinos? No
entiendo que sea eso pero si viene de ti sé que no es algo bueno.
—Todo lo contrario, los
tesoros son las únicas armas que pondrían echar a perder este juego.
Aquellos enormes y casi
inexpresivos ojos negros parecidos a esa espesa oscuridad que solo se encuentra
en el fondo del abismo infernal, hacía que Dimitri quedara hipnotizado,
intrigado y un poco asustado. La actitud de Satanás daba a demostrar que no
mentía, que aquellas palabras eran ciertas.
—Si son armas tan
poderosas, ¿porque me dirías algo como eso a mí? —Tratando de no caer en su
juego intenta mostrar frialdad —Conoces claramente que no jugare tu juego.
Jamás asesinare personas, si en realidad tienes razón y en vida fui un bastardo
sin corazón de sangre fría, quisiera expiar todos mis pecados.
La estupidez de Dimitri
había dibujado una sonrisa maliciosa a Satanás, era imposible para él no burlarse
de las palabras recién escuchadas.
—Es una lastima, tenia la
esperanza que jugaras igual que todos los demás, aunque debo preguntar, ¿Tu
respuesta fuera la misma si conociera la manera de recuperar tu memoria?
Dimitri había quedado sin
palabras, había logrado caer en el juego del demonio con una simple pregunta, y
escuchando atentamente cada palabra, esperando lograr recuperar sus recuerdos.
Satanás continuó hablando aprovechando que ha captado la completa atención del
jugador cero.
—Hay un viejo demonio
viviendo entre los humanos, vive en las faldas del monte Fuji en Japón, pregúntale
como recuperar tus memorias, estoy seguro que el conoce la manera de regresarte
los recuerdos.
— ¿Por qué me dices esto?
¿Que necesitas de mí? –Dimitri conocía bien las reglas de Satanás; te entrega
algo para quitarte el doble.
La actitud de Satanás
volvió a tornarse seria, era increíble ver lo bipolar que se comportaba el rey
del infierno. ¿Alguna vez escucharon que Satanás es hábil con palabras y no con
acciones? Todos sus planes son ideados por él, pero realizados por otros.
—Tienes razón, tengo un
favor que pedirte y quiero que lo cumplas antes que sea demasiado tarde para
actuar— El demonio señalo a Dimitri; Esos enormes ojos no despegaban la vista
del joven ni un segundo.
— ¿Qué favor me pediría
el rey del inframundo, no eres lo suficientemente poderoso como para hacerlo
solo? Por primera vez en todos estos siglos se ha inclinado el gran rey demonio
ante alguien tan inferior, eso jamás lo vi venir.
Satanás comenzaba a
irritarse, sin embargo trataba de ignorar la falta de respeto de Dimitri. Continúa
hablando con el irrespetuoso humano como si no hubiera escuchado ni una palabra
de lo anteriormente dicho.
—Los tesoros divinos son
las armas más poderosas de todo el mundo, sin embargo no todos pueden
controlarlas, siglos atrás hice un trato con Dios, juramos que no dejaríamos
que nadie tocara aquellos objetos tan poderosos. En este momento existe una
organización que está a un paso de encontrarlas, el nombre de esta organización
es "Amanecer"
— ¿Qué quieres que haga
con exactitud? ¿Asesinarlos a todos? —el rostro del joven aún oculto por la
máscara había palidecido, un escalofrió bajo por su espalda.
— ¡No!, quiero que tú las
tomes y seas el poseedor de dichos objetos; si llegara a ser tomada por
personas indignas e incapaces de utilizaras, el rey de los cielos dejaría de
existir, sin él yo no existiría, ambos, cielo e infierno nos necesitamos para
seguir existiendo.
Dimitri continúa confundido, la petición de Satanás no era algo que deseaba hacer, sin
embargo en estos momentos no esta en posición de rechazarlo, si se negara
podría estar desechando su única oportunidad de recuperar sus recuerdos.
— ¿Cómo quieres que
encuentre las armas? —Tenía claro que Satanás lo tenía en sus garras.
—Pregúntale al demonio que habita en las faldas del
monte Fuji, él conocerá el paradero actual de los tesoros, después de todo él
fue quien las escondió— El rey demonio dio la espalda al jugador.
Un resplandor apareció en
el infierno, todos los demonios parecían irritados e inquietos, los rugidos,
gruñidos y chillidos de las bestias que habitaban aquel bosque en el infierno
se hacen escuchar. Dimitri estaba confundido, después de todo
estaba consiente que Satanás está jugando con él; al mismo tiempo una parte de
él estaba tranquilo de conocer la manera de recuperar sus recuerdos. Sin
esperar ni un minuto más, montó su caballo e intentando ignorar las preguntas
que aún poseía sobre los tesoros, corrió hacia la luz que había aparecido
frente a ellos, esta podría ser su última oportunidad de regresar al mundo de
los vivos y él no estaba dispuesto a desperdiciarla.
Una voz comenzó a resonar
en el interior de la mente de Dimitri mientras se dirigía a toda prisa hacia
esa luz, ese portal, esa única oportunidad de salir del infierno.
— Nunca había visto a mi
padre tan complaciente con un humano.
—Me sorprendiste, no
esperaba escuchar tu voz en todo el juego, creí que me dejarías a mi suerte
todo este tiempo. —Por como empezaron las cosas con ellos así debía pasar.
—Te lo dije antes, haré pareja contigo porque mi padre me lo ha ordenado, debo mantener comunicación contigo, quizás pueda ayudarte en algunas cosas. —Por su tono de voz Belzebuth
parecía decir la verdad.
Sorprendido por el
repentino cambio de opinión del demonio evita molestarlo y decide guardar para
el mismo su comentario. Dimitri estaba a segundos de atravesar aquel destello
de luz.
— ¿Todos podrán
escucharte? —intenta cambiar la conversación.
– ¡No! Solo tú me puedes
escuchar humano, imbécil. ¿No escuchaste la explicación de mi padre?
Habían llegado al portal,
para suerte del joven la conversación es finalizada forzosamente mientras
cruzan el portal.
Mundo humano
25
de noviembre del 2026 04:00 pm.
Ha pasado un año desde
que llegaron los cuatro jinetes, la tierra sigue en pánico por la llegada de
los cuatro jugadores, se logra percibir un aura oscura que cubre el ambiente.
Dimitri logra llegar a salvo, sin embargo la
puerta que lo conectó al mundo de los vivos, lo hizo aparecer en una zona poca
habitada de Japón, todo parece demostrar que su llegada a este lugar no era
ninguna coincidencia.
–Mi padre nos hizo
ahorrar mucho tiempo valioso al enviarnos directamente a Japón.
