Buenas noches amigos lectores, paso por aquí a dejarles el siguiente capítulo de Nox.
El lugar era amplio con múltiples caminos
naturales y otros excavados en la dura roca, había antorchas a los costados que
iluminaban el camino.
Un olor hediondo les lastimaba la nariz, un
par de goblins custodiaban la entrada pero los estúpidos seres no sospecharon
que los dos ogros que pasaron junto a ellos eran falsos.
Su disfraz era casi perfecto sino fuera por el
hecho que no podían comunicarse verbalmente, para ello tuvieron que recurrir a
las señas.
En el camino encontraron a otras creaturas,
goblins, demonios necrófagos, y ogros, así como lobos deformes.
Pero al llegar al corazón de la cueva, en una
amplia cámara circular se sorprendieron por lo que presenciaron, en medio del lugar había un trono de
piedra donde se encontraba sentado un Ciclope inmenso e imponente bebiendo y
comiendo un gran festín como si fuera un cerdo, rodeado de su sequito,de la misma raza que el lider pero mucho mas pequeños, al
parecer estaban en una celebración.
El número de enemigos era inmenso, miles de
ellos.
Lo que llamó más la atención de Hoz, fue que entre ese grupo variopinto
había hombres humanos.
El pequeño mercenario distinguió el olor
característico de los híbridos demoniacos, estos hombres usaban un uniforme que
era inconfundible para Jean, pues los había visto por más de 10 años, el
uniforme de guerra del Imperio.
La ira inundó su ser, por un momento pensó en
entrar en frenesí y masacrar a todos, pero se controló, sabía que si hacía eso
la probabilidad de morir sin cobrar venganza era alta.
Si verdaderamente quería
hacer sufrir al Imperio este no era el momento adecuado. Siguió escuchando atentamente por si algo importante surgía entre las conversaciones de esos seres, pero no consiguió mas información.
Con señas le indicó a Vot que seguirían
investigando el lugar.
-Si, la líder de los Trolls Latr no quiso
unirse a nosotros y nuestro jefe Glotón la mató, luego les dio el cuerpo a las
bestias, jajaja-.
-¿Es en serio? Se lo merecía por desobedecer-.
-Concuerdo contigo, ahora mismo están
torturando a su hija para que convenza a su tribu de pelear-.
-Jajaja no creo que sobreviva-.
Hoz se detuvo en una intersección interesado
por la conversación que se estaba llevando a cabo.
-Ahora tengo que irme a custodiar su celda,
sino el jefe me matará -.
-Sin duda-.
Hoz y Vot siguieron al goblin, quien se apostó
enfrente de una sucia mazmorra, vigilando que no hubiera nadie cerca, Hoz
deshizo su disfraz.
-Paso de la
sombra-.
Con un conjuro corto apareció detrás de su
enemigo, y antes de que siquiera pudiera darse cuenta su presa, tomó su
cabeza y la giró violentamente rompiéndole el cuello.
Después se asomó a la mazmorra y vio a un
grupo de 5 pequeñas bestias con rostro de perro y cuerpo humanoide con verrugas
en toda la piel, de cerca de un metro de altura, se trataba de kobolds. Todos portaban herramientas como mazos o
cuchillos, uno de ellos se encontraba calentando en un horno cercano una barra
de metal que ya casí estaba al rojo vivo.
Atrás de las bestias Hoz pudo observar que
había apresadas varias trolls hembra,
con grilletes en brazos y piernas, colgaban lastimosamente de la pared, sus
cuerpos estaban llenos de heridas.
Tristemente solo pudo identificar a una con
vida, las demás habían sucumbido ante la tortura de la que seguramente fueron víctimas
por mucho tiempo.
Como en muchas otras razas humanoides, las
hembras trolls eran físicamente más agraciadas que los machos, la prisionera
que quedaba con vida, era de cuerpo delgado con abundante busto, alta, su tono
de piel era caoba claro, su cabello era un poco más oscuro, los ojos tenían una
tonalidad miel, fácilmente podría ser considerada una hermosa mujer, o eso es
lo que pensó Hoz.
Las únicas diferencias notables con las
mujeres humanas eran unos pequeños cuernos puntiagudos que se asomaban en la
parte alta de su frente, una cola larga
que terminaba en forma de punta de flecha, además de sus manos y pies,
cuyos dedos eran un poco largos y puntiagudos lo que daba la impresión de ser
zarpas o de estar usando guanteletes de batalla.
