Lo prometido es deuda, aquí les dejó el capítulo 10, con esto virtualmente estamos a mitad del segundo volumen.
Imagen con fines ilustrativos.
Después de vestirse
Jean regresó para seguir disculpándose con Noa Warbringer pero no la encontró,
aterrado con la idea de recibir una emboscada y sufrir un gran castigo, regresó
a la casa del árbol y ahí pasó la noche en vela esperando un ataque sorpresa
que nunca llegó.
A la mañana siguiente
sin haber podido dormir bien, Jean desayunó carne seca y un poco de jugo de
frutas que compró en el mercado de la ciudad, el día anterior, se alistó y
decidió aprovechar el tiempo y (huir de Noa Warbringer), partió hacia el gremio
de comerciantes con el fin de cumplir su misión.
Vestido con su
habitual túnica negra, caracterizado de su personaje Hoz, no tardó en encontrar
la base principal del gremio, un edificio inmenso ubicado en la parte central
de la Ciudad Acorazada, al estilo barroco, con una inmensa cantidad de adornos
y estatuas, pareciera que los comerciantes estaban presumiendo sus riquezas.
Entró por la puerta
principal, que curiosamente no tenía ningún guardia apostado, el interior era muy
distinto del exterior, dentro había una especie de bar, con varias mesas y
sillas, y en medio una barra central.
El lugar se encontraba
lleno hasta el tope, con una rápida inspección Hoz determinó que la mayoría de
los clientes eran mercenarios y guardaespaldas, y aquellos que estaban vestidos
pomposamente debían ser comerciantes acaudalados.
Caminó hasta la barra
central y tomó asiento, rápidamente fue
atendido por un hombre de mediana edad, sin características sobresalientes.
-¿Qué desea beber? -.
-Dame un poco de vino
dulce, por favor-.
El vino dulce en el
mundo de Hoz era en realidad jugo de uva mezclado con bayas silvestres, se
cuidaba que no fermentará, así que técnicamente no era una bebida alcohólica.
-Pfhhh-.
Uno de los hombres que
estaban sentados a su lado soltó un ruido de burla. Hoz le ignoró
completamente.
-Vengo de parte
del Gremio de Mercaderes de Ciudad Lux,
necesito hablar con el encargado de este lugar-.
Después de ingerir su bebida, Hoz le comunicó al hombre que le atendió la razón de su visita, mostrándole
al mismo tiempo, el documento sellado que Tira Jute le entregó para ese caso.
Al verlo el barman asintió ligeramente.
-Entiendo, espéreme un
momento por favor, iré a comunicárselo a mi jefe-.
Sin perder tiempo el
hombre se fue.
-¡Hey, tú! El lugar
donde estas sentado es mío, ¿Quién crees que eres para no respetar las
jerarquías de este lugar?-.
Un mercenario vestido
con una armadura ligera de piel, obeso y calvo, se acercó a Hoz y comenzó a
molestarle.
-Bueno no importa, yo
el Gran Targ estoy dispuesto a perdonarte si me das todo tu dinero y te
disculpas besando mis botas-.
El gran Targ como se
hacía llamar el desagradable hombre, puso su enorme brazo alrededor de los
hombros de Hoz, su hediondo aroma le causó náuseas y estuvo a punto de hacerle
vomitar.
-Vamos, ¿Qué dices? A mí
me parece un gran trato-.
El desagradable
mercenario tenía una sonrisa de satisfacción y superioridad plasmada en su
rostro.
-(Siempre es lo mismo,
por mi pequeña silueta piensan que soy presa fácil, debería darle un castigo
ejemplar a este sujeto, así los demás me dejarán en paz.)-.
Bruscamente Hoz, se
quitó de encima el brazo del Gran Targ.
-Pongamos fin a este ridículo
teatro, si lo que quieres son problemas estaré feliz de cumplir tu deseo-.
Con una voz sin miedo, Hoz se colocó enfrente del hombre.
-Maldito, imbécil, yo
el Gran Targ soy uno de los mejores mercenarios de este lugar, te conviene
hacer lo que te digo si quieres salir vivo de aquí-.
El sucio hombre se
encontraba bastante alegre, Hoz dedujo que lo único que quería esa desagradable
persona era derramar sangre, así que decidió cambiar su plan y castigarlo
severamente, ese tipo de seres que solo deseaban la violencia las odiaba con
todas sus fuerzas.
Varios hombres se
levantaron de sus mesas y rodearon a Hoz, el solo creo dos pequeñas hoces de
fuego, y se puso en posición de pelea.