–Si, parece que el rey
demonio es complaciente con los que le ayudan. Vamos Belzebuth, debemos ir primero a la ciudad más
cercana por provisiones, ropa que me logre hacer pasar desapercibido y un poco
de información.
Sin más palabras continúo
cabalgando, evitando volar por los cielos, de esa manera evitaría llamar la
atención de las personas (como si el caballo azul no llamara suficiente la
atención); para suerte de Dimitri, la
ciudad más cercana era la de Tokio.
El sol ardiente golpeaba
el rostro del joven, sin agua, ni comida estaba a nada de caer desmayado al
piso. Se había quitado la capucha y la máscara tratando de esa forma aliviar un
poco el calor, pero sus intentos fueron en vanos, el sol era demasiado fuerte. Estaban
a pocos kilómetros de llegar a la ciudad cuando logró distinguir una pequeña
choza en medio de la nada.
— ¿Crees que viva alguien
en ese lugar, Belzebuth? Parece que nadie se ha acercado a ella en mucho
tiempo.
La casa parecía que en
cualquier momento caería en pedazos, se veía tan frágil como si un simple
soplido podría hacerla bolar en pedazos, no había duda que a estas alturas ese
lugar hubiera sido abandonada, quizás estas sean las consecuencias de la ley
marcial que hubo un par años atrás.
—Tienes razón, esta muy
maltratada y es seguro que fue abandonada hace años, pienso que es una buena
oportunidad para encontrar ropa que te haga pasar desapercibido, deberías echar
un vistazo.
El caballo los había
llevado a la casa abandonada, para sorpresa de ellos una mujer de apariencia no
mayor a 30 estaba sentada en el pórtico mientras miraba fijamente al horizonte
con una mirada perdida. Tez morena, cabellera negra, ojos cafés, para los
estándares de la sociedad en la que vivimos, era una mujer hermosa. Dimitri
bajo del animal. La mujer posó su mirada en el joven, aquellos cabellos
blancos, y ojos rojos habían hecho recobrar en esos ojos perdidos un poco de
brillo, parecía como si aquella mujer había encontrado lo que buscaba; se pone
de pie de inmediato.
— ¿Dimitri? Por fin puedo
verte de nuevo, te he esperado todo este tiempo; he vagado por el mundo
buscando aquellos ojos rojos que tanto ame. –La chica sonríe de una forma
cálida, en sus ojos se podían ver como salían lágrimas. La mujer entra a la
choza tratando de ocultar sus lágrimas.
Sorprendido por las
palabras de la mujer, la sigue dentro, intenta hacerla hablar ¿Cómo lo conocía?
Al entrar a la casa segundos después, había desaparecido, la casa estaba
destrozada, el piso estaba roto y muy frágil, las escaleras de madera tenían
moho y algunos escalones había caído. Justo debajo de sus pies encuentra una
maleta con ropa a la medida, era extraño.
En el interior de la
maleta se encontraba una camisa blanca y una chaqueta de cuero azul, con pequeños
cinturones abrochados en cada manga, un pantalón negro poco desgastado o al
menos ese era el aspecto que daban, botas cafés y una pulsera de plata con una
inscripción que decía “Memento Mori”;
Intento buscarla cuidadosamente por la planta baja del lugar y sin encontrar
rastros de ella decidió seguir adelante. A estas alturas y después de haber
visitado el infierno, nada podría sorprenderlo.
Sin perder tiempo se mudo
de ropa, dejando en el lugar su máscara y su capa; Antes de marcharse encontró unos
guantes cafés los cuales solo cubrían las palmas de sus manos. Una nota cae al piso cuando toma los guantes,
estaba oculta entre los guantes en la maleta.
“Me
alegró verte de nuevo, es como si no hubieras envejecido ni un día desde que te
vi por ultima vez, recuerda que tu nunca estarás solo”
Todo esto era muy confuso; un sentimiento de tristeza había
inundado a Dimitri segundos después de haber leído la nota, había olvidado
quien era ella ¿Era la chica dueña de aquella voz que recordó brevemente en el
infierno? No, definitivamente no era ella, o eso era lo que creía. Estaba a
punto de partir a Tokio, la extraña aparición no haría perder la concentración
de Dimitri.
El sol se había ocultado
entre las nubes y una brisa refrescante azoto al joven haciendo así un poco más
soportable su situación. Montó nuevamente su caballo y se dirigió a la ciudad.
Minutos antes de llegar a
Tokio, el caballo comenzó a moverse violentamente sin razón alguna, sus movimientos
eran tan bruscos que logró tirar al jugador. El cuerpo del animal se cubrió de
llamas hasta que se convirtió en cenizas; tomando por sorpresa a Dimitri
intenta comprender lo ocurrido con su caballo. La risa de Belzebuth lo distrae.
—Hemos llegado por fin,
deja de lamentarte por el caballo, él estará bien solo regreso al infierno, no
pueden estar más de tres horas en la tierra; ahora debes estar preocupado por
tu bienestar.
— ¿Qué quieres decir con
eso? –Las palabras del demonio hicieron que Dimitri estuviera alerta.
—Esta ciudad tiene un
aura extraña, debes tener cuidado cuando entres en ella, siento que algo está mal en este lugar— el demonio se
escuchaba preocupado.
La advertencia de Belzebuth parecía ser una broma de mal gusto, pero
su tono de voz demostraba que no, la ciudad parecía muy tranquila por fuera,
nada fuera de lo común. Al entrar en la ciudad esa paz continuaba, era extraño,
estaba demasiado tranquila ¿Por qué una ciudad como Tokio estaría tan tranquila?
El mundo estaba alerta por la llegada de los cuatro jinetes, muchos evitaban
salir de sus hogares a no ser que fuera necesario, pero no era excusa para la
tranquilidad del lugar.
Segundos después de su
llegada se escuchó un grito proveniente de un callejón. Dimitri corrió para auxiliar a la persona;
llego lo más rápido que le fue posible solo para observar cómo dos hombres con
capuchas de color negro y un sol dibujado como si fuera un jeroglífico estaba estampado
justo en el frente de sus atuendo, estaban apuñalando a una mujer sin piedad
alguna.
Furioso por la escena
frente a sus ojos, intentó detenerlos, pero su cuerpo rechazo aquella escena tan
asquerosa, no logró moverse después de ver a la mujer apuñalada, descuartizada,
tirada en el piso. Sin previo aviso el joven vomito. Los encapuchados
continuaban apuñalándola aun después de muerta que no se percataron de la
presencia de Dimitri. No soportó más de esta asquerosa escena y tratando con
todas sus fuerzas de moverse, se abalanzó sobre ellos, derribándoles.
— ¿¡Qué demonios hicieron!?