En voz baja el pequeño mercenario llamó a Vot.
-Hay cinco kobolds dentro y un prisionero, quédate
aquí afuera haciendo guardia, avísame si alguien viene-.
El ogro asintió.
Sin perder tiempo Hoz colocó sus manos en la
puerta y murmuró un conjuro.
-Silentium Mortis-.
Después
entró a la habitación e invocó su guadaña de fuego.
-¡¿Quién eres intruso?!-.
-¡Suenen la alarma!-.
Los kobolds enseguida reaccionaron.
-Para basuras que dañan a una mujer indefensa
no es necesario que les diga mi nombre-.
Moviendo su arma 180 grados en un parpadeó
decapitó a dos enemigos, otros dos se abalanzaron hacia él, uno llevaba una
maza y el otro una pica.
Con un ligero movimiento esquivo la pica y colocando
su mano en el mango la cambió de dirección, la bestia terminó por empalar a su
compañero que intentaba atacar al intruso por la espalda.
Aprovechando su
confusión por haber asesinado a un aliado Hoz colocó su mano en la nuca de su
enemigo y liberó una bola de fuego a quemarropa, la cabeza del kobold explotó y
su cuerpo cayó al suelo, el contenido de su vejiga e intestinos fue liberado al
perder las señales nerviosas que mantenían el tono visceral.
El último monstruo-perro intentaba abrir
desesperadamente la puerta pero esta no cedía.
-¡No te acerques o gritaré! ¡Pediré ayuda y
será tu fin!-.
El pánico se apoderó del Kobold, sus ojos se
encontraban desorbitados.
Hoz caminó hacia el perro humanoide, quién
empezó a aullar, cuando estuvo frente a él se agachó para que sus rostros
quedaran al mismo nivel, luego extendió su mano lentamente y apretó su cuello.
El pequeño kobold, comenzó a forcejear
intentando liberarse pero fue inútil, instintivamente dejó de gritar para
preservar el poco aire que le quedaba.
Hoz lo miró fijamente a los ojos.
-No importa cuánto grites nadie te oirá,
puedes esperar por ayuda todo lo que quieras pero nadie vendrá a salvarte, ni
siquiera pienses en pedir piedad por que no te la daré, grábate en tu corazón
que lo único que te queda en este momento son unos cuantos segundos de vida y
luego…y luego…-
Una maliciosa sonrisa se dibujó en el rostro
de Hoz antes de terminar su frase.
-…la certeza absoluta de la muerte-.
El corazón del Kobold se llenó de terror, a
pesar de que su cuerpo aún tenía vida dejó escapar el contenido de su vejiga.
Desafortunadamente para la creatura su
martirio no acabaría tan fácil, el pequeño mercenario caminó hasta el horno y
tomó la barra de metal que ya estaba al rojo vivo, y la introdujo en el hocico de su víctima, la
cual empezó a forcejear violentamente.
-¡Aghhh! ¡Auuuu!-.
De su hocico vapor con olor a carne quemada se
desprendía minando todo el lugar.
Hoz retiró el metal después de unos segundos,
la bestia aún seguía consciente gracias a la adrenalina que circulaba en todo
su ser al estar ante una muerte inminente, su cuerpo temblaba intensamente,
estaba a punto de entrar en shock.
Como perdiendo el interés por un juguete
Hoz arrojó adentro del horno a su
víctima y le encerró, aunque fue en vano el último intento desesperado por
sobrevivir se escuchó golpeando la puerta sellada del horno, uno, dos y tres
veces, y finalmente el silencio.
-Vot puedes pasar-.
Hoz se asomó por la puerta y llamó a su
compañero.
Un gran ogro entró, Hoz tocó el cadáver del
goblin que cuidaba la puerta y este se levantó.
-Quédate quieto aquí sin moverte-.
El pequeño mercenario le ordenó al zombie que
había creado, este solo lo miró con ojos vacíos y una sonrisa estúpida.
Sin demora Hoz se dirigió hacia la hembra
troll que aún estaba con vida, con las llaves que le había arrebatado a los
Kobolds, abrió las cerraduras de las cadenas que le apresaban.
-Algo huele delicioso-.
El elfo oscuro regresando a su forma
verdadera, dio un comentario fuera de lugar.
-Puse a cocinar a un Kobold, si esperas 15
minutos estará en el punto exacto-.