-Veo que no cambiaras
de opinión, eso es bueno te enseñaremos por la mala a respetar a los fuertes-.
El obeso hombre desenvainó una gran espada que tenía en el cinto, sus acompañantes hicieron lo
mismo. El primer movimiento fue realizado por él .
Hoz observó que la técnica
de su enemigo era pésima, lenta y llena de aberturas, y decidió aprovechar la
situación. Con un suave movimiento le esquivó, luego hizo un corte en forma de
X en el rostro del hombre.
-¡Aghh! ¡Duele! ¡Maldición!-.
El Gran Jarg cayó al
suelo cubriéndose el rostro y revolcándose de dolor.
-¡No puedo ver! ¡Mis
ojos! ¿Qué me hiciste desgraciado?-.
Los secuaces del
horrendo mercenario no esperaban esa
evolución de los eventos y no supieron reaccionar adecuadamente.
Hoz caminó lentamente
hasta al hombre que seguía quejándose en el suelo y le propinó una patada con
todas sus fuerzas en su inmensa barriga, el cuerpo salió disparado hacia la
puerta principal, en una escena bizarra.
-Si me piden disculpas
y me besan los pies les dejaré ir con solo algunos huesos rotos, ¿Qué opinan? A
mí me parece un gran trato-.
Hoz les habló a los
otros hombres en un tono carente de emociones.
Ellos endurecieron su
semblante y levantaron sus armas.
-Es una pena que
elijan pelear, pero todos son libres de tomar sus propias decisiones, solo no se
quejen por las consecuencias. Adelante ataquen de una vez no tengo todo el
maldito día-.
Algunos enemigos
empezaron a titubear, la presión que emanaba de Hoz era demasiado para ellos,
pero para su mala suerte ellos eran mercenarios
que estaban acostumbrados a estar en presencia de situaciones
peligrosas, cualquier otra persona hubiera huido al presentársele la
oportunidad.
-Para basuras como
ustedes no necesito usar mis armas-.
Para añadir
incertidumbre y atacar la mente del
enemigo, Hoz deshizo sus armas. Uno de los hombres decidió huir y salió
corriendo hacia la puerta principal, pero fue detenido abruptamente.
-¡Agh!-.
El hombre apenas logró
avanzar cuando un proyectil le golpeó de lleno en la nuca, cayó inconsciente,
sin emitir otro sonido. Hoz le había arrojado el vaso que había utilizado para
beber Vino dulce.
-Les dije que solo se
podrán ir si se disculpan-.
El mercenario de
liviana silueta caminó hacia el resto de sus enemigos, quienes empezaron a
intercambiar miradas.
-De nada les servirá,
sin importar que plan usen fallaran miserablemente-.
Otro hombre presa del
miedo le atacó con una navaja larga, Hoz tomó la muñeca del hombre y la dobló,
un gran crack resonó por todo el lugar, este soltó su arma, la cual Hoz atrapó ágilmente en el aire, luego pateó a su
enemigo en las piernas, el cual cayó arrodillado, sin demora, hundió la navaja
en la mano que tenía la muñeca fracturada.
El hombre quedó pegado
al suelo, blasfemando por el dolor e intentando quitar la navaja que lo tenía
apresado en el suelo.
-Les daré otra
oportunidad, si se disculpan ahora los dejaré ir, y si quieren pueden regresar
para vengarse pero en ese caso no saldrán con vida-.
-¡Trágate esto imbécil!-.
Uno de los hombres
sacó un emblema de metal rojo con la figura de una salamandra, este comenzó a
brillar y arrojó una bocanada de fuego, el pequeño mercenario fue envuelto por llamas
rojizas, humo se extendió por todas partes.
Los enemigos parecían seguros de su victoria empezaron a reírse a
carcajadas y a insultar.
-¡Eso te mereces por
presumido!-.
-¡Al final eras un Don
Nadie!-.
Cuando las flamas se apagaron
y el humo se disipó, su rostro se llenó de pavor, su enemigo se encontraba de pie, ileso.
-Les dije que era inútil
cualquier cosa que hicieran y aun así me ignoraron, les di la oportunidad de
disculparse y la desperdiciaron, ahora díganme ¿Qué debería hacer con ustedes?-.
Después de pronunciar
esa sentencia con gran enojo en su voz,
arrojó una bola de fuego en dirección hacia las manos del hombre que
había utilizado el emblema de salamandra, al impactar con dicho emblema este se
rompió generando una explosión que quemó las manos de su propietario, una
salamandra de fuego surgió por unos breves instantes y desapareció.