–Dimitri estaba furioso, los golpes no paraban de impactar sobre sus rostros.
Los dos hombres asustados
al verlo, lograron levantarse, tiraron el cuerpo ya fallecido sobre el joven y
corrieron fuera del callejón, para luego entrar a las alcantarillas. Sin
pensarlo persiguió a los dos encapuchados dentro de las alcantarillas por
varios minutos hasta que los perdió de vista.
— ¿Por dónde se fueron?
— ¿Cómo tendría que saberlo?
Yo veo lo que tú vez— con un tono burlón, le contesto Belzebuth.
Dimitri no había pensado
ni un segundo en sus acciones, y solo corrió tras ellos. Las alcantarillas
estaban oscuras, era muy poco visible el lugar, había desechos recorriendo por
todos lados, el agua bajo los pies del joven apestaba, cientos de alimañas se
ocultaban o corrían al escuchar los pasos del joven.
Se escucharon pasos del
lado izquierdo de las alcantarillas y sin demora corrió hacia la dirección
dónde provenía el ruido. Intentaba guiarse por su oído mientras corría tras
ellos.
Una puerta metálica había
sido descubierta, no había duda que de este lugar provenían los pasos que había
escuchado; la puerta estaba cubierta de la misma palabra escrita cientos de
veces en cientos de idiomas "Amanecer".
Tras no poder leer todos lo
escrito en la puerta, Dimitri se acercó
sigilosamente tratando escuchar detrás de ella. El miedo invadió su cuerpo al
recordar que ellos son las personas que el mismo rey demonio teme.
Se escucharon pasos que
se dirigían hacia la puerta, trato de correr hacia la ciudad, para su sorpresa,
encontró otras dos personas de la organización detrás de él. Sin hacer mayor esfuerzo
fue capturado y llevado dentro. Al entrar por esa enorme puerta observó un
cuarto decorado con cortinas rojas, velas en cada esquina, en medio de la
habitación estaba dibujado un gran pentagrama invertido de color blanco, era un
lugar gigantesco con cientos de pasillos y habitaciones iguales. Llevaron al
jugador cero a unas celdas y lo ataron a la pared con cadenas de hierro
reforzado, tratar de liberarse sería inútil para todo ser humano.
—Ahí te quedaras hasta que
regrese la señorita Marianne.
Los hombres se fueron
después de atarlo dejando únicamente a una persona encargada de vigilarlo.
—Quisiera saber quién es
esa perra a la que llamaron Marianne, ¿tú no? –Preguntó Belzebuth.
—Pronto lo descubriremos,
aunque siendo sincero no quisiera descubrir quién es, solo traerá más
problemas— respondió Dimitri mientras inesperadamente caía dormido por los
gases somníferos que salían de las paredes, tomándolo por sorpresa.
Se escuchaban gritos
aterradores que provenían de la superficie, ¿Qué estará pasando en la ciudad de
Tokio? ¿Por qué tanta conmoción en la superficie? los gritos lograron despertar
a Dimitri de su profundo sueño.
—Veo que te despertaron
los gritos, siguen asesinando personas en la ciudad— dijo Belzebuth, su tono de
voz era muy frió.
—Eso parece, pero ¿Por
qué?
Mientras hablaba con su
demonio acompañante, escuchó a dos personas hablar acerca de lo que ocurría en
la ciudad.
— ¿Crees que terminemos
pronto de completar el cáliz?
—Espero que sí, estoy
harto de estar escondido en las alcantarillas, además la señorita Marianne dijo
que esta ciudad daría la sangre suficiente como para llenar el cáliz sagrado.
Dimitri estaba
sorprendido por lo que había escuchado, no tenía idea de lo que estaban
hablando, pero tenía claro que cualquier cosa que estuvieran planeando no seria
bueno. Su plan era asesinar a todas las personas que habitaban la ciudad de
Tokio; pero ¿Por qué derramar tanta sangre? ¿Qué era ese cáliz del que ellos
hablaban?
—Belzebuth, ¿Conoces algo acerca de ese cáliz? —mantenía
la calma aunque los gritos de la superficie lo estuvieran volviendo loco por
dentro.
El hijo del rey demonio
no dijo ni una sola palabra. Él estaba más sorprendido que Dimitri, sabia lo
destructivo que podría llegar a ser el cáliz si algún humano e incluso si un
demonio lo obtuviera. Intento recuperarse de la impresión dada por las palabras
que había escuchado y respondió minutos después.
—El cáliz es una de los
tres tesoros divinos que existen en el mundo, tiene el poder de dar a un
demonio poder ilimitado, si un humano lograra obtener el cáliz; lo convertiría
en un ser con poderes fuera de la comprensión humana, sería más poderoso que un
demonio, sin embargo aquel humano que lo utilice será consumido por la maldad
que guarda el cáliz. Este no viviría, pero tampoco moriría, estará destinado a
vivir en el limbo por toda la eternidad.
Dimitri esperaba una risa burlona por parte del
demonio; jamás la escucho. Él demonio continuó hablando.
–Me gustaría que fuera
una broma, sin embargo la forma para poder conseguir despertar el gran poder de
la reliquia, es asesinando a personas. El cáliz se llenara de sangre cada vez
que sea sacrificada una vida. Cada persona representa una gota en el cáliz, es
decir que tendrán que asesinar a todas las personas de la ciudad. Cuando el
cáliz comience a emitir una luz dorada
será la señal para usar su gran poder.
Se escucharon pasos acercándose
al fondo del pasillo, ambos miembros que estaban afuera de la celda hicieron
una reverencia, era evidente el respeto y temor hacia esa persona. La puerta de
la celda se abrió de golpe mostrando a una chica de cabello negro, ojos azules
con gafas. Se veía tan serena, inocente. Vestía una camisa blanca de mangas
largas, una falda larga de color negro ajustada que le llegaba un poco más de
su rodillas, del lado izquierdo de la falda había una abertura la cual mostraba
un poco su pierna, tacones rojos.
Dimitri no entendía que
hacia una chica así en un lugar como este y porque esas dos personas le tenían
tanto miedo, no parecía peligrosa.
—Así que tú eres el
intruso que se infiltro a nuestro escondite— la chica se acercó a Dimitri, le
acaricia su rostro mientras sus labios están a unos centímetros de hacer
contacto.
— ¿Quién eres tú? —preguntó
Dimitri con indiferencia mientras
aleja sus labios de los de ella.
—Perdona mis modales, mi
nombre es Marianne Helldrich, soy la encargada y jefa de la división de
búsqueda, en la organización Amanecer. ¿Me
podrías decir tu nombre? —Su tono de voz es muy relajado, educado, es extraño
pensar que ella este involucrado con la organización.