-Oh, ya veo, pero es lamentable que tenga que
rechazar semejante manjar ya que estoy a dieta y no quiero perder la figura-.
Vot decidió seguir la plática negra.
-Entiendo si eso es así no puedo obligarte a
romper la dieta, toma libera los cuerpos de los demás prisioneros-.
Hoz le pasó las llaves al elfo oscuro quién
las atrapo en el aire y comenzó a realizar la tarea dada.
Con la única prisionera sobreviviente ya
recostada en el suelo, Hoz la revisó para determinar su estado de salud, de su
ropa sacó una cantimplora y la acercó a los labios agrietados de la prisionera
para que bebiera su contenido.
Poco a poco la mujer instintivamente bebió el
agua, lentamente abrió sus ojos y sorprendida intentó alejarse de Hoz, pero no
tenía la fuerza suficiente para levantarse así que se arrastró usando sus
brazos..
-Tranquila vine a rescatarte observa esto-.
El mercenario sacó de uno de sus bolsillos un
pergamino, lo abrió y se lo mostró a la hembra troll, ella se detuvo
contemplando el documento, después volteó a ver a su alrededor y descubrió los
cuerpos sin vida de sus verdugos y a un elfo oscuro liberando a sus compañeras.
-¿Vinieron a rescatarnos? Si es así muéstrame
tu rostro para que pueda confiar en ti y dime tu nombre-.
Aún sin confiar en sus liberadores la mujer
les exigió.
Hoz sabía sobre las tradiciones de los trolls de puente así que
dando un suspiro decidió ceder.
-Está bien-.
Hoz descubrió su rostro y se acercó a ella y
le susurró su nombre al oído.
-Mi nombre es Jean Nox Crow, ¿Es suficiente
con eso?-.
El joven se cubrió nuevamente el rostro.
-Ese elfo ¿como se llama?-.
La mujer troll dirigió su atención hacia el
otro hombre.
-Mi nombre es Vot, y soy todo lo que ves-.
-…Gracias por venir a rescatarme, Mi nombre es
Sitr soy la hija de la Matriarca de los Trolls de esta área-.
La prisionera decidió creer en ellos.
-¿Cómo están mis compañeras?-.
Esperanzada Sitr preguntó a sus salvadores.
Vot endureció su semblante y no sabía cómo
responder.
-Lo siento pero llegamos tarde, eres la única
con vida-.
Sitr apretó los dientes por la rabia que
sentía, lagrimas escurrían por sus mejillas.
-Algún día pagarán-.
-Bebe y come necesitaras fuerzas para escapar
de aquí-.
Hoz le pasó nuevamente la cantimplora y un
paquete envuelto en un pañuelo blanco que contenía algo de pan y carne seca.
-Gracias pero aún no podemos irnos, mi madre
fue llevada ante el jefe ciclope, no la matará porque quiere que mi tribu se
una a ellos en alianza-.
Sitr comenzó a devorar rápidamente los
alimentos que le otorgaron, en un abrir y cerrar de ojos desparecieron.
-Sitr escúchame bien, tu madre fue asesinada-.
Soltando lo que estaba en sus manos la troll
quedó conmocionada, no podía creer lo que acababa de escuchar.
-Ella nunca se rindió ante la voluntad del
Jefe ciclope sin importar que le hicieron, al final fue él quien se rindió al
darse cuenta de que no lograría doblegar la voluntad de tu madre-.
-¡No puede ser! ¡Tiene que ser mentira!-.
-Lo siento pero es verdad, como su hija tú
serás la siguiente líder, intentarán forzarte para que accedas a unirte a
ellos-.
-¡No puedo aceptarlo! ¡Es tan injusto!
¡Nosotros solo queríamos vivir en paz! ¡Lo mataré, mataré a ese maldito
monstruo!-.
La nueva líder troll se levantó llena de ira
con la intención de salir de la habitación y vengarse. Hoz se colocó delante de
ella con los brazos extendidos.
-Tu raza intentó rescatarlas, varios murieron
y muchos más se encuentran gravemente heridos, fue algo inevitable ya que no
tenían a su valiente y sabia líder. ¿Dejarás a tu raza a su suerte?-.
-¡No me importa nada! ¡Solo quiero liberar
este dolor!-.
-¡Sitr, Hija de Latr y futura Lider de los
Trolls Constructores, tu madre nunca se rindió, prefirió morir antes que
entregar a su pueblo, ¿Deshonraras sus esfuerzos y memoria? ¿Abandonarás a los
tuyos a un futuro incierto y sin guía?!-.