Se trataba de una
jaula de espíritus, Hoz solo liberó a la
salamandra y esta arruinó las manos de su captor en represalia.
-Hey, no se queden ahí como idiotas, respóndanme ¿Que
debería hacer con ustedes?-.
Los hombres se dieron
cuenta de su error, sabían que su vida pendía de un hilo, un mal movimiento,
una palabra inadecuada, era todo lo que se necesitaba para que el hilo se
rompiera, nadie se atrevía a hacer algo.
-Vamos Hoz, no
arruines este lugar con la sangre de esos hombres, ¿Sabes que es muy difícil lavarla?
Eso sería muy malo para el negocio-.
Una voz suave y jovial se dirigió hacia Hoz desde una
de las mesas más alejadas, él volteó por reflejo y vio a un elfo oscuro, de cuerpo
delgado y atlético, piel morena intensa y cabello blanco largo.
-Si mi memoria no me
falla tú eres amigo de Susan, tu nombre era Vot-.
-Está en lo correcto,
es un honor que me recuerde Señor Hoz-.
El elfo oscuro se
levantó de su asiento e hizo una pequeña reverencia.
-¿Qué me dice si
olvida a esos mercenarios de tercera y toma un trago conmigo?-.
Hubo un silencio que
duro unos cuantos segundos, pero para los hombres que estaban enfrentando la
ira de Hoz, les pareció una eternidad, sudor frio empezó a recorrer todo su
cuerpo.
-Discúlpense por última
vez y les dejaré ir, al fin y al cabo esto ya se volvió bastante tedioso-.
En esta ocasión sin
escuchar otra palabra los atacantes se postraron en el suelo-.
-¡Lo sentimos mucho
Señor Hoz!-.
Se dirigieron hacia él
con el nombre que el elfo oscuro utilizó.
-Muy bien, ahora mismo
váyanse y llévense a sus compañeros antes de que cambie de opinión-.
Los mercenarios
hicieron como se les indicó, hizo falta tres de ellos para liberar a su
compañero que aún seguía con la mano anclada en el suelo atravesada por una
daga.
El joven camino hacia
la mesa de Vot quién le cedió un asiento y le dio una copa llena de una bebida
oscura y dulce.
-Dígame Señor Hoz, ¿Qué
le trae por aquí?-.
-No es necesario que me
llames “Señor”, con Hoz es suficiente-.
Le dio un gran trago a
su bebida antes de responder.
-Lo que me trae aquí
es lo mismo que a cualquiera, la Ciudad de Lux me contrató para investigar el
ataque a sus rutas comerciales, me imagino que todo tu grupo también está en la
ciudad-.
-Ya veo, es la misma
situación para mí, ahora sobre mis
compañeros, ellos no están aquí, se encuentran en otra parte, las misiones de
investigación no necesitan que estemos todos juntos-.
-Es muy lógico, ¿Qué
tal les ha ido últimamente?-.
-En realidad muy bien,
gracias a ti Hoz, el aviso que nos diste
nos ahorró problemas innecesarios. Escuchamos que los demás grupos de
mercenarios que se quedaron en ciudad Lux sufrieron graves pérdidas, a manos de
esos… como debería llamarlos… semidemonios-.
-Es grato escuchar
eso, después de esos eventos la ciudad me contrato para cazar y erradicar los
remanentes de esos hibridos-.
-¿Entonces al final
decidió quedarse?-.
El elfo oscuro parecía
un poco confundido.
-Jaja, así es, ciertas
situaciones me orillaron a quedarme, pero siempre cuidé de no ponerme en una
situación desventajosa-.
Hoz sintió algo de culpa, pues les había dicho que no se quedaría, incluso les pidió que se retiraran ya que tenía sospechas de que el imperio estaba involucrado.
-Como esperaría de ti,
debieron ser tiempos difíciles-.
-No tanto al final
solo eran híbridos inmaduros, si hubieran estado en su etapa final… hubiese
sido muy distinto-.
Los clientes de ese
lugar intentaban escuchar a hurtadillas lo que estaban conversando, pero para
su mala suerte, la conversación fue interrumpida.
Una anciano,
encorvado, con una gran barba cana y cabello del mismo color se les acercó,
venía acompañado del hombre encargado de
la barra.
-Buenos días, Señores
Hoz y Vot, yo soy Bert Aurus, el jefe de este gremio, por favor acompáñenme a
mi despacho, ahí hablaremos tranquilamente de negocios sin temor a que nos
escuchen-.
Los dos hombres
hicieron lo que se les pidió y siguieron en silencio al anciano jefe del
gremio.
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