— ¿Tus eres la culpable
de todos los asesinatos que están ocurriendo en este momento? —No escucha
respuesta de ella. —Si te interesa mi nombre te lo diré, toda persona tiene
derecho a conocer el nombre de su asesino, mi nombre es Dimitri y soy el que
pondrá fin a todo este acto inhumano. —El silencio por parte de Marianne había
confirmado su culpabilidad, no logró contener su rabia, conocía que su
arrogancia ante ella le traería consecuencias.
Marianne al escuchar las
palabras de Dimitri cambio su personalidad
drásticamente y de su falda sacó un arma que tenía inscrita una palabra en
hebreo "בדידות". Apunto a la cabeza del chico con una
sonrisa en su rostro, colocó el dedo en el gatillo del arma, decidida a
disparar sin remordimiento, sin embargo detuvo su ataque al observar que en la
mano derecha Dimitri tenía el anillo demoníaco.
Marianne
estaba sorprendida y sin dejar de apuntarlo con el arma inicia con la interrogación.
— ¿De dónde sacaste ese
anillo? —su rostro se mostraba más pálido de lo común.
— ¿Conoces del anillo? —preguntó
confuso.
— ¡Te hice una maldita
pregunta, contéstame! –Aquella persona tranquila había desaparecido.
El joven guarda silencio,
no tenía planes de hablar sobre el anillo, ellos ya conocían sobre las
reliquias, seria muy peligrosos informarlos del juego y de lo poderoso que son
estos anillos.
Ella ordena a los
miembros que vigilaban la celda que
lo desaten y lo lleven al cuarto principal donde tratarían de hacer hablar a
Dimitri atravez de torturas. Sin decir más Marianne deja el lugar y camina hacia el cuarto principal donde estaban
guardado el cáliz en un altar.
En el salón principal se
encuentran reunidas más de cincuenta miembros de la organización esperando
órdenes de Marianne. El jugador cero
es llevado al cuarto principal del escondite donde es sujetado con fuerza de los
brazos por dos encapuchados para evitar su escape.
Marianne toma el cáliz
dorado con delicadeza sin tirar ni una gota de sangre, está a pocos centímetros
de ser llenado con la sangre de los ciudadanos de Tokio, se dirige lentamente
hacia Dimitri.
— ¿Sabes lo que es esto?
—le pregunta en un tono irritado.
—Es el cáliz sagrado—responde
Dimitri en un tono indiferente.
— ¡No!, esto es más que
eso, grandísimo idiota. Esto representa el comienzo de una nueva era. Una era
que traerá consigo paz y unión a todo el mundo.
— ¡Eso no traerá más que
destrucción y muerte! Nadie debería usar esa arma, podría acabar con la
civilización tal y como la conocemos, ¡idiota! –la rabia y frustración que
sentía en estos momentos se han mezclado en un solo sentimiento indescriptible.
¿Esto es a lo que llaman impotencia?
Intenta ocultar su
sonrisa ante el joven de cabello blanco, Marianne lo ignora por unos segundos.
El cáliz comienza a dar pequeños resplandores, la gente en el lugar se inmuta,
el momento por fin ha llegado.
La interrogación y
tortura hacia Dimitri deberá esperar un poco más, Marianne se dirige a la
superficie con el cáliz dentro de una caja de cristal transparente seguida por
todos los miembros que se encontraban en el lugar. Antes de marcharse dirige
unas últimas palabras hacia Dimitri.
—Tienes razón en todo lo
que acabas de decir, pero si es usado por una persona que conozca lo que es
justo y correcto no debería ser un problema ¿me equivoco, jugador número cero?
El lugar queda en
completo silencio. Dimitri no comprendía nada de lo que sucedía ¿Cómo era
posible de que ella conociera acerca del juego? Ya se habían marchado todos
excepto dos personas que habían sido designados para vigilarlos.
Ambos miembros habían
trabajado tanto para ver brillar el cáliz que no podían permitirse no estar en
ese suceso. Colocan a Dimitri en una silla metálica atándolo de las manos y los
pies fuertemente con una cuerda. Después de asegurarse que esta completamente
inmovilizado se dirigen hacia la superficie, dejándolo solo.
— ¿Podrías ayudarme a desatarme, Belzebuth?
—Lamentablemente no puedo
ayudarte, me es imposible salir del anillo en el mundo humano. Si saliera del
anillo tú morirías ya que el anillo se alimenta de mi fuerza demoníaca para
mantenerte con vida. ¿Lo recuerdas?
En el suelo se encontraba
un pentagrama invertido que estaba dibujado en medio de la habitación, en él
había un cuchillo lleno de sangre. Logra tirar la silla al piso junto con él
para así lograr acercarse lo más que puede al cuchillo y liberarse.
Tras unos minutos
luchando por desatarse logra liberarse, de inmediato se levanta del piso y
corre hacia la superficie siguiendo el camino en el cual había llegado. Antes
de que llegara a la superficie se escucharon de nuevo los gritos y suplicas de
las personas que habitaban la ciudad; rogar por sus vidas era lo único que
podían hacer, pero era extraño que las personas no hubieran huido de la ciudad.
¿Por qué no escaparon cuando podían? ¿Qué les impidió escapar?
Llantos de niños rogándoles
a los encapuchados no asesinar a sus padres, seguidos de los gritos de
desesperación que producían las personas al ser apuñaladas continuamente. Todas
las personas eran asesinadas por orden directa de Marianne. Todos parecían estar disfrutando de los gritos y suplicas, era
tan grande su sed de sangre que algunos torturaban a sus victimas antes de
asesinarlas ¿Qué tanto deben sufrir? Esto es inhumano, matan indiscriminadamente,
no les importa si son niños, adultos, ancianos, hombres o mujeres.
El joven de cabello blanco
logró salir de las alcantarillas, era de noche. Corrió en dirección de la
persona más cercana que necesitara ayuda, estaba arto de los gritos, deseaba detener
tanta masacre, pero antes de que pudiera salir del callejón pudo escuchar el
ruido de un helicóptero que se acercaba; al elevar la vista logró observarlo,
era de color blanco, tenía a un lado de la puerta una cruz dorada. Al escuchar
el sonido de las hélices Marianne junto
con los miembros de la organización se dirigieron hacia el centro de la ciudad donde
aterrizaría el helicóptero.
Dimitri se acercó sigilosamente al lugar más
cercano para observar quien se encontraba dentro de la aeronave. Tras varios
minutos por fin había descendido, todos los miembros de la organización
hicieron una reverencia y esperaron la salida de aquella persona que le tenían
aun más respeto que a Marianne; cuando al fin se abrieron las puertas se
distinguió la figura de un hombre rubio, que vestía un atuendo que solo era
visto en miembros de alto mando en la iglesia, para ser más exacto un
camarlengo. Marianne entregó la caja
de cristal que contenía el cáliz a uno de los miembros y corrió a recibirlo,
con un tono de voz muy animado le saluda.
