25 dic 2015
DNS: Epilogo del Volumen 2.
Epilogo (Last_Step)
Resumen del capítulo anterior:
Un poco de calma, las risas flotaban en el ambiente invitando así a soñar a las personas.
Parte 1
En algún lugar fuera de los conceptos de tiempo y espacio, habitan los dioses.
Tienen formas y características variadas, algunos de hecho no poseen forma ni característica alguna, algunos son simplemente existencias vagas y poco definidas flotando en el ambiente; otras, por el contrario, tienen una forma definida pero no están ahí, estas formas definidas son las sombras de su existencia en otra fase u otra dimensión.
Las sombras de lo tridimensional son unidimensionales; las sombras de lo unidimensional son un punto.
Ahora, estas criaturas que están presentes en diferentes fases y dimensiones y a la vez en ninguna, adquieren formas que representan sus sombras, mientras viven en un meta-mundo hecho bajo los planteamientos de Schrodinger y en los cuales, ellos no podrían verse a ellos mismos en su fase correspondiente.
Sería como tener visión de rayos X y no poder ver tu piel; solo que en este caso, la piel es la existencia misma, y el esqueleto es de hecho la sombra.
Lo harían si lo intentaran, pero no es necesario, es, de hecho, más simple y conveniente usar estas formas de sombras para hablar entre ellos y existir.
Los dioses son dioses de algo y de nada; se dividieron en puestos pero esto no los ata a ese puesto; se dividieron en clases, pero esto no los ata a esas clases; si ellos lo desearan, las clases y estilos serian destrozados sin dificultad; ellos tienen el poder para volver al mundo a su estado primigenio de la nada.
La magia divina no es nada más que procesos de pensamiento de los dioses; es como girar la perilla de una puerta.
Atravesar dimensiones y mundos es como parpadear.
Son todopoderosos.
Pero los dioses también son débiles; se atan sin necesidad alguna a los seis principios mágicos y reducen su nivel de actividad hasta la casi hibernación.
Y es una atadura que podrían romper con solo parpadear.
Como si Sansón se cortase el pelo por decisión propia; como si Lucifer se hubiese encarcelado a sí mismo en el tártaro; estos dioses que bien podrían ser un solo dios con millones de avatares, flotaban con respecto a todo y a nada en este enorme espacio lleno de energía.
Algunas de las fases del campo estaban conformadas por salones grandes y en ellas, se reunían los dioses por el tipo de dioses que eran.
En cierta fase, un solo dios y su enorme conciencia dividida en una gran maquina registraban todo lo que ocurría.
En otra fase, la existencia en otro mundo conocida como “Hastier”, mantenía una forma de todo y de nada; si se buscara definirlo, sería “oscuridad”.
Dioses que exhumaban magia que alimentaba las líneas ley del mundo; su existencia era omnipotente, pero efímera.
Uno de esos dioses, en una de las fases, observaba otro mundo, ese mundo sin dios llamado “tierra”, resultado colateral de la conciencia de un dios, casi como una añoranza, la existencia de ese mundo solo era posible para complementar otros mundos.
Y en ese mundo sin ningún dios regente, un mensajero de dios caminaba; aunque esto es para otro volumen.
Otro de los dioses, en otra de las fases, mantenía la estabilidad de los mundos, este se encargaba sin esfuerzo alguno, de enfocar las leyes de la física en concordancia a un número patrón.
Y así como él, muchos otros dioses existían allí.
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