-Yo… yo… no lo haré-.
Reaccionando antes esas palabras Sitr se
desplomó arrodillada en el suelo, y lloró abiertamente.
La futura líder quería darle sepultura a sus
amigas pero sabía que dadas las condiciones no podría hacer nada, Hoz se
ofreció a incinerar los cuerpos para que no continuén siendo profanados, Sitr
aceptó.
-“Ferus
Ignis”-.
Usando su nombre mágico el cuerpo de Hoz fue
envuelto en llamas naranja, su cabellos, ojos y uñas, aun su ropa tomaron esa
tonalidad. Creando una lanza de fuego con la punta de ella tocó los cuerpos de las prisioneras
que se incineraron rápidamente, sus cenizas se elevaron levemente antes de
desaparecer.
La apariencia de Hoz regresó a la normalidad.
Vot no había entendido al principio la razón
por la cual se le pidió que las liberará de sus ataduras, incluso pensó que era
una pérdida de tiempo, pero al ver eso comprendió que Hoz ya había planeado
desde el inicio quemar los cuerpos para que los enemigos no los profanen más.
Ese mercenario de pequeña silueta cada vez se
volvía más misterioso, la naturaleza de los elfos era curiosa así que el
impactó se intensificó.
Cuando Hoz mostró su rostro a Sitr, Vot intentó dar un
vistazo pero su visión se volvió borrosa, incluso sus oídos fallaron en
escuchar el nombre con el que se presentó, pero algo estaba seguro él nunca
dijo soy Hoz.
Cuando todo se hubo calmado, las tres personas
decidieron el plan de escape, usarían el mismo conjuro de Ilusión, sin embargo
Sitr no estaba en condiciones para mantenerlo por mucho tiempo, así que
decidieron crear una distracción usando los cuatro cadáveres de los Kobolds Hoz
los convirtió en Zombies, ( El quinto que se encontraba dentro del horno no era
usable).
Después de colocar el conjuro ilusorio en sus
compañeros y en él, envió a los cuatro
perros humanoides y al goblin en la otra dirección con la orden de atacar a
todo lo que se moviera.
Partieron inmediatamente por el mismo caminó
por el que entraron, unos cinco minutos después un grupo de enemigos pasó cerca
de ellos dirigiéndose hacia el lado contrario. Los no muertos habían comenzado
a seguir la orden que se les dio llamando la atención de todos, aprovechando el
tiempo al máximo continuaron hasta que divisaron la salida, sin embargo la
suerte no les sonrió tanto. Apunto de ser libres la forma verdadera de Sitr se
reveló, un grupo conformado de goblins y algunos ogros los descubrió y comenzó
a atacarlos, los guardias de la entrada les tapaban el camino.
-¡Eliminemos primero a los guardias de la
entrada!-.
Vot y Hoz arremetieron contra los cinco
goblins que bloqueaban su salida, y los eliminaron con facilidad.
Sin embargo que salieran de la cueva no era un
consuelo, ahora que el enemigo los había descubierto sería difícil poder
escapar.
-¡No pregunten por qué, solo cubran sus
oídos!,
-"Yo soy
presagio de muerte, quienes oyen mi voz saben que morirán en agonía, acéptame
en tu familia y la seguiré, te prometo que la muerte no los sorprenderá
durmiendo, y al final te ofreceré mis lágrimas y dolor, ¡Mortal, no me guardes
rencor!"-.
Al terminar de pronunciar ese conjuro, de la
boca de Hoz salió un grito triste y desgarrador, aunque Vot y Sitr tenían sus
oídos fuertemente tapados con sus manos, fueron alcanzados por su efecto,
sintieron como su sangre se heló y su mente se detuvo.
Los enemigos que escucharon el grito
desgarrador, cayeron convulsionando al suelo y pronto dejaron de moverse, sus
ojos estaban en blanco y de sus oídos chorreaba abundante sangre.
Levantando sus manos Hoz arrojó varias esferas
de fuego a la entrada, la cual se derrumbó, una gran cantidad de piedras
sellaron el lugar.
El pequeño mercenario se acercó a sus acompañantes y los
jaló de los brazos llevándolos hacia el interior del bosque, se encontraban
aturdidos y no podían coordinar adecuadamente, pero al menos se encontraban con
vida.
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