—Buenas noches amo Ian lo
estábamos esperando. El cáliz esta a punto de completarse y como prueba de
nuestra lealtad hemos capturado a uno de los poseedores de los anillos demoníacos— su rostro irradiaba felicidad, sus mejillas estaban ruborizadas, no
parecía aquella chica que apuntaba el arma a Dimitri.
— ¿Dónde se encuentra el
otro portador del anillo? —pregunta Ian con
desesperación. Habían captado su completa atención.
—Mandare a traerlo de
inmediato mi señor.
La orden de ir por
Dimitri no se hizo esperar; enviaron a tres miembros a buscarlo, fueron de
inmediato al escondite sin perder tiempo.
Mientras esperaban la
llegada de Dimitri, Marianne abrazó a Ian, el rostro de la chica se sonrojo aun
más, en este momento parecía una persona distinta, era como ver a una colegiala
enamorada, frente al chico que le gustaba.
Dimitri aún los observaba desde un lugar
seguro, los gritos habían cesado, lo más probable es que ya no quedara nadie
más con vida a quien ayudar. En estos momentos estaba en desventaja, Ian estaba
en la ciudad con un ejercito listo para obedecerlo, en cualquier momento todos
lo buscarían al darse cuenta que había escapado de sus ataduras.
Ian comenzaba a perder la paciencia, esta sentado dentro de la
aeronave con Marianne desde hace más de diez minutos y aún no regresan. La
chica aprovecha ese tiempo para abrazarlo y acariciar su rostro mientras
intenta apegarse a él lo más que pueda. Estaba demasiado cariñosa que daba
repugnancia ver como se ofrecía. La lujuria podía verse en el rostro de Marianne.
Ian la toma bruscamente del brazo, acercándola a su rostro, en un movimiento
repentino la besa mientras toca el pecho de la chica, lentamente la mano de Ian
explora cada parte del cuerpo de Marianne; la chica se sonrojaba aún más, la
camisa de la chica se iba abriendo poco a poco a medida Ian jugaba con los
pechos de la chica.
Los gritos de las
personas regresaron, al parecer aún existían sobrevivientes escondidos, la
desesperación de las personas había llegado al extremo. Empezaron a lanzarse de
las azoteas de los edificios más altos de la ciudad solo para no ser asesinados
lenta y fríamente por los de los encapuchados de la organización.
Dos personas interrumpen
a los amantes que aún estaban ocupados dentro de la aeronave. Los encapuchados
parecían cansados y preocupados. Hicieron una reverencia, se podía apreciar
como temblaba cada parte de sus cuerpos.
—Mi querido señor, cuando
llegamos al escondite estaba completamente vació, parece que escapó, en estos momentos debe estar en la ciudad tratando de huir lo más lejos posible.
Marianne se alarmó de
inmediato dando un salto fuera de la aeronave, se abrocho la camisa y acomodo
la falda lentamente, como si no le importara en absoluto las malas noticias;
tomo su arma nuevamente y apuntando en la cabeza al mensajero se preparaba a
disparar. Ian no ha dicho ninguna palabra, no ha movido ningún dedo. Se ha
mantenido sereno.
— ¿Qué acabas de decir?
Es imposible deje a dos sujetos con él ¿Como logró escapar?
La chica logra distinguir
a lo lejos a las dos personas que había designado para ser los guardias de Dimitri
y ordenó traerlos ante ella. En segundos los tenía frente a ella. Ian se
mantenía calmado, se levantó lentamente de su asiento.
— ¿Ustedes han sido los
culpables que dejaron escapar al poseedor del anillo? —Ian les preguntó en un
tono muy sereno sin mostrar expresión alguna.
Uno de ellos habló
tratando de excusar su comportamiento.
—Lo sentimos en realidad,
no sabíamos que escaparía, nosotros solo queríamos terminar de llenar el cáliz
dorado y así hacer que usted fuera el hombre más poderoso del mundo.
—No se preocupen, ahora
que fui ascendido un grado más en la iglesia, he aprendido acerca del perdón— Ian
sonrió para calmarlos un poco.
—En realidad se lo
agradecemos mi señor, le prometemos no fallarle de nuevo— se habían
tranquilizado, habían dejado de temblar.
—He aprendido mucho del
perdón, al igual que aprendí que yo no poseo el gran don de perdonar. Es decir,
jamás me perdonaría si los asesinara con mis propias manos— la mirada de Ian
cambio drásticamente, parecía disfrutar cada palabra que salía de su boca —ustedes
deben pagar por lo que hicieron. Tomen sus armas y dispárense entre ustedes.
Después de todo conocen bien cuál es el castigo por fallarme. –Era realmente
aterrador ver la tranquilidad de Ian. Era como si les hubiera pedido algo
insignificante.
Inmediatamente el
diamante blanco del anillo demoníaco de Ian comenzó a brillar y los dos miembros
de la organización sacaron sus armas sin dudar ni un instante, colocaron las
armas en la frente del otro. Sin emociones en el rostro, sus miradas vacías. Los
dos miembros presionaron el gatillo de sus armas y se perforaron la cabeza.
Todo fue tan rápido, parecían hipnotizados, no dudaron ni un segundo.
—Murieron
instantáneamente, hubiera dejado que sufrieran un poco más, usted ha sido muy
bondadoso mi señor— dijo Marianne con una sonrisa en su rostro.
—Solamente hice lo que
creí que Dios haría y les evite el
sufrimiento, odio ver a la gente sufrir frente a mí— Ian respondió con una
sonrisa en el rostro, intenta no perder la compostura y rendirse ante este
hilarante suceso ocurrido frente a él.
Dimitri estaba molesto después de haber
escuchado las últimas palabras dichas por Ian. Fue tanta la ira que sin pensarlo salió de su escondite y corrió
hacia donde se encontraba el jugador número cuatro con el puño listo para
golpear su rostro. Marianne e Ian pudieron
verlo correr hacia su dirección, rápidamente ordenaron capturarlo. Todos ellos
fueron tras él. Dimitri luchó con todos ellos, se defendió fieramente, sin
embargo ellos eran cientos y el solamente uno, la balanza no estaba
equilibrada. Fue capturado fácilmente y llevado frente a Ian. No escatimaron en
violencia.
Incapaz de moverse Dimitri
intentó parecer valiente. Tenía sentimientos mezclados. Todos eran negativos
hacia el bastardo que intenta pasar desapercibido fingiendo ser un camarlengo
en el Vaticano.
—Que sorpresa encontrarte
en este lugar Ian, no estaba seguro que fueras el mismo Ian que estuvo conmigo
en el infierno hasta que observe tu anillo.
—Este es el intruso que
habíamos capturado, su nombre es Dimitri. —Marianne hizo una reverencia a Ian.
Sorprendido al ver el
rostro del joven de ojos rojos, Ian preguntó
con una sonrisa en el rostro que no podía ocultar.
— ¿Dimitri? Jamás te
hubiera reconocido sin la máscara y sin la capucha. Todos nosotros pensamos que
no habías logrado cruzar la puerta a tiempo, me alegra conocer tu verdadero
rostro.
—Yo tampoco conocía tu
rostro Ian, pero gracias a tus perros falderos logré escuchar tu nombre. Todos
ustedes tenían razón al pensar que no logré cruzar la puerta, sin embargo Satanás
abrió una vez más la puerta para que pudiera salir del infierno.
—Te equivocas Dimitri, tú
ya conocías mi rostro— La sonrisa de Ian era muy siniestra — ¡Qué sorpresa! Seré
el que te elimine del juego. Aunque debo admitir que tu haz tenido desventaja
todo este tiempo. No conocer nuestros rostros te coloca en una desventaja muy grande
¿no lo crees? Gracias a esta organización de la cual me he hecho el líder
gracias al poder de mi anillo he
podido averiguar las identidades de los otros tres jugadores.
Ian mostró arrogancia en
cada palabra, y si todo lo que ha dicho es verdad acerca de conocer los rostros
de los otros tres jugadores, entonces estaría en una gran ventaja sobre los
demás.
Interrumpiendo su
conversación se escucha en el cielo un estruendo, toda la ciudad se queda en
silencio, tal parece que ya no hay ni una sola alma en la ciudad que no fuera
miembro de la organización a excepción de Dimitri. Habían logrado asesinar a
todos los ciudadanos.
El cáliz comienza a
brillar con intensidad dejando a todos sorprendidos y sin palabras.
—Mi señor el cáliz ya
está listo, terminamos de asesinar a cada habitante de esta ciudad— dijo uno de
los miembros que recién llegaba.
—Fue más rápido de lo que
pensamos mi señor, solo nos tardamos dos días— dijo Marianne con una sonrisa en su rostro.
— Era obvio que sería
fácil, utilice el poder de mi anillo en todos los habitantes de esta ciudad
para que no escaparan— respondió Ian mirándola fríamente.
—Mis disculpas señor fue
una tontería lo que acabo de decir.
— ¿Escuchaste eso
Dimitri? Ahora podrás observar como me transformo en el hombre más poderoso del
mundo y obviamente me convertiré en el ganador del juego. ¡Seré el amo y señor
de la nueva era que se avecina— Ian estaba embriagado por el poder del cáliz,
solo pensar en lo poderoso que seria lo había hecho tan arrogante.
— ¿Señor de la nueva era?
No comprendo nada ¿A qué te referías con utilizar el anillo en los habitantes
de esta ciudad?
Ian comenzó a reír tras escuchar el tono paranoico de
Dimitri.
—Morirás en este mismo
instante así que te daré el privilegio de saberlo. —Alzo su mano mostrando su
anillo a todos —Cada uno de nosotros poseemos un anillo demoníaco y dentro de
ellos tenemos un demonio diferente el cual nos mantienen vivos.
— ¡Eso ya lo sé!
–interrumpe Dimitri.
— ¡No interrumpas a mi
señor, maldito bastardo! —Marianne lo silencia con una fuerte cachetada.
— ¡Guarda silencio perra
insolente! —Molesto por las interrupciones Ian golpea a la chica haciéndola
caer al piso. Continúa hablando.
—Disculpa la insolencia
que ha tenido mi sirvienta al hablarte de esta forma. Ahora te diré lo que
quieres saber, solo ten paciencia y no interrumpas— Ian sonríe una vez más. —Cada
uno de nosotros tiene el anillo demoniaco, un poder maldito que nos diferencia
de cada jugador, su poder varía dependiendo del demonio que tengamos ¡Mi
acompañante es el demonio blanco Sidragaso! el poder de mi anillo se le conoce
en el infierno como "La voz del profeta" es decir todos los humanos
sin algún objeto demoniaco o celestial están a mi merced.
—Señor disculpe en volver
a hablar, pero debería terminar con la conversación, es momento de usar el
poder del cáliz. —Marianne estaba arrodillada con la cabeza mirando el piso
intentando no llorar por el dolor producido por el golpe recibido.
—Tienes razón, dejaremos
nuestra conversación para después, es hora de que veas lo que es capaz el
cáliz.
Dimitri estaba atrapado e imposibilitado para hacer
algo al respecto, esta vez había ganado Ian. Belzebuth parecía preocupado.
— ¿Qué harás ahora? No
puedes dejar que obtenga el poder del cáliz —Belzebuth sufría al igual que
Dimitri. La impotencia de no poder actuar en contra de toda esta locura.
—No puedo hacer nada, el
ganó. Aquí termino el juego para nosotros, le fallamos a Satanás. Obtener mis
recuerdos será imposible.
—Supongo que no tenemos
otra alternativa. Hay una forma de salir vivos de esta situación, pero harás
todo lo que yo te diga.
— ¿Qué quieres decir con
eso? ¿Podremos salir vivos? —no entendía de que hablaba Belzebuth, pero en
estos momentos haría cualquier cosa.
El cáliz brillaba con un
resplandor dorado que alumbraba por completo la ciudad. Ian tomó el tesoro y guiado paso a paso por Sidragaso comenzó a
recitar la oración para despertar el poder dormido del cáliz.
–Poderosa reliquia que
con tu poder sometes a todo aquel que vaya en tu contra, dame tu poder que ha
despertado por la sangre de millones de inocentes, te imploro verter en mí todo
el odio, las lágrimas y la desesperación de aquellos que fueron arrastrados a
la muerte por tu despertar. ¡Cáliz dorado despierta de tu sueño!
Ian recitaba la oración olvidándose de todos a su alrededor. Belzebuth continuaba hablando con Dimitri.
— ¿Qué tanto quieres vivir?
¿Temes morir y regresar al infierno?
—No temo volver al
infierno, temo volver sin recordar porque fui enviado a él, quiero sobrevivir
todo lo que pueda hasta recordar mi pasado y poder expiar mis pecados.
— ¿Aceptas la maldad
dentro de ti? ¿Podrás controlar el monstruo que existe en ti?
—Si esa es la única
opción no tengo alternativa. Tratare de controlar a mi monstruo, si no llegara
a controlarlo moriría en el intento. Si es la única opción para sobrevivir un
poco más entonces lo haré— Dimitri comenzaba a titubear, pero ¿Qué opción le
quedaba?
Ian había terminado de recitar la oración. El
cáliz dorado se elevó por los cielos hasta
desaparecer entre las nubes. Se escuchó una gran explosión provocando que
los vientos se tornaran violentos, jamás en la historia de la tierra había
existido algo parecido. Los vientos derrumbaron muchos edificios, aparecieron
tornados por todo el lugar. El cáliz iba descendiendo lentamente sobre Ian. Se estaba haciendo demasiado tarde
para que actuara Dimitri. Belzebuth continuaba hablando.
— ¿Aceptarías hacer un
pacto con el demonio si eso te mantiene vivo? —Belzebuth parecía estar
disfrutando esto.
— ¿Pacto? ¿A qué te
refieres?
— ¡No hay tiempo maldito
idiota responde rápido! ¿Aceptas? —Belzebuth mostró preocupación, estaba
haciéndose demasiado tarde para intentar algo.
— ¡Lo haría, no me
importa con quien tengo que hacer el pacto o a quien tengo que asesinar para
cumplir mis objetivos! ¡Estoy seguro que lo haría! —Dimitri gritó sin pensarlo.
Después de todo no era tan diferente a los demás jugadores, Satanás tenia
razón.
— ¡Esa es la respuesta
correcta! El cáliz será propiedad del ser más malvado, egoísta y ambicioso que
se encuentre en el momento de su despertar. Ahora tú serás maldecido por su
poder, las consecuencias de ello serán horribles. Tu demonio que se mantenía
dormido dentro de ti ahora por fin despertara de nuevo.
El cáliz dorado cambio de
dirección mientras descendía a toda velocidad ahora hacia Dimitri. El encapuchado que sostenía al chico
de ojos rojos ardió en llamas, en cuestión de segundos se hizo cenizas. Ian
estaba sin palabras después de ver el cambio de dirección del cáliz. Ordenó
a todos sus subordinados no hacer contacto con Dimitri después de observar como
moría calcinado aquel hombre. Todos se dispersaron y usaron sus armas para
atacar a distancia. El objetivo era recuperar el cáliz. Cientos de armas
dispararon al mismo tiempo en contra de Dimitri.
El cáliz derramó la
sangre que contenía sobre el cuerpo de Dimitri. Cubierto completamente por la sangre de miles de personas, el
jugador cero comenzó prenderse en
llamas. Lentamente se transformó en un demonio que no tenía carne ni huesos en
el cuerpo. Su cuerpo estaba hecho por las llamas del infierno. Las balas que
habían sido disparadas hacia el cuerpo inmóvil del jugador se derritieron antes
de hacer contacto con él ¿Cómo lastimas algo que esta echo completamente de
llamas?
— ¿Qué es esa cosa, mi
señor? —Marianne estaba aterrorizada, su cuerpo no se movía a voluntad.
—Esa cosa es nuestro
verdugo— Ian igualmente estaba temblando al ver frente a ellos a esa criatura
cubierta de llamas, trago saliva con dificultad, no tenía ningún plan para esto.
Marianne ordenó atacar
sin piedad con toda la artillería que poseían. Estaba segura que no ganarían en
esta ocasión. Los miembros de la organización serian la carnada para que Ian y
ella logren escapar.
El demonio de llamas
parado justo en el medio de la ciudad de Tokio tomó el cáliz con sus manos
derritiéndolo en segundos, el oro que una vez fue forjado en cáliz empezó a
cubrir las manos del demonio lentamente hasta que el oro desapareció entre el
fuego expulsado por él.
Los tornados cesaron. Un
chillido agudo salió del demonio haciendo que todos en el lugar cubrieran sus
oídos. Aprovechando la guardia baja de todos los encapuchados inicio el ataque.
Todos los miembros de la
organización fueron tras él para atacarlo a distancia con sus armas. Dimitri
golpeo el suelo con una de sus manos para crear un terremoto que hizo caer a
todos al piso, aprovechando la oportunidad corrió hacia ellos. Muchos se
levantaron de inmediato e intentaron correr de sus garras. En segundos fueron
alcanzados, con sus manos comenzó a cortar las cabezas de aquellos que corrían
de él. Las garras en sus manos estaban afiladas, parecían espadas. Al ver rodar
las cabezas de la cuarta parte de los miembros en el piso, algunos tomaron la
opción de ocultarse aprovechando la distracción de las muertes de sus
compañeros. El demonio no dejaría escapar a nadie, salto por encima de ellos
bloqueándoles el camino, sus movimientos fueron tan rápidos que había quedado
claro que cualquier intento de escape era inútil. Dimitri extendió ambas manos hacia
todos ellos lanzando una llamarada que los cubrió en segundos. Gritaban de
dolor, la piel se les caía lentamente, no existe peor tortura que esa,
suplicaban por la misma piedad que ellos no quisieron otorgarles a sus víctimas,
el demonio de fuego los miraba con una risa en su rostro como morían
lentamente.
Los demás seguían tratando
de controlar al demonio, a pesar del miedo que apoderaba sus cuerpos siguieron
con su ataque. Muchos lograron llegar al escondite situado debajo de la ciudad
de Tokio donde guardaban su armamento pesado. Ametralladoras, misiles lanza
cohetes, bombas, cañones, todos estaban listos para atacarlo poniendo su fé y
esperanza en este ataque, si esto no funciona entonces nada lo haría.
Comenzaron con un cohete que fue enviado a la cara del demonio de fuego para
distraerlo de los siguientes ataques. Sin mayor esfuerzo con su mano izquierda
detuvo el cohete y lo redirigió hacia ellos.
Todos tenían claro que
ningún ataque seria efectivo contra él, sin embargo eran fieles a la
organización y su deber no era eliminar a la criatura, realmente su deber era
ganar tiempo para que lograran escapar Ian y Marianne. Entregar la vida por la
organización era algo que todos debían hacer.
Una gran parte de los
encapuchados lograron escapar de la explosión redirigida por el demonio.
Continuaron el ataque con bombas y ametralladoras, todas las armas humanas que
poseían no sirvieron contra uno de los poderes más temidos del infiero, esto
era el fin para aquellos que se atrevieron a desafiarlo. Aquella bestia junto
ambas manos, las cuales empezaron a brillar de un color carmesí, sus llamas
crecieron cada vez más, comenzó a destellar rápidamente, en segundos creó una
explosión tan potente como una bomba nuclear que cubrió por completo la ciudad
de Tokio y todo a su alrededor.
La explosión había
dejando un gigantesco cráter dejando solo polvo en un lugar donde fue conocido
anteriormente como uno de los lugares más poblados en todo Japón. Aquel demonio
no dejaría vivo a ninguno, después de haber asesinado a todos los miembros de
la división de búsqueda aún no había saciado su sed de sangre, iría detrás de Ian y Marianne que ya estaba lo bastante lejos de donde antes existía la ciudad
de Tokio. La criatura corrió tras ellos con una velocidad impresionante, en
cuestión de segundos logró alcanzarlos sin mayor esfuerzo.
Marianne distingue al
demonio justo detrás de ellos, su piel se erizo, su cuerpo comenzó a temblar
con solo mirarlo. El repentino cambio de actitud de la chica alarma a Ian que
pide ir lo más rápido posible.
—Está detrás de nosotros
¿Qué haremos mi señor? —Marianne intenta tranquilizarse con palabras de aliento
de Ian.
—No lo sé, parece que
moriremos por el mismo poder que ayudamos a despertar— Incluso antes de morir
mantiene la serenidad, aunque no era lo que Marianne deseaba escuchar.
El demonio de fuego esta
justo debajo de la aeronave. Expande sus brazos alcanzando sin ningún problema
el helicóptero. Sujeta fuertemente una parte del artefacto volador, saltando de
inmediato logrando de esta manera llegar a ellos. El demonio de fuego rompe una
puerta y toma al piloto con su mano izquierda mientras se sostenía con la
derecha; el piloto ardía en llamas; eliminando los obstáculos arroja lejos al piloto
que impacta contra unas rocas muriendo destrozado en cuestión de segundos.
Marianne e Ian asustados al ver morir al piloto no tienen duda de que su fin está
a punto de llegar. Dimitri toma con su mano izquierda la hélice de
la nave haciendo caer el helicóptero bruscamente al piso. Se estrella
rápidamente creando una explosión, ambos están gravemente heridos e inmovilizados.
El demonio los apunta con ambas manos preparándose para lanzar una llamarada
sobre ellos.
Una parte humana de Dimitri intenta luchar contra aquella bestia
que había desatado muerte y destrucción. La parte humana del joven de ojos
rojos logró recordar parte de aquel pasado olvidado.
— ¿Te haces llamar mi hermano? ¿Porque elegiste a ella antes que a mí?
Podemos escapar y vivir la vida normal que siempre deseamos.
—Eres mi hermano menor yo siempre he admirado lo inteligente que eres,
pero no puedo dejarla atrás, ella es parte de nuestra familia. Ha muerto
alguien tratando de ayudarme a rescatarla, mi deber ahora es rescatarla. No lo
pensare dos veces en sacrificar mi vida por ella. Prometí cuidar de ambos.
–Hermano…
Existe un lapso de tiempo
en el que el demonio se mantiene inmóvil, Marianne e Ian con un dolor insoportable usan ese momento para poder arrastrarse
e intentar escapar. Sus heridas y fracturas en todo el cuerpo hacen imposible
que lleguen lejos.
Una parte de Dimitri
logró controlar parte de la mente invadida por la sed sangre del demonio. Le da
tiempo suficiente para poder hablar con Belzebuth.
— ¿Qué fue todo eso? ¿La
persona que estaba conmigo, era mi hermano? ¿Por qué no puedo recordarlo? No
logré ver su rostro.
—Termina rápido con todo
chico, déjate llevar por la fuerza del cáliz y asesina a esos dos— Belzebuth
ignora las preguntas de Dimitri e intenta apresurar las cosas.
—Si me dejo controlar por
el demonio, ya no tendré pensamiento propio y quedare atrapado en sus deseos de
sangre— esto era todo, sus deseos de luchar contra aquel demonio había
terminado —Creo que es la mejor opción, me dejaré controlar por el poder del
cáliz, nunca he sido fuerte y tampoco tengo ninguna habilidad. No puedo
defender mis creencias por mí mismo, esta vez necesite ayuda del cáliz, sin su
poder hubiera sido asesinado por Ian ¿Tengo
algo porque luchar? ¿Alguien por quien vivir?
La voz de una mujer se
escucha una vez más dentro de su cabeza, era la misma voz que escucho en el
infierno, las mismas palabras.
—No te preocupes, no te
soltare la mano hasta el final.
Otra vez recuerda aquella
voz cálida y amable, cuyas palabras hacen recordar a Dimitri el motivo del
porque aceptó el poder del cáliz. Si fuera tan sencillo conocer la identidad de
aquella persona que siempre le da valor
cuando más lo necesita.
Las llamas del demonio
crecieron significativamente. Todo indicaba que el poder del cáliz estaba a
punto de consumir el cuerpo y el alma de Dimitri.
—No dejare que consuma mi
alma, el recordar a mi hermano me hizo entender mi verdadera personalidad.
Satanás se equivoco, jamás podre ser tan despiadado como todos los que
participan en este juego maldito. Ahora comprendo que fui enviado al infierno
por tratar de proteger a las personas que amo.
—Esas son excusas de los
humanos. ¿No crees que esa excusa esta muy usada? —Belzebuth parecía divertirse
con las palabras de Dimitri.
—Ahora recuerdo un poco
más. Yo nunca he lastimado a gente inocente, pero no me estoy excusado, aunque
he protegido a mis seres queridos y he asesinado a todo aquellos que deseaban
lastimarlos, algo dentro de mi tenia claro que era adicto a los gritos de dolor
y agonía de aquellos que asesinaba. Disfrutaba lastimarlos, y aunque me
excusaba por motivos bueno. Conocía muy bien mi sed de sangre. Quizás después
de todo soy un demente, un psicópata que disfruta asesinando y siempre merecí
el infierno.
Las llamas del demonio de
fuego empezaron a tornarse violentas, estaban rechazando el cuerpo del joven, parecía
que explotaría de nuevo, llevándose consigo todo lo que estuviera cerca igual
que lo hizo con la ciudad de Tokio. El demonio dejo salir un chillido tan
fuerte y agudo que era imposible no escucharlo en todo Japón, el cielo se llenó
de nubes, truenos y relámpagos. Las llamas de Dimitri empezaron a destellar
cada vez con más velocidad, la temperatura de las llamas se elevó derritiendo
todo a su alrededor. Aquella criatura se elevó por los aires irradiando una
onda de calor de gran magnitud. En segundos aquel demonio hizo una explosión
tan potente que se llevó consigo todo Japón y países aledaños dejando un gran
cráter que seria rápidamente cubierto por el agua en su lugar.
Segundos antes de la
explosión Marianne e Ian son tragados por un portal que aparece frente a ellos,
el cual les salva la vida antes de ser consumidos por la explosión.
Las llamas han cesado, el
demonio ha dejado libre el cuerpo del jugador. El joven de ojos rojos cae al
mar inconsciente hundiéndose lentamente.
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